lunes, 7 de diciembre de 2009

METAMORFOSIS. Capítulo 7: Mi Estrella

El siguiente capítulo de la obra de LivesAmongTheStars, METAMORPHOSIS, que por cierto acaba de concluír con la publicación ayer de la segunda parte del último capítulo. Si os animáis, os recomiendo acaloradamente que lo leáis en inglés y, ya de paso, le transmitáis al autor lo que os parece. Esto es para que todo el que quiera pueda conocer esta obra increíble, sin las barreras del idioma y lo hago lo mejor que puedo, pero siempre es mejor la versión original.
Como os he puesto antes, éste capítulo ha salido más rápido de lo normal (gracias a un pequeño accidente), no os preocupéis si el próximo tarda un poco más.
Que disfrutéis.


Capítulo 6

7. Mi estrella.

No había tenido que soportar este nivel de tedio desde que Bella se graduara en el instituto.

A lo largo de la prolongada visita de Charlie, oscilo entre dos extremos: la aguda tensión y el puro aburrimiento. Intento prestar atención al partido de fútbol – pero tiene poco interés para mí y además hoy Emmett está insufrible, haciendo comentarios zafios deliberadamente, bajo la apariencia de comentar el partido. Así que ignoro sus palabras y silencio sus pensamientos, que son considerablemente más ofensivos, y busco otra distracción.

Naturalmente, siempre gravito hacia Bella.

Ella continúa hecha un manojo de nervios, aunque de cara al exterior su apariencia es serena y relajada. Cuando empieza a llover, sus ojos, cubiertos por la película de color castaño, observan los patrones que dibujan las gotas de agua en los cristales de las ventanas y yo la observo a ella. Es la persona más fascinante que he conocido.

Me entretengo durante un tiempo que no sé precisar, inhalando su dulce aroma a Fresia, que provoca un cosquilleo en mi lengua al recordar el sabor de su piel – y después estudio los pensamientos que emergen fugazmente en su rostro en forma de corazón, preguntándome la motivación tras cada ligero movimientos de sus labios, cada lento parpadeo de sus ojos…

Debido a que la contemplo con tanta avidez, advierto inmediatamente cuando se disuelve el primer par de lentes, dejando expuestos los vívidos iris escarlata de Bella.

Le doy un golpe suave con la cadera y ella se vuelve para mirarme con expresión interrogante. En silencio, levanto la mano que tengo libre y acaricio con la punta de un dedo la piel, suave como un pétalo, por debajo de sus ojos, levantando las cejas para transmitirle el significado que esconde el gesto.

Sólo le lleva una fracción de segundo darse cuenta, y se tapa la boca con la mano para contener un jadeo. Me entrega rápidamente a Renesmee y se pone en pie de un salto, subiendo deprisa la escalera hasta el baño con la cabeza agachada para esconder los ojos. Pero no se tendría que haber molestado; Charlie apenas levanta la cabeza cuando ella abandona la habitación, aunque estoy casi seguro de que él está tan interesado en lo que está sucediendo en la pantalla como yo.

Bella regresa enseguida – casi demasiado rápido, si uno sigue el esquema humano – y se sienta a mi lado en el sofá, sus ojos de nuevo de una mediocre tonalidad marrón. En eso, estoy de acuerdo con mi hermana: el color chocolate sorprendentemente profundo de la mirada de Bella, y ahora de Renesmee, es mucho mejor que el camuflaje que proporcionan las lentes de contacto.

Rodeo con el brazo sus esbeltos hombros mientras Renesmee gatea de mi regazo a los brazos abiertos de Bella. Ambas miran distraídamente la lluvia y yo miro de reojo a la diminuta figura que está sentada lejos de todo el mundo.

Alice está algo encorvada, los codos en las rodillas y la cara descansando en las manos, mirando sin ver las vetas del suelo de madera. En su mente, imágenes borrosas de Charlie, Bella y nuestra familia se arremolinan como gotas de pintura en un vaso de agua – vagas y efímeras.

Todo saldrá bien, repite sin cesar. Ya no queda mucho – Charlie tiene otro compromiso…para cenar, creo. El tono de sus reflexiones es extrañamente amargo. Estúpidos perros, si pudiera ver bien…

Ella se pierde en sus visiones de nuevo y yo silencio sus pensamientos, uniéndome a mi esposa e hija en la observación de la ondulante cortina de lluvia.

Esperaba que el padre de Bella se fuera cuando terminase el partido pero, por supuesto, ya debería saber que no hay que dar nada por hecho cuando se trata de Charlie. Después de que Emmett intentara convencerle mínimamente, Charlie acepta quedarse a ver otro monótono evento deportivo.

Mientras la lluvia marca el paso del tiempo, reduciéndose a una fina llovizna cuando una brisa incesante lleva las nubes cargadas de agua hacia el oeste, los demás encuentran la manera de divertirse. Carlisle se dirige hacia las estanterías y retira una copia de Thoreau, recitando ya en su cabeza uno de sus sonetos preferidos. Poco después, Esme sale de la sala – para volver unos minutos más tarde con lápiz y papel, sus pensamientos centrados en esbozar ideas para la habitación de Renesmee en la cabaña. Por lo que puedo ver, su diseño va a ser absolutamente perfecto.

El segundo partido de fútbol termina, seguido de los comentarios y Jacob se queja para sí, Me muero de hambre. Poniéndose de pie, estira los brazos por encima de la cabeza y se dirige a la cocina. Los ruidos sordos de él rebuscando en la nevera – que está llena específicamente para el uso de los lobos y los intentos de mi padre de persuadir a Renesmee de que tome comida humana – se escuchan débilmente sobre las voces de la televisión.

Bella se disculpa otra vez, anticipándose a la pérdida de otro par de lentillas y me pasa a Renesmee – que se está quedando bastante grogui y aturdida – mientras se dirige al piso de arriba.

Es entonces cuando me las arreglo para llamar brevemente la atención de Charlie.

Renesmee frota la cara contra mi camisa, bostezando, y el momento me recuerda tanto a las muchas noches que pasé con Bella en su pequeña cama, que actúo inconscientemente. Apoyando la mejilla sobre sus rizos de color bronce, empiezo a canturrear la melodía que vino a mí mientras esperábamos a que Bella se despertara hace sólo unos días. Es sencilla – las notas fluyen con la calma de un arroyo tranquilo que atraviesa un claro en el bosque – y Renesmee suspira mientras sus pensamientos se vuelven imágenes borrosas, resplandecientes de color y llenas de los rostros de sus seres queridos.

Siento la mirada de él mientras un sordo estallido de emociones entrelazadas con recuerdos resuena en su mente.

Parece…alegrarse, aunque eso apenas tiene sentido para mí. Esperaba que no mostrara afecto por mi hija? He aceptado el hecho de que puede que él nunca confíe en mí en cuanto al corazón de Bella, aunque pasaré lo que le queda de vida intentando convencerle de lo contrario, pero me desprecia tanto como para pensar que no pondré todo mi empeño en ser un buen padre para Renesmee? Tal monstruo soy a sus ojos?

Edward. Edward, no se trata de eso en absoluto; deja de darle vueltas a algo que no existe, me transmite Jasper con fuerza, interrumpiéndome – mientras le doy vueltas – como él lo ha calificado tan elocuentemente. Miro hacia él, hecho un lío. Él continúa, Charlie se alegra porque parece que se te da mejor la paternidad que a él cuando nació Bella. Los ojos color topacio de Jasper se iluminan con un extraño entusiasmo. No lo entiendes? Está empezando a aceptarte, Edward. Va a llevar algo de tiempo…pero creo que vas a ser capaz de demostrar a Charlie que eres digno de Bella.

Parpadeo, sorprendido.

Por supuesto, no hay tiempo suficiente en toda la eternidad para que yo llegue a merecer a Bella – pero si existe la más mínima posibilidad de que Charlie me acepte, incluso me perdone por el daño que le causé a su hija tan irreflexivamente cuando me fui…sé lo feliz que eso le haría a mi Bella.

Mi mirada vuela a un lado, encontrándose con los ojos curiosos de Charlie durante un segundo antes de que él rompa el contacto volviendo a mirar la pantalla. No me lo va a poner fácil, lo sé – pero ahora que tengo esta esperanza, que sé que puedo redimirme a los ojos de al menos una persona que percibe que no soy humano – quizá algún día pueda mirarme al espejo y ver al hombre que Bella ama y no sólo al monstruo.

Ella, que ya ha vuelto del baño, se acurruca a mi lado y reclama a Renesmee. La pequeña está profundamente dormida y el aire se escapa silbando a través de su boca entreabierta. Abrazando a Bella una vez más, tomo nota de lo que sucede en la habitación.

