domingo, 27 de diciembre de 2009

METAMORFOSIS. Capítulo 11: Irresistible.

Si recordáis este capítulo de BD, sabéis que es en el que presentan a Renesmee al clan de Denali. Pero en la entrada anterior, comentábamos que este capítulo es muy especial y es porque antes de todo eso, explica la expresión de Edward ante la chimenea y añade todo lo que pasó esa noche que en el libro no aparece...Otra razón más para pensar que es The Goddess bajo pseudónimo ;)
Ya sabéis que es la obra de LivesAmongTheStars, METAMORPHOSIS, y que sólo estamos traduciéndola.
Estos días están siendo una extraña combinación de distracciones familiares y terrible falta de noticias, una cosa por la otra y al final hemos podido sacarlo antes de lo que pensaba. Espero que os guste!



11. Irresistible

La mente es un dispositivo cruel – una torturadora sádica que disfruta desenterrando recuerdos dolorosos e imágenes insoportables, con el propósito de llevar la cordura de uno al límite.

Durante todo el día, he soportado esta tortura. Aunque he tenido a Bella y a nuestra hija entre mis brazos de piedra, no son lo bastante fuertes como para protegerlas de lo que está por venir. Si bien puedo emplear todas las herramientas de persuasión de que dispongo y buscar en los pensamientos de la familia de Tanya, no puedo obligarles a prestarnos ayuda, ni tan siquiera garantizarles que sus esfuerzos no serán en vano.

Por cada idea esperanzadora, existe un contrapunto de desesperación. No importa lo mucho que me esfuerce por ignorarlo, por acallarlo, la parte analítica de mi cerebro compara la fe y la lógica. Y si mi mente es la torturadora, entonces la lógica es el arma que elige.

Sólo Bella permanece como el centro constante de mi fracturada realidad. Me ha atado tan completamente a ella que incluso cuando recorrí medio planeta para salvarla de mí mismo, no pude cortar las cuerdas que unen mi existencia a la suya.

Pero ahora hay otros poderes que operan en nuestra contra; poderes que pueden tener éxito donde yo fallé y desterrarme a un lugar donde todos los vínculos del amor se consumen en llamas.

Sólo existe una palabra para describir un lugar así. Un lugar donde el corazón de Bella no esté unido al mío, donde yo no pueda ver su luz o sentir su calor – un calor que nunca tuvo nada que ver con su sangre, sino con su hermosa alma…

El infierno.

Empleo hasta el último gramo de fuerza de voluntad que me queda en reprimir el violento escalofrío que estalla en mi columna y provoca la histeria en mis fibras nerviosas. Después, continúo con la nariz enterrada en la cascada de cabello de intenso color castaño que rodea la cara y los hombros de Bella. Su dulce aroma es el antídoto de mi…miedo.

Hubo un tiempo en el que me consideré por encima de una emoción humana tan insignificante como el miedo. Pero entonces, nunca había sabido en realidad lo que era el amor – o la lealtad, o la alegría, o el sentimiento de pertenencia, o tantos otros sentimientos de los que sólo había visto breves destellos a través de las mentes de otros pero nunca experimentado verdaderamente.

Fui un tonto al pensar que estaba completo antes de conocer a Bella.

Un tiempo después, advierto vagamente que la pálida luz grisácea de una mañana nublada ha dado paso al color violeta oscuro del crepúsculo. Las ramas desnudas de los árboles parecen alcanzar el cielo como dedos oscuros, tratando de agarrar en vano a la luna en cuarto menguante, que aparece fugazmente tras las espesas nubes. Bella exhala muy suavemente, con la luna reflejada en sus ojos y Renesmee se mueve somnolienta en sus brazos, estirando la boquita en un bostezo. Estos pequeños detalles consiguen sacarme del impenetrable caparazón de angustia que encierra mi mente y empiezo a percibir otros.

La armonía sincrónica de varios corazones, el murmullo de una conversación en voz baja y una colección de pensamientos. El olor que delata a los lobos, unido al de la comida.

Apoyando una mano en la cintura de Bella, giro sobre mi pie derecho – y capto con ligera sorpresa la escena con que me encuentro.

La casa ha sido ocupada por un grupo de adolescentes Quileutes. La de Seth es la primera cara que veo; está tirado en el sofá frente a mí, masticando un sandwich de diez centímetros de altura. Se congela a mitad de mordisco cuando establecemos contacto visual y después traga convulsamente, sus pensamientos algo nerviosos. “Hey, Edward.” Sus labios se tuercen en algo que recuerda vagamente a una sonrisa.

Al sonido de su voz, la conversación que está teniendo lugar en el comedor se corta y Bella se da la vuelta también, su sorpresa al encontrar que tenemos compañía es más evidente en su expresión desconcertada. “Seth?” pregunta, “Qué estás haciendo aquí?”

Embry y Quil salen del comedor mientras Seth responde, “Estamos de guardia, más o menos. Jake dijo que estaría bien que los tres nos tomáramos un respiro – comer algo, ya sabes – mientras él y Leah patrullan por la orilla este del río.” Estudia nuestros rostros inexpresivos un segundo, frunciendo el ceño confundido. “No os ha dicho nada?”

“Mencionó algo de hablar con Sam y programar las guardias sobre el perímetro,” contesto, cogiéndome el puente de la nariz entre el pulgar y el dedo índice, disgustado con mi falta de cortesía.

Los tres miembros de la manada intercambian miradas perplejas. “Eso ha sido hace doce horas,” resalta Quil deliberadamente. De verdad no sabía que estábamos aquí? Pensé que podía oírnos los pensamientos.

“Y puedo,” le respondo, y Quil parpadea, atónito a pesar de su conocimiento previo de mi talento. “Pero debo confesar que estoy…un tanto descentrado, últimamente.” Bella me coge de la mano en silenciosa conmiseración y yo la agarro con fuerza, saboreando la corriente de electricidad que siempre provoca en mí su tacto.

Seth asiente de forma sabia, sus ojos oscuros irradiando compasión. “Lo comprendemos perfectamente, tío.” Entonces añade mentalmente, Si sirve de algo…siento muchísimo que las cosas se hayan torcido de esta manera.

Su sinceridad es profunda. Si alguna vez ha existido un mortal que merezca la descripción de “corazón puro”, ése es Seth Clearwater.

“Jake debería volver enseguida,” continúa, su mirada volando por la oscuridad afuera. “Esta noche seguiremos echando un ojo – en realidad, no es que necesitéis que lo hagamos, pero ya sabes cómo es Jake…” Seth pone los ojos en blanco, pero sus pensamientos están más divertidos que exasperados por la naturaleza excesivamente protectora de Jacob. “Nos dijo que tendríamos que largarnos por la mañana, aunque se supone que tenemos que mantenernos cerca y ser invisibles mientras vuestros amigos estén aquí. Así que tendréis que aguantarnos unas cuantas horas más,” termina, con una amplia sonrisa.

Bella avanza un paso, con el ceño algo fruncido mientras murmura, “No vamos a quedarnos en la casa esta noche. Quiero llevar a Renesmee a casa, para que pueda dormir en su cama.” Su tono es serenamente inflexible y, a juzgar por el gesto obstinado de sus labios, ninguna clase de persuasión le hará cambiar de idea.

No podría estar más de acuerdo con ella. El santuario de nuestra cabaña será un cambio bienvenido respecto a la atmósfera tensa que impregna la casa y yo estoy hambriento por una noche a solas con mi mujer, sin interrupciones.

Inclinándome hacia ella ligeramente, le pregunto en voz baja, “Quieres que nos vayamos ya?”

Bella asiente, así que le paso un brazo por los hombros y comienzo a guiarla hacia la puerta trasera. Seth, un poco desconcertado pero dispuesto a ceder a nuestros deseos, grita, “Tíos, sabéis que Jake os va a estar buscando, verdad?” Puede que le dé un ataque al corazón si Nessie no está aquí cuando vuelva.

“Él sabe dónde encontrarnos,” comento sarcástico. Cerrando la puerta detrás de nosotros, cruzamos el claro con paso tranquilo – aunque no tan lento como el de un humano – dirigiéndonos hacia los bosques del norte, la necesidad de intimidad creciendo a cada momento que pasa.

La capacidad de mi mente para atormentarme también se intensifica. Y empiezo a darme cuenta de que mi auto-control cada vez más débil, no sólo afecta a mis emociones, sino a cada aspecto de mi ser. Mis músculos están tensos como si estuvieran preparados para la caza – o la batalla. Mi columna amenaza con curvarse y siento el deseo apremiante de agazaparme, moviendo la cabeza de un lado a otro casi constantemente, rastreando el bosque en busca de un peligro potencial…una presa potencial. Todos mis instintos de depredador están despertando a una agudeza afilada – sin que yo sea consciente de ello ni dé mi consentimiento.

Atraigo a Bella hacia mí mientras aprieto los dientes, concentrándome, doblegando al monstruo en mi interior.

Justo cuando está bien intimidado, un crujido entre los arbustos a mi izquierda hace que me mueva a un lado, rugiendo. Extendiendo los brazos en una postura defensiva, me coloco entre mi familia y la amenaza desconocida, y el monstruo se regocija, más que dispuesto a una demostración de violencia.

La silueta de un enorme lobo, sin embargo, arranca mi sentido común fuera de la bruma rojiza del instinto y relajo mi postura, “Jacob.”

Con el pelaje rojizo brillando con hilos de plata bajo la luz de la luna, Jacob se abre paso entre los arbustos – las hojas secas revoloteando en el suelo a su paso – y deja escapar un bufido, formando con su aliento una nube de vapor en el gélido aire de la noche. Un poco excesivo, no? se queja, sus ojos oscuros brillando con irritación.

“Estoy con los nervios de punta esta noche, Jacob,” le replico ácidamente, mi tono salpicado de sarcasmo. “Seguro que puedes entender por qué.” Me doy la vuelta mientras pone los ojos en blanco para dirigirme a Bella. Ella envuelve con ambos brazos a Renesmee, que afortunadamente sigue dormitando. Bella tiene los ojos color rubí muy abiertos y le acaricio la mejilla en señal de disculpa, “Siento haberte asustado, mi amor.”

“No pasa nada,” masculla en voz baja.

Al mismo tiempo, Jacob patea el suelo con una de sus enormes zarpas y gira la cabeza a un lado, protestando mentalmente. Ella está bien. Yo soy a quien deberías pedir perdón – y no sólo por estar a punto de arrancarme los brazos. Por qué no os habéis quedado en la casa? Habéis decidido dar un paseo nocturno?

“Vamos a llevar a Renesmee a la cabaña,” respondo, rodeando con un brazo la cintura de Bella y comenzando a moverme. Jacob comienza a andar a mi lado, aunque deja unos treinta centímetros de distancia entre mi hombro y su flanco. Sabia decisión por su parte.

Él resopla en voz baja y Bella me mira con curiosidad cuando le digo entre dientes, “Realmente importa a estas alturas?”

“Qué ha dicho?” pregunta ella, su mirada pasando alternativamente de Jacob a mí. El lobo es visible tras mi hombro izquierdo y tiene su larga cara inclinada hacia nosotros

Suspirando, le digo con voz sin vida, “Quiere saber por qué nos hemos molestado en llevarla a casa.”

Bella inclina la cabeza, mirando más allá de mi cara para encontrarse con los ojos oscuros de Jacob. La profundidad de la pena que inunda su expresión y las inquietantes sombras en su mirada le impactan de inmediato, deteniendo la corriente de sus pensamientos. En voz muy baja, ella le explica, “Quizá es estúpido – pero…sólo quería que viera algo normal al despertarse. Después de todo por lo que ha pasado – todo por lo que va a pasar – quiero que sienta que tiene un hogar.” Se encoge un poco de hombros, bajando la mirada al bebé dormido en sus brazos. “Es importante que recuerde su hogar, que allí se podía sentir a salvo.”

Me inclino y le beso en la cabeza. Ella traga con dificultad, su labio inferior temblando y toma aire profundamente. Jacob trota hacia Bella dejando escapar un aullido grave. Lo siento, Bells, piensa arrepentido. Yo soy el que se está portando como un estúpido. Toda esta adrenalina me está matando las neuronas o algo así. Yo reprimo la risa ante eso, escondiendo la sonrisa en el cabello oscuro de Bella, pero ninguno de los dos parece darse cuenta. Le dirás que lo siento, Edward? me ruega Jacob. Y dile que soy un imbécil, también. Vuelve a gemir de nuevo, agachando la cabeza como un cachorrillo al que han regañado.

Antes de que pueda abrir la boca para transmitir las palabras que no ha pronunciado, Bella extiende la mano y toca el enorme hombro de Jacob, acariciándole el espeso pelaje. “Lo sé, Jake,” le tranquiliza con dulzura. “No te preocupes. Como ha dicho Edward, estamos todos un poco desquiciados últimamente.”

