lunes, 14 de diciembre de 2009

METAMORFOSIS. Capítulo 8: Planes de Viaje

Éste ha tardado algo más, vuelve a ser largo y ha habido partes con las que me ha costado mucho quedarme a gusto con la traducción. Es fundamental hacer justicia a esta increíble historia de LivesAmongTheStars, Metamorphosis (3º libro de Breaking Dawn desde la perspectiva de Edward, para los que todavía no os habéis enganchado).
Espero que disfrutéis tanto como yo.



8. Planes de viaje

La primera semana desde la introducción de Bella al mundo de los inmortales podría rivalizar fácilmente con nuestra luna de miel en cuanto a sus diversos grados de emociones extremas. El cambio es un compañero casi constante – y no todo procede de Renesmee, aunque ella contribuye a la ansiedad que se cierne sobre nuestra familia como una niebla persistente, mientras su crecimiento físico y mental continúa a un ritmo acelerado.

Cuando Bella y yo regresamos a la cabaña desde nuestro claro en el bosque mientras las últimas estrellas comienzan a desaparecer en un cielo de color lila que se va iluminando poco a poco, encontramos un fuego crepitando alegremente y una nota sobre la tierra, escrita con la letra fina y fluida de mi madre. Había terminado la habitación de Renesmee y quería saber qué nos parece.

Bella prácticamente desaparece de mi lado. Su exclamación de sorpresa, que se escucha a través del estrecho pasillo una fracción de segundo después, me impulsa a seguirla. Juntos, miramos a través del umbral de lo que hasta ayer era sólo una habitación vacía…y ahora se ha convertido en un lugar de ensueño para nuestra hija.

Bella está de un humor festivo y yo no tengo ningún deseo de protestar cuando me rodea el cuello con los brazos, me besa con entusiasmo y tira de mí hacia nuestra habitación.

Aparentemente, la visión en que Alice nos veía volviendo a la casa por la mañana no especificaba qué mañana.

Pero no podemos permanecer alejados de Renesmee por mucho tiempo. Cuando la alondra, aún acurrucada entre las rosas, entona la primera nota para dar la bienvenida a otro nuevo amanecer, Bella se aleja de mis brazos de un salto y corre hacia el vestidor. Parece estar esforzándose mucho por evitar el contacto visual conmigo mientras me visto y yo reprimo una risa divertida. Debe estar tratando de prevenir cualquier distracción.

Cuando nos acercamos a la casa, Alice me envía un saludo mental – y también me informa de la visita de Charlie. Él había vuelto a última hora de la mañana, ligeramente desanimado por que Bella no estuviera pero apaciguado por la compañía de Renesmee durante la mayor parte del día. Después, ella dice que él estará aquí en menos de una hora y traerá a Sue Clearwater con él.

Sorprendente…pero no una revelación, exactamente. Sue había perdido a su marido y sus hijos estaban ocupados muy a menudo con los deberes hacia su manada; ella probablemente necesitara interaccionar con otros adultos – adultos que compartieran su conexión con el mundo fuera de la realidad. Y es evidente que Charlie se siente solo al no vivir ya Bella en su casa…

Da la sensación de que se está estableciendo una rutina. Charlie y Sue se quedan unas pocas horas – Seth y Jacob se pasan también, infinitamente más cómodos e incluso Leah se deja ver brevemente – hasta que Sue insiste en que es hora de comer como dios manda. El jefe de policía y la madre Quileute se van con la promesa de hacer otra visita mañana y Bella observa con curiosidad mientras Leah habla con Jacob en voz baja, al tiempo que lanza miradas irritadas a Jasper, que no se ha separado de Bella más allá de la distancia de un brazo desde el momento en que ella y yo entramos en la casa.

Leah sale ofendida por la puerta trasera. Jacob encuentra un sitio libre junto a Bella en el sofá, ya que ella tiene a Renesmee en su regazo, y mira expectante cuando ella dice su nombre. “Hay algo…distinto entre Leah y tú” dice vacilante Bella, mordiéndose el labio. “Pareces llevarte bien con ella ahora. Por qué?” Da marcha atrás al instante cuando Jacob se mueve hacia ella en su asiento. “No me lo tienes que contar si no quieres – sólo me estaba preguntando…”

La expresión de él es sincera, deseando tranquilizarla, y luego se encoge de hombros. “Es algo de la manada. Supongo que es porque la he hecho mi segundo al mando. Mi “beta”. Le lanza una sonrisa inclinada. “Me di cuenta de que mientras mantuviera esta cosa del Alfa, es mejor que me ciña a las formalidades.” Entonces, su sonrisa crece ante la boca abierta de Bella, los ojos muy abiertos por la sorpresa, y se vuelve a encoger de hombros, comentando para sí mismo que Leah era la mejor elección a pesar de su intensa aversión por los vampiros.

He visto su razonamiento en su mente, y coincido con él. Aunque Leah Clearwater es una loba cargada de amargura, resentimiento y deseos de venganza, ha soportado penalidades que la mayoría no pueden ni empezar a imaginarse. Pensar en ella me recuerda el tiempo en que Bella expresó su pena por Leah. Quizá yo también he llegado a comprender su difícil situación: una mujer que es única en su especie y nunca será capaz de transmitir su legado a su descendencia.

El sol brilla resplandeciente en el cielo azul zafiro durante la mayor parte del día – algo extraordinario, sin duda - así que después de dar de comer a Renesmee por segunda vez, Bella yo decidimos llevarla fuera.

Me siento completamente feliz con Bella en mis brazos, apoyada en mi pecho, mientras permanecemos tumbados sobre la hierba amarillenta que cubre un pequeño montículo junto al río. Renesmee está sentada frente a su madre, jugando con una docena de flores silvestres que ella y Bella habían ido recogiendo mientras caminábamos hacia este lugar, contentos de movernos a un ritmo más lento para alargar este momento perfecto. Ella esparce los pétalos rosas de una flor por mi pierna extendida y luego repite el gesto con la de Bella, sonriendo.

Un poco más tarde, Bella se gira en mis brazos y me empuja suavemente. Sonriendo, me doy cuenta de lo que quiere y me echo en el suelo. Renesmee se rie cuando Bella se coloca junto a mí, un lado entero de su cuerpo apoyado contra el mío y me coge de la mano, entrelazando nuestros dedos.

Una carita angelical enmarcada por una profusión de rizos color bronce se asoma por encima de nosotros, con diminutos arcoíris procedentes de nuestra piel expuesta, decorando sus mejillas sonrosadas y brillando en sus ojos oscuros. Renesmee coge una margarita amarilla y la coloca en el cabello de Bella, aplaudiendo de placer con sus diminutas manos una vez ha terminado. La pequeña comienza entonces un juego que consiste en deslizar cualquier clase de flor que encuentra entre los largos cabellos castaños de su madre – y en los míos también.

Enseguida, se hace un hueco entre nosotros y posa una cálida manita en la cara de los dos, para mostrarnos su trabajo de artesanía. Dos estatuas brillantes yaciendo inmóviles sobre la hierba, cogidas de la mano y rodeadas por cientos de flores multicolores. Tienen los ojos cerrados e idénticas sonrisas que irradian pura felicidad.

Permanecemos ahí hasta que Renesmee se queda dormida, poco después de ver una espectacular puesta de sol, acurrucada en los brazos de Bella. Entonces volvemos a la cabaña y la metemos en la cuna de su nueva habitación. Esme ha elegido una cuna de hierro forjado hermosamente decorada – que recuerda vagamente a la cama que compré para Bella hace varios meses. Le cierro la puerta con cuidado y, moviendo nuestras manos entrelazadas como dos niños alegres, Bella y yo paseamos hacia nuestra habitación.

Tratamos de recordar no hacer ruido por nuestra hija…pero, afortunadamente, Renesmee tiene un sueño profundo.

Y así los días se suceden de forma parecida. El quinto día desde el despertar de Bella, nosotros tres entramos en la espaciosa sala para encontrar un par de caras familiares que se han sumado al grupo de siempre. Quil y Embry han dejado la manada de Sam para unirse a la de Jacob. Bella está extasiada de volver a ver a sus viejos amigos y ellos están igual de ansiosos por conocer a Renesmee.

Poco después de este reencuentro y siguiendo el programa, Charlie y Sue aparcan el coche patrulla en la entrada.

Pronto, la casa se llena del calor procedente de los cuerpos musculosos de los lobos y el incesante latido de los corazones.

Jasper continúa estando en estrecha proximidad a mi mujer y sé por su expresión irritada que está empezando a convertirse en una molestia. Sin embargo, creo que si ella supiera la razón por la que él desea estar cerca de ella, sería algo más tolerante.

Antes de que pueda sacar el tema, ella expresa sus quejas por la noche, después de acostar a Renesmee.

“Jesús!” exclama, levantando las manos mientras pasea arriba y abajo por nuestra habitación. La miro con ternura; resulta tan involuntariamente adorable cuando está enfadada; “Si no he matado a Charlie o a Sue a estas alturas, probablemente ya no vaya a suceder.” Ella deja escapar un rugido grave y entonces se detiene para mirarme. “Me gustaría que Jasper dejara de agobiarme todo el tiempo!”

Camino hacia ella y apoyo las manos en sus hombros, frotándolas después por la piel sedosa de sus brazos. “Nadie duda de ti, Bella,” le susurro, tranquilizándola, “ni lo más mínimo. Ya sabes cómo es Jasper – no puede resistirse a un buen clima emocional.” Ella me mira con el ceño fruncido, confundida, y yo le aclaro con una tierna sonrisa, “Eres tan feliz, en todo momento, mi amor, que él gravita en torno a ti sin pensarlo.”

La atraigo hacia mí, apoyando su cabeza en mi hombro y abrazándola por la cintura. Por más noches de las que me gustaría recordar, me debatí incapaz de decidirme sobre transformar a mi Bella en vampiro. Sin duda, ella llegaría a despreciarme por someterla a esta vida – por estar condenada para siempre a la oscuridad, a estar siempre en guerra contra el monstruo que exige sangre a cada segundo durante todos los días de la eternidad, a no cambiar nunca.

Sueño con estar contigo para siempre.” Las palabras susurradas de Bella emergen en mi memoria.

Ella nunca había dudado en elegir esta vida, elegir estar conmigo, igual a mí, durante toda la eternidad. Y eso era lo que lo hacía insoportablemente frustrante. Me preocupaba que ella no entendiera plenamente las consecuencias de convertirse en inmortal y que eso condujera a su resentimiento contra mí por conducirla a esta existencia.

Sus manos acarician suavemente mi espalda y no puedo evitar el suspiro de alivio que se me escapa. No cabe duda de lo que Jasper ha estado leyendo en sus emociones - la razón por la que orbita en torno a ella como una luna que ha sido atrapada por la gravedad de un planeta.

Bella es feliz. Más que feliz, está eufórica. Mi hermano no ha sentido algo tan intenso y tan puro desde que entrara en aquella cochambrosa cafetería hace cincuenta años y encontrara a Alice esperándole.

Como Jasper, yo tan bien me siento atraído sin remedio hacia la felicidad de Bella, que lo abarca todo. Nos cubre a los dos como una cálida manta, alimentando mi propia euforia por poder conservarla para siempre, llamarla mi mujer, saber que es la razón de mi existencia…

Sus finos dedos tiran de mi camisa, acaricia con los labios la piel bajo mi mandíbula y yo dejo mis reflexiones para otro momento, mientras los dos nos caemos en la cama.

Dos días después, la euforia se astilla por una violenta sacudida de miedo.