Alice ha abandonado su posición junto a la entrada después de que su última visión – Bella despidiendo a Charlie en la puerta – la haya convencido de que todo saldrá bien y está sentada sin hacer nada en el último peldaño de la escalera. Jasper, aliviado de que el estrés se haya disipado de alguna manera de la casa, se une a su mujer con la mente cansada. Alice parece sentir su fatiga psicológica y le anima sin palabras a apoyar la cabeza en su regazo.

Rosalie tira a Emmett de la mano, quitándole el mando de la televisión y hace un gesto sensual con la cabeza para que le acompañe. Al instante, su mente se llena de imágenes capaces de avergonzar a cualquiera, y ambos se dirigen al pequeño hueco debajo de las escaleras. Sorprendentemente, por una vez los pensamientos de Rosalie no están en consonancia con los de su marido. Está planeando construir un castillo de naipes, compuesto exactamente por cincuenta cartas, que visualiza cuidadosamente apiladas sobre la mesa. Tendré que ver sus progresos más adelante esta noche.

Se escucha la cabecera de las noticias y Seth parece animarse. Se pone en pie, estirándose como Jacob y se dirige hacia la silla de Charlie. “Vas a dejar plantados a Billy y a mi madre, Charlie?” le pregunta con amabilidad, pasando por alto cuando Charlie se sobresalta al oír su voz. “Venga,” le anima, moviéndose para no dejarle ver la pantalla. “Bella y Nessie estarán aquí mañana. Vamos a por algo de papeo, eh?” Seth le ofrece una sonrisa alegre.

El jefe de policía le responde con una expresión dubitativa, pero un momento después, cede bajo la influencia de la sonrisa contagiosa de Seth. “De acuerdo…” dice entre dientes, apoyando las manos en los reposabrazos de la silla, “me voy.” Charlie se da impulso para levantarse, gruñendo mientras las vértebras se recolocan después de permanecer varias horas en la misma postura, y nos mira casi a regañadientes. “Supongo que es hora de que me largue,” comenta en voz baja.

“Te acompañaré hasta la salida,” se ofrece Bella enseguida. Manteniendo a Renesmee en sus brazos, se pone de pie rápidamente y sigue a Charlie y a Seth hasta la puerta principal.

Yo también me levanto, no queriendo parecer maleducado al permanecer sentado, y digo como despedida, “Ha sido un placer volver a verte, Charlie.” Mis palabras y el tono de voz que las acompaña son sinceros y espero que él sea capaz de advertirlo.

Él se detiene, ligeramente sorprendido, como siempre, de la educación con que le trato – y de repente tengo que disimular mi propia sorpresa cuando él me mira sin rechazo. Consigue dejarme aún más perplejo cuando responde con calma, “Lo mismo digo,” vacila durante una fracción de segundo, “Edward.”

Los ojos de Bella resplandecen mientras contempla nuestro intercambio de palabras, aunque su cara muestra claramente el asombro por el comportamiento de su padre.

Seth se da la vuelta en la puerta y le dice a Charlie, “Me reuniré contigo en casa.” Entonces le sonríe afectuosamente a Bella. “Te veré mañana?” Ella asiente y Seth la evalúa con sus agudos ojos oscuros, antes de levantar lentamente un brazo hacia ella para abrazarla. Bella no duda en pasarle el brazo que tiene libre por la cintura y Seth exclama de alegría mentalmente. Cuando ella se separa, Seth me hace un gesto con la mano. “Hasta mañana, Edward.” Baja trotando los escalones del porche y atraviesa el claro, acelerando el paso hasta la carrera una vez que supera la línea de árboles. Charlie se frota la nuca, sacudiendo la cabeza.

Mientras se acerca a Bella en el umbral de la puerta, yo me acerco lentamente hasta el piano. La melodía que le he estado tarareando a Renesmee aún flota en mi cabeza y puede que tenga una nueva idea para una composición – bueno, no algo nuevo sino la versión de otra pieza.

Me siento en el banco y empiezo a pasar los dedos por las teclas muy suavemente, dándoles la espalda a Bella y a Charlie, pero puedo distinguir fácilmente cada palabra.

Los pensamientos semi-ocultos de Charlie irradian una profunda desgana de abandonar la casa, unida al miedo de no volver a ver nunca a su hija después de esta noche. Seguro que Bella puede leer la incertidumbre en la postura que él adopta, sin moverse de la puerta y entonces le susurra, “No creo que debamos contarle a Reneé nada de todo esto.” Él vuelve a incorporarse y su estómago suena con fuerza. Probablemente no ha comido nada desde esta mañana.

Añado una línea de harmonía a la melodía, guardando las notas en mi memoria. Bella le da la razón con vehemencia, “Lo sé. No quiero que se ponga como loca. Es mejor protegerla. Esto no es para los débiles.”

Arrepentido, él le contesta, “Yo habría intentado protegerte también, si lo hubiera sabido.” Sonrío clandestinamente para mí. Sé por experiencia lo exasperante que puede llegar a ser proteger a Bella. Como un autoproclamado “imán para el peligro”, no ha dejado de ser un objetivo del destino desde el día en que llegó a Forks.

Supongo que es inevitable que terminara convirtiéndose en una vampira; es la única vía posible para que esté a salvo. Excepto de mí, por supuesto.

Charlie suelta una breve carcajada. “Pero creo que nunca has encajado en la categoría de los débiles, verdad?”

Puedo visualizar la sonrisa resplandeciente de Bella en mi cabeza y apenas puedo resistir la necesidad de darme la vuelta para verla por mí mismo. Por su propia voluntad, mis manos bailan por el piano y su nana flota sobre el sonido de las respiraciones, los latidos regulares del corazón de Charlie y el revoloteo delicado del pulso de Renesmee.

“Ya pensaré en algo,” le asegura Charlie a Bella. “Tenemos tiempo para hablar del tema, verdad?” pregunta, con aprehensión.

“Claro,” le promete ella, con seguridad.

Mientras me envuelven los familiares acordes de la nana, integro la nueva melodía en forma de contrapunto tintineante. Como la melodía que suena en la antigua caja de música dorada que perteneció a mi madre, es suave y etérea, y su presencia cambia el sentimiento de toda la composición.

Cuando compuse la nana, me llenaba un dolor indescriptible cada vez que la nota final quedaba suspendida en el aire – porque en aquel momento, estaba convencido de que no había futuro para nosotros. Ella era humana y merecía seguir así hasta que dejara este mundo…aunque se llevara mi frío e inmóvil corazón y el significado de mi existencia con ella.

Sin embargo, ahora que la música que ella inspiró está entretejida con la melodía de Renesmee, el dolor en mi pecho es sustituido por una intensa fuente de euforia, esperanza y amor. De pura felicidad.

Cambiando a una exuberante clave mayor, los acordes suenan como campanas mientras la melodía principal marca el ritmo, suavizando la pieza, y el contrapunto va ascendiendo – grácil y libre – en una corriente incesante de notas.

Qué hermosa…El mudo elogio y el suave suspiro de Esme me devuelven a la realidad y levanto la mirada hacia su rostro sonriente, devolviéndole la amplia sonrisa. Esto es lo que siempre he deseado para ti, Edward, me envía el pensamiento profundamente cargado de afecto. Eres feliz. Y no hay mayor alegría para una madre que ver a sus hijos experimentar la auténtica felicidad.

En contraste con las reflexiones extasiadas de mi madre, Charlie le farfulla a Bella, con una peculiar mezcla de acusación y jactancia en la voz, “Jake dice que os ibais a ir sin decirme nada.”

Bella le responde enseguida, conciliadora, “No quería hacerlo si existía la más mínima posibilidad. Por eso es por lo que seguimos aquí.”

Él arrastra los pies, el corazón acelerándose un poco, y el tono de sus pensamientos se endurece con una férrea determinación. “Dijo que os podríais quedar un tiempo,” continúa, hablando con firmeza, “pero sólo si soy lo bastante duro, y si puedo mantener la boca cerrada.”

“Sí…” Bella titubea, dudando sobre qué contestar. Después de una pausa mínima – demasiado breve para que Charlie advierta su incertidumbre – ella murmura, “…pero no puedo prometer que no nos vayamos nunca, papá. Es bastante complicado…” su tono decae, traicionando un matiz de dolor, cuando habla de irnos.

Si Charlie es consciente de ello o no, no está claro pero inserta un recordatorio silencioso, encubriendo su propio deseo de mantener a su hija cerca de casa, “Sólo lo necesario.”

“De acuerdo,” acepta ella, suspirando aliviada.

“Pero, vendrás de visita,” dice vacilando, “si tenéis que iros?”

Ella inmediatamente le promete en voz baja, “Te lo prometo, papá. Ahora que sabes justo lo necesario, creo que esto puede funcionar.” A juzgar por los brillantes destellos de esperanza que iluminan sus palabras, ella desea que esto funcione tanto como Charlie – y añade, sintiendo esa esperanza, “Estaré tan cerca como tú quieras.”