“Pero no deberíamos dejar que eso nos vuelva contra el otro.” Francamente, era demasiado fácil para mí volver a caer en la rutina de animosidad al hablar con Jacob – y habíamos avanzado tanto desde aquellos días en que cualquiera de los dos habría saltado ante la oportunidad de deshacerse del otro.

Mirando al lobo marrón-rojizo por encima de la cabeza de Bella, digo con sinceridad, “Lo siento, Jacob. No tenía razón para comportarme tan groseramente con un amigo.”

Genial, ahora los dos me estáis haciendo sentir culpable. Pero está aliviado y agradecido por mi disculpa y las palabras de Bella. Un instante después, cambia la dirección de sus pensamientos, informándome, Recorreré un perímetro a varios kilómetros alrededor de la cabaña durante el resto de la noche. No creo que pudiera dormir ni aunque lo intente…y estar en forma de lobo me hace sentir más preparado para la lucha.

Inclino la cabeza en señal de asentimiento y advierto que los árboles empiezan a escasear por delante, lo que significa que estamos a unos pocos cientos de metros del claro en el bosque. Jacob se queda junto a un roble imponente mientras Bella y yo vamos creando un camino a través de la hierba helada y nos acercamos a la pequeña cabaña de piedra.

Una vez dentro, me vuelvo hacia Bella y le susurro suavemente, “Encenderé un fuego. Mete a Renesmee en la cama.” Entonces beso a nuestra hija en la frente. “Dulces sueños,” murmuro, apartándole un rizo que le caía por los ojos. Al incorporarme, me encuentro con la mirada de Bella durante medio segundo. Sus ojos vivos están llenos de preguntas y frunce el ceño reflexionando profundamente. Me preparo mentalmente para la avalancha – pero ella me sorprende permaneciendo en silencio y ofreciéndome una débil sonrisa antes de deslizarse por el pasillo hacia la habitación de Renesmee.

Unos segundos después de su partida, he colocado una pila de leña sobre las brasas que se estaban consumiendo en la chimenea y revivido un fuego chisporroteante. Por encima del sonido apagado de la madera cerrándose, oigo unas débiles vibraciones sobre el suelo – un rimo suave y relajante – lo que implica que Bella se está meciendo de un lado a otro y Renesmee no estaba tan dormida como nos había hecho creer. Lo más probable es que la pequeña esté físicamente exhausta pero sus sentimientos e imaginaciones vuelen libres, impidiendo que su cuerpo halle el tan necesario descanso.

Un pequeño trozo de madera se cae del montón, dejando un rastro de chispas brillantes en el suelo y lo empujo de vuelta a la chimenea. Cuando bajo la mano, me doy cuenta de que me tiemblan los dedos. Apretándolos en un puño, entierro ambas manos en los bolsillos de mi chaqueta encorvándome hacia las llamas. Las olas de amarillo y naranja rojizo bailan sobre la superficie carbonizada de la madera, volutas de humo ascendiendo por la chimenea y entre el remolino de brasas doradas…y mi mente reanuda su asalto.

El fuego es el único elemento que puede destruir a un vampiro. Es limpio, eficiente y completamente letal, dejando sólo unas pálidas cenizas esparcidas donde antes hubo un inmortal invulnerable.

Así es como los Volturi acabarán con mi familia. Tal vez sea rápido; incluso puede que no duela, teniendo en cuenta lo que aprendí del don de Alec la primavera pasada. Pero, viendo a las llamas consumir todo lo que les rodea, empiezo a preguntarme si sentiré el calor de la muerte.

Los humanos experimentan el final de su vida como un frío glacial – la muerte de los sentidos – pero yo siempre he estado frío.

Será al contrario para mí? Absorberá mi gélida y pétrea piel el calor del fuego antes de que empiece a devorar cada capa? O abrasará mis nervios, hirviendo por mis venas como el veneno que me transformó hace noventa años?

He visto a bastantes vampiros encontrar la muerte del mismo modo. A algunos incluso les arrojé yo mismo a las llamas. Pero aquellas criaturas habían sido despedazadas antes de que el fuego tocara su piel, así que parece improbable que sintieran algo más allá de la destrucción de su cuerpo. Ser arrojado al fuego completo, aún consciente de lo que está sucediendo…cómo debe ser eso?

Saco la mano derecha, preocupado por mi curiosidad morbosa, y la sostengo sobre las llamas parpadeantes. El brillo de alabastro sobre mis nudillos, lanza débiles destellos cubierto por una luz amarilla. El fuego parece saltar en vano hacia mi piel, el calor empieza a filtrarse en mi mano…

Repentinamente, la imagen de mí mismo en las llamas desaparece, reemplazada por la visión de una hoguera imponente sobre la tundra nevada, oscuras siluetas reunidas en torno a ella. Dentro de las llamas hay una joven que sostiene un bebé contra su pecho y su cabello rubio claro comienza a chamuscarse cuando el fuego empieza a engullirlos.

Éste es el último recuerdo que Tanya y sus hermanas tienen de su madre, cuando murió por la creación que sostenía en brazos – un niño inmortal cuya existencia había mantenido en secreto incluso a su propia familia.

Las llamas y una molesta nube de humo gris pasan por delante de la mujer y cuando se desvanecen, hay un nuevo rostro en el fuego. Un rostro en forma de corazón, de ojos grandes, nariz algo respingona, labios carnosos y una espesa maraña de cabello oscuro.

El aire se congela en mis pulmones.

No. No es posible.

La diminuta silueta en sus brazos se mueve y me atraviesan un par de profundos ojos marrones, dentro de un rostro exquisito enmarcado por rizos de color bronce que parecen imitar a las llamas mientras bailan alrededor de sus mejillas.

Esto no es real. No. No!

Sus miradas no me abandonan hasta que el fuego las rodea y en su silencio no hay acusación. Una súplica cruda y desesperada arde en sus ojos, junto con la confianza – confianza en que yo las salvaré.

Pero ni siquiera puedo moverme. Las siluetas negras me sujetan los brazos, manteniéndome inmóvil en mi sitio. Yo me retuerzo y grito y suplico – pero en vano.

El fuego se las traga.

NO!

La voz de una mujer, que no me suena familiar por los alaridos de dolor, se une a mi grito desesperado, “NO! Matka!”

Con un grito ahogado, me saco a mí mismo del recuerdo distorsionado, alejando bruscamente la mano del fuego. Mi pecho resolla y cada respiración duele. Apoyo las manos en la chimenea y bajo la cabeza, cerrando los ojos con fuerza con la esperanza de bloquear las imágenes que han quedado grabadas en mi retina.

Mi peor pesadilla, mi definición personal de infierno, es pasar aunque sea un segundo en un mundo en el que ya no exista Bella. La agonía que me atravesó el pecho cuando oí aquellas cuatro fatales palabras, “Está en el funeral.” fue exponencialmente más devastadora que cuando la abandoné a ella y a todo lo que soy en el bosque de Olympia siete meses atrás. Cómo rogué a Dios y a todas las fuerzas por encima y por debajo de la tierra que se llevaran lo que me quedaba de existencia. Cuando mis plegarias no fueron respondidas – que es lo que había esperado – compré un billete de avión para Italia.

Es increíble, en realidad, que retuviera la cordura suficiente para elaborar un plan mínimamente racional. Pero después de que mi petición de un suicidio asistido fuera denegada, mi lógica, de hecho, se esfumó. Estaba preparado para hacer lo que fuese para lograr mi objetivo, aferrándome todo el tiempo a un débil hilo de esperanza de poder ver a mi ángel una última vez.

Aunque aquel tiempo de oscuridad queda ya tras nosotros, las consecuencias de mi acción aún contaminan nuestras vidas, desembocando en que, si nunca me hubiese ido en primer lugar, nuestra familia habría seguido fuera del conocimiento de los Volturi. Y en vez de eso, nos hemos convertido en su principal objetivo.

Dolorosos destellos de las retorcidas imágenes que crea mi mente estallan en mis pupilas y aprieto las manos convulsamente. Un reguero de fino polvo gris cae hasta el suelo cuando las puntas de mis dedos dejan su forma en la piedra. Siento cómo mis labios se estiran sobre los dientes apretados y un débil rugido vibra en mi pecho, ascendiendo hasta mi garganta.

El monstruo que había ansiado la sangre de Bella ha establecido una nueva reclamación sobre ella desde que ha experimentado el cambio. Durante estos meses, ha estado al acecho en las sombras pero siempre he sido consciente de él, siempre he mantenido un férreo control en los impredecibles instintos que se despiertan en mí cada vez que cazo o estoy agitado. Estos instintos no están volcados en matar, sino en defender – en poseer. Ambos lados de mi naturaleza entienden que Bella es esencial para la supervivencia y la necesidad de proteger se ve reforzada por el instinto de conservación.

La grieta en los muros que contienen mis emociones crece y el rugido consigue escapar a través de mis dientes. Las necesidades más básicas empiezan a tirar implacablemente de mi débil control, suplicando una respuesta violenta contra esta amenaza que se cierne sobre mi pareja y nuestra niña, al tiempo que despiertan un impulso intensamente posesivo de hacer mía a Bella una vez más.

Tomando una lenta y trémula bocanada de aire, reprimo otro rugido y obligo a mis ojos a abrirse y mirar las llamas. Una parte diminuta de mi cerebro reconoce mi comportamiento como el de un animal herido: acorralado, propenso a acciones agresivas y precipitadas y, al mismo tiempo, buscando alivio para el dolor. Todo lo que quiero es estar libre de esta prisión que he construido a mi alrededor con mis propias manos. Deseo un alivio para este dolor. Deseo mostrarle a Bella cuánto la quiero, cuánto la necesito, más que a nada.

Las paredes comienzan a desmoronarse y la intensidad de la emoción tras ellas amenaza con hacerme caer de rodillas. Mis manos aferrando la chimenea han pasado a buscar desesperadamente apoyo en ella.

Un rumor de aire mezclado con el delicioso y tentador aroma a Fresia provoca mis sentidos, ahuyentando el amargo y penetrante olor a humo. La oigo coger aire, separar sus labios mientras se prepara a hablar y yo lucho desesperadamente por aplazar el ansia de mis instintos para poder escuchar y comprender sus palabras.

“Edward, yo…”

Estoy perdido en el momento en que dice mi nombre.

Abandonando los exiguos restos de control que me quedan, sucumbo a una oleada sísmica de instinto y me doy la vuelta tan rápidamente que la habitación se disuelve en una estela de color apagado. El sobresalto en el rostro de Bella cuando ve mi expresión, apenas queda registrada en mi mente, llevada por la necesidad cuando la apreso en un abrazo irrompible, mi boca buscando la suya febrilmente. El impulso que cobran nuestros cuerpos al chocar uno contra otro nos lanza contra la pared del fondo, haciendo que la cabaña entera se tambalee por la fuerza del impacto y los hombros de Bella dejan su forma en la piedra cuando la sujeto contra la pared.

Ella coge mi labio inferior con los dientes y yo rujo en respuesta, acercándome más para poder sentir cada línea de su cuerpo contra el mío. Pasando los dedos por mi pelo, utiliza su fuerza desbordante para moverse entre mis brazos, ganando impulso suficiente para rodear con las piernas mi cintura. Abandono sus labios para saborear la piel de su cuello y ella deja escapar un gemido como un ronroneo, desenredando las manos en mi pelo para dejar mi camisa hecha jirones.

Juntos caemos al suelo, entrelazados formando un solo ser sobre la alfombra frente a la chimenea. Su piel arde en la mía, un coro de suspiros y suaves rugidos emitidos por nuestras gargantas y no hay nada en mi mente salvo pura sensación. Deseo, necesidad, alivio, alegría, desesperación…todas estas emociones y muchas otras más giran sólo en torno a Bella. Ella es mi única realidad y mi deseo más intenso es elevarme con ella hasta el cielo – volar más allá de las estrellas, sin regresar nunca a las profundidades del dolor que hemos soportado estos dos últimos días.

El monstruo se queda adormecido en un estupor satisfecho mientras Bella susurra mi nombre una y otra vez, su cuerpo aferrándose al mío en un éxtasis exquisito. El impulso irresistible de reclamarla como mía, de asegurarme de que soy el único que puede liberarla, ha saciado mis desenfrenados instintos y la bruma comienza a disiparse en mi mente.

La dulce fragancia floral de su sedosa piel me hace cosquillas en la lengua y, mientras la estrecho en mis brazos, rodeando con ellos su cuerpo engañosamente delicado, me doy cuenta de que, si estuviera en mi poder, nos quedaríamos aquí para siempre. Nunca dejaría que nadie ni nada nos separara. A donde Bella vaya, iré yo también.

Me aparto ligeramente, enmarcando su rostro perfecto entre mis manos, y me pierdo en las profundidades de sus ojos. El vivo y brillante rubí de sus iris arde con deseo, pero en sus labios se dibuja una sonrisa tierna y el fuego derrama un brillo dorado en su cara.