La mañana comenzó como siempre: Bella, Renesmee y yo dejamos la cabaña y nos unimos a los demás en la casa, cubiertos de gotas brillantes de agua de la llovizna. Rose estaba preparada con la taza de sangre de Renesmee y se la tendió a la pequeña – que ya no tiene ningún problema en comer sola – mientras Alice criticaba de inmediato el modelo de Bella, quejándose de que su hermana ignoraba todo el tiempo y energía que había dedicado a reunir un guardarropa decente.

Ambas se enredan en una pequeña riña y Carlisle me lleva a un lado, murmurando rápidamente que había dado con nueva información, aunque la fuente era bastante poco precisa, sobre niños como Renesmee.

Escuchando atentamente a mi padre, dejo que los pensamientos de las mentes a nuestro alrededor queden en un segundo plano para poder concentrarme plenamente – hasta que una voz pura de soprano que es extraña pero completamente familiar al mismo tiempo, suena desde la otra habitación.

“Mamá, dónde está el abuelo?”

Llego junto a Bella justo cuando la última sílaba abandona la diminuta boca de Renesmee. Sus profundos ojos marrones están llenos de expectación mientras contempla a su madre, separándose de Rosalie, cuyos brazos inmóviles continúan soportando su ligero peso mientras mira inexpresiva a su sobrina.

Bella fuerza una sonrisa y, aunque sus ojos escarlata están muy abiertos y cargados de miedo, consigue responder, “Pronto estará aquí, cariño.” Su voz se estremece hacia el final pero no creo que nuestra hija lo haya advertido. En silencio, le cojo a Bella de la mano sin vida, entrelazando nuestros dedos.

En el rostro exquisito de Renesmee aparece una expresión desconcertada cuando todo el mundo continúa mirándola fijamente, inmóviles e inexpresivos, y una pregunta empieza a cobrar forma en su mente. Pero antes de que pueda hacerla, Jacob percibe su incertidumbre y encuentra una solución al instante.

“Venga, Nessie” la saca con cuidado de los brazos quietos de Rosalie al tiempo que consigue esconder su propia aprehensión y se dirige hacia la puerta principal. “Vamos a esperar al abuelo en el porche. Apuesto a que puedo ver su coche primero.” La puerta se cierra muy suavemente tras ellos.

Mis ojos vuelan hacia Rosalie. “Qué ha sucedido?”

“Yo – no lo sé.” Sacude la cabeza, impotente, la preocupación ardiendo en las profundidades de sus iris dorados. “Acababa de tocarme la mejilla y preguntarme por Charlie y yo le he dicho que no estaba segura de dónde estaba. Entonces, ella…ha hablado.” La mirada de Rose vacila, abriendo mucho los ojos con una especie de ciego horror, y sus pensamientos empiezan a gritarme, Sólo tiene una semana – y ya construye frases enteras? Qué pasa si continúa creciendo al mismo ritmo? Se…se hará mayor y luego morirá como una humana? No! No podemos perderla – no después de que Bella

No puedo escuchar más. Silenciando el incesante torrente de preguntas cargadas de pánico, me vuelvo hacia Bella y le aprieto la mano para llamar su atención. “Bella,” ella me mira, pero sus ojos parecen distantes – vislumbrando algo que nunca podré ver. “Bella, mi amor?” Levanto nuestras manos entrelazadas y le acaricio la mejilla con el dorso de la mía. El gesto es un signo de afecto importante entre nosotros y el velo que oscurece su limpia mirada desaparece. “Te prometo – le digo fervientemente – que lo resolveremos. Carlisle ha encontrado otra fuente. Él y yo vamos a investigarla inmediatamente - ahora mismo, incluso.” Esbozo una débil sonrisa. Espero desesperadamente que mi promesa haya aliviado al menos algo su miedo; tendré que concentrarme en ocultar el mío propio para servir de consuelo a mi mujer. Ella es y siempre será mi prioridad.

“Sal con Jacob y Renesmee,” le sugiero con voz aterciopelada, acariciando con los nudillos la suave línea de su mandíbula. “Charlie estará aquí enseguida. Iré a buscarte si descubrimos cualquier cosa.”

Empiezo a soltarle la mano – cuando, de repente, me agarra con más fuerza y la aferra con ambas manos, sus hermosos ojos tan abiertos que consumen su rostro entero. “Edward,” dice en un susurro apenas audible. Su mirada es suplicante y, una vez más, deseo en vano poder oír sus pensamientos.

Pasan unos cuantos segundos…y entonces no puedo soportar por más tiempo el retraso en su respuesta, “Qué pasa, amor?”

Abre la boca y luego la cierra otra vez. Su pecho se expande en una profunda respiración, apretando los dedos en torno a mi mano y siento como si me estuviera tambaleando sobre el límite de la cordura mientras espero a que ella me cuente lo que piensa. Sin duda ella sabe que puede contarme lo que sea. Trato de transmitírselo con la mirada, suplicándole en silencio que me revele lo que sea que esté pensando antes de que me vuelva completamente loco – y por fin, separa los labios y emite un susurro que suena ronco por la emoción.

“Tengo miedo.”

Mi corazón, inmóvil y gélido, se rompe en un millón de fragmentos de cristal por ella. Me siento destrozado por su confesión – sé lo duro que ha tenido que ser para ella admitir su miedo. Bella odia demostrar cualquier debilidad. No comprende que el valor que ha demostrado desde el momento en que nos conocimos es un tesoro extremadamente raro y precioso y es algo que levara consigo siempre – que está arraigado en su misma esencia – por el resto de la eternidad.

Debe estar verdaderamente asustada si siente la necesidad de expresar en voz alta sus sentimientos.

Siento un dolor punzante en los fragmentos de mi corazón roto – y, tan rápido que apenas percibo el movimiento, Bella está en mis brazos. Sus pequeñas manos descansan en mi pecho y esconde la cara contra mi clavícula, respirando profundamente, aunque su respiración se acelera un poco cuando la beso en la cabeza. “Oh, Bella,” suspiro en su cabello. No hay nada que desee más que hacer desaparecer cualquier rastro de miedo en sus ojos, pero sé que no hay nada que pueda hacer.

Pero seguiré intentándolo.

“Lo siento…” murmura, apretándose contra mí e inmediatamente silencio su disculpa.

“Shh, No mi amor. No tienes nada por lo que disculparte.” Apoyo la mejilla en su pelo, deleitándome en la textura sedosa de su cabello mientras acaricia mi piel. “Quiero que me digas siempre, siempre, cómo te sientes. Eso es lo más importante para mí.”

Ella asiente apenas con la cabeza, pero no hace ningún intento por romper nuestro abrazo. Completamente feliz de tenerla en mis brazos todo el tiempo que necesite, respiro su seductor aroma floral y a Fresia, dejando que llene mi cabeza hasta que el aroma se impone a cualquier pensamiento y preocupación sobre Renesmee durante un breve instante.

Es bastante irónico, supongo. Incluso cuando Bella era humana y su sangre cantaba para mí cada vez que cogía aire, abrasando mi garganta como llamaradas al rojo vivo, su fragancia siempre conseguía calmarme. Lo eché muchísimo de menos cuando me fui – cuando fui lo bastante tonto como para pensar que podía seguir existiendo sin ella – tanto, que, a veces, después de prácticamente matarme de hambre durante semanas, mi cerebro conjuraba ilusiones de su aroma embriagador para burlarse de mis sentidos. Si alguna vez dudé de que un vampiro pudiera volverse loco, ahora sé que me aferré a esa precaria frontera durante meses, obsesionado con visiones que parecían demasiado reales.

Bella levanta lentamente la cabeza, despertándome de mis oscuras reflexiones y me mira a los ojos, los suyos con una expresión dulce y tranquila. Abro la boca para preguntarle si está bien, cuando me toca los labios con sus suaves dedos, silenciando mi pregunta. “Estoy bien,” me dice y una débil sonrisa ilumina su rostro en forma de corazón.

Se da la vuelta, aunque mis brazos se resisten a dejarla. Ella lo nota y me coge la mano izquierda, tirando de ella suavemente de forma que mi antebrazo rodea su cintura y yo arrastro los pies hacia delante, ansioso por permanecer lo más cerca de ella posible. “Alice?” la llama, “Cuánto falta para que Charlie llegué aquí?”

Mientras habla, Bella juguetea con el círculo dorado en mi tercer dedo, acariciando el metal pulido y girándolo ligeramente. Respiro profundamente. Probablemente, ella no tiene ni idea de lo que me está haciendo ahora mismo con ese movimiento en apariencia inocente, pero hay algo tan…solemne en la forma en que ella toca mi anillo de boda – casi con una reverencia posesiva.

Sé que tan solo es un símbolo de nuestro compromiso mutuo. En algún momento, tendré que quitármelo para mantener la farsa en nuestro siguiente hogar; mi padre, por supuesto, lo lleva continuamente, pero mis hermanos – Jasper, en particular – no se han puesto los suyos desde hace unas cuantas décadas. Emmett sólo lleva uno durante la ceremonia, cada vez que Rose quiere otra boda y luego lo tira a un cajón en su dormitorio. Imagino que, a estas alturas, hay unos cuantos anillos guardados en algún oscuro rincón, metidos bajo pares de calcetines o camisas dobladas.

Y aún así, aunque es una baratija comparado con el anillo que le regalé a Bella, también es la forma que ella tiene de marcarme como suyo. No ha tocado mi anillo o ha prestado la más mínima atención a su presencia desde el momento en que lo deslizó tímidamente por mi dedo en nuestra boda – y mientras su distraído jugueteo puede carecer de importancia en su mente, yo siento como si me estuviera reclamando una y otra vez.

Esa idea remueve tal tumulto de emociones e impulsos en mi interior, que apenas puedo concentrarme en mantener los pies sobre el suelo de madera.

Una súbita oleada de calma me inunda, filtrándose por mis poros y aliviando la tensión en mis músculos. Levantando una ceja, miro a Jasper en el otro extremo de la habitación. Está tranquilamente apoyado en la puerta de la cocina, cruzado de brazos, y cuando nuestros ojos se encuentran, se encoge mínimamente de hombros. Confía en mí, Edward – tiene una expresión burlona en sus ojos dorados – necesitabas mi ayuda. Emmett tiene razón, eres una bomba de relojería de ciento diez años de tensión sexual a punto de explotar. Menos mal que tienes a Bella – si alguien puede seguirte el ritmo es ella. Sobre todo mientras sea una neófita. Toda esa fuerza tiene que resultar muy útil.

Separo los labios, mostrando los dientes apretados en una advertencia silenciosa. Él ignora mi torva mirada, arqueando las rubias cejas en una expresión de inocencia ridículamente falsa. Bella apostó con Emmett, no conmigo, recuerdas? Estuve de acuerdo en…pasarte algunas “observaciones” sobre las primeras veces durante nuestra siguiente expedición de caza. Alice me hizo prometer que no le diría nada a Bella, pero no dijo nada de dejarlo caer. Después de todo…guiña un ojo, torciendo un lado de la boca en una sonrisa pícara,…para qué están los hermanos?

Pongo los ojos en blanco, exasperado - pero también esforzándome por reprimir una sonrisa de auténtica diversión. Aunque llevo sufriendo desde hace tiempo las bromas de mis hermanos, normalmente sobre las “cuestiones de mi relación”, he de confesar que las burlas de Jasper han provocado una punzada de satisfacción en lo más profundo de mi ser. Para alguien como yo, que ha estado solo en la constante compañía de tres parejas muy unidas durante más de cincuenta años, que le recuerden, aunque sea bajo la forma de un comentario irónico, que por fin sé lo que significa sentirse completo…una muda sensación de felicidad, la misma que he sentido antes con Bella en nuestra cabaña, se enciende en mi interior y yo agacho la cabeza, permitiendo que la sonrisa se extienda por mi cara.