La indecisión y la nostalgia luchan brevemente entre sí en la confusa mente de Charlie y después, ambas emociones se desvanecen bajo una oleada de firme resolución mientras el suave crujir de la tela y un sobresalto en su pulso se filtran a través de la incesante melodía que procede del instrumento bajo mis dedos.

Captando el hilo de ideas en la mente de mi hermana, observo a través de sus ojos cómo Charlie se inclina para abrazar a Bella y ella le pasa un brazo por la cintura con mucho cuidado, con la carita de Renesmee apoyada contra su hombro. “Mantente cerca, Bells,” le dice su padre en voz baja, “cerca de verdad.”

Bella aprieta los dientes con un ruido sordo, armándose de valor para resistir la tentación de su proximidad – y cierra los ojos con fuerza. “Te quiero, papá,” susurra con profundo sentimiento.

A él se le eriza el pelo de la nuca, ya sea en respuesta al frío de su aliento o al miedo instintivo que la cercanía de los de nuestra especie despierta en los humanos – aunque la propia Bella es la excepción a esa regla, por supuesto.

Él se estremece y se aparta, intentando parecer despreocupado. Bella enseguida deja caer el brazo, balanceándose hacia atrás sobre los talones para dejar un poco más de espacio entre ellos. Charlie esboza una sonrisa, “Yo también te quiero, hija,” le dice con sinceridad. “Sea lo que sea que haya cambiado, eso no lo ha hecho.” Mira hacia abajo y la expresión de sus ojos oscuros se suaviza mientras toca suavemente con la punta del dedo la mejilla regordeta y sonrosada de Renesmee. “En serio, se parece un montón a ti,” dice en un susurro.

La ternura florece en mi pecho. Y me alegro de que Charlie y yo seamos lo bastante perceptivos como para advertir el parecido evidente de Renesmee con su madre – que no es pequeño, en mi opinión.

Los labios llenos de Bella tiemblan un poco, en sus ojos aparece un extraño resplandor. Ella controla su expresión medio segundo después, aunque no puede ocultar del todo la oleada de emoción en la mirada que le dedica a su padre, que sigue mirando con cariño al bebé dormido en sus brazos.

“Creo que se parece más a Edward,” contesta, y siento contraerse mi boca en una mueca. Incluso como inmortal con unos sentidos agudizados y una mente superior, Bella sigue siendo inexplicablemente poco observadora en lo que se refiere a su impacto único en el mundo y la gente que le rodea.

Ella siempre me ha idealizado – llamándome su ángel, su ojos maravillados cada vez que veía mi piel brillando como un prisma a la luz del sol – cuando yo soy el único que ha sido bendecido sin merecerlo con el milagro de su luz, su amor en mi vacía e infinita existencia. Ella es mi ángel, transformando la tierra yerma en que se había convertido mi mundo en un paraíso, devolviendo a la vida con su mera presencia, las partes de mí que nunca supe que existían. Pero ella no se ve a sí misma de esa manera.

Cree que Renesmee ha heredado su exquisita belleza únicamente de su ascendiente vampírico porque ella nunca ha entendido lo que yo, y la mayor parte de la población masculina del instituto de Forks, veo cuando ella aparece. Nuestra hija podrá tener mi color de pelo, pero cada vez que la miro, veo una réplica en miniatura del rostro perfecto de mi Bella – incluidas las mejillas sonrosadas y los ojos grandes de color marrón chocolate.

Bella interrumpe mis reflexiones comentándole a Charlie casi con timidez, “Tiene tus rizos.”

Él se echa hacia atrás, sorprendido, y después resopla con incredulidad, “Huh, supongo que sí,” aparta la mano de la piel de la pequeña y se frota la nuca en un gesto automático, avergonzado. “Huh,” refunfuña otra vez. “Abuelo.” Sacudiendo la cabeza sin dar crédito, levanta la vista y se encuentra con la mirada de Bella por un instante, antes de que Renesmee robe su atención otra vez. “Voy a poder cogerla alguna vez?” aunque suena más como una suave reprimenda.

Ella parpadea, sorprendida, y después mira a nuestra hija, valorando si será seguro o no. Aparentemente, decide a favor de Charlie, ya que le dice con dulzura, “Toma,” y levanta el cálido peso de Renesmee, separándola de su hombro. La pequeña suspira en sueños mientras Charlie forma una cuna con los brazos y Bella la deposita en ellos con cuidado.

Cuando Bella se retira completamente, su padre murmura entre dientes, “Es…maciza.” Gruñe en voz muy baja, cambiando un poco los brazos de sitio. Renesmee sigue profundamente dormida, con la boca entreabierta con su respiración lenta y regular.

Al ver el ceño fruncido de Bella, rápidamente se corrige, “Maciza es algo bueno,” mira a su nieta, arrugando en una mueca su rostro curtido, mientras farfulla, “va a tener que ser dura, con toda esta locura a su alrededor.” Su expresión se suaviza un momento después y empieza a mecerse de un lado a otro, con una sonrisa cargada de afecto tirando de una de las comisuras de su boca. “El bebé más bonito que he visto, incluida tú, hija.” Se encoge de hombros, con un leve arrepentimiento, echándole un rápido vistazo a Bella, “Lo siento, pero es la verdad.”

Ella asiente – como yo sabía que haría, “Lo sé.”

Charlie vuelve a prestar atención a Renesmee. “Bebé precioso,” le canturrea, haciendo con su cálido aliento que pequeños mechones de pelo color bronce le cosquilleen en la frente y ella se acurruca a gusto en su pecho. “Puedo volver mañana?” ruega, aún balanceándose en un suave movimiento sobre las puntas de los pies.

“Claro, papá, por supuesto que sí.” Bella sonríe mientras le observa, y afirma, “Aquí estaremos.”

“Más os vale.” Hay un matiz de advertencia en su voz pero su expresión es increíblemente tierna mientras continúa contemplando a Renesmee. “Hasta mañana, Nessie,” susurra. Mis manos se detienen durante una fracción de segundo sobre las teclas del piano, preparándome para la arremetida.

“Tú también, no!”

Charlie levanta la cabeza de golpe, sorprendido por el repentino estallido de Bella y capta la expresión lívida de su rostro con ojos desconcertados, “Huh?”

Bella hace un esfuerzo visible por recuperar la compostura, apretando los dientes. Su pecho se expande como si estuviera a punto de coge aire – pero parece pensárselo mejor y aprieta los puños por detrás de la espalda. Ella habla lentamente, con palabras concisas pero sin estar furiosa, “Su nombre es Renesmee. Como René y Esme juntas. Sin diminutivos.”

Jasper gira la cabeza sobre las rodillas de Alice, evaluando las emociones de Bella con su don, pero su cara sigue completamente libre de preocupaciones y sus pensamientos son benévolos. Alice debe haber compartido con él su visión de Charlie saliendo indemne de la casa.

“Quieres oír su segundo nombre?” le pregunta Bella. El timbre como de campanillas ha vuelto a su voz y la pregunta fluye con más naturalidad de sus labios – aunque el fuego persiste en su mirada serena, habiéndose enfriado sin llegar a extinguirse del todo.

“Claro,” le contesta Charlie. Sospecho que la curiosidad en sus ojos tiene que ver más con el temperamento voluble de su hija que con el segundo nombre de su nieta.

Una sonrisa se insinúa en los labios de Bella. “Carlie,” le anuncia. “Con C” Relaja las manos y las coloca por delante de su cuerpo, con los dedos entrelazados. El movimiento me parece tímido, de alguna forma, aunque la razón tras esa respuesta se me escapa. Después de que yo “cambiara de idea”, como lo calificó Bella, respecto a la inminente llegada de nuestro bebé, ella expresó su deseo de llamarle como nuestros padres. Yo estuve de acuerdo inmediatamente. No hace falta decir que Esme entró en éxtasis cuando supo que Renesmee había sido bautizada así pensando en ella. Sin embargo, no le dije a mi padre que él iba a tener el mismo reconocimiento.

Sintiendo algo de curiosidad, me concentro en la mente de Carlisle, dejándome llevar momentáneamente por el tranquilo fluir de su voz mientras recita a Thoreau, “Mientras en la penumbra antes del amanecer, los primeros pájaros se despiertan” – al tiempo que Bella explica en voz baja, “Como Carlisle y Charlie juntos.”

Oh! Mi padre se interrumpe en medio de la séptima estrofa y sus ojos dorados muy abiertos vuelan hacia los míos. Con una sonrisa torcida, asiento con la cabeza y paso de la reinterpretada nana de Bella a la melodía que compuse para ilustrar el amor que vi florecer entre Esme y él.

La cara de Carlisle se ilumina y sus pensamientos están radiantes de orgullo, amor y gratitud mientras Charlie le sonríe a Bella. “Gracias, Bells” le dice, desmesuradamente complacido.