El fuego. Se retuerce como algo vivo alrededor de ella, buscando devorar al centro de mi existencia…

Dejo caer la cabeza en su hombro, antes de que pueda percibir la angustia en mi expresión y la abrazo más fuerte, como tratando de desaparecer en su misma alma. No existen más barreras entre los secretos más íntimos de mi ser y mi yo visible; han sido barridas por la tormenta de necesidad y emociones reprimidas.

Y tengo tanto miedo.

Un sonido áspero, ahogado, me quema en el pecho y asciende hasta mi garganta, escapando por mi boca como un sollozo apagado mientras acaricio con los labios la clavícula de Bella. Sus pequeñas manos, que han estado dibujando círculos en mi espalda con caricias suaves como una pluma, se detienen. “Edward?” su voz, ronca por la pasión, se quiebra alarmada cuando otro sollozo me desgarra la garganta y continúa por su piel. “Edward, qué pasa?”

Ella intenta incorporarse, inclinando su cuerpo de forma que pueda verme la cara – pero en mi mente hecha trizas, todo lo que percibo es que ella parece estar apartándose de mí. Frenético, aseguro su esbelto cuerpo al mío con mis brazos y piernas, esforzándome por respirar mientras un duro nudo de dolor se expande en el centro de mi pecho oprimiendo mis pulmones.

“Edward, por favor!” me ruega Bella, verdaderamente asustada. Ella me coge de los hombros y me zarandea con fuerza, su tono más agudo y su voz temblando cuando vuelve a suplicar, “Por favor, dime qué pasa!”

Las palabras salen de mí en un torrente incesante. “Lo siento, Bella. Los siento tanto. Volvemos a tener una espada pendiendo sobre nuestras cabezas y esta vez no puedo protegerte – a ti ni a Renesmee. Me has dado tanto, sin pedirme nada a cambio salvo mi amor…y aún así no puedo darte lo que verdaderamente mereces. Mereces vivir en un mundo sin sufrimiento y me mata por dentro no poder librarte a ti ni a nuestra hija de este dolor.”

Una bocanada de aire entrecortada llena mi pesado pecho, cargada con la dulzura de la Fresia y aprieto a Bella contra mi pecho en completa dependencia, como alguien que hubiera sido lanzado al abismo se aferraría a su tabla de salvación.

Que es exactamente lo que es ella. Mi salvación.

“Te necesito, Bella,” la confesión flota en el aroma floral de su piel en forma de un susurro roto, apenas audible. “Te necesito tanto…me aterra si quiera concebir cómo sería mi vida sin ti.” Un repentino temblor asola mi rígido cuerpo. “Las veinticuatro horas durante las cuales creí que estabas muerta me demostraron muy claramente lo ya debería haber sabido. Independientemente de lo que pase en el futuro, no puedo existir y no existiré separado de ti.” Mi promesa suena en la quietud con solemne convicción y espero a que ella absorba mis palabras.

Después de un insoportable momento en silencio, los delgados brazos que me rodean aprietan su abrazo y Bella apoya la mejilla en mi pelo revuelto, susurrando con dulzura, “Yo siento lo mismo.”

Cerrando los ojos, me inclino aún más cerca para besar el hueco en la base de su cuello. Por supuesto, sabía que sus sentimientos serían iguales a los míos en este caso – pero oírselo decir en voz alta en ese tono suave pero inflexible hace que las dolorosas agujas de angustia que acribillan mi corazón se retiren justo un poco.

Pero mi momento de confesión está lejos de acabar.

“Esto ha estado preocupándote desde hace un tiempo, verdad?” comenta Bella, enredando los dedos distraídamente por los mechones despeinados de mi nuca. No parece esperar una respuesta, así que permanezco en silencio, inusitadamente nervioso porque ella haya podido ver a través de mi máscara – lo que, de hecho,suele hacer – y asustado por lo que pueda preguntar a continuación.

Trato de perderme en sus tiernas caricias, maravillándome ante la forma en que nuestros aromas individuales se han mezclado para crear una fragancia enteramente nueva y embriagadora, que flota en el aire sobre nosotros y entonces ella apunta con indecisión, “Por qué no me has dicho algo antes?”

“Porque soy un cobarde.”

Casi puedo visualizar el ceño de preocupación que seguro que estará estropeando la expresión de Bella y su pecho asciende cuando inhala, preparándose para contradecirme. Continúo hablando rápidamente, aunque mi voz se interrumpe, avergonzada. “Ha sido egoísta por mi parte no contártelo antes…especialmente después de haberte pedido que compartas siempre tus sentimientos conmigo, pero…no quería…no quería que me vieras de forma diferente. Al admitir mi…debilidad…” La palabra se me atraganta. Respiro profundamente y sigo adelante. “…pensé que creerías que soy débil, también. Y no puedo soportar que me veas inferior a lo que soy a tus ojos.”

“Eso no va a suceder nunca,” declara con confianza. Su inquebrantable fe en mí y en mi capacidad de mantenerla a salvo ha sido una fuente tanto de placer como de frustración para mí, a lo largo de nuestra relación y esas emociones luchan en mi interior mientras ella sigue en su intento de reforzar mi psique fracturada. “Eres la persona más fuerte que conozco. Más fuerte que yo.” Hace una breve pausa y después corrige. “Bueno, tal vez no más fuerte que yo físicamente justo ahora, pero sí en todos los demás sentidos.”

Niego con la cabeza, acariciando su clavícula con la punta de mi nariz. Bella suelta un leve suspiro, exasperada. “Por qué no puedes verte a ti mismo como te veo yo?” masculla en voz muy baja.

Trato de esbozar una sonrisa, fallando miserablemente. Siempre tan obstinada, mi Bella – siempre intentando convencerme de que soy digno de su amor. Sin embargo, ella también tiene un punto débil en lo que se refiere a la imagen que tiene de sí misma. “Podría hacerte la misma pregunta,” señalo con calma, aunque estoy seguro de que puede oír el vacío que subyace tras la broma.

“No estamos hablando de mi falta de atención o como quieras llamarlo,” suelta impaciente. “No eres débil, así que nunca te veré de esa forma. Punto.”

Ojalá eso fuese cierto. “El problema es,” murmuro desanimado contra la sedosa suavidad de su cuello, “que soy débil. Me he aferrado tan obstinadamente a mi mayor miedo que se ha incrustado en mi cerebro.” La desesperación tiñe cada palabra que sale por mis labios, “No puedo escapar de él. Cada vez que parpadeo, está ahí, torturándome.”

Bella pasa uno de sus brazos por mi cabeza, acunándola contra su pecho, mientras el otro me rodea por la cintura, “Cuéntamelo,” susurra serena.

Tragando con dificultad, digo con voz estrangulada, “Tendré que veros morir,” estrecho su cuerpo en mis brazos cuando ella toma aire en respuesta a mis palabras. “Lo he visto tantas veces,” le digo con tono sombrío, “Renesmee y tú, ardiendo en el fuego. Y no puedo salvaros; no puedo unirme a vosotras. Sólo puedo observar. Es su protocolo:” no pronunciaré su nombre en nuestro hogar. Nunca. “El niño inmortal es destruido junto con su creador primero. Después, al resto del aquelarre responsable de la ofensa, se le puede conceder una demostración de indulgencia, aunque habitualmente no es más que eso, una demostración.” Mis manos, sobre su espalda, se cierran en puños mientras juro, un rugido acentuando mi voto, “Pero nunca aceptaré una oferta de clemencia. Me tiraré yo mismo a las llamas. Mi única esperanza es que me esperéis, para que así pueda veros antes de ser enviado a donde pertenezco…”

Bella se incorpora bruscamente, aún encerrándome en su férreo abrazo, y recoloca nuestros cuerpos de forma que nos quedamos sentados uno frente al otro en el suelo. Entonces, coloca sus suaves manos, una a cada lado de mi cara, y se retira, sus ojos escarlata ardiendo con una luz feroz. Estoy indefenso bajo la fuerza de su mirada, completamente cautivado, mientras ella afirma con voz fiera e intransigente, “Eso no va a pasar, Edward. Ahora estamos juntos en esto – y eso significa que a donde yo vaya, tú vienes conmigo. Porque cualquier sitio en el que tú estés es el paraíso, incluso si es el infierno.”

Su rostro está a a apenas centímetros del mío, su aliento delicioso haciéndome cosquillas en los labios; es muy sencillo inclinarme y probar sus dulces besos. Mis manos recorren la suave extensión de su espalda desnuda mientras ella me rodea el cuello con sus brazos, nuestros cuerpos tirando el uno hacia el otro como imanes, incapaces de permanecer separados estando tan cerca el uno del otro. “Te quiero,” murmuro en sus labios y ella repite el sentimiento en un aterciopelado jadeo cuando la cojo en brazos, levantándola del suelo. Nuestros labios apenas se separan mientras la llevo a la habitación, cerrando la puerta con el pie. Las ventanas que dan al jardín brillan con la escarcha a la luz de la luna; la superficie del diminuto estanque ha comenzado a helarse.

Caemos en la cama y nos unimos, con infinita ternura – aunque teñida de desesperación por transmitir en tan poco tiempo la mutua necesidad y pasión que sentimos el uno por el otro. La sagrada belleza de nuestra unión me deja sin palabras, así que utilizo cada beso y cada caricia para decirle a mi Bella sin palabras que ella ha hecho renacer mi esperanza en una existencia a su lado más allá de este mundo. El vínculo que nos une, que ha sido templado por la adversidad, ha transformado nuestros corazones en una entidad única e indestructible. Nunca podrá ser destruida.

A pesar de la débil punzada de pena en mi pecho por haber privado al cielo de este ángel – haciéndola como yo para iluminar mi oscuridad – su promesa suena cierta: donde sea que la eternidad nos encuentre, nos encontrará juntos.

Y mi silencioso corazón se alegra, exultante.

Cuando la luna se oculta tras la silueta color tinta del bosque, el cielo pasa lentamente de la bruma plomiza al gris nacarado con el amanecer. Nuestro tiempo para olvidarnos de todo está llegando a su fin y lamento interiormente el paso del tiempo mientras mis dedos dibujan líneas en el brazo de Bella y mi otra mano juega con mechones de su sedoso cabello castaño. Ella, mientras tanto, traza formas invisibles en mi pecho, su mejilla apoyada en mi hombro.

Brevemente, fijo mi atención en los apagados pensamientos de Renesmee. Un segundo después, la comisura de mis labios se mueve. Está dormida y es altamente improbable que se vaya a despertar pronto. Tenemos unas horas – dos, al menos – para disfrutar juntos.

“La familia de Tanya estará aquí por la mañana…” La conciencia me remuerde con las palabras de despedida de Carlisle y reprimo un profundo suspiro. Hay trabajo que hacer – no podemos permanecer más tiempo en las reconfortantes ilusiones de la noche.

Beso con ternura la frente de Bella, con la esperanza de suavizar el golpe de la realidad y comento en voz baja, “El sol saldrá pronto, mi amor.” Sus dedos se detienen de golpe y tengo que obligarme a continuar, “Tenemos que volver a la casa.”

Ella se acurruca contra mí, enredando sus extremidades con las mías, sus labios llenos tentando la piel de mi cuello mientras suplica, con voz absolutamente desgarradora, “Aún no. Por favor.”

Fácilmente vencido por su ruego, descanso con mucho gusto en la prisión de sus brazos y espero, permitiendo que ella decida cuándo estará lista para afrontar lo que nos espera hoy.

Los minutos van pasando y la mirada de Bella vuela con frecuencia a las ventanas cubiertas de escarcha, viendo aclararse el cielo con un tono dorado. A su debido tiempo, los primeros débiles rayos de sol surcan el horizonte, pintando el paisaje con un brillo de color topacio y encendiendo suaves destellos en nuestra piel y Bella se mueve inquieta a mi lado. Suspira con un sonido trémulo y se desliza hasta el borde de la cama. Se sienta y yo advierto cómo se tensa el suave contorno de su espalda desnuda mientras se contraen los músculos y ella se pone en pie ágilmente. Rápidamente, imito su movimiento y sigo de cerca sus rápidos pasos hacia el vestidor.

Visiones de la hermana que he perdido vuelan por mi mente cuando Bella abre de golpe las puertas pero las empujo hasta el lugar más recóndito de mi memoria. Ya no hay sitio para ella aquí.

Asiendo la primera prenda de ropa práctica que toco, murmuro a Bella, “Desearía que hubiera una forma de obtener la información que necesitamos de Eleazar, antes de que le contemos nada de Nessie.” Pasando los brazos por un jersey gris de punto, me lo paso por la cabeza y después cojo un par de pantalones oscuros desgastados. “Por si acaso.”