Al mismo tiempo que mi conversación silenciosa con Jasper, Alice da un salto hacia Bella respondiendo a su pregunta despreocupadamente. “Veinte minutos. Ha tenido algún problema para elegir un regalo para Renesmee. Sue le ha llevado por buen camino, no obstante.” Ella sonríe, sus ojos color miel iluminados por su espíritu travieso.

“Un regalo?” Bella me lanza una mirada preocupada por encima del hombro y luego se vuelve hacia Alice, diciendo, “No tiene que hacerle un regalo. No es su cumpleaños y todavía queda mucho para Navidad, así que por qué…?”

“Prerrogativa de los abuelos.” Alice se encoge de hombros, aún sonriendo. “A mí no me digas nada, sólo te digo lo que he visto.” Mi hermana me mira con su rostro de delicadas facciones y, por un momento, me sorprende su expresión severa. “Ahora, Edward.” Apoya las manos en las caderas y habla en tono de reprimenda, “No te pongas hecho una furia por el regalo de Charlie. Herirá sus sentimientos y a tu hija le va a encantar de todas formas, así que podrás superarlo.”

“Alice…”

Ella levanta una mano y silencia mi intento de protesta, “Mantente fuera de mi cabeza. No vas a conseguir nada.” y empieza a recitar mentalmente el discurso de Gettysburg para demostrármelo.

“Alice, cómo voy a superarlo si no me dices qué se supone que tengo que superar?” exclamo, intensamente frustrado. Por qué tiene que ponerlo todo tan difícil?

Ella sonríe beatíficamente. La expresión hace que pase de hermana irritante a duendecillo encantador. Sin embargo, no surte el efecto deseado sobre mi humor; si acaso, la dulce sonrisa de Alice sólo consigue molestarme más. “Todo lo que puedo decir es que te ayudará a prepararte para el futuro.”

Un rugido grave vibra en mi pecho. Bella acaricia con los dedos el dorso de mi mano y la sensación de su tacto en mi piel me calma al instante. Sin embargo, abro la boca para decir una última cosa –

“Lo sé, lo sé.” Alice nos pasa bailando, con la mano extendida hacia Jasper que sonríe a su diminuta mujer con evidente adoración. “Eres demasiado pequeña para ser tan terriblemente irritante,” me imita con una cómica voz grave y después, ambos salen por la puerta trasera, corriendo hacia el bosque, cogidos de la mano.

Transcurre medio segundo en silencio. Después, Bella comenta en voz baja, “Quiero mucho a Alice pero a veces…a veces me vuelve completamente loca.”

Me río por lo bajo – una forma de liberar la tensión acumulada que es mucho más productiva que destrozar otro equipo de televisión. “A ti y a mí,” murmuro dándole la razón.

Ella se separa de mí a regañadientes, suspirando, “Será mejor que me ponga presentable.” Desaparece escaleras arriba, la puerta del baño cerrándose suevamente tras ella. Después de treinta segundos regresa, con los iris de nuevo ocultos bajo las lentes de contacto de un insulso color marrón.

Extendemos la mano uno hacia el otro al mismo tiempo y después nos ponemos a hablar en voz baja con Carlisle y Esme para pasar el rato.

Charlie llega pocos minutos más tarde, seguido de Sue y Billy.

Puedo oír a Jacob saludándoles a voz en grito; afortunadamente, Renesmee permanece callada. Es lo bastante inteligente como para comprender que muchas de las cosas que es capaz de hacer a una edad tan temprana, no serían consideradas normales por los humanos – y es lo bastante perceptiva como para captar la ansiedad de su madre y entender el motivo.

Se aproximan unos pasos y el chirrido de la silla de ruedas de Billy y enseguida se escucha el crujido de una bolsa de plástico mientras Charlie le arrulla en un tono de voz que nunca en el pasado le habría imaginado utilizando, “Mira lo que tengo para ti, Nessie…”

El repentino estallido de excitación de Renesmee estalla en mi cerebro, tan intenso que ella apenas puede concentrarse en el objeto que le ha comprado su abuelo. A Sue y Billy les hace gracia el comportamiento de Charlie, más que el regalo en sí – pero los pensamientos de Jacob son una confusión de placer, intranquilidad y esperanza.

A través de su mirada, consigo vislumbrar por fin el misterioso regalo, y tomo aire sorprendido ante la imagen que capta su atención con tanto entusiasmo.

Bella se da la vuelta, con la mirada atenta en mi rostro, “Qué es?” pregunta, aprehensiva.

Dejo escapar el aire con fuerza y me paso una mano por el pelo, negando con la cabeza. “Tengo que concederle a Sue que es ingenioso,” murmuro para mí mismo. Bella me aprieta el brazo, impaciente; le miro a los ojos, su mirada nerviosa, sonriendo débilmente para tranquilizarla. “No es demasiado terrible, mi amor – Alice sólo estaba siendo demasiado prudente. Aunque…” examino su expresión, reflexionando sobre lo que ha dicho antes mi hermana. Ella había parecido preocuparse más por mi reacción que por la de Bella, aunque eso no descarta ningún imprevisto, sobre todo porque un neófito es difícil de predecir. “Me sorprende un poco que ella no dijera nada para advertirte. Debes ser más tolerante de lo que aparentas,” añado con una sonrisa, aunque mi broma no tiene demasiado entusiasmo. Soy enteramente consciente de que Bella me eclipsa en muchos aspectos, en los que ella nunca estará de acuerdo, pero muy especialmente en lo que se refiere a mis respuestas bastante bruscas ante situaciones inesperadas.

Ella me lanza una mirada fiera con el ceño fruncido y un mohín en los labios, empujando el inferior hacia fuera y yo me siento tentado de inclinarme y atraparlo con los dientes…Afortunadamente, el impulso se ve interrumpido por la puerta principal abriéndose para dar paso a nuestros invitados.

Rápidamente, tomo la mano de Bella, sin estar seguro sobre qué esperar de ella y ella me mira de reojo desconcertada, justo antes de que Charlie entre en la habitación, seguido de cerca por Jacob y una extática Renesmee.

Oigo cómo se detiene la respiración de Bella cuando su aguda mirada se fija inmediatamente en nuestra hija. Charlie, que se está volviendo más observador con cada día que pasa aquí, advierte su mirada inexpresiva y le explica, “No he visto ningún juguete en esta casa y quería comprarle alguna cosilla.” Se frota la nuca avergonzado, farfullando “Me costó mucho decidirme, así que Sue me ayudó. Me pareció muy bonito.”

Renesmee mira a su madre con ojos encendidos, apretando su regalo contra el pecho como si no lo quisiera soltar nunca, pero queda visible lo suficiente del objeto como para que Bella y yo recibamos una imagen bastante completa.

El color cobrizo del lobo de peluche que sujeta es casi idéntico al de sus rizos. Renesmee lo abraza con fuerza, apretando sus mejillas sonrosadas contra la cabeza rizada de la criatura – una enorme sonrisa ilumina la cara de Jacob, reflejada, aunque más débil y reservada, en la de Charlie, que mira a un lado para esconderla.

Bella parece incapaz de elaborar cualquier tipo de respuesta de momento. Se queda mirando el juguete con la boca ligeramente abierta, una docena de emociones cruzando fugazmente su rostro divino – así que opto por hablar yo, ofreciendo a su padre una proverbial rama de olivo.

“Gracias, Charlie. Muy atento por tu parte. Y creo que podemos decir sin miedo a equivocarnos que a Renesmee le encanta su nuevo juguete,” comento con ironía, reuniendo la fuerza para esbozar una sonrisa tensa. Billy y su hijo estallan en carcajadas, Sue sonríe muy débilmente y Charlie se sonroja tímidamente.

“Sí,” Bella al fin encuentra la voz, mirando a su padre con expresión indulgente, aunque tiene los puños apretados. “Gracias, papá. Es muy…” traga con fuerza, su labio superior se mueve mientras reprime una mueca despectiva, “…mono” termina, incómoda.

El silencio que sigue se vuelve incómodo enseguida. Esme acude en nuestro rescate asumiendo el papel de cortés anfitriona e invita a Charlie, Sue y Billy a ponerse cómodos en el salón.

Jacob se acerca trotando hacia Bella, sus ojos oscuros de repente ansiosos. “Lo del lobo no ha sido idea mía, Bells,” se apresura a decir. “De verdad. Es todo cosa de Sue; pensó que sería divertido. Así que no os pongáis como locos por una estupidez –“

“No pasa nada, Jake.” Bella apoya una mano en su hombro con cautela, aunque no es necesario. Jacob ya no se estremece ante el contacto con la piel helada de un vampiro – excepto la de Rosalie, claro, pero eso es por algo completamente distinto. “A Renesmee le gusta y eso es lo único que importa.”

“No estás furiosa?”

Ella sonríe, sacudiendo la cabeza de lado a lado, “No estoy furiosa.”

Los pensamientos de Jacob se vuelven traviesos, aunque siguen siendo vagos. Sospecho que está evitando deliberadamente pensar demasiado en lo que va a decir, así que menciona como al azar, “Entonces, no te importa si se junta por casualidad con unos cuantos más de estos pequeñines –“ da palmaditas en la cabeza del lobo con su enorme mano cobriza – para que pueda tener su propia manada, ya sabes? Y no te importará que pueda tener algo de baba en la cara, pelos en la ropa y que empecemos a llamarla “niña lobo”…

El se ríe cuando Bella empieza a empujarle hasta la otra habitación mientras aún sigue hablando. “Idiota,” gruñe en voz baja y le pega un último empujón, haciendo que se caiga en el sofá. Renesmee, acurrucada en sus brazos, no siente el golpe.

Ella continúa gruñendo débilmente hasta que cojo su mano y me la llevo a los labios, besando brevemente su fragante piel. Su mirada se suaviza de inmediato cuando mis ojos se encuentran con ella y la sostienen, sin pestañear. “Disfruta del tiempo con tu padre, Bella,” susurro con ternura, “estaré en el despacho con Carlisle si me necesitas.”

Obligando a mis pies a que den el primer paso hacia la escalera, suelto su mano lentamente y me alejo, sintiendo sus ojos en mí hasta que doblo la esquina del primer piso.

Durante los siguientes diez días me sumerjo en la investigación, decidido a descubrir hasta la más mínima información que nos ayude a comprender a Renesmee o a saber qué esperar.

La fuente de la que me había hablado Carlisle no tiene nada nuevo que ofrecer – salvo sugerir que deberíamos hablar nosotros mismos con los Ticunas. Después de todo, Kaure había llegado a saber lo bastante sobre las leyendas de su pueblo como para reconocer lo que le estaba sucediendo a Bella en la isla. Quizá haya alguien en las tribus que pueda darnos más información.

Mi padre y yo coincidimos en que debemos prepararnos ante la eventualidad de un viaje así, pero no hasta que hayamos agotado todas las fuentes posibles a las que tenemos acceso desde casa. La parte más oscura y fría de mi mente sisea en el fondo de mi cabeza que hemos llegado a un callejón sin salida – y es en esos momentos cuando caigo en la cuenta de que he estado separado demasiado tiempo de Bella. Ella es el único refugio que tengo, el único remedio contra el autodestructivo fuego de la ira y la frustración que arde en lo más profundo de mi ser.

Paso mis noches disfrutando de su presencia – respirando el aroma de su piel, atesorando cada suspiro que cruza sus labios y todas las veces que susurra mi nombre – y dedico mis días a avanzar en nuestra investigación, interrumpiéndome sólo por breves y agradables momentos con mi hija y mi mujer.

La situación es insoportablemente desesperante.

Mi cerebro exige respuestas, empujándome sin cesar a emprender un viaje hasta los confines de la tierra para encontrar lo que estoy buscando…pero mi corazón se niega a permitirme abandonar a mi Bella y a nuestra preciosa pequeña incluso por unas pocas horas, no digamos varios días.