“Gracias a ti, papá.” Le contesta Bella con seriedad, su mirada intensa. “Todo ha cambiado tan rápido. Mi cabeza no para de dar vueltas. Si no te tuviera conmigo ahora, no sé cómo me mantendría unida –“ se detiene y rápidamente continúa, “a la realidad.”

Una ola de frustración demasiado familiar me inunda, aunque consigo ignorarla…hasta cierto punto. Tengo clarísimo que Bella ha estado a punto de decir otra cosa y ha cambiado de idea en el último momento. Me pregunto si alguna vez llegaré al punto en nuestra relación, en que sus silenciosos pensamientos ya no me asolen con una curiosidad más abrasadora que la sed. Con toda probabilidad, nunca llegará ese día.

El estómago de Charlie ruge con fuerza, protestando por la falta de comida, y Bella suelta las manos. “Ve a cenar, papá. Seguiremos aquí.” Es imposible dudar de su honestidad y Charlie se acerca, ayudando todo lo que puede mientras Bella reclama a nuestra hija.

Él vuelve a retroceder un paso y se queda en el umbral de la puerta, pasando la mirada por la espaciosa habitación, tomando nota de nuestras diversas actividades. Su percepción debe ser más aguda de lo normal en un humano, porque detecta el sutil cambio en la atmósfera – el abandono casi imperceptible de la fachada perfectamente elaborada de mi familia – y se estremece. Trata de esconder la reacción involuntaria sacudiendo la cabeza y apoyando una mano en el marco de la puerta. “Hasta mañana, Bella.” El ceño levemente fruncido ensombrece su expresión mientras la mira de arriba abajo con ojos críticos. “No es que no tengas…buen aspecto, en fin,” se encoge de hombros, resignado, “me acostumbraré a ello.”

“Gracias, papá.”

Él le hace un gesto con la cabeza y sale por la puerta, caminando lentamente hasta el coche patrulla. Observo a través de la ventana hasta que su coche es engullido por el denso cúmulo de hojas color esmeralda, escuchando el sonido de las ruedas al pasar del ruido sordo de la tierra aplastada a la suavidad del afsalto húmedo y miro rápidamente por encima del hombro.

Bella sigue de pie en la entrada con la puerta abierta y una expresión de profundo asombro en su rostro en forma de corazón. Parpadea por primera vez en varios minutos y suena un siseo apenas audible con el que desaparece el velo marrón, corriente y carente de atractivo, de sus ojos muy abiertos. Cuando Renesmee se acurruca en sus brazos, ella susurra impresionada, “Guau”

Doy la vuelta al banco negro pulido y me pongo en pie, corriendo a su lado en menos de un segundo. Rodeo su cintura con los brazos, su espalda presionando ligeramente mi pecho e inspiro profundamente. La sensación de su cuerpo contra el mío y el aroma único de su piel consiguen aliviar un dolor en lo más profundo de mi ser del que no era consciente. Apoyo la barbilla en su hombro y susurro con auténtico placer, “Me lo has quitado de la boca.”

“Edward, lo conseguí!” exclama llena de alegría.

“Sí,” le contesto, inmensamente orgulloso y abrazo con más fuerza su esbelta figura. “Has estado increíble. Toda esa preocupación por cuando fueras una neófita y luego te lo saltas todo de golpe.” Se me escapa una risa contra el cabello oscuro de Bella. Deseo desesperadamente besar la curva de su cuello pero me contengo. Por poco nos perdemos en aquel último beso, así que habrá que esperar hasta que estemos solos – y entonces, no habrá interrupciones.

Hablando de interrupciones, Emmett grita desde debajo de las escaleras, “Ni siquiera estoy seguro de que sea realmente una vampira, mucho menos una neófita,” se ríe por lo bajo y añade, “es demasiado dócil.” En serio, chaval – aparentemente, no puede resistirse a incluirme a mí en sus bromas – os lo habéis pasado bien esta noche? o sois demasiado virtuosos para eso?

Silencio sus pensamientos, empujándolos a un lado enérgicamente, mientras deseo hacer lo mismo con su cráneo y reprimo el rugido que empieza a surgir en mi pecho. Bella, por otro lado, hace muy poco por frenar su irritación. Se pone rígida a mi lado y gruñe a través de los dientes apretados, con un sonido grave y peligroso.

Eso sólo sirve para espolear a Emmett. Con un risita, él le contesta en tono de burla, “Ooooh, qué miedo.”

Ella sisea, el sonido amenazante vibrando en su garganta, y Renesmee se revuelve en sus brazos. Abriendo la diminuta boca en un gran bostezo, la pequeña parpadea con sus largas pestañas y mira a su alrededor medio dormida. Frunce el ceño, confundida. Una imagen de Charlie se materializa en su mente y olfatea, buscando su aroma. Apoya una mano en la mejilla de Bella, mostrándole la imagen con un tono de interrogación.

Bella modera instintivamente su expresión de enfado antes de encontrarse con la mirada de nuestra hija y sonríe con dulzura, contestándole, “Charlie volverá mañana.”

“Excelente,” dice Emmett, confiriendo un tono malicioso a su voz y puedo imaginar perfectamente la sonrisa engreída que debe tener en la cara. Se ríe con regocijo, ideando ya comentarios cargados de dobles sentidos que dejar caer en las conversaciones, y esta vez se le une Rosalie – ella nunca podría perder la oportunidad de reírse de alguien. Sobre todo, de mí.

De repente, surge una idea errante de algún lugar recóndito de mi mente. Frunzo los labios mientras considero todas las implicaciones de esta idea si sigue adelante, y Renesmee se asoma por el hombro de Bella para mirarme con curiosidad, mientras las ideas dan vueltas en mi mente. Estoy evitando a propósito que la idea se convierta en una decisión firme; si el futuro inmediato se consolida, puede arruinarme la oportunidad de devolvérsela a mi hermano.

Como esperaba, mi hermana capta la confusión que estoy creando en el tiempo. Edward…? Edward, de qué se trata? pregunta, mientras su visión se vuelve más sombría y oscura y mira fijamente mi espalda desde su sitio en las escaleras. Qué estás intentando decidir?

Ignorando sus preguntas, suelto la cintura de Bella y doy la vuelta para colocarme frente a ella, mirando por encima de su cabeza al pequeño espacio bajo las escaleras. “Qué poco inteligente, Emmett” comento desdeñosamente. Mientras los pensamientos de él se ofuscan momentáneamente, por la perplejidad, extiendo las manos hacia Renesmee.

Ella me observa con una mirada limpia y profunda, mientras Bella frunce el ceño, vacilando mientras examina mi expresión. Sosteniéndole la mirada, le guiño un ojo y elevo una comisura de la boca en una sonrisa torcida.

Aunque sigue mirándome confundida, me pasa a Renesmee y nuestra hija se acomoda a gusto en mis brazos, apoyando sus manitas en mi pecho.

“A qué te refieres?” exige Emmett finalmente. Su voz sigue sonando alegre, pero sus pensamientos están alborotados con un vago sentimiento de aprehensión. Esto es entre mi nueva hermanita y yo, Edward, insiste. No es culpa mía que estés incluido en el pack por casualidad.

Entrecierro los ojos con sorna. “Es un poco torpe, no crees?” le digo, enarcando una ceja, “enfrentarse al vampiro más fuerte de la casa.”

Su respuesta es un fuerte resoplido de burla. “Por favor!” grita con sarcasmo e incredulidad, echando la cabeza hacia atrás para lanzar una carcajada al techo.

“Bella,” vuelvo mi mirada hacia ella, el desdén en mi cara desapareciendo en una expresión llena de amor, con un matiz travieso – y Emmett se calla al instante, escuchando con atención, “recuerdas, hace unos meses, cuando te pedí que me hicieras un favor cuando fueras inmortal?”

Bella adopta una expresión pensativa al repasar sus borrosos recuerdos humanos mientras la mía evoca cada detalle con precisión cristalina.

Bella se sentó en la encimera de la cocina, balanceando un poco las piernas como una niña pequeña y se inclinó hacia mí. Tenía su hermoso rostro aún ruborizado por nuestro beso y su calidez traspasaba mi ropa, inundando mi cuerpo de un exquisito calor.

Le estaba explicando en voz baja por qué los neófitos tienen una fuerza tan extraordinaria durante su primer año como vampiros – la sangre humana que quedaba en su organismo alimentaba la fuerza de sus nuevos cuerpos.

Ella preguntó con su siempre presente curiosidad, “Cómo de fuerte seré yo?”

La miré de reojo, sonriendo a pesar de que una parte cada vez más débil de mi conciencia lamentaba la inminente pérdida de su humanidad. “Más fuerte que yo,” le dije sinceramente.

Sus ojos color chocolate se iluminaron, “Más fuerte que Emmett?”

Mi sonrisa creció. Alice había recibido recientemente un destello de Emmett enfurruñado y Bella regodeándose en su victoria, sus vívidos iris escarlata brillando con expresión triunfal. Estaba increíblemente interesado en ver cristalizarse esa visión en particular. “Sí, hazme un favor y rétale a un pulso. Le vendrá muy bien la experiencia.”