Bella ya está vestida y se peina a toda prisa, pasándose los dedos por el pelo mientras mete los pies en sus vejas zapatillas de tenis y contesta con agudeza, “Pero él no entendería la pregunta para poder contestarla.” Salimos de vuelta a la habitación y mientras cierra las puertas del armario, Bella pregunta, mordiéndose el labio, “Crees que nos dejarán explicarnos?”

Me detengo justo en el pasillo tras la puerta, y le lanzo una mirada por encima del hombro. “No lo sé,” admito en voz baja.

Ella me pasa y se para, poniéndose de puntillas para sacudirme el pelo despeinado y después se dirige a la habitación de Renesmee mientras yo voy hasta la puerta.

Menos de dos segundos después, Bella lleva a nuestra hija dormida en sus capaces brazos, con los sedosos rizos de la pequeña apretados contra su mejilla. Le abro la puerta cuando ella se acerca, sosteniéndola. Para mi sorpresa, ella vacila en el umbral y se gira para mirarme. Su expresión es desconcertante – una extraña combinación de anticipación cautelosa y determinación. Entonces, pregunta, “Edward, me enseñarás a luchar?”

Me quedo helado, abriendo mucho los ojos mientras el hielo se filtra por mis venas. Tengo en la punta de la lengua una negativa inmediata…pero mientras recorro su cuerpo con la mirada, me doy cuenta de que Bella ya no es la humana frágil y vulnerable que defendía y por la que me preocupaba. Es fuerte, rápida e inteligente – tan letal como cualquier otro vampiro, incluido yo. No obstante, sigue siendo infinitamente preciosa; no puedo arriesgarla. Y, además, concluyo mientras estudio el cuerpo inerte de Renesmee en sus brazos, nuestra hija necesita con ella al menos a uno de sus padres durante el mayor tiempo posible.

Intentando esquivar el tema antes de que ninguno de los dos conciba algún argumento mejor, le contesto con precaución, “Si llega a una batalla, no habrá mucho que podamos hacer.”

Los ojos color rubí de Bella se incendian con un repentino estallido de enfado y aprieta los labios en una línea dura, obstinada. “Me dejarías incapaz de defenderme a mí misma?” pregunta con voz serena.

La imagen de Bella, inclinándose para atacar bajo la mirada depravada de Felix se vuelve a materializar en el fondo de mi mente y mi garganta se contrae convulsamente en torno al rugido que lucha por salir de mi boca mientras la puerta se estremece en protesta por la fuerza con que mi mano aprieta la madera. Si ese bruto vil tan sólo la mira de la manera equivocada, le arrancaré los ojos.

Un sonido metálico chirría débilmente en mis oídos; si no controlo mi temperamento, voy a arrancar la puerta por las bisagras. El sentido común me dice que Bella tiene todo el derecho de aprender a rechazar a un asaltante y, ya que ella me ha pedido que le enseñe, le puedo mostrar movimientos estrictamente defensivos, más que animarla a que se lance de cabeza a la refriega. Satisfará su necesidad de contribuir a nuestra causa y me dará algo de tranquilidad de espíritu…en cierto modo.

Asiento con la cabeza mientras ordeno de forma consciente a mis dedos crispados que aflojen su tenaza sobre la madera. “Dicho así…” comento con tono un tanto razonable, “supongo que debemos ponernos a trabajar lo antes posible.”

Ella asiente y cruza el umbral, esperándome en el camino de piedra mientras cierro la puerta. Empezamos a caminar, sin prisa, nuestros brazos rozándose a cada paso y después de un momento, giro la cabeza para ver su expresión. Parece pensativa – los ojos ligeramente entrecerrados, los labios fruncidos – y la curiosidad de siempre arde en mi cerebro. Justo cuando consigo sofocar la necesidad de plantear la pregunta que hago persistentemente, Bella empieza a hablar. “Cuál dirías que es su mayor ventaja?” pregunta, mirándome por encima de la cabeza de Renesmee. “Crees que tienen algún punto débil?”

Comprendiendo al instante a quién se refiere, le contesto con tono apagado e indiferente, “Alec y Jane son su principal ofensiva – mentalmente, al menos.” Bella frunce ligeramente el ceño, inclinando la cabeza a un lado. “Qué hace Alec? No dijiste una vez que era incluso más peligroso que Jane?”

Así que recuerda esa conversación. Tenía la esperanza de mantenerla al margen de eso algo más de tiempo pero merece saber a qué nos enfrentamos y yo ya debería saber que no hay que subestimar su valentía y resistencia. “Sí,” respondo en voz baja, “En cierto modo, es el antídoto de Jane. Ella te hace sentir el peor dolor imaginable. Alec, en cambio, hace que no sientas nada. Nada en absoluto.”

Levanto ligeramente las cejas, estudiando su expresión para ver si se ha despertado su extraordinaria intuición. Sus labios siguen fruncidos mientras ella reflexiona sobre mi explicación, así que continuo, “A veces, cuando los Volturi se sienten benevolentes,” esbozo una sonrisa despectiva, “hacen que Alec anestesie a alguien antes de ser ejecutado. Si se ha rendido o les ha contentado de alguna otra manera,” añado.

“Anestesia?” comenta confundida, “Pero cómo puede ser eso más peligroso que Jane?”

Adentrándome en sus espléndidos y expresivos ojos, le dijo con gravedad, “Porque te priva de todos tus sentidos. No hay dolor, pero tampoco ves, oyes o hueles nada. Deprivación sensorial completa. Estás completamente solo en la oscuridad. Ni siquiera lo sientes cuando te queman.”

Bella se estremece cuando finalmente cala en ella lo que supone un don así y se acerca a mí sin darse cuenta, apoyando su hombro contra mi brazo. Resistiendo el impulso de pasar ese brazo por su cintura, continúo la clase en el mismo tono carente de emoción, “Eso le haría sólo igual de peligroso que Jane, porque ambos pueden incapacitarte, convertirte en un objetivo indefenso. La diferencia entre ellos es la misma que la que existe entre Aro y yo.” le pido perdón con la mirada mientras explico, “Aro lee la mente de una persona cada vez. Jane sólo puede herir al objeto en que centra su atención.” Me detengo para tomar aire brevemente y reunir la voluntad para continuar, “Yo puedo oír a todo el mundo al mismo tiempo.”

Su rostro palidece, sus labios llenos se separan por la impresión, “Y Alec puede incapacitarnos a todos al mismo tiempo?” susurra con voz ronca, sus facciones heladas por el miedo y una parte de mí lamenta la pérdida de otra faceta de su inocencia.

“Sí. Si emplea su don contra nosotros, permaneceremos en pie, ciegos y sordos hasta que vengan a matarnos – tal vez se limiten a quemarnos sin molestarse en destrozarnos primero.” Mis palabras son tan insensibles y distantes que Bella se estremece un poco, pero si me permito menos control sobre mis emociones mientras hablo de nuestro final, nunca me repondría. “Oh, podríamos intentar luchar,” comento con indiferencia, “pero es más probable que nos hiriéramos unos a otros que a uno de ellos.” Tan sólo tendré que asegurarme de que Bella está en mis brazos antes de que el don de Alec tenga efecto – de esa forma, ella y yo podremos dejar esta vida juntos, incluso aunque no podamos vernos en esos últimos instantes.

El silencio envuelve nuestro viaje por el bosque durante unos segundos y entonces, Bella pregunta con tono especulativo, “Crees que Alec es bueno luchando? Más que nosotros, quiero decir.” Frunzo el ceño, perplejo, preguntándome a dónde querrá ir a parar con esa extraña conjetura. “Si tuviera que pelear sin su don,” dice lentamente, insinuando…algo…pero no estoy seguro de lo que puede ser. “Me pregunto si lo ha intentado si quiera…”se interrumpe, con un brillo desconocido, casi animal en sus iris escarlata y la sospecha estalla en mi mente.

Sacudiendo la cabeza tan rápido que el aire silba en mis oídos, me concentro intensamente en su perfil cuidadosamente carente de expresión y le exijo, “En qué estás pensando?”

Ella continúa con la mirada al frente y mi frustración – y mi sospecha – crecen cuando no soy capaz de leer ningún destello de sus pensamientos en su rostro. “Bueno,” empieza tranquilamente, “probablemente, a mí no pueda hacerme eso, verdad? Si lo que hace es como lo que hace Aro, Jane y tú. Tal vez…si nunca ha tenido que defenderse realmente…y yo aprendo unos cuantos trucos…”

No.

La imagen aparece vagamente en mi cerebro: todos los miembros de mi familia, completamente inmovilizados en el campo cubierto de nieve de la visión de Alice – estatuas inmóviles e indefensas esperando su muerte.

Todos excepto Bella, mi Bella, enfrentándose sola a la guardia Volturi al completo.

No.

“Él ha estado con los Volturi durante siglos,” la interrumpo rápidamente, mi voz áspera por el pánico. “Sí, seguramente eres inmune a sus poderes pero sigues siendo una neófita, Bella. No puedo convertirte en una luchadora tan hábil en unas pocas semanas.” Y no puedo prepararte para este ridículo plan suicida que has tramado. No lo haré. “Estoy seguro de que ha estado entrenando,” termino, tratando de disuadirla.

Ella se encoge de hombros. “Puede que sí, puede que no.” El pánico que me devora por dentro se vuelve afilado como un cuchillo por la desesperación y se ensombrece con la furia que estalla en mi pecho vacío. Tiene alguna idea de lo que me está haciendo con sus ideas de abnegada idiotez?

Su afirmación decidida me saca de mi ensoñación agitada y afligida. “Es lo único que puedo hacer que nadie más puede. Aunque sólo pueda distraerle un rato…”

Aprieto con fuerza los dientes, reprimiendo un profundo rugido que vibra en mis huesos. De verdad que me va matar. “Por favor, Bella,” pronuncio cada sílaba de su nombre con cuidado, rogándole para mis adentros que deje correr esto, mientras me esfuerzo por no agarrarla por los brazos y sacudir algo de sensatez en esa mente increíble y enrevesada. “No hablemos de esto.”

Entonces, ella me mira y la tentadora calidez que brilla tras la severa resolución en sus ojos hace que mi temperamento impulsivo se calme. Hasta que me aconseja en voz baja, “Sé razonable.”

Razonable? Quiero rugir de pura irritación. Yo estoy siendo poco razonable? Ella es la que está sugiriendo la estrategia más absurda e insensata que he oído nunca y me dice que sea razonable!

Me cojo el puente de la nariz entre el índice y el pulgar, respirando lenta y profundamente, dispuesto a tranquilizarme. Siento a Bella acercarse y después su pequeña mano me toca el antebrazo ejerciendo la más leve presión. Ese gesto es suficiente para ayudarme a recuperar algo de mi auto-control y bajo la mano, encontrándome con su mirada. “Trataré de enseñarte lo que pueda,” le prometo en un murmullo, mi mirada recorriendo hambrienta sus rasgos perfectamente formados, “pero por favor no me hagas pensar en ti sacrificándote por diversión…” lo que queda de frase se ahoga en mi garganta y decido dejarlo así.

Bella inclina la cabeza, cediendo a mi petición, pero su expresión habitualmente reveladora carece de cualquier indicio de lo que puede estar pensando – y eso suele ocurrir cuando ella está reflexionando sobre algo con lo que sabe que no estaré de acuerdo. “Tengo que aprenderlo todo,” comenta en un hilo de voz, “Todo lo que puedas meterme en la cabeza durante el próximo mes.”

Asumiendo que ella no espera una respuesta, permanezco en silencio, llevando mis propios pensamientos hacia una táctica más constructiva.

Obviamente, Jane y Alec son objetivos prioritarios; los problemas podrían llegar cuando alguno de nosotros intentara acercarse a ellos lo bastante como para causar daño. Felix no es más que músculo a su servicio con ansias de violencia y, por tanto, puede ser manejado por alguien que sea más apto para la estrategia.

Luego está Demetri.

El rastreador de los Volturi tiene una de las mentes más expertas y calculadoras que me he encontrado nunca y su don es una de las principales razones por las que tenemos que prepararnos para esta batalla. No importa en qué lugar del planeta tratáramos de escondernos, él nos encontraría. Y si nuestra familia perece, Aro lo enviará tras Alice y Jasper con toda seguridad.

Pero…si uno de nosotros es capaz de matarle…mi hermana y mi hermano estarán a salvo, muy posiblemente, para siempre. Una parte de la familia Cullen podría seguir adelante…

Mi mente rechaza al instante la idea de darle nada a ella después de habernos abandonado pero el amor que sigo teniendo por mis mejores amigos insiste en que, si está en mi mano concederle algo de paz, entonces es lo menos que puedo hacer.

“Demetri…” la suave voz de Bella me saca de mi conflicto interior. Me sorprende un poco el que, al parecer, estamos pensando lo mismo, aunque ella no tiene motivo para considerar al rastreador como un potencial objetivo. He tomado una decisión.

“Demetri es mío,” anuncio duramente, mi rostro instintivamente contorsionado en una mueca feroz y los dedos como garras cayendo a ambos lados.