Al final de la tarde del decimosegundo día reuniendo información prácticamente inútil, le informo a Carlisle de que necesito un descanso y dejo su despacho para encontrar a Bella. Es bastante sencillo: su aroma flotando en el aire de la casa como un delicado perfume y el delicioso sonido de su risa que se escucha desde el salón.

Apoyo el pie sin hacer ruido en el primer peldaño de la escalera, observando a Jacob y a Bella, tendidos en el suelo de madera con Renesmee entre ellos, sonriendo mientras la pequeña apila bloques de brillantes colores formando una casa perfectamente proporcionada para su Jacob-lobo de peluche.

Los tres levantan la cabeza cuando me acerco; Bella y Renesmee luciendo idénticas sonrisas deslumbrantes de placer y Jacob agita la mano en un saludo informal.

Doblo las piernas y me siento en el suelo junto a mi mujer con un movimiento fluido. Tan pronto como me siento, ella se inclina hacia mí y me besa en la mejilla, susurrando “Te echaba de menos.”

Jacob hace un ruido como de náuseas con la garganta. Bella lanza una mirada violenta en su dirección y mueve los labios sin llegar a pronunciar “Cierra la boca.” Él se limita a sonreír en respuesta.

Mientras tanto, Renesmee viene gateando hacia mí y se sienta en mi regazo, apoyando su diminuta y cálida manita en mi mandíbula. Está molesta por la falta de bloques del mismo color – quería construir la casita de forma que se pareciera a la nuestra pero no tiene más bloques blancos.

“Te compraré más. Todos los que necesites,” le prometo con dulzura.

Su cara de ángel se ilumina con una sonrisa resplandeciente y puedo oír con claridad su voz aguda y musical en mi cabeza, “Gracias, papi.”

La abrazo rápidamente, inmensamente complacido como cada vez que me llama papi. De repente, se incorpora, sus pensamientos llenos de curiosidad y extrañamente absortos mientras se asoma por mi brazo derecho.

Alice entra despreocupadamente en la habitación, trayendo un enorme jarrón de cristal lleno de coloridas flores otoñales y lo coloca exactamente en el centro de la mesa de café. Un segundo después, sale disparada hacia el comedor – para volver después con un ramillete de flores e irse derecha a la mesita junto al sofá.

“Ey, pequeñita,” la llama Jacob y le mira a Bella con el ceño fruncido cuando ella le manda callar. Alice no nos presta atención, como si fuéramos invisibles.

“No te molestes en intentar hablar con ella ahora, Jake – está de lleno en modo decoración,” le dice a Jacob sotto voce, con una sonrisa de suficiencia en sus labios carnosos mientras sus vívidos ojos escarlata siguen los movimientos de Alice por la habitación.

Renesmee observa a su tía durante unos minutos, sus ojos castaños atentos mientras su mente sigue concentrada y yo me esfuerzo por comprender qué es exactamente lo que atrae su atención.

Entonces, el tiempo parece detenerse.

Levantando su pequeña barbilla con confianza, esta hermosa híbrida, única en su especie, que ha vivido entre nosotros durante apenas tres semanas y media…se pone en pie con la gracia como de otro mundo, propia de un vampiro y camina una docena de pasos hacia las ventanas. Una vez allí, se da la vuelta con una sonrisa triunfal, su piel cremosa y sus rizos color bronce a contraluz con los rayos dorados de sol que entran a raudales a través del cristal.

Jacob es el primero en darse cuenta de que ella desea que le feliciten y rompe en aplausos, con una sonrisa auténtica aunque tensa en su rostro. Sus ojos, sin embargo, están llenos de alarma. Sus pensamientos no están mucho mejor; ideas medio formadas y cargadas de miedo sobre ver al centro de su universo marchitarse hasta morir frente a sus ojos, remueven un dolor hace tiempo enterrado en mi corazón y los retiro rápidamente de mi cabeza mirándole a Bella.

Los años que he pasado leyendo sus expresiones me proporcionan un acceso a sus pensamientos que mi don no consigue y puedo distinguir fácilmente el pánico que acecha en las profundidades de su mirada escarlata. No obstante, levanta las esbeltas manos y comienza a aplaudir también, sonriéndole a nuestra hija, que está exultante.

Yo imito sus movimientos; los músculos de mi cara parecen rígidos y reacios mientras le ofrezco a Renesmee una sonrisa orgullosa. En mi fuero interno, mis pensamientos son una mezcla tumultuosa de miedo por el futuro, auto-flagelación por haber sido incapaz de descubrir una respuesta y dolor por la preocupación cada vez mayor que todas estas incógnitas le causan a mi Bella.

Esa noche, llevamos a cabo la mutua decisión de no dar voz a nuestros miedos individuales, optando en su lugar por escaparnos a nuestro universo privado durante unas cuantas horas. Y al amanecer, mientras Bella, Renesmee y yo, cruzamos el claro frente a la casa, todavía en sombras, permito que la solución alternativa que he estado reprimiendo durante semanas, salga a la superficie en mi mente.

Me la guardo para mí, fermentando en silencio como un veneno, mientras Septiembre se desvanece en el colorido telón de fondo de Octubre – trayendo consigo aire más frío y noches más largas, que Bella y yo estamos dispuestos a aprovechar plenamente con un entusiasmo sin fin.

Durante este tiempo, Renesmee continúa madurando a un ritmo sobrecogedor. Alice y Rosalie asumen el proyecto de crear un álbum para su sobrina y cambian a Renesmee de ropa varias veces a lo largo del día, siempre sacando fotos. Pero el exceso de ropa tiene más de una función: debido a su desarrollo extraordinariamente rápido, las prendas se le quedan pequeñas de un día para otro. A veces me pregunto si mis hermanas no estarán secretamente emocionadas con la excusa para poder planear una docena de compras en una sola semana.

Según los cálculos de Carlisle, el porcentaje de crecimiento físico se está enlenteciendo gradualmente pero su mente está mucho más desarrollada que la de un adulto humano medio y quizá más que la de algunos vampiros. Más aún, por lo que indican los datos que hemos recogido y si el ritmo de descenso se mantiene estable, Renesmee habrá madurado plenamente en aproximadamente cuatro años.

Y habrá llegado al final de su vida a los quince.

Esa posibilidad no expresada en voz alta, corre por entre los surcos de mi cerebro, contaminando cada pensamiento que se materializa y recordándome su existencia a cada momento que pasa. Reprimo la necesidad de decirlo hasta el día después de Halloween, cuando recibo el último empujón hacia el terreno de las medidas desesperadas.

Mi padre y yo estamos encerrados en su despacho – rodeados de libros, pergaminos arrugados, folios imprimidos en el ordenador y notas garabateadas en conversaciones telefónicas – y el resto de la familia está dedicada a diversos pasatiempos por la casa. Rose y Em están en el garaje haciéndole pequeños arreglos al jeep. Alice y Jazz se han ido a dar un paseo por la costa en el porsche y Esme está en la cocina confeccionando una lista antes de ir al supermercado de la ciudad para reabastecer el frigorífico para la manada de lobos que vive en casa.

En cuanto a los lobos en cuestión, Jacob se ha reunido con Sam y los demás en La Push. “No debería tardar mucho,” le ha dicho a Bella. “Un par de horas, como mucho. Estaré de vuelta antes de que metas a Renesmee en la cama.”

Renesmee pareció tomárselo mal cuando Jacob despareció entre los árboles, así que Bella la llevó al piso de arriba, a mi antigua habitación, donde estuvieron examinando la mezcolanza de pertenencias y escucharon música, hasta que escuché a la pequeña bostezando enérgicamente sobre el sonido relajante de Claro de Luna.

A través de sus ojos, veo a Bella colocarla en la colcha dorada extendida sobre la cama de hierro forjado y retirar un delgado volumen de poesía de una de las estanterías. Entonces, se acomoda junto a Renesmee, apoyando el codo en las almohadas, y empieza a leer a Tennyson en voz alta. La suave cadencia de su voz capta mi atención inexorablemente; la corriente de los versos me arrastra y el manuscrito que tengo frente a mí se vuelve borroso, inteligible.

“Ahora duerme el pétalo carmesí, ahora el blanco; no se mece el ciprés en el camino a palacio; ni parpadea la aleta dorada en la fuente de pórfido: la luciérnaga se despierta: te despiertas tú conmigo.”

Renesmee estudia el rostro de su madre mientras lee, proporcionándome una distracción ineludible, aún más poderosa que el sonido de su voz.

“Ahora se marchita el blanco pavo real como un fantasma, y como un fantasma brilla con luz trémula hacia mí.”

“Edward?”

Parpadeo unas cuantas veces antes de centrarme en Carlisle, que me observa con ojos desconcertados. “Si?” le contesto, aunque la mayor parte de mi conciencia sigue absorta en la imagen de los labios llenos de Bella moviéndose al ritmo del poema de Tennyson.

“Ahora yace la tierra entera para Danae bajo las estrellas, y todo tu corazón yace abierto hacia mí.”

“Pareces un poco…distraído, hijo.” Carlisle me da unas suaves palmaditas en el hombro. Yo apenas lo noto. Creo que le digo que todo va bien pero no estoy seguro.

“Ahora se desliza el silencioso meteoro, dejando un surco brillante, como tus pensamientos en mí.”

“Podemos dejarlo por esta noche,” sugiere, una débil sonrisa esbozándose en sus labios. “Debo confesar que es muy fácil desanimarse ante la falta de información. Quizá…”

“Ahora se envuelve el lirio en toda su dulzura y se hunde en el seno del lago: envuélvete igual, amado mío, y húndete en mi seno y piérdete en mí.”

Entonces, Bella se queda en silencio y yo respiro profundamente, despertando del hechizo que su voz ha tejido a mi alrededor – al igual que Renesmee.

Presto atención a las palabras de Carlisle un segundo después. “Quizá qué?” le pregunto.

“Quizá ha llegado el momento de considerar la situación desde otra perspectiva,” sus palabras son vacilantes y después añade mentalmente, con la mirada clavada en mi rostro, Sé que ya se te ha pasado por la cabeza, Edward – he visto el conflicto en tus ojos y Jasper me dijo anoche que no había sentido este debate interno en ti desde que Bella experimentó el cambio.

Le contesto bruscamente, “Estás sugiriendo que consideremos eso como una opción? Sabes tan bien como yo que los lobos nunca lo aceptarían. En especial, Jacob.”

La tristeza está grabada en cada rasgo de su cara. Continúa la conversación sólo con sus pensamientos, afirmando, Jacob, al igual que el resto de nosotros, desea lo mejor para Renesmee. Si se hace necesario preservar su vida concediéndole la inmortalidad…lo aceptará.

El lamento interior de Jacob el día que Renesmee aprendió sola a andar emerge repentinamente en mi memoria, llenando mi cabeza con su voz frenética, como entonces: No puedo quedarme cruzado de brazos y verla morir! Ella es mi vida – lo es todo para mí! Cómo se supone que voy a seguir viviendo cuando haya muerto? Tiene que haber una forma de parar esto, de mantenerla a salvo y feliz. Sea lo que sea…merecerá la pena.

“Sí,” suspiro, y me cojo el puente de la nariz con dos dedos mientras cierro con fuerza los ojos. “Si no queda otra opción, lo aceptará por el bien de Renesmee.” Abro los ojos y miro fijamente a mi padre. Él me devuelve la mirada con calma, aunque el tono de sus pensamientos está lleno de remordimiento, esperando a que yo acabe, “Pero no le mencionaremos nada de esto de momento. Aún existen otras vías por las que podemos seguir. Nos queda algo de tiempo antes de que –“ me interrumpo, escuchando atónito el sonido melodioso como una campanilla de plata, que llega desde mi antigua habitación.