Ella se rió, el sonido brillando en el aire como piedras preciosas, y apoyó la cabeza durante el más breve instante en mi hombro. No quise que nos moviéramos de ahí durante el resto de la tarde.

“Oh!” deja escapar Bella en un jadeo, con la misma luz en sus ojos que en mi recuerdo y trabajo duramente para mantener mi expresión neutral bajo la aguda mirada de mi hermano.

lLa visión borrosa en la mente de Alice se aclara de inmediato y ella suelta una risa aguda y tintineante. Esto va a ser divertido! exclama mentalmente, saltando un poco en su asiento por la excitación.

Qué pasa? Jacob se asoma desde la puerta de la cocina, las mejillas abultadas por la comida y un puñado de alguna sustancia maloliente en su enorme mano.

Girando la cabeza para mirar por igual la sonrisa alegre de mi hermana y la expresión petulante que no consigo disimular en mi rostro, Emmett gruñe, “Qué?”

Los resplandecientes ojos de Bella se concentran en mí, entreabriendo los labios con asombro, “De verdad?” formula la pregunta con un tono que transmite una extraña mezcla de incredulidad y anticipación.

“Confía en mí.” se dibuja en mis labios su sonrisa torcida favorita. El resultado que Alice y yo hemos visto a través de su don es sólido como una roca – todo lo que Bella tiene que hacer es creer en sí misma.

La observo con ternura mientras ella respira profundamente y se cuadra de hombros, irguiendo mínimamente la barbilla. Da la vuelta ágilmente, colocándose de frente a la escalera, y su mirada se endurece con determinación. “Emmett,” le llama, “qué te parece una pequeña apuesta?”

Su expresión se enciende con un brillo salvaje y exuberante y se pone en pie de un salto. “Genial,” ahora estamos llegando a algún sitio! “suéltalo.”

Alice grita para sus adentros palabras de ánimo cuando Bella se muerde el labio por un segundo, la incertidumbre estropeando su expresión confiada. Emmett percibe de inmediato su vacilación y levanta las cejas, insinuando, “A no ser que te dé miedo…?” dice, cruzándose de brazos mientras la mira con sus ojos color topacio llenos de humor.

Bella levanta aún más la barbilla y se endereza, tratando de parecer dura bajo la sombra de mi enorme hermano. “Tú. Yo. Un pulso. En la mesa del comedor.” Abre un poco más sus brillantes ojos escarlata, “Ahora.”

Una enorme sonrisa aparece en la cara de Emmett, a punto de romperle las mejillas, y Esme reprime un jadeo asustado, sus pensamientos llenos de preocupación. Oh, no…Edward! Edward, acabará hecha pedazos!

Un destello de imágenes de astillas de caoba y la expresión horrorizada de mi madre estalla en mi mente y Alice se me adelanta al decir rápidamente, “Eh, Bella, creo que Esme le tiene mucho cariño a esa mesa. Es una pieza de anticuario.”

Esme se relaja, sus manos dejan de moverse nerviosamente y dibuja con los labios, “Gracias.”

Nada de esto estropea el humor de Emmett – o su absurda sonrisa. “Ningún problema.” Se dirige hacia la puerta trasera, haciendo un gesto con la mano para que le sigamos, “Por aquí, Bella.”

Nos conduce hasta un grupo de piedras de granito junto a la orilla del río. El resto de nuestra familia nos sigue detrás mientras nos dirigimos hacia la tranquila corriente, sus pensamientos una cacofonía de alegría, curiosidad y diversión. Lanzo una rápida mirada de reojo hacia Bella; ella mira hacia delante decidida, aunque unas pequeñas líneas arrugan su frente lisa, como si estuviera librando una batalla interna en su mente.

Abro la boca para ofrecerle un voto de confianza – cuando el sonido de mi nombre hace que me detenga durante una fracción de segundo. Bella continúa sin mirar atrás mientras Jacob pasa trotando con los pies desnudos a mi lado.

Bella va a echar un pulso? Eso tengo que verlo. Reanudo la marcha; él se adapta rápidamente a mi ritmo y Renesmee le dedica una sonrisa deslumbrante. Jacob estudia a Bella y a Emmett mientras continúan delante de nosotros, reflexionando sobre la competición que se avecina y entonces me lanza una mirada furtiva. Puede ganar? me pregunta.

Me limito a poner los ojos en blanco e inclinar la cabeza unos pocos milímetros. La sonrisa que se dibuja en los labios de Jacob podría rivalizar con la de Emmett. Se ríe entre dientes, casi en silencio, y comenta mentalmente, Genial.

Sumamente arrogante en cuanto a su fuerza física, Emmett se siente completamente tranquilo mientras apoya el codo sobre la piedra de superficie más plana y le saluda a Bella con la mano, aún sonriendo con evidente placer. Ella mantiene una expresión serena, aunque su mirada recorre volando la masa de músculos en su brazo flexionado.

Me detengo a unos cuantos metros de ellos y los demás forman un semicírculo alrededor del área, con los ojos clavados en ambos contendientes. Dando la vuelta hasta el lado opuesto de la improvisada mesa, Bella imita la postura de mi hermano y dice con voz seria y cortante, “Vale, Emmett. Si yo gano, no podrás decirle una palabra a nadie sobre mi vida sexual, ni siquiera a Rose. Ni indirectas, ni insinuaciones – nada.”

Él entrecierra los ojos peligrosamente. “Trato hecho.” Entonces, añade sus propias condiciones. “Si gano yo, será mucho peor.” Una expresión verdaderamente diabólica aparece en su rostro cuando Bella toma aire, sorprendida. Sabes que no me tiro faroles, hermano, me dice a mí. Estás seguro de que quieres que ella siga adelante con esto?

Venga, Bella…no dejes que te afecte! Puedes hacerlo! Alice grita alegre en su cabeza y Jasper coloca la mano en su nuca para tranquilizar sus sobreexcitados nervios. Ella le fulmina con la mirada; él deja caer la mano hasta su espalda – tan sólo tocándola, sin controlar sus emociones.

Bella mira a Emmett con los ojos muy abiertos, una punzada de aprehensión recorre su rostro y él aprovecha la oportunidad para burlarse de ella, “Te vas a echar atrás tan fácilmente, hermanita?” sacude la cabeza con fingida decepción. “No tienes mucho espíritu salvaje, vedad? Apuesto a que esa cabaña no tiene ni un arañazo.” Riéndose escandalosamente, el sonido rebotando en las rocas marrón-grisáceas, dice entre carcajadas, “Te ha contado Edward cuántas casas destrozamos Rose y yo?”

El fuego se enciende en su mirada y ella aprieta la mandíbula con un sonido brusco. Mirando a Emmett con expresión amenazante, le agarra la mano abarcando menos de la mitad de su palma con sus finos dedos y masculla a través de los dientes apretados, “Uno, dos…”

“Tres.” Con un gruñido, Emmett empuja contra su mano, contrayendo los bíceps por el esfuerzo. Bella permanece inmóvil; la expresión amenazadora de su rostro flaquea un poco por la sorpresa y mira fijamente su mano maravillada, una débil sonrisa dibujándose en sus labios.

Emmett ruge, un ruido grave y profundo que sale de su pecho y frunce el ceño con fiera concentración. Una sarta de blasfemias resuena en su cabeza cuando Bella no cede ni un milímetro. Él se impulsa con todo su cuerpo mientras los segundos pasan y la sonrisa de Bella se vuelve más pronunciada.

De repente, ella dobla infinitesimalmente su brazo de apariencia engañosamente frágil y Emmett casi sufre un shock cuando su mano retrocede un centímetro. Unas carcajadas, seductoras y adorables, brotan de sus labios y el sonido es tan delicioso que no puedo evitar reírme con ella. A mi lado, Jacob deja escapar una risotada, con los ojos oscuros brillando de alegría. Un gruñido indignado atraviesa el sonido de las risas; Emmett le enseña los dientes a Bella – pero ella le sonríe con dulzura, recordándole con voz serena, “Mantén la boca cerrada.”

Con un movimiento despreocupado de la muñeca, aplasta su mano contra la roca.

Un sonido como de trueno reverbera desde la roca hasta el bosque a nuestro alrededor, asustando a un pájaro que estaba posado sobre la rama de un abeto y Renesmee pega un salto en mis brazos. Yo la abrazo con fuerza mientras todos miramos cómo el bloque de granito se estremece y un trozo irregular se desprende del resto y cae al suelo. Golpea de lleno en el pie de Emmett, partiéndose en dos en el proceso y Bella se ríe por lo bajo, liberando su mano con una sonrisa triunfante. Me río en silencio ante su diversión y de la expresión colérica y desanimada de mi hermano, mientras Jacob se tapa la boca, resistiendo el impulso de partirse de risa.