Bella estudia mi expresión severa con ojos llenos de preocupación y susurra casi inaudible, “Por qué?”

Al principio, no puedo elaborar una respuesta racional. Cuando alcanzamos la orilla, finalmente la miro de reojo y murmuro, “Por Alice.” Su nombre me quema en la boca y trago una vez. “Es la única forma que tengo ahora de darle las gracias por los últimos cincuenta años.” Se lo merezca o no, estoy en deuda con ella – muy especialmente por el ángel que está ahora junto mí, su rostro en forma de corazón irradiando compasión.

Casi es la hora! Ya queda poco, no?

Los habituales pensamientos en voz alta de Jacob reverberan en mi cabeza mientras salta por el bosque, acercándose desde el oeste. El enorme lobo marrón rojizo trota hasta llegar junto a Bella, sus ojos oscuros fijos en el bebé dormido en sus brazos. Sigue dormida. Eso está bien – necesita descansar. Sus reflexiones se vuelven más propios de una gallina clueca, preguntándose si la hemos alimentado ya, etc. Y rápidamente lo silencio.

Bella asiente una vez en su dirección, reconociendo su presencia educadamente y después vuelve su atención a mí. “Edward, por qué crees que Alice nos dijo que preguntáramos a Eleazar sobre los Volturi? Ha estado en Italia recientemente? Qué podría saber él?”

Cruzamos el río de un salto antes de que yo le dé una respuesta. Sinceramente, había olvidado que Bella no sabe la historia sobre el origen de Eleazar. Supongo que habría sido más sencillo contárselo en un momento menos estresante…pero ahora no tengo elección. “Eleazar lo sabe todo en los referente a los Volturi. Se me olvidó que no lo sabías.” Observo atentamente su reacción mientras le contesto, “Fue uno de ellos.”

Ella retrocede bruscamente, sobresaltada, y un débil siseo se escapa a través de sus dientes apretados. Jacob gruñe, soltando mentalmente una interesante retahíla de maldiciones para transmitir su sorpresa.

Qué?” exclama Bella con dureza. Su expresión lívida e indignada me recuerda todas las ocasiones en que intentó, como humana, intimidarme a mí, un vampiro, con su enfado de tigre-gatito encantadoramente absurdo.

Siento cómo se derrite mi expresión helada, suavizándose, y le ofrezco una débil sonrisa. “Eleazar es una persona muy amable,” comienzo, preparándome para resumir la historia de mi primo en unas pocas frases. “No era del todo feliz con los Volturi, pero respetaba la ley y la necesidad de mantenerla. Sentía que estaba trabajando para el bien común. No lamenta el tiempo que pasó con ellos. Pero cuando encontró a Carmen, encontró su lugar en el mundo. Son personas muy parecidas, ambos muy compasivos, para ser vampiros.” Mi sonrisa se vuelve más pronunciada. “Conocieron a Tanya y a sus hermanas y nunca miraron atrás. Están hechos para este estilo de vida. Si nunca hubieran encontrado a Tanya, supongo que finalmente habrían descubierto por su cuenta una forma de vivir sin sangre humana.”

Bella tiene la nariz arrugada con expresión perpleja, los ojos distantes. Jacob, optando por ser más insiquisitivo – y brusco – en cualquier conversación, pregunta mentalmente, Así que fue uno de sus guerreros? Como Jane o como diablos se llame?

Miro hacia él diciendo, “No, no fue uno de sus guerreros, por así decirlo. Él tiene un talento que ellos encontraron conveniente.”

Cuál es?

“Tiene un instinto para los dones de los demás – las habilidades extra que tienen algunos vampiros,” le explico, cruzándome de brazos. “Podía darle a Aro una idea general de lo que era capaz un vampiro dado sólo estando cerca de él o ella. Esto resultaba útil cuando los Volturi iban a la guerra. Podía advertirles si alguien del aquelarre contrario tenía alguna habilidad que les pudiera dar problemas,” resoplo suavemente. “Eso era poco frecuente; tiene que ser una gran habilidad para causar siquiera una pequeña molestia a los Volturi por un momento. Más a menudo, la advertencia le daba la oportunidad a Aro de salvar a alguien que podría resultarle útil,” encogiéndome de hombros, comento sin demostrar interés, “El talento de Eleazar funciona incluso con los humanos, hasta cierto punto. Sin embargo, con los humanos tiene que concentrarse realmente porque la habilidad latente es muy vaga. Aro le hacía evaluar a la gente que él quería que se les uniera, para ver si tenían algún potencial. Aro sintió mucho que se fuera.” De hecho, le había rogado e intentado engatusarle ofreciéndole todo excepto su propio poder para intentar conseguir que se quedara, pero Eleazar lo rechazó. Carmen era todo lo que necesitaba.

“Le dejaron marchar?” Bella se muestra incrédula, sus ojos llenos de escepticismo. “Así de fácil?”

Mi sonrisa se deforma, volviéndose sombría con una especie de humor retorcido y le digo, “Se supone que los Volturi no son los villanos, como te parecen a ti. Son la base de nuestra paz y nuestra civilización. Todos los miembros de la guardia eligen servirles.” Mi tono de voz baja con cinismo. “Es bastante prestigioso; todos se sienten orgullosos de estar ahí, no están a la fuerza.”

Ella desvía la mirada frunciendo el ceño, mientras los cuatro cruzamos el claro, la hierba cubierta de hielo brillando bajo las primeras luces de la mañana. Estirando la mano hacia ella, le aparto con dulzura el cabello, acariciando con los dedos la suave línea de su mandíbula. “Sólo son considerados malvados y abyectos por los criminales, Bella,” comento en voz baja.

Ella levanta la cabeza bruscamente y me lanza una mirada limpia y penetrante, “Nosotros no somos criminales,” declara indignada y desafiante.

Jacob resopla, creando una nube con su cálido aliento en el aire invernal. Bien dicho.

“Ellos no lo saben,” les informo a los dos, el abatimiento filtrándose en la inflexión de mi voz. Noto un cosquilleo de deseo en la palma de la mano y automáticamente se acopla al rostro de Bella, el pulgar acariciando su mejilla.

Ella se inclina contra mi mano, la luz rebelde en sus ojos transformándose en un destello de ansiedad y susurra rápidamente, “De verdad crees que les haremos pararse y escuchar?”

Intensamente reacio a mentirle, dudo durante una fracción de segundo antes de responder, encogiéndome de hombros, “Si encontramos a suficientes amigos para que estén a nuestro lado. Quizá.” La esperanza que alimenta mis palabras es precaria – puede ser aplastada tan fácilmente como una telaraña en el viento glacial del invierno – pero la visita de Tanya de hoy podría fortalecer esa esperanza.

Una urgencia súbita recorre siseando mis nervios. Bella parece sentir el cambio en mi comportamiento e incrementamos el ritmo al mismo tiempo, inclinándonos hacia delante en un sprint. Jacob galopa por detrás de nosotros mientras le digo a Bella, “Tanya no debería tardar mucho. Necesitamos prepararnos.”

Subimos las escaleras del porche y le sostengo la puerta a Bella mientras Jacob gira hacia la derecha de la casa para cambiar a su forma humana. Una vez él está dentro, los tres empezamos a hablar de cómo proceder con nuestros preparativos para la llegada del aquelarre de Denali.

Cuando llevamos unos minutos de conversación, Renesmee se despierta, abriendo rápidamente los ojos soñolientos cuando percibe la tensión en el pálido rostro de su madre y a mí andando arriba y abajo en la sala. Jacob intenta persuadirla de que coma, pero la pequeña se niega, insistiendo en que no tiene hambre.

Finalmente, decidimos que recibiré yo solo a Tanya y su familia mientras Bella, Renesmee y Jacob se mantienen fueran de la vista en el comedor hasta que yo les llame. Bella elige un asiento en la mesa de caoba que la esconde tras la pared de la esquina y Renesmee permanece segura en su regazo, ya que Jacob desea mantener una distancia de seguridad por si tiene que entrar en fase. Se mueve inquieto, incesantemente, en la silla a la cabecera de la mesa, sus ojos oscuros vagando por la habitación, aunque su atención va a parar a Renesmee tan sólo con que su respiración cambie.

Me apoyo contra las ventanas traseras, observando la puerta principal mientras abro por completo mi mente, prestando atención a los pensamientos de cada ser vivo en un radio de diez kilómetros. Tengo la intención de saber lo que mis primas están pensando en cuanto sus mentes estén al alcance; no hay sitio para las sorpresas o los descuidos. Hay demasiado en juego.

Con un pequeño suspiro, Renesmee acurruca su cabeza envuelta en rizos contra el cuello de Bella, con la manita apoyada suavemente en su mejilla. Sin embargo, ninguna vívida imagen llena sus pensamientos. En lugar de eso, ella piensa la pregunta al mismo tiempo que la formula en un susurro temeroso, “Y si no les gusto?”

Mirando su carita pálida, sus hermosas facciones llenas de ansiedad, mi corazón inmóvil me da un vuelco en el pecho mientras participo de su angustia. Renesmee es más inteligente y emocionalmente más madura que cualquier otro niño, desde luego pero ha tenido que lidiar con situaciones tan graves que incluso yo he tenido que luchar por sobrevivir. Ella ha crecido más en las últimas treinta y seis horas que en el resto de los cuatro meses de su vida. Y ese conocimiento me llena de profundo remordimiento.

Desesperado por su miedo, Jacob comienza a hablar inmediatamente, deseando tranquilizarla, “Por supuesto que…”

Los ojos escarlata de Bella se mueven hasta su rostro, silenciándole. Bajando la cabeza, murmura en los rizos color bronce de nuestra hija, “Ellos no te entienden, Renesmee, porque nunca han conocido a nadie como tú.” Su tono es muy tierno y tranquilizador, contradiciendo la preocupación que estropea su exquisito rostro. “Hacer que entiendan es el problema.”

La pequeña suspira – un sonido melancólico que no debería tener sitio en sus labios de rosa – y un torbellino de imágenes recorre su mente: las caras de vampiros, lobos y humanos. Después, se visualiza a sí misma, de pie sola en el bosque, coloreando la imagen con profunda tristeza. Ella no encaja en ninguno de los mundos representados, entre el de los mortales y los inmortales.

“Eres especial,” le asegura Bella, estrechándola con fuerza en sus brazos, “eso no es malo.”

Renesmee sacude la cabeza. Mi cara, la de Bella y la de Jacob aparecen en sus pensamientos, rodeadas de pena, consternación y…culpa? “Esto es culpa mía,” dice en voz baja, apenas más alto que un susurro.

“No,” niego con vehemencia, al mismo tiempo que Bella y Jacob. El sonido de nuestras enérgicas voces tan sólo ha comenzado a resonar en la habitación cuando el inconfundible ruido de un motor y unas ruedas girando sobre la tierra húmeda, hace que todos nos quedemos inmóviles. El aleteo del corazón de Renesmee se salta un latido y ella se entierra entre los espesos cabellos castaños de su madre. Puedo sentir los ojos de Bella en mi rostro pero no confío lo bastante en mí mismo como para mirarla a los ojos, mientras salgo corriendo a la otra habitación para esperar junto a la puerta.

Cuando el vehículo está a poco kilómetros de la casa, capto el timbre familiar de la mente de Tanya y enseguida busco entre los pensamientos a su alrededor para localizar a Kate, Eleazar y Carmen. Me llevará una gran concentración monitorizar los pensamientos de todos simultáneamente; no puedo permitirme distraerme ni siquiera durante la más mínima fracción de segundo.

La curiosidad es el factor predominante en la mente de mi prima, unida a la impaciencia por ver a nuestra familia – y a Bella, ya que ahora ha sido transformada. Escucho el sonido del coche deteniéndose frente a la casa, el motor apagándose, y cuatro puertas abriéndose y cerrándose en intervalos irregulares. Me tomo un instante para moldear con cuidado mis facciones en una máscara inexpresiva y educada. Tengo una fe absoluta en ti, hijo, La voz de Carlisle resuena en mi memoria y absorbo la inquebrantable confianza que impregna sus palabras antes de lanzarle a él y al resto de pensamientos a un lado, excepto los de nuestros visitantes.

En el momento en que unos suaves pasos llegan al primer escalón, abro la puerta principal, colocándome en el umbral.

Unos ojos color ámbar enmarcados por ondas de cabello rubio rojizo me saludan y Tanya dice con entusiasmo, “Edward!” No esperaba que nos recibieras tú, añade mentalmente, su mirada volando por encima de mi hombro, buscando al resto de la familia.

“Hola Tanya,” le respondo con tanta cordialidad como puedo. Su sonrisa flaquea un poco cuando paso a mirar a la mujer rubia que queda detrás de su hombro derecho. “Kate,” y después, a la pareja a su izquierda, “Eleazar, Carmen.”

“Hola,” responden los tres a coro.