“Hay dulce música aquí, que más suave que los pétalos de rosas esparcidas por el viento sobre la hierba cae, o el rocío de la mañana en aguas tranquilas entre paredes de oscuro granito pasa reluciente.”

Renesmee. Renesmee está leyendo a Tennyson en voz alta, sus despiertos ojos siguiendo las palabras en la página que tiene enfrente, pronunciándolas a la perfección. Y el tiempo que acabo de mencionar se vuelve de pronto demasiado corto.

Las pálidas manos de Bella tiemblan visiblemente cuando coge el libro de las manos de nuestra hija. “Si lees tú,” le pregunta, el miedo apenas disimulado en su voz y una sonrisa artificial en su rostro, “como te vas a quedar dormida?”

Renesmee se enfrenta enseguida al comentario de su madre, con la imagen de Jacob y su promesa de regresar antes de que ella se fuera a la cama materializándose en su mente – pero no puedo seguir prestando atención. Carlisle me está observando, sus ojos dorados ardiendo con trascendencia, y plantea una pregunta mentalmente.

Asiento con la cabeza una vez. “Habrá que hacer los preparativos enseguida. Yo me ocuparé de todo…después de hablar con Bella.”

En lo más profundo de la noche, uno en los brazos del otro dentro del santuario de nuestra habitación, le transmito a Bella en un susurro la necesidad de organizar un viaje a Sudamérica. “Carlisle y yo hemos agotado todas las fuentes a las que hemos podido acceder desde aquí y seguimos lejos de encontrar una respuesta. Tal vez, si seguimos las leyendas hasta sus orígenes, seremos capaces de desentrañar el misterio que se esconde en los mitos.”

“Hablas de volver a Brasil,” afirma Bella con seguridad. Con los dedos, dibuja el arco de mis cejas, la línea de mi nariz y el contorno de mis labios mientras hablamos. Siento un zumbido eléctrico en la piel bajo su tacto.

“Sí. Los Ticunas tienen la única pista sólida con la que hemos dado sobre niños como Renesmee. Si alguna vez han existido otros como Renesmee, ellos pueden haber sido la razón por la que nació la leyenda en primer lugar y se transmitió luego de generación en generación.” No puedo resistirme a acariciar la sedosa piel de su brazo desnudo. Mi palma se desliza lentamente desde su muñeca, siguiendo el camino hasta su cuello y se curva suavemente, instintivamente, en torno a su mejilla.

Ella se inclina hacia delante y deposita un sinfín de besos, suaves como una pluma, en un lado de mi cara, descendiendo hasta la línea de mi mandíbula. Cuando llega allí, inclino hacia atrás la cabeza, suspirando mientras continúa dejando un rastro con sus labios por mi cuello. “Cuándo quieres ir?” susurra contra mi clavícula.

Me lleva unos segundo recordar de qué estamos hablando. “En cuanto lo tengamos todo preparado,” le digo con voz ronca. Muevo la mano que enmarca su mejilla para poder entrelazar los dedos en su oscuro cabello y sonrío cuando ella besa la piel sobre mi silencioso corazón, comentando en voz baja, “a no ser que se te ocurra una razón para esperar.”

Para mi sorpresa, Bella se sienta, con los ojos que tenía entrecerrados de pronto muy abiertos y pensativos. “De hecho…se me ocurre. Quiero pasar las Navidades con Charlie. Significa mucho para él, Edward.” Al ver el gesto que frunce mis labios, añade, “Después de todo lo que ha pasado en las últimas seis semanas, le debo la oportunidad de celebrar con nosotros las primeras Navidades de Renesmee.”

“Me parece justo. Supongo que podemos permitirnos esperar un poco más.” Sonriendo, añado. “Así, Alice y Rosalie tendrán más tiempo para hacer las maletas.”

Ella me mira con el ceño fruncido, ignorando mi intento de traerla hacia mí y exige, “Como es que antes discutías conmigo hasta la más mínima decisión y ahora te limitas a darme la razón en todo lo que digo?”

“Porque…” En un movimiento tan rápido que resulta invisible, la cojo por la cintura apretándola contra mi pecho. Ella lanza un grito de sorpresa y mi cuerpo reacciona al instante al sentir sus suaves curvas contras mis duras líneas, “he aprendido a apreciar plenamente los beneficios de acceder a tus peticiones,” le informo con voz ronca y ella sonríe de satisfacción justo antes de besarla con fuerza, gimiendo débilmente cuando ella enreda los dedos en mi pelo.

Completamente rendido a su abrazo, mi ángel me rodea, me completa y me lleva con ella al único paraíso que deseo o que me será concedido, mientras la noche resuena con el golpeteo incesante de la lluvia. Dejo atrás cualquier pensamiento sobre el futuro y por una vez me niego a reflexionar sobre el bienestar de Renesmee o el inminente viaje a Brasil. Seguro que este plan, relativamente sencillo y sin pretensiones en comparación con otros, se pondrá en práctica de la misma forma.

Debería haber recordado lo que sucede incluso con los mejores planes.

Un día ventoso de mediados de noviembre, toda la familia – Jacob incluido – está reunida en una habitación sin experimentar una densa capa de tensión cerniéndose sobre nosotros como la cubierta de nubes bajas de color pizarra en el cielo ahí fuera.

Emmett, Renesmee, Bella y Jasper están ocupados en un torneo de ajedrez. Emmett está decidido a enseñar a su sobrina a jugar más agresivamente – Renesmee tiende a confiar en la sutileza más que hacer un alarde de fuerza con su estrategia, demostrando una vez más que sale a su padre – y Bella quiere obtener una mejor comprensión del juego para defenderse contra alguien que cuenta con décadas de práctica.

Carlisle y yo habíamos abandonado el mapa de Sudamérica que estábamos estudiando cuando él recibió una llamada del hospital: había una víctima de accidente de tráfico con lesiones cerebrales esperando en urgencias a ser trasladada un centro más grande en Olympia y que había comenzado a sangrar.

Mi padre cuelga el teléfono y mira inmediatamente a Alice. Ella ojea brevemente imágenes del futuro, sus ojos color miel con una mirada distante, y después vuelve a enfocarlos en su rostro expectante. “Vas a llegar a tiempo,” anuncia con seguridad. “Una lesión en una de las arterias meníngeas es la causa de todo.”

Él le da las gracias y se dirige al garaje, dándole un beso a Esme en la frente al pasar por su lado.

“Cuánto tiempo va a estar fuera?” Esme se gira hacia Alice una vez que el suave sonido del motor del Mercedes acelera en la carretera.

Con una gran sonrisa, Alice le contesta, “Ya conoces a Carlisle – no puede resistir la oportunidad de ayudar a alguien. Cuando haya terminado con la lesión cerebral, aparecerá un brazo roto, una herida en cuero cabelludo, una amigdalitis y una fractura costal.”

La expresión de mi madre es una mezcla de sorpresa y profundo afecto por su marido. “Espero que esas heridas correspondan a cuatro personas distintas,” bromea sin ganas.

“Oh, sí. Y todos estarán muy agradecidos de que el Dr Cullen esté en su puesto de trabajo hoy.” Ella se ríe, el sonido tintineando como campanillas y Esme se le une, orgullosa como siempre de la naturaleza bondadosa de Carlisle.

Jacob, escuchando a las dos cada vez más desconcertado, empieza a quejarse para sus adentros. Todo es de lo más raro. Ella sabe lo que está matando a alguien y le dice a Carlisle cómo arreglarlo. Es…escalofriante. Cómo te acostumbras a algo así?

“No lo consigues,” le digo con una media sonrisa, “Es cuestión de aprender a tener la mente abierta. Y mucha paciencia.” Guiño un ojo en dirección a Alice; como era de esperar, ella saca la lengua, aunque sus ojos brillan alegres.

Impaciente por volver al juego, Emmett da una palmada y se frota las manos con anticipación. “Vale, Nessie,” anuncia, sus ojos dorados concentrados en el tablero, “el tío Emmett va a enseñarte cómo se gana este juego.”

Con una sonrisa engreída, elige el caballo que está más cerca de Jasper y el rey de Bella y lo mueve hacia delante, completando una formación en cuadro con un peón y un alfil. Reclinándose en su asiento, Emmett se cruza de brazos, regodeándose, “Jaque.”

Los demás nos volvemos para mirar, mientras Jasper echa un vistazo al tablero, su rostro inexpresivo mientras la estrategia comienza a tomar forma en su cabeza. Curiosamente, en lugar de proceder con su plan, mi hermano mira a Bella y le pregunta en voz baja, “Tú qué crees, Bella?”

“Yo?” pregunta, sorprendida.

Jasper asiente una vez. “Claro. Somos un equipo después de todo,” le recuerda, sonriendo débilmente, “y no vas a aprender a jugar al ajedrez si te limitas a mirar.” Hace un gesto hacia las piezas dispuestas frente a ellos, levantando las cejas – y Emmett, sintiendo que la victoria es inminente, se ríe satisfecho.

Bella contempla el tablero, arrugando la frente al fruncir el ceño por la concentración e inclinándose hacia delante de manera inconsciente. Mientras tanto, Alice revolotea alrededor de la mesa para colocarse detrás de Renesmee, parpadeando al intentar ver el resultado de la partida…pero la visión es borrosa porque Bella aún no ha tomado una decisión sobre el movimiento que va a hacer.

Entonces, levanta la mano vacilante y todo el mundo espera conteniendo la respiración, preguntándose qué pieza va a escoger. Sus dedos aterrizan en la reina blanca – la sonrisa de Jasper crece con satisfacción – y la desliza por el tablero hasta el alfil de Emmett, retirándolo del tablero. “Bien hecho,” la felicita Jasper. Bella le sonríe en respuesta, sus ojos color rubí resplandecientes.

Con el ceño fruncido, Emmett contraataca rápidamente moviendo su torre hasta el otro extremo del tablero, deteniéndola a dos escaques de la reina de Bella. Renesmee suelta un suave jadeo y se sube al regazo de su tío, colocando la manita en su grueso cuello con una mirada desesperada. “Qué?” gruñe cuando ella le muestra el error que acaba de cometer, seguido inmediatamente de la imagen del próximo movimiento lógico con el que sus oponentes devolverán el golpe, mientras Jasper mueve a un lado a la reina, derribando a la torre.

“Oh,” farfulla Emmett, avergonzado. Renesmee suspira, casi con cansancio y vuelve a su sitio, haciendo un puchero de descontento.

Yo comento, riéndome en voz baja, “Sólo tiene dos meses, Em, e incluso ella ha visto venir ese movimiento. Quizá ella debería darte algunos consejos porque, es evidente, que todavía te queda mucho por aprender.”

“Cállate, Edward,” ladra irritado Emmett pero no obstante se inclina para susurrarle a su sobrina, “Sigue tú, Nessie.”

Sin necesitar que la animen más, Renesmee organiza sus piezas en una formación más defensiva en los siguientes movimientos, pero la táctica de Jasper les deja a ella y a Emmett en inferioridad numérica sobre el tablero. La pequeña consigue arrebatar a su madre y a su tío un alfil y una torre antes de que la situación se vuelva insalvable y entonces, Rosalie decide entrar en la habitación, contenta con los cambios que acaba de terminar de hacer en el colector de admisión de su BMW.

Mientras Emmett observa a su mujer, su tendencia habitual a impresionarla cobra vida y estira la mano hacia el talero, anunciando con petulancia, “Ya lo tengo, pequeña.” Coge el caballo que les queda y lo utiliza para derribar un alfil blanco. “Humm,” reta con la mirada al equipo contrario, provocándoles para atacar. Sacudo la cabeza, dejando escapar un suspiro de resignación y Renesmee pone los ojos en blanco mientras cruza los diminutos brazos por delante de su pecho.