Enseñando los dientes con una mueca, Emmett lanza un fragmento de la roca a través del río de una patada. Gira en el aire como una hélice, partiendo un arce en dos y después se detiene contra el tronco grueso de un anciano abeto. Una bandada de pájaros sale de sus ramas, graznando alarmados. El árbol se balancea peligrosamente – y se derrumba con un crujido, hasta quedar apoyado en un pino silvestre vecino en un ángulo extraño.

Una vez el clamor ha cesado, Emmett le lanza una mirada furibunda a mi mujer, “La revancha,” le espeta, “mañana.”

Bella tiene una sonrisa condescendiente, sus ojos color rubí iluminados por la alegría de la victoria. “No se va a apagar tan rápido,” le informa, negando con la cabeza. Después, le sugiere provocadora, “Quizá tendrías que darle un mes.” Su sonrisa se inclina a un lado, convirtiéndose más en un gesto engreído y aparece un pequeño hoyuelo en su barbilla.

Emmett ruge, sonando exactamente igual que los osos irritables que le gusta cazar, y vuelve a enseñarle los dientes, “Mañana,” le gruñe.

La expresión de ella pasa de traviesa a absolutamente angelical en un parpadeo. “Hey,” le dice con voz agradable y desenfadada, encogiéndose de hombros, “lo que te haga feliz, hermano mayor.”

Mientras una impresionante colección de obscenidades inunda sus pensamientos, Emmett golpea con los puños el bloque de granito como un niño que sufre una rabieta. La roca se hace pedazos bajo la fuerza de sus golpes, lanzando una nube de polvo y una lluvia de esquirlas grises al suelo. Gira sobre sus talones y sale hecho una furia hacia los árboles – sin duda, para lamerse las heridas en su ego durante lo que queda de noche. Rosalie se pregunta si debería seguirle, pero decide que no, de momento. Emmett muestra su temperamento en muy raras ocasiones, pero cuando lo hace, el único consejo lógico que tenemos que seguir los demás es “ten cuidado”.

La marcha de mi hermano sólo captura mi atención unos segundos hasta que mi mirada vuelve a Bella. Una fascinación evidente ilumina su pálido y delicado rostro mientras mira a la roca que tiene frente a ella, separando los dedos sobre su arenosa superficie y, después de un momento de vacilación, hunde lentamente la mano en la piedra. Sus ojos escarlatas brillan aún más y levanta un puñado de roca aplastada, inspeccionándolo con una débil sonrisa. “Alucinante,” murmura para sí misma.

En sus labios se dibuja una enorme sonrisa. De manera inconsciente, imito su expresión, observando ávidamente mientras ella se gira rápidamente y golpea la roca con el canto de la mano, en una representación sorprendentemente realista de un movimiento de karate. Con un sonido grave, la piedra tiembla y una nube de polvo surge de una grieta que se abre en el bloque, dividiéndolo en dos.

Las carcajadas bailan en la ligera brisa que agita el pelo de Bella mientras termina de demoler jugando el resto de la piedra, utilizando las manos y los pies para romper el granito en fragmentos diminutos. Después de cada golpe, ella se echa a reír por lo bajo – como la risa de un niño travieso.

Me uno a su alegría, riéndome con ganas mientras ella disfruta de su recién descubierta fuerza y una vez que he empezado, Jacob se une, su rostro cobrizo poniéndose rojo mientras se carcajea de las tonterías de su mejor amiga. Los hombros de Carlisle se agitan en una risa silenciosa y el tono de sus pensamientos refleja su profunda alegría porque ahora tenga a mi pareja para amarla durante toda la eternidad mientras Esme se tapa la boca con la mano para sofocar sus propias risitas.

Rosalie resopla, esbozando una sonrisa reticente y niega con la cabeza. Se sacude la rubia melena y se desliza en silencio hacia el bosque, decidida a encontrar a su marido. Cuando se empiezan a materializar en su cabeza las ideas para hacer olvidar a Emmett su derrota, bloqueo apresuradamente sus pensamientos, antes de que las imágenes mentales se vuelvan demasiado nítidas.

Jasper absorbe nuestro buen humor como una esponja, todo el tiempo con una amplia sonrisa y Alice, bueno, es Alice. Está entusiasmada y su aguda risa resuena por todo el claro.

De repente, un sonido nuevo flota sobre el coro de diversión. Unas risitas efervescentes que suenan como campanillas en una fría mañana de invierno surgen de la diminuta boca de Renesmee, las mejillas de un rosa brillante mientras observa el comportamiento juguetón de su madre con sus brillantes ojos castaños.

Todo el mundo se queda en silencio; seis pares de ojos anonadados, se vuelven para mirar al bebé que tengo en brazos y Bella se detiene a medio golpe, mirando a nuestra hija asombrada. Enderezándose, se sacude el polvo de las manos y me mira, con los ojos color rubí muy abiertos por la sorpresa. “Se acaba de reír?”

“Sí,” le digo con una sonrisa torcida. Renesmee sonríe en respuesta, y su mirada vuela de uno a otro, recordando a Bella al la roca y la felicidad que eso parece haber despertado en ella.

Jacob resopla en voz baja, “Quién no se estaba riendo?” dice entre dientes, poniendo los ojos en blanco. Bella estaba haciendo el payaso de verdad, añade mentalmente.

Yo le miro de reojo, con una sonrisa en los labios. Aunque las circunstancias en las que Jacob se ha unido a nuestra familia no son las que yo habría elegido, hablaba en serio cuando le dije hace unos días que le consideraba un hermano, un camarada. Y a pesar de nuestro…desacuerdo sobre la situación de Charlie, no puedo cambiar el hecho de que se ha convertido más o menos en una parte integrante de nuestras vidas – y sigo estando en deuda con él por la protección que le proporcionó a Bella durante aquellos meses agónicos en los que estuvimos separados.

Mi sonrisa crece, y le golpeo con cuidado en las costillas con el codo, bromeando cordialmente, “No me digas que tú no te dejaste llevar un poco en tu primera carrera, perro”

La sorpresa rápidamente da paso a la alegría en su rostro cuando se da cuenta de que estoy bromeando con él como lo haría con cualquiera de mis hermanos, y levanta las cejas con una gran sonrisa. “Eso es distinto,” se justifica, dándome un suave puñetazo en el hombro. De reojo, veo cómo Bella abre la boca sin dar crédito a la camaradería entre Jacob y yo. Desearía poder ver sus ojos – son mi única ventana a sus pensamientos – pero Jacob sigue hablando. Haciendo como que habla en serio, explica, sus ojos oscuros relucientes y llenos de humor, “Se supone que Bella es adulta. Esposa y madre y todo eso. No debería comportarse con algo más de dignidad?”

Le miro, dudando, mientras Renesmee frunce el ceño, formándose una pequeña arruga en el diminuto espacio entre sus cejas. Ella me toca la mejilla con una manita abrasadora y me enseña su recuerdo del juego de Bella, centrándose en la euforia desenfrenada en el rostro de su madre. Ella impregna la imagen de una intensa sensación de placer – y entonces la visión cambia bruscamente, como si pasara la hoja de un libro. Renesmee repite las palabras de Jacob y transmite su enfado por sugerir que Bella deje de pasárselo bien. Le gusta ver a su madre reír. Le hace feliz. Parece que nos une un vínculo en cuanto a eso también.

“Qué es lo que quiere?” Bella nos mira a los dos con curiosidad mientras coge un trozo de piedra marrón-grisácea del suelo y le da vueltas entre los dedos.

Sonriendo, le digo, “Menos dignidad.” Su mirada escarlata sigue bailando de placer, sus largos cabellos castaños, meciéndose en torno a su cuello y sus hombros en la brisa. Me tiene cautivo sin proponérselo conscientemente. Estaría encantado de verla destruir una montaña entera si eso la hace reír de esa forma. “Se estaba divirtiendo casi tanto como yo de verte disfrutar,” le digo y noto dentro de mi pecho el calor de la adoración.

Bella sonríe, su expresión traviesa llena de amor, y sus ojos vuelan de los míos hacia los de Renesmee. “Soy divertida?” Sin esperar una respuesta, ella se lanza hacia nosotros. Madre e hija extienden los brazos la una hacia la otra al mismo tiempo y suelto a Renesmee mientras los brazos de Bella rodean hábilmente su cuerpecito. Una vez tiene a la pequeña, Bella le ofrece la piedra que tiene en la mano, manteniéndola en el centro de su palma abierta. “Quieres probar?”

Renesmee sonríe impaciente, cogiendo la piedra con ambas manos. El trozo de granito encaja bien entre sus diminutos dedos y ella los aprieta, juntando las cejas mientras se concentra, empleando toda su considerable fuerza – dada su edad y su tamaño – para pulverizar la piedra como le ha visto hacer a su madre.