Algo no anda bien aquí. Tanya empieza a hablar, estudiando mi rostro atentamente y advirtiendo el aire sombrío de mi mirada. “Carlisle dijo que necesitaba hablar con nosotros enseguida. Cuál es el problema? Dificultades con los lobos?”

Jacob resopla mentalmente. Le bloqueo bruscamente, limitando mi concentración a las cuatro mentes que tengo frente a mí y le contesto con voz suave, “No. Nuestra tregua con los lobos es más fuerte que nunca.”

Alicaída, los hombros de Tanya se desploman un poco y Kate suelta una risita, sus iris color topacio brillando con buen humor. Sabes que está buscando la oportunidad de redimirse a tus ojos – y a los de tu familia, me informa, sus pensamientos provocadores. Pero ella también ha notado mi expresión controlada y severa y el hecho de que no les he permitido entrar en la casa. Algo que Tanya trae a colación un instante después.

“No nos vas a invitar a pasar?” Se pone de puntillas, asomándose alrededor de mi cuerpo para atisbar la gran habitación vacía detrás de mí. No veo…”Dónde está Carlisle?”

“Carlisle ha tenido que marcharse.”

Cuatro pares de agudo ojos dorados estudian mi cara, con una mezcla de emociones visible en sus miradas que no pestañean, sus mentes de repente ensordecedoras con la cantidad de preguntas.

Tanya avanza medio paso, apoyando las manos en las caderas y exige en un tono que no admite tonterías, “Qué está pasando, Edward?”

Tomo aire brevemente, esforzándome por resultar diplomático. “Si podéis concederme el beneficio de la duda tan sólo unos minutos,” les pido con voz tranquila. Extendiendo una mano hacia ellos, mirando a cada uno a los ojos medio segundo antes de continuar. “Tengo algo difícil que explicar y necesitaré que dejéis a un lado los prejuicios hasta que comprendáis.”

“Está bien Carlisle?” Eleazar avanza, apartando a Tanya con el codo, su mente inundada de temor.

Le sujeto por el hombro, diciendo en un murmullo, “Ninguno de nosotros está bien, Eleazar,” pero le doy una palmada tratando de aliviar algo su preocupación. Es un esfuerzo en vano, por supuesto; si acaso, Eleazar se pone más tenso y yo le tranquilizo precipitadamente, “pero, físicamente, Carlisle está bien.”

“Físicamente?” la aguda pregunta de Tanya corta el aire helado, “A qué te refieres?”

“Me refiero a que toda mi familia está en grave peligro.” Bajo la mano del hombro de Eleazar y entonces extiendo los brazos en un gesto de súplica. “Pero antes de explicarme, os pido que hagáis una promesa.” Se vuelve tremendamente difícil ocultar la desesperación en mi voz pero me obligo a seguir, recurriendo a los últimos vestigios de fuerza que me quedan. “Escuchad todo lo que diga antes de reaccionar. Os estoy rogando que me escuchéis hasta el final,” les pido, convencido de que me pondría de rodillas sin sentir vergüenza, si con ello les convenciera de acceder a mis condiciones.

Tanya se vuelve para intercambiar una mirada con su hermana. Kate asiente una vez, el pelo cayéndole por un hombro. Ella ha tomado su decisión antes incluso de que yo termine de hablar. Eleazar, sin embargo, le sostiene la mirada a Tanya durante un tiempo, sus pensamientos centrados en la seguridad de su familia. Y Carmen, cuya mente ha permanecido relativamente pasiva a lo largo del encuentro, sólo comenta mentalmente que, independientemente de cuáles sean las circunstancias, serán lo bastante considerados como para concederme la oportunidad de explicarme.

Finalmente, Tanya vuelve a mirarme, levantando un poco la barbilla con determinación mientras anuncia, “Te escucharemos. Vamos a escucharlo todo antes de juzgar.” Te debemos al menos eso. Somos familia, después de todo.

Incapaz de reprimir el impulso, dejo escapar un leve suspiro de alivio. “Gracias, Tanya.” Las palabras arden con agradecido fervor. “No os implicaríamos en esto si tuviéramos elección.” Me aparto a un lado, haciendo un movimiento con la mano para que ella y los demás entren.”

Uf. Qué hedor. Tanya olisquea, arrugando la nariz con asco y murmura para sí misma., “Sabía que estos lobos estaban involucrados.” Cómo podéis soportarlo? Se estremece ante la idea de vivir en una casa que apesta a perro mojado.

“Sí,” contesto su comentario verbal, cerrando la puerta con suavidad, “y están de nuestra parte. Otra vez.”

Avergonzada, ofrece una pobre disculpa en su mente. Kate acaricia levemente el brazo de su hermana en un gesto tranquilizador sin palabras.

Carmen, bajo la protectora sombra de su pareja, pregunta en su amable voz con ligero acento, “Dónde está tu Bella? Qué tal está?”

Mirando su cara redonda y compasiva, el ligero tono oliva de su piel destacado por la abundancia de cabello negro, inesperadamente me acuerdo de la única amiga leal que Bella había conseguido en el instituto. Aunque Angela Weber no se parece en absoluto a la diminuta vampira hispana frente a mí, sus personalidades son notablemente parecidas. Y quizá la naturaleza compasiva de Carmen obre a nuestro favor mientras procedemos a los aspectos más complicados de los siguientes minutos.

Le sonrío – la única sonrisa auténtica que alguien aparte de Bella ha conseguido sacarme en estos dos últimos días. “Se unirá a nosotros enseguida,” digo, y todos perciben inmediatamente el cambio en mi voz mientras hablo de mi mujer. “Ella está bien, gracias. Se ha adaptado a la inmortalidad con increíble finura.”

Tanya se mueve hacia mí, su expresión grave, y murmura con seriedad, “Háblanos del peligro, Edward. Escucharemos y estaremos a vuestro lado, que es el sitio que nos corresponde.” Prestando atención a la motivación en sus pensamientos, me doy cuenta de que Kate estaba en lo cierto en su comentario de antes; nada le gustaría más a Tanya que expiar su culpa por haberse negado a ayudarnos cuando les llamamos para que nos apoyaran con el ejército de neófitos.

Llenando los pulmones con una profunda bocanada de aire, me encuentro a mí mismo deseando creer que Dios escucharía y atendería la oración de un vampiro. Si alguna vez hemos necesitado una intervención divina, es ahora. No obstante, respondo con mi propia petición solemne, “Me gustaría que lo vierais con vuestros propios ojos primero,” haciendo un gesto con la cabeza hacia la puerta que conduce hacia las dos personas más preciosas de mi vida, les digo a mis primas, “Escuchad – en la otra habitación. Qué oís?”

Después de una fracción de segundo, el húmedo y rítmico latir de un corazón despierta la incesante sed en sus gargantas y Kate se inclina hacia delante involuntariamente. Extiendo un brazo para frenarla, indicándole, “Tan sólo escucha primero, por favor.”

“Un hombre lobo, supongo,” contesta Tanya, “puedo oír su corazón.” Y olerlo, también.

“Qué más?” pregunto, sumergiéndome en el zumbido colectivo de sus pensamientos, mis ojos atentos a los cambios en la expresión de sus rostros.

Hay otra pausa elocuente, y entonces la cara de Carmen se ilumina con un desconcierto inquisitivo. “Qué es esa vibración?” inclina un poco la cabeza a un lado, “Es…alguna clase de pájaro?”

“No. Pero recuerda lo que estás oyendo.” Espero a que cale ese comentario, a que cada uno guarde en la memoria el ritmo único del corazón de Renesmee y después, señalo en voz baja, “Ahora, qué oléis?” Tanya me mira con reservas, “Además del lobo,” añado por ella.

La mente de Eleazar recibe un sobresalto cuando el nuevo aroma, más ligero, se filtra a través del olor acre de los lobos. “Hay un humano ahí?” susurra, atónito.

“No,” Tanya entrecierra los ojos, concentrándose, e inhala profundamente. Qué aroma tan raro – dulce y agradable pero también apetecible. Podría ser humano…y aún así…”No es humano…” discrepa en voz alta, “pero más próximo a lo humano que el resto de aromas que hay aquí.” Su mirada vuela hacia la mía irradiando curiosidad. “Qué es, Edward? No creo que haya olido antes esa fragancia.”

“Con toda seguridad no, Tanya” coincido, preparándome para lo que está por llegar. Implorándole a ella y a los demás con la mirada, ruego encarecidamente, “Por favor, por favor, recordad que esto es algo completamente nuevo para vosotros. Deshaceos de vuestras ideas preconcebidas.” Ya he dicho demasiado y al mismo tiempo no lo suficiente; todo lo que queda es mostrarles la verdad – para que la vean con sus propios ojos.

Ella me toca la mano brevemente y murmura, “Te he prometido que escucharía, Edward.”

“De acuerdo, entonces,” Levantando la cabeza, oriento mi cuerpo hacia la entrada del comedor, llamando suavemente, “Bella? Trae a Renesmee, por favor.”

Se escuchan unos movimientos cautelosos en la otra habitación y Jacob anuncia firmemente en su cabeza que no tiene intención de quedarse atrás, aunque puedo detectar sus pasos más pesados siguiendo de cerca los de Bella, casi inaudibles. Ella aparece en la esquina, su rostro vacío de cualquier emoción – pero cuando sus grandes ojos escarlata se clavan en los míos, puedo ver claramente el miedo que amenaza con paralizarla. Dando un solo paso dentro de la espaciosa habitación, Bella se detiene bruscamente, pasando la mirada por los vampiros de Denali antes de regresar a mí, la confianza luchando contra el miedo en sus ojos.

Renesmee, aunque está aterrorizada de su posible reacción, respira profundamente y asoma con valor su carita de entre la cortina de cabello castaño de Bella, su diminuto cuerpo rígido por la aprehensión.

Una vez que ella está a la vista, el efecto es inmediato – y explosivo.

Gritando mentalmente un juramento de su nativa Eslovaquia, Tanya sale disparada hacia atrás, todo su cuerpo temblando por el shock y el horror. Kate se retira hacia la puerta de un rápido salto, con el rostro ceniciento y se apoya contra la pared, un siseo cortante escapándose a través de sus dientes apretados. Carmen suelta un grito ahogado, su mano volando hacia la boca, mientras Eleazar se agazapa instintivamente en frente de ella, su rostro cetrino por el miedo.

Siento un dolor palpitante en mi cabeza, por los pensamientos angustiados y atemorizados que llenan sus mentes y reprimo el impulso de apretarme el puente de la nariz. Jacob cruza sus largos y musculosos brazos, poniendo los ojos en blanco mientras se queja en voz baja, “Oh, por favor.” Tenéis que estar tomándome el pelo. Sólo es un bebé, por el amor de dios, y están actuando como unos nenazas.

Cruzando la pequeña distancia que nos separa, rodeo a Bella con un brazo, atrayéndola a ella y a nuestra hija hacia mí. “Prometisteis escuchar,” les recuerdo a mis primas en voz baja y solemne.

“Hay cosas que no deben ser escuchadas!” aúlla Tanya. Su mente no para de dar vueltas – una vorágine tumultuosa de negación, pánico y recuerdos traumáticos de la ejecución de su madre hace siglos. “Cómo has podido, Edward?” grita, ofendida. “No sabes lo que esto significa?”

Frenética, Kate tantea en busca del pomo de la puerta. “Tenemos que salir de aquí.” Los Volturi nos matarán a todos esta vez.

“Edward…” Eleazar me mira fijamente, sin comprender, y parece incapaz de formar un pensamiento completo, debatiéndose entre palabras de rechazo y exclamaciones en español.

Entonces, los dedos de Kate encuentran el frío metal de la manilla y la aferran con fuerza. “Esperad,” les dijo levantando la voz, con tono duro. “Recordad lo que habéis oído, lo que habéis olido. Renesmee no es lo que pensáis.”

Tanya me vitupera, furiosa e histérica, “No hay excepciones a esa regla, Edward.” Sus ojos son implacables y gélidos fragmentos de topacio. Has sentenciado a muerte a todos los que amas, ruge mentalmente. Pensaba que eras mejor hombre que eso.

El fuego estalla en mi frío cuerpo, abrasando cada nervio y prendiendo fuego a mi impredecible temperamento. Sólo el reconfortante y familiar peso del cuerpo de Bella contra el mío evita que un rugido se escape por mi garganta mientras rebato bruscamente la reprimenda de Tanya, “Tanya puedes oír los latidos de su corazón! Párate a pensar lo que eso significa,” le digo, mi ojos fieros taladrando su mirada acusadora.

Ese sonido…ese extraño aleteo…Podría ser? Con los ojos muy abiertos, Carmen se asoma por el brazo extendido de Eleazar, estudiando a la pequeña acurrucada en el rígido abrazo de mi esposa. “Su corazón?” susurra. Eleazar le lanza una mirada incrédula y salvaje.