Bella y Jasper se vuelven el uno hacia el otro al mismo tiempo. Él levanta la barbilla ligeramente hacia el tablero, indicándole que haga los honores. Emmett se va a poner hecho una fiera – volver a perder contra ella, comenta mentalmente y yo asiento con la cabeza dándole la razón, tratando en vano de ocultar mi sonrisa.

Con expresión de superioridad, Bella lleva la reina hasta el sitio adecuado y la posa con una floritura, “Jaque mate,” dice triunfal.

La cara estupefacta de mi hermano no tiene precio. Abre y cierra la boca como un pez fuera del agua, balbuceando, “Espera un segundo! No es jaque mate!”

Rosalie resopla y se sienta con elegancia junto a Esme en el sofá, ignorando las protestas infantiles de su marido, mientras Renesmee se aleja de la mesa y se dirige enfadada hacia Jacob.

Él la coge en brazos, murmurando palabras de ánimo, “Les ganarás la próxima vez.”

“No es jaque mate!” vuelve a gritar Emmett. Parece estar al borde de otro arrebato; después de perder el pulso con Bella, derribó media docena de árboles.

“Déjalo ya, Em” dice Alice con voz cantarina, “Jazz y Bella han ganado limpiamente, así que no tengas mal perder. Le estás dando mal ejemplo a Nessie,” termina, con una sonrisa alegre iluminando su delicado rostro.

Emmett se levanta bruscamente de la silla y se da la vuelta con un rugido ensordecedor, cerniéndose imponente sobre su diminuta hermana. Ella se limita a levantar la vista hacia él, sin miedo. “Estabas de pie detrás de mí,” la acusa con un profundo gruñido resonando tras las palabras, “Les estabas ayudando a hacer trampa, verdad?” vuelve a rugir, el sonido reverberando por las paredes y el techo.

Bella se queda rígida, sus labios carnosos retrocediendo en una mueca hasta enseñar los dientes pero Jasper le toca el brazo, enviando una oleada de calma en su dirección. “No he hecho tal cosa,” le responde Alice, levantando la barbilla, “Y no me gruñas. Ten tu pequeña rabieta con Rosalie, si no te queda más remedio. Yo no tengo paciencia para eso.” Su voz se vuelve dura y gélida hacia el final de su réplica, recordándonos a todos que si bien es la vampira más pequeña de nuestra familia, sigue siendo una vampira – y odia que la llamen tramposa.

De pronto, Jasper detecta una fuente de diversión procedente de Emmett, al tiempo que yo capto en sus pensamientos, Es mucho más divertida cuando se cabrea. Él vuelve a gruñir, enseñando los dientes para ocultar la sonrisa que amenaza con aparecer en su rostro.

Aunque Alice sin duda sabe que él la está provocando, ella emite un feroz y gutural rugido; los cristales de las ventanas tiemblan por la pura fuerza detrás del sonido.

“Niños!” advierte Esme con dureza. “En la casa no.”

Un instante después, Emmett empieza a reírse y Alice sigue su ejemplo, sus risas compartidas armonizando como un coro de campanas. “Siempre me hace gracia el aspecto que tienes cuando ruges,” comenta Emmett entre carcajadas.

Alice se pone de puntillas y le golpea en la nuca bromeando, “Qué idiota eres, Em.”

“Lo sé,” sonriendo, la despeina con una mano – y ella le deja, durante casi dos segundos, antes de apartarse.

“Bien,” empieza Alice en tono de burla, con las manos en las caderas, “tal vez deberíamos –“ coge aire repentinamente, con los ojos nublados y yo abro mi mente a sus pensamientos por completo, justo en el momento en que la visión se forma detrás de sus pupilas.

Una vez ha desaparecido, mi hermana y yo nos miramos durante un tiempo. Ella se pregunta qué puede significar y cómo debemos responder; yo me pregunto cómo le afectará a Bella.

Por supuesto, la mujer que está siempre en el centro de mi mente es la primera en hablar – dándose cuenta de que la visión de Alice tiene importancia. “Qué es?” Bella se levanta de su asiento junto a Jasper y está a mi lado en menos de un segundo, pasando la mirada de mí a Alice y vuelta otra vez. “Qué has visto?”

Alice es la primera en responder las preguntas de su hermana favorita. “Va a llegar un paquete hoy”

“Un paquete?”

Ella asiente, su tono sereno pero sin apartar la mirada del rostro de Bella. “Un regalo de boda,” le aclara.

Hay un breve momento de silencio y después, Emmett farfulla, “Vaya, es un poco decepcionante.”

“De Italia,” introduzco en voz baja.

El silencio que sigue está cargado de tensión. Bella se gira hacia mí, mirándome con los ojos escarlata muy abiertos y yo extiendo las manos para enmarcar su rostro. “No pasa nada, mi amor, te lo prometo,” le susurro, tranquilizándola, acariciándole las mejillas con los pulgares. “Sólo tenemos que ajustar nuestros planes de viaje.”

“Qué quieres decir?” dice en un hilo de voz, tratando de disimular el miedo en su voz.

En ese instante, todos nosotros podemos distinguir el ruido de un motor diesel en la carretera – a punto de girar para entrar en el camino que conduce a la casa. Bella se tensa visiblemente. “No pasa nada,” repito. Veo cómo se calma la agitación en sus iris rojos, que luego se endurecen hasta convertirse en rubíes tallados, apretando la delicada mandíbula bajo mis manos.

Mientras oímos la camioneta de reparto mientras se bambolea entre los árboles, Bella pregunta confusa, “Cómo se han enterado de la boda?”

Miro a mi hermana, expectante. Bella sigue la dirección de mi mirada y cuando sus ojos se encuentran con los de Alice, ella contesta “Envié un anuncio de vuestra boda a Volterra cuando Edward y tú os fuisteis de luna de miel. Había tenido una visión de Caius planeando mandarnos una partida de caza.”- enseña los dientes indignada – “para comprobar si seguías siendo humana.” Se cruza de brazos y levanta la barbilla puntiaguda, los delicados rasgos de su rostro consiguiendo resultar amenazantes de alguna forma, mientras en sus labios se dibuja una cruda sonrisa. “Entonces vi que enviándoles el anuncio retrasaría su llegada. Pasaron días intentando averiguar el significado de toda la situación – de hecho, fue bastante gracioso.”

La camioneta se detiene en el límite del claro y el motor se para. La mente del conductor está cansada después de horas haciendo entregas pero, aún así, percibe intimidado la imagen de la enorme residencia blanca que surge imponente entre las gruesas ramas de los ancianos cedros.

Un minuto después, se escuchan unas pisadas subiendo las escaleras hasta la puerta principal y entonces, un trío de golpes rápidos y enérgicos llena el silencio. Ofreciéndole a Bella una débil sonrisa torcida, atravieso la habitación hasta la puerta y la abro con expresión de curiosidad – como lo haría cualquier humano. “En qué puedo ayudarle?” le pregunto educadamente.

Santo…El conductor estudia mi cara, aumentando exponencialmente lo intimidado que se siente y se pregunta si ésta es la casa de vacaciones de un modelo profesional o un actor poco conocido. Apenas consigo reprimir el deseo de poner los ojos en blanco ante las ideas simples del hombre. “Yo, eh-“ baja la mirada hacia la carpeta que tiene apoyada sobre una voluminosa caja. “Tengo aquí un paquete para Edward y Bella Cullen.”

“Yo soy Edward.”

Me entrega la caja después de quitar su carpeta de encima y después me tiende un dispositivo electrónico con una pequeña pantalla LED. “Se necesita la firma,” explica.

Le sonrío, con cuidado de no enseñar los dientes, “Por supuesto.” Sujetando fácilmente la caja bajo el brazo, cojo el bolígrafo de su mano extendida y firmo limpiamente sobre la línea que muestra la pantalla. “Necesita algo más?”

“No, señor. Feliz día de Acción de Gracias.” Gira sobre sus talones y va correteando hasta su camioneta, repentinamente ansioso por largarse de mi vista.

Cierro la puerta, llevo el paquete al comedor – Bella está justo detrás de mí, y los demás la siguen – y lo coloco sobre la mesa de caoba.

Todos examinamos la aparentemente inofensiva caja marrón con mirada desconfiada durante un tiempo indeterminado, advirtiendo apenas cuando la puerta trasera se abre y se cierra muy suavemente. Qué me he perdido? pregunta Carlisle con cautela, doblando el abrigo sobre el brazo mientras entra en la habitación, encontrando un sitio junto a Esme.

Hay un sobre elegante, con relieves dorados, pegado en el papel marrón, dirigido al Sr y la Sra Cullen escrito a mano con la caligrafía del viejo mundo.

La letra de Aro, comenta mi padre discretamente. Asiento distraídamente y quito el sobre del paquete, rasgando el sello de cera rojo sangre con un dedo.

Bella olfatea la ligera corriente de aire provocada por el movimiento, frunciendo el ceño. “Huele a…” se esfuerza por poner un nombre al aroma único que impregna el papel que tengo en la mano y me vuelvo para ver su expresión justo en el momento en que sus ojos se iluminan con el reconocimiento. “Incienso.”

Ella se inclina hacia mí, pasando su brazo por el mío y apoyando la mejilla en mi hombro mientras saco un rectángulo de grueso papel blanco del sobre.

Leo en alto la nota de felicitación con voz tranquila. Es formal y efusiva – aunque, de alguna manera, Aro consigue transmitir sus palabras como si fuéramos unos viejos y queridos amigos. Tras desear fervorosamente un feliz regreso a los recién casados, le ofrece unas breves palabras de cariño a Carlisle…y después introduce hábilmente una velada amenaza en la última línea, “Estoy impaciente por ver en persona a la nueva Sra Cullen.”

Un rugido se insinúa en mi voz mientras leo, acentuando esa afirmación y Bella me abraza con más fuerza, calmando mi temperamento volátil como sólo ella puede hacerlo.

Dejo caer la nota en la mesa y miro a mi alrededor en la habitación, escuchando los pensamientos que atraviesan la atmósfera, por lo demás silenciosa.

Renesmee siente curiosidad por lo que hay en la caja, pero también está preocupada por mamá y papi, que sabe que está molestos. Al parecer, Bella ha bendecido a nuestra hija con su percepción extraordinariamente sensible.

Jacob desprecia profundamente a los Volturi – lo que se demuestra claramente en los pensamientos venenosos que inundan su cabeza. Piensa en ellos como la encarnación de todo lo que ha nacido para combatir.

Y tiene toda la razón.

Incómodo, Jacob coge a Renesmee en brazos y ambos observan la escena que se está desarrollando con interés.

Directamente enfrente de mí a través de la mesa, Carlisle mantiene su aura de serenidad, aunque es bien consciente – como lo soy yo – de que si Bella no hace pronto una aparición en la fortaleza de los Volturi, ellos vendrán donde nosotros.

A su lado, Esme irradia preocupación maternal por nuestra familia al completo y una fiera actitud protectora hacia su hija más reciente.

Al otro lado de Esme y a la izquierda de mi padre, Rosalie está tensa, su mente girando en un torbellino de nerviosismo y determinación. Más que nada, Rose busca preservar el secreto de nuestro estilo de vida y siente profunda aversión hacia cualquier persona o circunstancia que pueda poner en peligro ese secreto.

Sus pensamientos, como siempre, también conciernen a Renesmee – y en las acciones que los Volturi pueden emprender si tienen conocimiento de su existencia.