Un pequeño ruido como de de piedra chocando contra piedra, surge del fragmento que tiene en las manos. Cae un hilillo de polvo, que es barrido por el viento pero la piedra permanece intacta.

Renesmee hace una mueca, decepcionada, y levanta el fragmento hacia Bella. Ella lo coge de inmediato y le asegura a nuestra hija con una sonrisa, “Yo me encargo.” Flexiona apenas perceptiblemente los dedos y la piedra se desintegra en un puñado de arena gris. Renesmee aplaude contenta, riéndose, y el sonido es tan dulcemente contagioso que todos nos unimos – un coro de campanas resonando a través del rumor del río.

Otro golpe de viento alborota el dosel de hojas que cubre el bosque y la capa de nubes se abre repentinamente. Intensos rayos de sol, con matices de oro y rubí, se abren paso desde la incandescente esfera del sol poniente e iluminan el claro. La luz salpica de arcoíris la piel expuesta de todos los vampiros presentes, que la refleja en motas multicolores sobre la hierba de intenso color jade y la corteza áspera de los árboles que nos rodean y brilla cegadora sobre la superficie ondulante del agua…pero nada de todo esto puede rivalizar con el brillo como de piedras preciosas en la piel de Bella.

Desde el primer momento en que vi mi piel brillando a la luz del día, sentí asco.

Las palabras que reverberaban en mi cabeza cada vez que me miraba al espejo o a través de la mente de mi familia eran duras, cortantes e innegablemente ciertas: antinatural, extraño, aterrador…la piel de un asesino.

Cuando llevé a Bella al claro aquel día decisivo, sentí el frío cosquilleo del miedo recorriéndome la columna y atenazándome por dentro, mientras ella esperaba a que yo avanzase hacia la luz del sol, con un halo dorado brillando en su cabello castaño.

Pero ella no sintió asco o miedo. Se quedó cautivada.

Fue en ese preciso instante, mientras los latidos de su corazón sonaban incesantes en mis oídos, cuando sentí la aceptación absoluta. Le había mostrado a Bella todo lo que yo era, todo lo que yo podía hacer – y, aún así, ella permaneció a mi lado. Incluso dijo que le parecía hermoso, mientras soñaba en mis brazos aquella noche.

Mirándola ahora, me sobreviene la idea de que “hermoso” es una descripción ridículamente inapropiada para un ser tan glorioso como el que tengo frente a mí.

Cada faceta brillante de sus pómulos destella con perfecta claridad ante mis ojos y la esbelta columna de su cuello es más deslumbrante que el collar de diamantes más costoso. Sus párpados de color lavanda brillan como amatistas cuando parpadea; ella sostiene la mano ante su cara, con expresión maravillada mientras la gira, fascinada por su nueva piel.

Unos deditos diminutos llenos de hoyuelos se posan en la mejilla de Bella, acariciando la línea de su mandíbula. Renesmee tiene los ojos oscuros muy abiertos mientras contempla embelesada a su madre. Alcanza uno de los delgados brazos que sostienen su liviano peso y empuja hacia arriba la tela blanca que cubre el antebrazo de Bella. La piel expuesta brilla instantáneamente bajo la luz del sol y Renesmee coloca su bracito al lado del de su madre, comparando su aspecto.

La perfecta piel marfileña de nuestra niña es suavemente luminosa – no algo que llame la atención, como la de un vampiro pero tampoco el tono apagado de un humano. Con seguridad, no será algo que le impida salir en público en un día soleado. Renesmee, sin embargo, dista mucho de alegrarse de este hecho. Sus pensamientos están profundamente disgustados; ella quiere brillar como sus padres porque tenemos un aspecto tan bonito bajo la luz rubí y dorada.

Ella levanta la mano y vuelve a tocar la cara de Bella, mostrándole una imagen de sus brazos, uno junto al otro, y cargándola de enfado infantil.

Bella niega con la cabeza, acariciando los rizos de Renesmee – que brillan como fuego bajo la luz del sol – apartándolos de sus mejillas y le sonríe con dulzura. “Tú eres la más bonita,” le susurra, confortando a nuestra hija.

No estoy de acuerdo con eso. Sin duda, Renesmee es la niña más adorable que ha existido nunca – pero, por encantadora que sea, es como comparar la luz pura y lejana de una estrella parpadeante con el resplandor deslumbrante del sol. No puedo apartar la mirada del ángel de cabellos oscuros que sostiene en brazos un querubín a mí lado, y las palabras se escapan por mis labios por iniciativa propia – con voz grave y ardiente. “No estoy seguro de poder darte la razón en eso.”

Bella se da la vuelta, abriendo la boca para decir algo en respuesta – pero se detiene bruscamente, abriendo mucho los ojos mientras contempla mi cara. He visto esa expresión en particular en su rostro en incontables ocasiones, porque soy el único que puede afectar a sus pensamientos con tal sólo una mirada.

Sostengo su mirada sin parpadear, mientras la luz crea destellos multicolores en sus labios carnosos, la punta de su nariz y la curva de su cuello hasta donde la tela de la camiseta esconde el resto de su piel. Siento el repentino y salvaje impulso de arrancar de su cuerpo esa tela molesta. Esconde a mis ojos una auténtica obra maestra y deseo verla, dejar grabado ese vívido recuerdo eternamente en mi cerebro.

Ugh. Podéis dejar de miraros con ojos de carnero degollado? Me estáis dando dolor de estómago. Jacob avanza rápidamente, ocupando el espacio al otro lado de Bella y evita mi mirada fulminante cuando ella capta su movimiento en su visión periférica y se vuelve para mirarle. Se tapa la cara con las manos, haciendo como que se protege los ojos de su piel brillante y bromea, “Qué rara eres, Bella.”

Tomo su afirmación como un cumplido y digo sinceramente, “Qué criatura tan asombrosa.” Sin darme cuenta, me acerco un paso hacia Bella, su aroma dominando incluso el olor único de Renesmee y rodeo su cintura con el brazo. De inmediato, ella se mueve hacia mí, amoldándose a mi costado como si estuviera hecha para permanecer ahí.

Después de aproximadamente un minuto de cómodo silencio, los pensamientos de los demás como un débil zumbido en el fondo de mi mente, ella sonríe para sí y la curiosidad vuelve a despertar con renovado vigor. Me inclino para depositar un beso en su mejilla y entonces le susurro al oído, “En qué piensas?”

Ella gira la cabeza para mirarme a los ojos y, por un instante, me quedo sin palabras ante la pura felicidad que resplandece en sus iris rojos, iluminando todo su rostro con un fuego interior. Es completamente deslumbrante. “En que he encontrado mi sitio,” contesta sencillamente.

No puedo evitarlo. Con mi mano libre, enmarco su rostro y cubro sus labios con los míos. Las emociones que fluyen, desenfrenadas y explosivas, a través de mi cuerpo, me recuerdan a las que experimenté la primera noche que entré en el cuarto de Bella y la escuché decir mi nombre mientras dormía.

Jasper gruñe para sus adentros mientras se esfuerza por sofocar mi tormenta emocional – con mínimo éxito – y Carlisle se aclara la garganta con mucho tacto, esperando interrumpirnos al avergonzar a Bella.

Ella se separa enseguida, tomando aire con fuerza, pero me niego a quitar la mano de su mejilla. Acaricio con el pulgar su labio inferior y su aliento tembloroso me da en la cara, llenando mi cabeza de una conciencia extremadamente aguda de ella y sólo ella.

Alice suelta una risita, el sonido sofocado por la mano que cubre su boca sonriente. Oh, vamos – alienta con sus pensamientos – llévatela ya de aquí. Cuidaré del bebé hasta que Em y Rose regresen, y Esme puede avanzar algo en sus planes para la habitación de Renesmee. Una visión se arremolina en su mente, desbaratando sus pensamientos y yo sólo capto un breve destello de un claro circular, que toca una fibra conocida antes de que ella me bloquee traduciendo “El Galimatías” al tailandés.

Suspiro y aparto los ojos de Bella lo justo para ver a mi diminuta hermana de pie a unos cuantos metros a la izquierda. Ella guiña un ojo y después hace un gesto con las manos para que me lleve a mi mujer a otro sitio. “Largaos.” Sus labios se mueven sin emitir ningún sonido para pronunciar la amistosa orden, y da un salto hacia delante con los brazos abiertos, esperando a recibir a mi hija.

Volviendo a mirar a Bella, mi pulgar continúa dibujando la forma de sus labios, mientras le susurro con voz ardiente, “Ven conmigo.”

Ella no puede evitar asentir con la cabeza, haciendo un sonido con la garganta, que es a medias un asentimiento y a medias un gemido, y la electricidad comienza a sisear por mis venas una vez más.

Mientras me pierdo en las abrasadoras profundidades de sus brillantes ojos escarlatas, utilizo el brazo que tengo libre para soltar a Renesmee de los brazos de Bella y pasarle la pequeña a Alice. Mi hermana recibe a Renesmee con facilidad, una sonrisa traviesa en su delicado rostro y vuelve rápidamente junto a Jasper. Hasta mañana, piensa bromeando.