Concentrándome en su expresión cautelosa y perpleja, le contesto, cada frase lenta y comedida, “No es vampira del todo. Es medio humana.”

Sus miradas inexpresivas y sus pensamientos escépticos son desalentadores, aunque es lo que había estado esperando. La naturaleza generosa de Carmen, por otro lado, me ha dado la oportunidad de expresar en voz alta una explicación – por inverosímil que pueda parecer – y sólo puedo rezar por que ella, al menos, preste atención a mis palabras.

“Escuchadme,” modulo mi tono de voz en el discurso fluido y aterciopelado de la persuasión. “Renesmee es única,” escuchando cada hilo de percepción en sus mentes, continúo, empleando mi don para decir lo que sea que les convenza de la verdad. “Yo soy su padre. No su creador – su padre biológico.”

Imposible. Esto es una locura. Tanya sacude la cabeza infinitesimalmente. Los pensamientos de Kate siguen una línea parecida y Eleazar no es más halagüeño tampoco.

“Edward,” comienza, intensamente escéptico, “no puedes esperar de nosotros que…”

“Dame otra explicación, Eleazar” le reto con serenidad. “Puedes sentir el calor de su cuerpo en el aire.” Él intenta negarlo en su mente pero yo interrumpo sus reflexiones con más verdad. “La sangre corre por sus venas, Eleazar. Puedes olerla.”

“Cómo?” demanda Kate en un murmullo. Su mano afloja la presión en torno al pomo de la puerta mientras mira, estupefacta, a Renesmee. Después de nueve siglos de existencia, oyes todo tipo de rumores pero esto

“Bella es su madre biológica,” les informo, mirando a la fascinante mujer que tengo a mi lado, frotándole suavemente el hombro con la mano. “Ella concibió, llevó en su seno y dio a luz a Renesmee mientras todavía era humana. Eso por poco la mata.” Destellos del rostro pálido y demacrado de Bella, su abdomen hinchado y lleno de hematomas y su frágil cuerpo arqueándose sobre la mesa mientras se rompía su columna vuelan por mi mente. Estrechándola en mis brazos, reconozco ante mí mismo, así como ante los demás en la habitación, “Me vi en apuros para instilar suficiente veneno en su corazón para salvarla.”

Tanto pesar, incluso ahora, observa Carmen, llena de empatía. No puede ser mentira – no si le causa dolor hablar de ello.

La respuesta de su pareja no es tan benevolente. “Nunca he oído tal cosa,” critica, cada palabra mordiendo el aire, su expresión gélida mientras mantiene su postura defensiva frente a Carmen.

Aprieto los labios, escondiendo una sonrisa – aunque no hay nada ni remotamente gracioso en la situación. “Las relaciones físicas entre humanos y vampiros no son frecuentes,” comento, pasando a mirar a las dos hermanas rubias que habían dado un nuevo significado a la palabra “súcubo” en sus primeras décadas. “Los humanos que sobreviven a tales encuentros son aún más escasos. No os parece, primas?” Un matiz de macabra diversión tiñe mi pregunta y tanto Kate como Tanya me fulminan con la mirada, sus pensamientos malhumorados.

No, no es posible. Obstinadamente, Eleazar se niega a aceptar lo que está viendo con sus propios ojos. Lo habría oído – los Volturi habrían tenido alguna clase de conocimiento

“Vamos, Eleazar,” interrumpo sus consideraciones sobre lo que los Volturi pueden saber o no sobre una niña como Renesmee y con la mano que tengo libre, hago un gesto hacia la pequeña, sus rizos color bronce brillando tenuemente bajo la luz que cae de pleno. “Seguro que puedes ver el parecido.”

En ese momento, Carmen toma su decisión, volviendo la suerte a nuestro favor. Con los ojos pardos iluminados por la sorpresa, rodea a Eleazar. Él estira la mano para agarrare del brazo, murmurando, “¿Qué haces?” pero ella le esquiva, avanzando sigilosamente hasta quedar frente a Bella. Entonces, se inclina un poco, mirando a Renesmee fijamente a los ojos, sus enormes ojos color chocolate, y su asombro se incrementa espectacularmente.

Una imagen de Bella el día de nuestra boda – los ojos oscuros brillantes, las mejillas sonrosadas – atraviesa la mente de Carmen y la comparación se entiende al instante. “Parece que tienes los ojos de tu madre,” le dice a Renesmee con voz amable y serena y el rostro de la pequeña se enciende esperanzado, levantando mucho sus pequeñas cejas, “pero la cara de tu padre.” Entonces, Carmen le ofrece una sonrisa dulce.

Más que eufórica porque haya alguien entre nuestros visitantes que no le tenga miedo, Renesmee sonríe deslumbrante, con una idea adquiriendo forma en su mente. Mirando ávidamente a los ojos dorados de Carmen, mi hija toca la mejilla de su madre, imaginando su mano en la cara de la otra mujer. Tiene curiosidad por saber si sería permisible que compartiera su talento, lo que, por supuesto, había sido nuestro objetivo todo este tiempo.

En apenas un susurro, Bella pregunta, “Te importa si te lo cuenta Renesmee por si misma? Ella tiene un don para explicar cosas.”

La sonrisa de Carmen crece e inclina un poco la cabeza, “Ya hablas, pequeñita?”

“Sí,” dice Renesmee en su voz de soprano. Tanya, Kate y Eleazar se estremecen ante el sonido, reconociendo de inmediato que, aunque es la voz de una niña, la madurez con que pronuncia la palabra indica que es mucho más inteligente de lo que aparenta. Carmen es la única que no se ve afectada, aún sosteniendo la mirada de Renesmee mientras la pequeña explica, “Pero puedo mostrarte más de que te puedo contar.”

Coloca su manita de marfil sobre la mejilla de color oliva de Carmen.

Al principio, sólo hay oscuridad, y calor, y Carmen se mueve sorprendida, abriendo la boca sobresaltada para coger una bocanada de aire. Jurando mentalmente, Eleazar, se lanza a su lado, agarrando sus estrechos hombros y preparándose para arrancarla del suave contacto con Renesmee.

“Espera,” le dice Carmen sin aliento, mientras la cálida oscuridad se va llenando de voces incorpóreas y sentimientos de confort, seguridad y amor. Sobrecogido, me doy cuenta de que Renesmee ha comenzado con el primer recuerdo de su vida – mientras estaba aún en el útero de Bella.

Con Carmen, observo mientras Renesmee repite el violento caos de su nacimiento, cuando vio a Jacob por primera vez, yo cantándole mientras esperábamos a que Bella se despertara…viendo a su madre de nuevo, cada momento que hemos pasado juntos en familia…cada aspecto de su extraordinaria existencia es transmitido a la mente de Carmen con claridad cristalina, como si ella misma estuviera viviendo estos momentos.

No sé cuánto tiempo ha pasado, pero en un momento dado oigo a Jacob quejarse en algún rincón lejano de mi conciencia, cambiando su peso sobre el suelo de madera. Tío, esto me está volviendo loco. Odio esperar. Y masculla en voz alta, “Qué le está mostrando Renesmee?”

“Todo,” le contesto y entonces vuelvo a la corriente de la narración de Renesmee.

Poco después, Renesmee termina su historia con un recuerdo de esta mañana y baja su manita, sonriendo a Carmen, que está boquiabierta.

La vampira de cabello oscuro parpadea, despertando de su aturdimiento, Dios mío… Su mirada vuela hacia arriba, clavándose en mi intensa mirada y ella se maravilla, “Verdaderamente es tu hija, no? Qué don tan vívido! Sólo podía venir de un padre con tanto talento.”

Parece convencida, pero tengo que dejarlo absolutamente claro. “Crees lo que ella te ha enseñado?” pregunto, atento a la más mínima inflexión en cada uno de sus pensamientos y siento que Bella se pone rígida bajo mi brazo.

Carmen asiente una vez, con innegable sinceridad, “Sin duda.”

“Carmen!” grita Eleazar, consternado y preocupado por que Renesmee haya podido hacer algo para embrujarla.

Volviéndose hacia él lentamente, Carmen le quita las manos de sus hombros y las sostiene en las suyas, apretándolas con ternura. “Aunque parezca imposible,” le dice con seguridad, “todo lo que Edward te ha dicho es la verdad.” Ella se lleva una mano suya a los labios, besándole los nudillos y la actitud de él enseguida se suaviza. “Deja que la niña te lo muestre,” le anima y empuja a Eleazar con el codo hacia Renesmee, que está observando su conversación con la misma sonrisa en su cara angelical, “Enséñale, mi querida,” le dice Carmen, asintiendo con la cabeza.

La pequeña accede enseguida, apoyando los deditos suavemente en la frente de Eleazar.

Tan ponto como el vívido imaginario asalta su percepción, él se aparta bruscamente de su tacto como si quemara, exclamando con dureza, “Ay, caray!”

“Qué te ha hecho?” Tanya se acerca, sus extremidades en tensión y dispuestas a saltar como un gatillo ante la más mínima insinuación de peligro. Kate suelta la mano del pomo de la puerta e imita el acercamiento cauteloso de su hermana.

Eleazar está rígido por la sorpresa, una oleada de pensamientos incoherentes llenando su mente. Carmen la acaricia la mejilla con el dorso de la mano, tranquilizándole, “Sólo está intentando enseñarte su versión de la historia.”

Impaciente y algo ofendida, Renesmee le mira con el ceño fruncido, esa adorable expresión que recuerda tanto a su madre. “Mira, por favor,” ordena y extiende la mano con la palma hacia delante, a pocos centímetros de su cara.

Mirando con desconfianza su mano extendida, Eleazar mira después a Carmen, sus ojos dorados suplicando ayuda. Ella asiente con expresión amable y Eleazar respira profundamente, dispuesto a aceptar los ánimos silenciosos de su pareja. Él se inclina con anticipación cautelosa y coloca la frente debajo de manita de Renesmee, que sigue esperando.

Un escalofrío le recorre cuando las imágenes vuelven a aparecer pero permanece inmóvil, cerrando los ojos al concentrarse y absorber cada detalle de su extraño cuento. Pasan varios minutos y sus párpados tiemblan mientras murmura con un suspiro. “Aaah. Ya veo.” Mira en los brillantes ojos marrones de Renesmee, escudriñando su encantadora y vibrante sonrisa y se encuentra a sí mismo devolviéndosela – aunque su sonrisa es, evidentemente, más reacia.

Qué está pasando aquí? Tanya intenta ver la cara de Eleazar asomándose por detrás de Carmen. “Eleazar?” pregunta, su mirada volando hacia Renesmee y entonces se queda atónita por un momento, ante el rostro encantador de mi hija.

Eleazar se incorpora, colocando los pies para dejar sitio a Tanya y proclama, “Todo es verdad, Tanya.” Como con Carmen, no encuentro rastro de duda en su mente. “No es una niña inmortal. Es medio humana. Ven,” ofrece, colocando suavemente la mano en la espalda de Tanya, haciéndola pasar hacia delante. “Mira por ti misma.”

Atentamente, Renesmee explica su versión a Tanya y Kate y, exactamente igual que los otros dos miembros de la familia, las hermanas creen inmediatamente la verdad sobre la existencia de Renesmee. “Sencillamente asombroso,” susurra Tanya sobrecogida, estudiando el rostro de la pequeña con nuevos ojos.

“Es casi idéntica a ti, Edward,” comenta Kate, acariciando con mucho cuidado los rizos de color bronce de Renesmee.

“Excepto los ojos,” Tanya sonríe ampliamente a Renesmee y se queda extasiada cuando ella le devuelve el gesto.

Mientras arrullan a nuestra hija, Bella me mira, sus ojos cautelosos llenos de preguntas. Mis labios esbozan el espectro de una sonrisa tranquilizadora y le aprieto los hombros con ternura. “Gracias por escuchar,” les digo a mis primas en voz baja y serena.

Tanya me mira, la frialdad en sus ojos color ámbar totalmente ausente. Ahora: al grano, afirma mentalmente y dice en voz alta. “Pero queda el grave peligro del que nos has avisado. No directamente de esta niña, por lo que veo, pero entonces, seguro que de los Volturi.” Su boca se tensa, recordando de nuevo cuando vinieron a por su madre. “Cómo han sabido de ella?” pregunta sombríamente, “Cuándo van a venir?”

No me entusiasma la idea de tener que contarles a Tanya y a Kate las acciones de su hermana; después de todo, sé demasiado bien lo que se siente al ser traicionado por un ser querido. Endureciendo mi corazón contra el dolor que sale a la superficie cada vez que pienso en mi hermana perdida, le contesto, “Cuando Bella vio a Irina aquel día en las montañas, tenía a Renesmee con ella.”

Tanya palidece, su expresión consternada y Kate deja escapar un gruñido sordo, entrecerrando los ojos. “Irina ha hecho esto?” sisea peligrosamente. “A ti? A Carlisle? Irina? Esta vez ha ido demasiado lejos, Kate jura para sí misma, el oro de sus iris brillando con furia.