Ocupando el espacio entre Rosalie y yo, Emmet se cruza de brazos, con aspecto intimidante sin proponérselo y la mente en calma. Pocas veces se encuentra mi hermano en una situación en la que su actitud relajada se altere por la inquietud.

Jasper toma nota mental de las emociones que llenan la habitación mientras proyecta una mínima capa de tranquilidad para equilibrar los picos de ansiedad que aparecen con algunos pensamientos errantes.

Junto a él y a la derecha de Bella, Alice está de puntillas esforzándose por ver los sellos de franqueo que hay en la caja, pensando sin sorprenderse que el coste de envío de algo así ha debido ser astronómico.

En voz alta, comenta despreocupadamente, “Podrías abrirlo tú, Bella. Es para ti, no para Edward.”

Sé que ella está a punto de declinar la invitación, así que me inclino para susurrarle al oído, “No podemos devolverlo, mi amor.”

Su adorable rostro se contorsiona en una expresión martirizada y deja escapar un suspiro al tiempo que coge el paquete. Después de un rápido desgarrón, Bella abre las tapas de la caja y mete las manos con cuidado en el montón de bolitas de embalaje. De forma inconsciente, todo el mundo se inclina hacia delante cuando ella levanta un antiguo cofre de madera tallada decorada con filigranas de oro. La tapa tiene incrustaciones de madreperla y piedras preciosas de todos los colores brillan en el borde inferior. Verdaderamente, es una obra de arte hermosa, aunque opulenta.

“Dios mío,” susurra Bella. Una especie de asombro horrorizado moldea sus delicados rasgos y deja la caja de madera sobre la mesa con excesiva precaución – como si tuviera miedo de estropearla.

Bonita. Renesmee toca la cara de Jacob con su manita, pensando en el cofre y la forma en que todos los colores brillan en la luz amarillenta que proyecta la araña del techo.

Él resopla ligeramente y dice entre dientes, “Si tú lo dices, Nessie.” Pienso que Bella debería tirarlo por la ventana. Ella no necesita nada de esos monstruos.

No podría estar más de acuerdo con él, pero el hecho de que Aro enviase un regalo tiene un significado. Le fascinó la extraordinaria habilidad de Bella para bloquear mi don – así como el de Jane y el suyo propio cuando se conocieron la primavera pasada. Siempre hay una razón oculta cuando se trata de los Volturi, pero sobre cuál puede ser ese motivo, estoy perdido.

Alice empieza a hablar, “La caja en sí misma es un tesoro de valor incalculable.” Una breve imagen de la madera tallada ardiendo entre llamas azul-verdosas cruza su mente. Siempre podemos donarla al Museo de Arte de Seattle en vez de destruirla, me sugiere, censurándome. Continúa comentando, “Deslumbraría cualquier otra pieza de joyería, salvo la que guarda en su interior.”

Bella gira a un lado la cabeza y se queda mirando a su mejor amiga con los ojos muy abiertos, “Hay más?” exclama, atónita.

Apoyo la mano en su espalda, con la esperanza de ahuyentar con mi tacto la aprehensión que está haciendo que su esbelto cuerpo se vuelva de gélida piedra, y contesto, “La riqueza, al igual que el tiempo, significa muy poco para los Volturi. Independientemente de lo que haya dentro de esta caja, recuerda que para Aro no es más que una baratija.”

Ella evalúa mi expresión tranquila durante medio segundo, haciendo una mueca y entonces afirma con voz resignada, “No me va a gustar, verdad?”

Le dedico a Bella una gran sonrisa, “En absoluto.” Ella suspira y yo paso los dedos arriba y abajo suavemente por su columna. “Tan sólo recuerda lo que te he dicho,” le susurro al oído.

Mirando en silencio, mi familia y yo observamos cómo Bella levanta el cierre dorado del cofre, respirando profundamente para prepararse, y levanta poco a poco la tapa.

Sobre un cojín de terciopelo negro, hay un collar de oro pulido. La cadena es gruesa, con escamas como la piel lustrosa de una serpiente y es bastante corta; una vez puesta, deberá ceñirse perfectamente en torno al cuello. Su único adorno es un diamante blanco y redondo del tamaño de una pelota de golf, aproximadamente – y que probablemente sea tan valioso, si no más, que cualquiera de las piedras preciosas más famosas.

Bella no hace amago de tocar el collar, aunque técnicamente le pertenece a ella ahora y mira a su extravagante regalo con ojos extrañamente inexpresivos. Carlisle examina la joya, con mirada erudita, comentando a la habitación en general, “Siempre me he preguntado a dónde habrían ido a parar las joyas de la corona después de que Juan de Inglaterra las empeñara en el siglo trece.” Niega con la cabeza, “Supongo que no me sorprende que los Volturi tuvieran algo que ver.”

Enderezándose, Bella levanta mínimamente la barbilla y mira a mi padre a los ojos. “Los Volturi necesitan saber que hemos seguido sus órdenes, que soy inmortal, y necesitan saberlo pronto. No les quiero cerca de Forks.” Su mirada vuela fugazmente hacia mí. De repente, algo me recuerda vívidamente otra reunión en torno a esta misma mesa. Bella tenía la misma expresión obstinada y desafiante y las palabras que pronunció en aquella ocasión resuenan en mi mente, “No puedo dejar que ellos vengan aquí.”

Un incómodo nudo comienza a formarse en la boca de mi estómago mientras recuerdo las palabras en su totalidad.

Sinceramente, espero que su línea de pensamiento no siga la estupidez que dijo aquella noche, porque no voy a tolerarlo.

Después de casi un siglo de práctica leyendo mi rostro, Carlisle me advierte mentalmente, Déjala hablar, Edward. Es muy inteligente y puede ver una solución que se nos escapa al resto. En voz alta, pregunta, “Qué es lo que recomiendas, Bella?”

Ella toma aliento innecesariamente. No se me escapa el hecho de que no me mira. “Sólo hay una forma de mantener a salvo nuestra vida aquí,” dice con voz firme, “tengo que ir a Italia.”

Inmediatamente, capto el significado detrás de sus palabras. Una parte de mí desearía no haberlo hecho. Aún así, quiero oírselo decir en voz alta y quiero que todos los demás comprendan exactamente lo que tiene intención de hacer. “Cuando dices tengo que ir…” le señalo en un tenso susurro.

“Me refiero a que tendré que ir yo a Italia.” Bella por fin se da la vuelta para mirarme –con una mirada dulce aunque decidida en sus ojos brillantes. “Sola.”

Esa sola palabra enciende una explosión de ira, miedo y rebelión en lo más profundo de mi ser, la onda expansiva reverberando en cada célula de mi cuerpo y alimentando la necesidad instintiva de mantener a salvo al centro de mi existencia. Aprieto los puños mientras lucho por mantener el frágil control sobre mi temperamento. Miro fijamente el rostro angelical de mi esposa, mi alma gemela, sin la cual no puedo vivir, e insisto a través de los dientes apretados, “No vas a ir sola.” Una parte de mi mente observa con una vaga sensación de orgullo que he sido capaz de hablar sin rugir como una bestia, aunque es imposible ignorar el gruñido que va creciendo en mi pecho. Trago una vez para sofocarlo.

“No me harán daño,” sostiene Bella con tono apaciguador. Apoya una mano sobre mi silencioso corazón y mis músculos empiezan a traicionarme – relajándose al instante bajo su caricia. “No tienen motivo. Soy una vampira. Caso cerrado.”

Deseo con todas mis fuerzas poder creerla, confiar en su lógica näive… pero el riesgo de perderla – para siempre – es demasiado grande. No sobreviviré a ese dolor otra vez. “No.” El rugido se eleva por mi garganta y vibra en el aire mientras niego con la cabeza vehementemente. “Rotundamente, no.”

Su mano de desplaza hacia arriba para apoyarse en mi mejilla y, sin darme cuenta, mi ira se rinde a su gesto tranquilizador, “Edward,” susurra con ternura, todavía intentando consolarme aunque ambos sabemos que ella ya ha ganado esta discusión, “es la única forma de protegerla.”

Al mismo tiempo, nuestras miradas vuelan hacia Renesmee, cuyo diminuto cuerpo está a salvo en brazos de Jacob.

Bella tiene razón, por supuesto. No podemos dejar que los Volturi sepan algo de Reesmee. Aro es un coleccionista de vampiros excepcionalmente dotados; él ha perfeccionado el arte de registrar el planeta en busca de individuos con dones que poder reclutar y rodearse sólo de los que han demostrado tener un poder extraordinario.

Es parte de la razón por la que está tan interesado en el funcionamiento interno de nuestra familia. Somos el mayor aquelarre del mundo aparte de los Volturi y su actitud hacia nosotros está cambiando de la curiosidad divertida a la cautela vigilante – hemos dejado de ser una excentricidad para convertirnos en una amenaza.

Aro ansía la omnisciencia que el don de Alice y el mío le podrían proporcionar si nos uniéramos a ellos y, aunque se las arregló para ocultarme bien sus pensamientos la última vez, he aprendido de sus celos hacia Carlisle. Descubrir que el que percibe como rival ha incluido un híbrido humano/vampiro – un artículo realmente raro y excepcional – en su familia, podría muy bien llevar a Aro a la confrontación abierta.

El razonamiento de Bella es infalible. Ella es la única cuyos pensamientos Aro no puede conocer gracias a su mente excepcionalmente protegida. Su presencia en Volterra afirmaría nuestra obediencia a su edicto de que ella fuera transformada en vampiro y Aro no sería capaz de obtener ninguna información sobre Renesmee de su mente.

Dejo escapar un leve suspiro de resignación. Mirándome profundamente a los ojos, Bella espera paciente a que acepte la derrota, con un leve brillo de triunfo solemne en sus iris rojos. “Alice,” me dirijo a ella sin apartar la vista de mi mujer, “ves algún problema en el viaje de Bella a Italia?”

Alice se concentra durante unos minutos, entrecerrando los ojos mientras un revuelo de imágenes llena su cabeza. Juntos, esperamos a que la visión se defina mejor…pero permanece borrosa. Edward, estoy preocupada, confiesa interiormente y su desasosiego sirve para intensificar mi propia ansiedad, mis instintos más básicos de conservación gritándome que evite este riesgo potencial a cualquier precio.

Mi imaginación conjura una imagen de Bella rodeada por antiguos muros de piedra, agazapándose en una postura defensiva bajo la sombra ominosa de Felix, un miembro de la guardia de los Volturi que la había querido como aperitivo desde que puso el pie en Volterra.

Bella debe sentir que la tensión vuelve a mi cuerpo porque entrecierra los ojos estudiando con atención la expresión de mi rostro, antes de acercarse más y apoyar la otra mano en mi pecho. El deseo de envolverla en mis brazos hace que me duelan, pero reprimo el anhelo por el momento; si la abrazo ahora, puede que nunca encuentre la fuerza para dejar que se vaya.

Rodeando a Bella para poder mirarnos a los dos cara a cara, Alice empieza a explicar lo que ella y yo hemos sido testigos a través de su mente. “Mis visiones son…vagas,” admite, el estrés evidente en su tono de voz. “Todo está borroso – y me tiene preocupada.”

“Por qué están borrosas?” pregunta Bella, confusa. “Es como lo que ocurría antes, con las visiones de los neófitos?”

Alice y yo negamos con la cabeza al mismo tiempo. Ella responde con seguridad. “No, eso era distinto. Me costaba ver bien aquellas visiones por interferencias deliberadas. Esta vez…” la preocupación ensombrece su rostro delicado, “a veces mis visiones son igual de confusas cuando hay decisiones externas que pueden influir pero no están firmemente decididas.” Ella se estremece levemente y frunce el ceño, preocupada, “Eso hace que toda la situación sea incierta.”