Sin dedicar a los demás siquiera una mirada de despedida, pongo a Bella en mi espalda en un movimiento reflejo y salgo corriendo hacia el noroeste, cruzando el río de un salto, y enseguida estoy envuelto por el familiar color esmeralda del bosque.

De pronto, los labios de Bella están en mi oído, “Ahora puedo seguirte el ritmo, ya sabes,” susurra, y tengo que reforzar mi concentración cuando ella deposita un beso, suave como una pluma, en mi cuello.

“Oh, lo sé.” Le lanzo una mirada fugaz por encima del hombro, sonriendo. “Pero queda poco tiempo, y creo que esta mañana he demostrado que – de los dos – yo soy el más rápido.”

“Por ahora,” dice entre dientes, ajustando la posición de sus brazos en torno a mis hombros y cruzando los tobillos por delante de mi cintura y mi sonrisa crece por el tono de advertencia en su voz.

Mis ojos vuelan hacia arriba cuando pasamos bajo un hueco en el dosel de hojas, la luz creando destellos rojos y dorados en nuestra piel y yo aumento el ritmo, siguiendo el orbe resplandeciente mientras desciende en el cielo.

Menos de cinco minutos después, atravieso un anillo de exuberantes helechos y me detengo de golpe en el centro de un pequeño claro – nuestro claro. Margaritas tardías salpican la hierba ondulante, teñidas de oro pulido por el sol poniente y tallos de dedaleras violetas adornan el margen exterior, rozando apenas las ramas más bajas de los abetos.

Bella se baja de un salto ágilmente y pasea lentamente entre la suave hierba. La expresión en su rostro es exactamente la misma que cuando vinimos aquí por primera vez – llena de maravilla y apreciación por la belleza silvestre e inmaculada que nos rodea. Una ligera brisa agita suavemente su oscuro cabello, enviando una ráfaga de su aroma embriagador hacia mí, y yo me obligo a acercarme con paso lento, concediéndole un momento para absorber este lugar especial con sus sentidos agudizados.

Ella se da la vuelta para mirarme, una débil sonrisa dibujándose en sus labios, y la luz del sol ilumina su rostro. Me quedo sin aliento, estupefacto ante la absoluta magnificencia de la mujer que está de pie frente a mí.

Pareciendo no advertir mi incapacidad para elaborar un pensamiento coherente por su involuntario “deslumbramiento”, Bella comenta en voz baja, “No hemos estado aquí desde…” ella se interrumpe, su mirada de pronto parece lejana – sin duda, recordando nuestra última excursión al claro. También es un recuerdo bastante vívido en mi mente…y mientras impregna mis pensamientos, mi deseo de antes de ver la piel desnuda de Bella a la luz del sol, anula rápidamente mi fuerza de voluntad, ya casi inexistente.

Salto hacia delante justo cuando ella lo hace también, inesperadamente, el brillante escarlata de sus ojos ardiendo de deseo y colisionamos, uno contra el otro, el ruido reverberando como un trueno lejano en la copa de los árboles. Juntos, nuestras manos terminan enseguida con la ropa que separa nuestros cuerpos y cuando los dedos de Bella se enredan en mi pelo, llevando mi cara hacia la suya, reprimo el hambre que siento, lo suficiente como para apartarme de ella. Deseo esta visión de su cuerpo brillando como un diamante perfecto más de lo que nunca podré explicar.

“Edward?” ella afloja la mano con que me sujeta y frunce el ceño confundida, mirándome fijamente mientras me alejo aún más, colocándome de forma que mi sombra no obstaculice los rayos de luz que atraviesan el cielo violáceo.

Y entonces…no hay palabras para describir la imagen que queda grabada permanentemente en mi cerebro.

Pasan unos pocos segundos. Soy incapaz de moverme, de pestañear, por miedo a que esta criatura celestial se desvanezca – vuelva al paraíso al que pertenece. Una pequeña arruga aparece en el centro de su frente y empieza a incorporarse, “Qué-?”

“No te muevas,” le suplico en un susurro ronco. La expresión de asombro continúa en su rostro pero hace caso de mi petición y vuelve a tumbarse en la hierba salpicada de flores, sus cabellos castaños extendidos en abanico a su alrededor.

Mi ávida mirada recorre cada curva, cada elegante contorno de su divina figura y siento cómo mis músculos contraídos empiezan a temblar por el esfuerzo de contener la necesidad que siento.

Durante un minuto entero, me concedo este raro capricho, dejando que mis ávidos ojos se sacien. Impaciente y desconcertada, Bella finalmente extiende la mano hacia mí…y ya no puedo luchar contra una tentación tan irresistible por más tiempo. Fundiéndome en sus brazos, rozo con los labios la línea de su mandíbula, su cuello y me detengo en el hueco bajo su garganta, susurrando en su fragante piel, “Eres tan hermosa.”

En un repentino golpe de inspiración, dejo que la punta de mi nariz se deslice hacia arriba, siguiendo una línea invisible hasta su boca. Sin que nuestros labios a penas se toquen, su aliento dejándome un dulce sabor en la lengua mientras ella jadea, rodeándome el cuello con sus esbeltos brazos, repito las mismas palabras de antes, cuando intenté persuadirla – a ella y a mi imperturbable moral – de que nos diéramos el uno al otro antes de la boda. Le susurro, “Te quiero,” y beso la comisura de sus labios, “Te deseo,” cuando beso la curva de su labio inferior, ella gime muy débilmente e, instintivamente, mis brazos se aprietan en torno a su cintura. “Justo ahora.” consigo terminar, el aire entrando y saliendo por mi boca abierta en breves jadeos.

“Sí…” suspira y me captura con su cuerpo entero, asegurándome con brazos y piernas férreos, mientras me besa ferozmente.

La suave hierba del claro es tan cómoda como nuestra cama en la cabaña. Algunas briznas se me quedan en el pelo y en el de Bella, pero ninguno de los dos estamos en situación de preocuparnos por eso. Permanecemos tan estrechamente unidos como pueden estarlo dos seres distintos hasta que la infinita extensión del cielo sobre nosotros hace tiempo que se ha vuelto negro azulada, espolvoreada con millones de prístinas estrellas.

“Mira, mi amor,” no elevo la voz por encima de un susurro; de alguna manera, siento que si hablo más alto acabaría con la tranquila perfección de este momento, como si me despertara de un sueño que podría desaparecer fácilmente para siempre. Muevo con destreza nuestros cuerpos de forma que ella quede tendida sobre mi pecho, la cabeza apoyada en mi hombro, y paso los dedos por su cabello. Inclinando hacia abajo la barbilla, contemplo con una sonrisa cómo abre mucho los ojos y se le escapa un suave suspiro.

“Hay muchísimas,” dice con reverencia, girando la cabeza en todas direcciones. La débil luz de las estrellas, arroja un brillo plateado sobre nuestras extremidades desnudas. No hay luna esta noche pero puedo percibir los más mínimos detalles en la textura de sus labios llenos, mientras observo cómo contempla el firmamento nocturno. “Es como…” se esfuerza por ordenar sus pensamientos y yo contengo la siempre presente frustración que que siento cuando ella los censura, “Es como si siguiera así desde siempre, sólo que yo no podía verlo antes.”

“Ni yo.” Sintiendo una atracción irresistible, mis dedos acarician su mejilla y ella se acurruca aún más contra mí, lanzando un suspiro de satisfacción.

No me refería a la eternidad del universo, sino a mi vida con Bella. Ella es la única razón por la que ahora puedo llamar a esta existencia interminable que nunca elegí, una vida. Gracias a ella, ahora puedo ver salir el sol y pensar en ello como el comienzo de un nuevo día y no otra mera gota en el océano del tiempo.

Y tendremos esta vida juntos – para siempre.

Ese hecho me llena de tanta esperanza y plena felicidad que juro que puedo sentir mi alma en mi pecho vacío, latiendo como un corazón.

La preocupación y la incertidumbre por la duración de la vida de Renesmee y su conexión con Jacob sigue tiñendo los márgenes de mi mente e, indudablemente, también la de Bella pero esas emociones no tienen poder sobre nosotros esta noche.

Mirando las estrellas, recuerdo un viejo manuscrito sobre navegación, que decía que el capitán de un barco podía guiar su nave observando las estrellas, utilizando su curso fijo en el cielo para llevar su barco a puerto. Cuando llegaran las tormentas, amenazando con hundir la nave en las aguas aparentemente infinitas, el capitán sólo necesitaría recordar la posición de su estrella guía para encontrar su camino a través de la confusión.

Bella es mi estrella. La única estrella que necesito.

Mientras tenga su luz brillando en mi vida, siempre estaré en casa.

Capítulo 8

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