“No,” susurra Tanya, con la mirada muy lejos. Ha tenido sus diferencias con Carlisle y los demás…pero ella nunca haría…”Alguien más…” sus palabras se pierden en el silencio y la pena nubla sus pensamientos.

Estremeciéndome levemente al pronunciar su nombre, le contesto en una voz sin vida, “Alice la vio ir adonde ellos.”

“Cómo ha podido hacer esto?” Eleazar tiene la mirada fija en la nada, los ojos vidriosos, su mente volando por el miedo. Irina ya ha actuado precipitadamente antes…pero volverse completamente en contra de su familia? Es que no tiene ningún sentido de lealtad?

“Imaginad si hubierais visto a Renesmee sólo desde la distancia,” aunque no tengo ningún deseo de defender a Irina, lógicamente, cualquier vampiro en su posición y con su historia, se habría comportado de la misma manera. Incluso Tanya o Kate… miro a cada una con expresión sombría. Podría haber sido fácilmente cualquiera de estas hermanas, de pie frente a Aro, usando su conocimiento para condenarnos. “Si no hubieseis esperado a nuestra explicación.”

Nunca, ruge Tanya, la declaración reverberando en mi cabeza. Con la mirada dura y los puños apretados, afirma con palabras entrecortadas, “Da igual lo que pensara…” Independientemente de cuánto hayamos desmentido nuestra lealtad en el pasado, “Vosotros sois nuestra familia.” Su rostro es casi feroz por la intensidad de sus emociones; es imposible poner en duda su devoción hacia nosotros y lo que podamos necesitar de ella y su aquelarre.

“No hay nada que podamos hacer ya sobre la decisión de Irina,” les informo seriamente. “Es demasiado tarde. Alice nos ha dado un mes.”

La confusión se agita en sus mentes. Kate frunce el ceño y Tanya inclina la cabeza a un lado, perpleja. “Tanto tiempo?” pregunta Eleazar, su frente surcada por profundas arugas mientras considera las posibles razones del retraso de los Volturi.

“Vienen todos.” En mi pecho comienza a retumbar un rugido, mis músculos contrayéndose como preparándose para la lucha y el cinismo envuelve mis palabras cuando comento, “Eso debe llevar ciertos preparativos.” Apretando los dientes, me trago el gruñido pero las extremidades se niegan a relajarse y dejar su postura combativa.

Eleazar jadea, visiblemente desconcertado. “La guardia al completo?”

Siento como se aprieta mi mandíbula mientras me esfuerzo por mantener la voz serena. “No sólo la guardia. Aro, Caius, Marcus. Incluso las esposas.”

Según la idea va calando, una oleada de shock incapacitante envuelve a cada uno de los vampiros de Denali y después de medio segundo de gélido silencio, Eleazar murmura, aterrado, “Imposible.”

En tono irónico, le respondo, “Yo hubiera dicho lo mismo hace dos días.”

Mirándome con el ceño fruncido, se encoge de hombros. “Pero eso no tiene ningún sentido. Por qué se pondrían en peligro a sí mismos y a las esposas?”

“Desde ese punto de vista no tiene sentido,” coincido y después exhalo ligeramente, pasándome la mano que tengo libre por el pelo. “Alice dijo que se trataba de algo más que un mero castigo por lo que piensan que hemos hecho.” Mirándole con expresión especulativa, le transmito el resto de su críptico consejo, “Ella pensaba que tú podrías ayudarnos.”

“Más que un castigo?” Eleazar mira al suelo, su mente dirigiéndose en una docena de direcciones distintas mientras reflexiona sobre todas ellas. “Pero qué más puede haber?” Distraídamente, empieza a caminar por la amplia habitación, con el ceño permanentemente grabado en sus facciones. Sus pensamientos son tan caóticos que yo me retiro un poco, no queriendo perderme en el tumulto también.

Tanya parece no advertir el paseo nervioso de Eleazar. Con la mirada fija en mí, pregunta, “Dónde están los demás, Edward? Carlisle y Alice y el resto?”

Vacilo durante el más breve instante al contestarle – más rápido que un parpadeo – y después le doy una respuesta vaga, “Buscando amigos que puedan ayudarnos.”

Sosteniendo las manos con las palmas hacia arriba frente a ella, en un gesto de deferencia, Tanya dice muy seriamente, “Edward, da igual cuántos amigos consigáis reunir, no podemos ayudaros a ganar. Sólo podemos morir con vosotros. Debéis saberlo ya. Por supuesto.” Su expresión se contorsiona con odio hacia sí misma, “Quizá los cuatro merezcamos esto después de lo que ha hecho Irina, después de cómo os hemos fallado en el pasado – por ella, también aquella vez.” En sus pensamientos, veo claramente su solemne aquiescencia hacia el destino decretado para mi familia.

Niego con la cabeza rápidamente, rechazando su mudo ofrecimiento de sacrificio. “No os estamos pidiendo que luchéis y muráis con nosotros, Tanya.” Le digo con firmeza. “Sabes que Carlisle nunca pediría eso.”

El lamento interior de mi padre la mañana después de la deserción de Alice, ronda los límites de mi conciencia. No puedo soportar tener más muertes sobre mi conciencia.

“Entonces qué, Edward?” Lo que sea que necesitéis de nosotros, lo tenéis. Incondicionalmente.

“Tan sólo buscamos testigos,” les aseguro a todos ellos, aunque principalmente me estoy dirigiendo a Tanya. Su persistente búsqueda de redención por algo que ya ha sido perdonado, puede llegar a convertirse en un problema. Tendré que dejar muy claros unos pocos detalles de nuestra estrategia. “Si podemos obligarles a detenerse, sólo un momento,” mi voz se vuelve anhelante mientras mi atención se mueve a la niña infinitamente preciosa en brazos de Bella. “Si ellos nos dejaran explicarnos…” acaricio suavemente la mejilla de Renesmee.

Su expresión ardiendo con afecto, Renesmee me coge la mano con fuerza y la aprieta contra su cara. Me veo a mí mismo reflejado en su mente y en sus ojos brillantes, junto a su declaración mental, Te quiero, papi. Y ella se inclina contra mi mano mientras el calor de su piel derrite algo el hielo de mi corazón.

“Es difícil dudar de nuestra historia cuando la ves por ti mismo,” susurro, mi voz ronca por la emoción.

Asintiendo pensativamente, Tanya señala, “Crees que su pasado tendrá tanta importancia para ellos?”

Aparto los ojos de Renesmee para mirar a la vampira de pelo rubio rojizo y le respondo, “Sólo en cuanto que augura su futuro. El motivo de la restricción es protegernos de la exposición, de los excesos de niños que no podían ser corregidos.” Lo cual no es en absoluto aplicable a mi hija. Un niño que se convierte en vampiro se queda congelado en el mismo estado que cuando era humano; sin crecer, sin forma de enseñar a una mente que nunca alcanzará la plena madurez. Renesmee sigue aprendiendo cada día que pasa, desarrollándose mental y físicamente y es sólo una cuestión de tiempo que alcance la etapa adulta.

Casi como si percibiera mi línea de pensamiento, Renesmee comienza a hablar. “No soy peligrosa en absoluto.” El tintineo como de campanilla de plata de su voz llena el repentino silencio. “Nunca he hecho daño al abuelo, a Sue o a Billy. Me encantan los humanos.” Una leve sonrisa ilumina su profunda y limpia mirada mientras añade, “Y a los lobos como mi Jacob.” Suelta mi mano y la extiende a través del hombro de Bella, para dar unas palmaditas en el antebrazo de Jacob. Él, que estaba perdido en sus pensamientos, se sobresalta un poco ante el contacto, pero después le sonríe rápidamente.

Kate y Tanya se miran la una a la otra. “Mi Jacob”? Qué diablos significa eso? Kate enarca una ceja, sus ojos de color topacio llenos de confusión.

Edward ha dicho que su tregua con los lobos es más fuerte que nunca…Tan rápida como siempre, Tanya supone, Podría la niña tener algo que ver?

Mejor seguir con mi explicación antes de que sus conjeturas se hagan demasiado…públicas. No estoy preparado para revelar que mi hija de cuatro meses es el objeto de la imprimación de un hombre lobo y es ahora el centro de su universo, la razón de su existencia. Podría generar demasiadas conversaciones incómodas, por no mencionar las incesantes burlas a las que son tan aficionadas ambas hermanas cada vez que estoy cerca. Ya tuve bastante en la recepción de la boda.

“Si Irina no hubiera venido tan pronto,” reflexiono en voz alta, “podríamos haber evitado todo esto. Renesmee crece a un ritmo sin precedentes. Para cuando haya pasado el mes, ella habrá ganado otro medio año de desarrollo.”

Apartando su atención del paseo incesante de su pareja, Carmen levanta la barbilla con decisión y afirma, “Bueno, eso es algo de lo que desde luego podemos dar testimonio. Podremos dar nuestra palabra de que la hemos visto madurar por nosotros mismos. Cómo podrían ignorar los Volturi una evidencia así?”

Eleazar masculla en voz muy baja, “Sí…cómo?” Su mente sigue dando vueltas, tratando de desvelar la información que Alice dijo que él tendría sobre la estrategia de los Volturi y la respuesta ha sido más automática que relacionada con él de hecho, mientras prestaba atención a nuestra conversación.

“Sí, podemos ser vuestros testigos,” coincide Tanya, ignorando a Eleazar por un momento. “Es lo menos que podemos hacer.” Una luz extraña y vibrante aparece en su mirada ocre, haciendo que me recorra por la columna un cosquilleo de inquietud – que se intensifica cuando oigo sus pensamientos. Sólo el talento de Kate ya nos da cierto margen; tenemos mucho que preparar…y estoy segura de que los demás estarían de acuerdo en…”Pensaremos en qué más podemos hacer,” dice suavemente pero su comentario está cargado de propósito y una tenacidad que rivalizaría incluso con la tozudez de Rosalie.

“Tanya,” pronuncio su nombre como una velada advertencia, “no esperamos que luchéis con nosotros.”

Ella sostiene impertérrita mi mirada severa. Eso es decisión mía, Edward, no tuya, protesta mentalmente y después dice en voz alta. “Si los Volturi no se detienen a escuchar nuestro testimonio, no podemos quedarnos sin hacer nada. Por supuesto, sólo debería hablar por mí misma.” Recorre la habitación con la mirada, observando los rostros de su familia.

Sacudiéndose el cabello rubio, Kate resopla, colocándose las manos en las caderas y diciendo con sarcasmo, “Realmente dudas de mí, hermana?”

Tanya sonríe, sus blancos dientes deslumbrantes y levanta las cejas en una expresión de falsa seriedad. “Es una misión suicida, después de todo,” le recuerda a Kate.

Kate sonríe y después se encoge de hombros con evidente despreocupación. “Contad conmigo.” Menos mal que he estado practicando…Su memoria se despierta con los recuerdos de antiguas piezas con las que ha empleado su singular habilidad y yo me retiro, sin desear tener más pruebas de su competencia en la batalla.

Colocando una esbelta mano sobre su corazón, Carmen promete con total sinceridad, “Yo, también, haré lo que esté en mi mano para proteger a la niña.” Mira a Renesmee, el anhelo evidente en sus ojos dorados y extiende los brazos vacilante, “Puedo cogerte, bebé linda?” pide.

Prácticamente estallando por la excitación, Renesmee extiende los bracitos con una amplia sonrisa y Carmen la atrae hacia sí, diciéndole lo hermosa y especial que es en español. Renesmee no entiende una palabra – al menos, no todavía – pero la cadenciosa melodía de la lengua materna de la vampira de cabello oscuro le resulta agradable. Acaricia ligeramente los mechones negros de Carmen mientras escucha sus palabras.

Mientras las observo a las dos, me doy cuenta de que Renesmee posee un encanto inocente que es completamente irresistible. Como magia, ella tejió su hechizo primero en torno a Bella, Rosalie y finalmente yo mismo antes incluso de nacer. Y cuando llegó a este mundo, entonces procedió a encandilar al resto de mi familia, Charlie, y a todos los demás que ha conocido.

Aunque cuatro testigos no es ni con mucho suficiente para detener el avance de los Volturi, es un punto de partida. Mi única esperanza, mientras percibo la expresión de Bella, repentinamente preocupada, es que no condenemos a muerte a nuestros amigos al pedirles que se sitúen a nuestro lado. En mi siglo de existencia, ya llevo una enorme cantidad de vidas en mi cuenta, la balanza de la justicia está en mi contra, a pesar de mis intentos por vivir rectamente.

La voz apasionada de mi mujer resuena en mi mente, repitiendo su promesa de anoche. “Ahora estamos juntos en esto – y eso significa que adonde yo vaya, tú vienes conmigo.”

Me aferraré a esa promesa, y a mi ángel, hasta que no sea más que un montón de cenizas.

Capítulo 12

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