“Lo que hace que me cuestione la fiabilidad de este plan,” interpongo fieramente. Tengo los puños tan fuertemente apretados que la piel sobre mis nudillos está desprovista de color.

“Tienes una idea mejor?” cuestiona Bella.

“Iré contigo,” se me escapa el impulsivo ofrecimiento. Antes de que pueda contradecirme, la agarro por la muñeca y la arrastro hasta uno de los ordenadores. “Sé que no puedo ir contigo a Volterra. Pero eso no significa que tengas que hacer todo el viaje sola.” Con la mano que tengo libre, recojo la información y luego apunto con un dedo a la pantalla, declarando, “Hay un vuelo de Londres a Florencia. Puedo esperarte allí. Si pasara algo, Alice me lo diría y yo podría llegar hasta ti en unas horas.” La contemplo, exultante, mientras ella mira brevemente a la pantalla y luego se vuelve hacia mí.

Bella retuerce la muñeca ligeramente, liberándola de mi mano - luego entrelaza sus finos dedos con los míos y me aprieta la mano suavemente. Me resulta difícil interpretar la expresión de su rostro; comprensión, amor, ira, determinación y terror, todo cruza fugazmente por sus pálidas facciones.

Deseando desesperadamente que ella esté de acuerdo, casi puedo sentir cómo se me hunde el corazón de dolor cuando advierto el triste rechazo tomando forma en las profundidades de sus brillantes ojos. “Edward,” quiero cerrar los ojos para protegerme de la dulce súplica en su melodiosa voz cuando dice mi nombre, pero no consigo encontrar la voluntad para escapar de la implacable atracción que ejerce sobre mí su cálida mirada. “No podemos dejar los dos a Renesmee. Por favor, quédate aquí con ella.” El fantasma de una sonrisa cruza sus labios llenos. “Estaré de vuelta tan rápido que no tendrás tiempo de echarme de menos.” Utiliza mis propias palabras como medio de persuasión y mis labios se mueven bruscamente en respuesta. “Por favor?” presiona.

Mis brazos se curvan en torno a su espalda y la atraigo hacia mí. Enterrando la cara en su oscuro cabello, murmuro derrotado. “Sabes que no pedo negarte nada que me pidas.”

“Gracias.”

“Pero…” casi me atraganto con las palabras cuando salen por mi boca, “si te pasa algo…”

Bella me rodea la cintura con sus delgados brazos. “No va a pasar nada,” proclama con seguridad.

Si me permitís, piensa mi padre, interrumpiendo educadamente nuestra conversación. Levanto la cabeza y miro hacia la entrada del comedor; Bella sigue mi mirada. Cuando tiene nuestra atención, Carlisle dice con diplomacia, “Quizá podamos llegar a un término medio. Bella te parecería bien si yo te acompañara a Londres? De esa forma, alguien estaría lo bastante cerca como para interceder en caso de que necesitaras ayuda. Un acuerdo así me haría sentirme más cómodo,” añade con una sonrisa y Bella le responde con otra sonrisa, un destello de alivio suavizando las líneas tensas en torno a sus ojos. Ella asiente en señal de conformidad y el plan se pone en marcha.

Alice, más preocupada por la ambigüedad de sus visiones de lo que deja ver, continúa explorando el futuro durante las siguientes tres semanas. Su frustración crece cuando todo lo que se aclara de la nebulosa no está relacionado con la visita de Bella a Italia. La visión de una nueva tendencia en el mercado de valores resulta de poco interés – pero la posibilidad de que Irina venga a reconciliarse con nosotros suscita la curiosidad en la mente de todos. Una violenta tormenta de nieve cubrirá el Noroeste del Pacífico con una espesa capa de nieve dentro de seis semanas, y Renee, la madre de Bella, llamará en torno a Navidad, deseando ponerse al día sobre la salud de su hija ya que cree que Bella sigue recuperándose de un extraño virus.

Renesmee cumple tres meses a principios de Diciembre y el día siguiente, compro los billetes para el viaje de Bella y Carlisle. Ella se mantiene firme en que el viaje durará muy poco y no tiene intención de decirle nada a Charlie, lo que probablemente sea una sabia decisión.

Jacob le sigue dando vueltas al hecho de que yo permita que Bella vaya a Italia y le hace saber con frecuencia que “se está portando como una idiota,” y que la detendría si pudiera.

Él también discute conmigo casi a diario respecto a lo de Brasil. Afortunadamente, Renesmee, cuya sed le exige que vaya de caza, interrumpe su diatriba hoy. La pequeña parece tener dos años físicamente, aunque la forma de su cuerpecito es más delgada y más elegante que la de un niño humano de esa edad y continúa dejándonos a todos estupefactos con su nivel de inteligencia. Comprende muy bien lo que está bien y lo que está mal, así como nuestro estilo de vida, pero se siente menos inclinada hacia la sangre de los animales que el resto de nuestra familia, así que prefiere alimentarse de sangre donada, que es infinitamente más apetitosa.

En un golpe de genialidad, Jacob convirtió la caza de animales en un juego entre él y Renesmee – retándola a ver quién conseguía la primera presa, la más grande, el mayor número, y así sucesivamente. Y hasta ahora había funcionado magníficamente bien.

Ambos salen corriendo por la puerta trasera – Jacob pinchando a Renesmee ya con que él cazará al primer ciervo – y yo dejo escapar un suspiro de alivio. Con él convenientemente distraído durante unas cuantas horas, Carlisle y yo podemos ultimar algunos detalles, llamando a unos amigos suyos que residen en lo más profundo del Amazonas.

Un movimiento en mi visión periférica reclama mi atención y yo levanto la mirada mientras Bella se dirige hacia la entrada. “Voy con Renesmee y Jake,” dice alegremente por encima del hombro.

Sonriendo, le contesto, “Vuelve pronto.”

Ella me devuelve la sonrisa, “Siempre,” termina nuestra nueva despedida y sale como un rayo hacia el bosque mientras los copos de nieve empiezan a flotar en el aire helado.

Parece que sólo han pasado unos minutos desde que se han ido cuando de repente, mi teléfono vibra en mi bolsillo. Incluso sin el grito ahogado y la exclamación silenciosa de Alice, sé inmediatamente quién me está llamando. Tengo el teléfono abierto y en el oído antes de que haya terminado el primer tono. “Bella.”

Ella habla tan rápido que sus palabras fluyen en una corriente incesante y ansiosa, “Ven, trae a Carlisle. He visto a Irina y ella me ha visto a mí, pero después ha visto a Jacob y se ha puesto furiosa y ha salido corriendo, creo. No ha aparecido por aquí – todavía, en cualquier caso – pero parecía muy molesta, así que puede que lo haga. Si no es así, Carlisle y tú tenéis que ir detrás y hablar con ella. Me siento tan mal.”

Escucho un ruido de fondo. A través de su vínculo mental, Jacob les dice a Seth y Leah que vayan con Carlisle y conmigo hasta su posición; está preocupado por Renesmee.

“Estaremos allí en medio minuto,” le digo a Bella mientras me pongo en pie, Carlisle levantándose medio segundo después y salgo corriendo cuando cuelgo el teléfono.

Es sencillo encontrar el dulce aroma floral de Bella y lo sigo hasta el bosque. Seth me saluda mientras él y su hermana siguen a Carlisle. Como le he prometido, llego junto a mi mujer en treinta segundos – mi padre aparece en el pequeño claro poco después. Renesmee está a salvo en los brazos de su madre, estudiándonos con atención a todos nosotros. Bella señala un escarpado acantilado en el horizonte. “Estaba en ese saliente,” nos informa y luego se muerde el labio antes de comentar, “Tal vez deberíais llamar a Emmett y a Jasper para que vayan con vosotros. Parecía…realmente enfadada. Me gruñó,” concluye casi con tristeza.

Un rugido sale por mi boca en respuesta, “Qué?” La ira es intensa en mi voz y de repente siento la necesidad de encontrar a Irina y dejarle unas cuantas cosas claras. Mi prima hizo una mala elección al escoger a Laurent como pareja. Aunque siento que su muerte le cause dolor, no se merecía menos por amenazar a mi Bella. Si los lobos no hubieran aparecido aquel día…corto esa línea de pensamientos bruscamente. Bella está a salvo, estará conmigo para siempre y yo necesito concentrarme en el presente.

Me inclino de puntillas hacia delante, preparado para salir hacia el acantilado y seguir el rastro de Irina.

La mano en mi brazo me frena de lanzarme hacia los árboles. “Ella está sufriendo,” me recuerda Carlisle. “Yo iré tras ella.”

Inclino la cabeza a un lado y le lanzo una dura mirada, “Voy contigo.” afirmo, controlando mi voz, de forma que suena suave y tranquila.

Él me sostiene la mirada durante un largo minuto. Sé que estás enfadado con Irina, pero hay que reparar esta ruptura entre nuestra familia y la de Tanya. Cuando hablemos con ella, puedes ayudarme a entender sus razones para venir aquí, en primer lugar – pero sólo si puedes frenar tu irritación. Examina mi expresión una vez más y finalmente, asiente.

Corremos hacia el acantilado y lo escalamos rápidamente, encontrando trazas del aroma de Irina cerca de la cima. Cae en picado por el extremo opuesto y luego vira hacia el sudeste – dirección sur. Me impulso más rápido, dejando atrás a Carlisle, decidido a alcanzarla antes de que llegue al agua.

Pero no hay rastro de ella en la orilla helada. Abro mi mente y expando mi conciencia tanto como me es posible, escuchando atentamente en busca de su familiar voz mental, pero no percibo nada en absoluto.

Es una esperanza vana pero mi padre y yo nos sumergimos en la corriente, nadando hasta la orilla oriental. Tal vez podamos recuperar el rastro. Inspeccionamos cada árbol y cada helecho a lo largo de millas en cada dirección buscando algún rastro, pero sin resultado. Irina se ha ido.

Una vez de vuelta a la casa, Carlisle llama a Alaska y habla con Tanya. Ni ella ni Kate la han visto desde que vinieron a la boda y no entienden por qué Irina no volvería a casa después de pasar tan cerca de Denali.

“Es culpa mía,” murmura Bella después de que Carlisle se despida de Tanya y cuelgue el teléfono. “Alice dijo que vendría a arreglar las cosas con todos vosotros y yo lo he estropeado.”

“No, mi amor.” Le paso el brazo por los hombros, consolándola. “Esto no es culpa tuya.”

“Si la hubiera visto antes, antes de que Jacob entrara en fase…”

“No habría supuesto ninguna diferencia,” la interrumpo con dulzura pero decidido. “Irina hubiera reaccionado de la misma manera cuando hubiese visto los lobos.” Mirando hacia Alice, que está sentada con las piernas cruzadas en el sofá, le pregunto, “Puedes ver algo? A dónde ha podido ir?”

Alice aprieta dos dedos a cada lado de su cabeza, cerrando los ojos para aumentar su concentración. “No creo ni que ella misma lo sepa todavía,” murmura. Flashes de montañas cubiertas de nieve y abetos de color verde oscuro flotan en su mente. “Pero no va a volver a Denali – eso lo sé.”

A pesar de que los demás y yo mismo pensamos en Irina ocasionalmente mientras los días pasan, su visita inesperada se convierte en algo mucho menos importante. Bella pronto saldrá hacia Italia con Carlisle y, cuando vuelvan, todos emprenderemos un viaje hacia Sudamérica. Ese futuro inmediato significa mucho más para mí que el vagar errante de una vampira doliente. Las decisiones de Irina ya no pueden tener un gran impacto en nuestra familia. Lo más importante ahora es asegurar a los Volturi nuestra obediencia a su autoridad y descubrir las respuestas a nuestras preguntas sobre Renesmee. Ése es el futuro que importa.

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