domingo, 20 de diciembre de 2009

METAMORFOSIS. Capítulo 10: Deserción.

Otro capítulo de la obra de LivesAmongTheStars (siempre digo que mejor en ingles: Metamorphosis). Este capítulo, igual que el anterior está cargado de angustia por el momento que viven pero la parte del final es preciosa. Y el siguiente capítulo es increíble. Eso sí, es larguíiiiiiisimo y muy muy importante, así que paciencia conmigo!
Qué os voy a decir yo, si ya sabéis que soy fan de esta historia (ya os he dicho que creo que es Stephenie-The Goddess bajo pseudónimo, verdad?). Disfrutad.
Y siempre son bienvenidos vuestros comentarios, ya los sabéis ;)


Capítulo 9

10. Deserción.

El sol derrama un brillo dorado en el rostro de Bella al llegar la mañana y yo capto mi propio reflejo en sus ojos asolados por el dolor, unos destellos irisados iluminando mi pálida piel.

Estoy completamente perdido sobre qué debemos contarle a Renesmee cuando se despierte. No podemos mentirle; se daría cuenta inmediatamente con su extraordinaria perspicacia y sé que soy incapaz de reunir la voluntad para fingir que nuestro mundo no ha quedado reducido a cenizas después de esta noche. Desearía tener algo que ofrecerle – una respuesta o algo de consuelo que calmen su joven y frágil corazón cuando vea la muerte en nuestros rostros.

A este pensamiento le sigue otro, relacionado con las respuestas que esperamos encontrar y con quien fue enviado a buscarlas.

Mi cuerpo tarda unos segundos en recordar cómo moverse. Siento la cara como si estuviera tallada en hielo y me concentro en contraer los músculos tan sólo un poco. Mis cejas se mueven y entonces la acción se traslada a través de mis fibras nerviosas hasta mi boca, obligando a mis labios a formar un nombre.

“Alice.”

Como un catalizador, mi voz desencadena un débil comienzo de vida, de movimiento en la tensa y helada atmósfera. Bella baja los brillantes párpados de color lavanda en un lento parpadeo. Emmett vuelve la mirada hacia las ventanas. Carlisle levanta la cabeza, un destello de sorpresa cruzando por su rostro afligido. Esme cambia la posición de los pies – una vieja, vieja costumbre – con los ojos puestos en su marido. Y Rosalie abre la boca para hablar, comentando sobresaltada en voz baja, “Hace mucho tiempo que se ha ido.”

Emmett le suelta la mano, con la atención aún fija en la línea de árboles visible desde la ventana. “Dónde podrá estar?” pregunta, y da un paso hacia la puerta.

Lanzándose hacia delante, Esme le coloca la mano suavemente en el hombro, advirtiéndole, “No queremos molestar…”

“Ella nunca ha tardado tanto.” El efecto anestésico de la desesperación ha empezado a disiparse, permitiendo que mi mente se aclare y reconsidero los últimos actos de mi hermana con nuevos ojos. Me estaba ocultando algo – eso era evidente – pero antes de eso pude percibir que la visión de la llegada de los Volturi ejercía más poder sobre su mente que cualquier otra que hubiera tenido nunca. Y estaba visiblemente distraída, diciendo que había tanto, justo antes de que ella y Jasper se fueran.

El agudo pinchazo del pánico inyecta ácido helado en mis venas, inundando mi cuerpo en una oleada de adrenalina. Los acontecimientos del futuro ya se han escapado antes a sus visiones; incluso la propia Alice no está segura de cómo funciona su don. Sólo hay una persona en la tierra que comprende mejor que yo los complejos entresijos de su mente.

Con un enorme esfuerzo, aparto la mirada de Bella y levanto la vista hacia mi padre. “Carlisle, no crees que…algo preventivo?” Mi voz suena tensa por la preocupación, mis facciones adoptando una expresión de terror. “Alice habría tenido tiempo de verlo si ellos enviaran a alguien a por ella?”

Carlisle abre mucho los ojos dorados con miedo – Oh, no…Alice!

Emmett maldice en un rugido ensordecedor que despierta a Jacob. El gran lobo marrón rojizo, se pone de pie tambaleándose, enseñando los dientes, un gruñido grave resonando en su garganta. Qué? Los miembros de su manada, que han pasado la noche vigilando el perímetro de la casa, repiten su gruñido, como por orden suya.

Sin esperar más, me pongo en movimiento y salgo como un rayo por la puerta principal, Carlisle siguiéndome de cerca y los demás a no mucha distancia de él. Oigo a Bella gritar a Jacob, “Quédate con Renesmee!”

Abriendo mi mente, me concentro intensamente para silenciar la preocupación de mi padre, el terror de Esme, la determinación de Emmett y la angustia de Rosalie, tratando de escuchar a Alice, Jasper o a cualquier clase de agresor que pueda estar amenazándoles.

Mientras corremos, dejo que mis sentidos asuman el control, siguiendo en la brisa el rastro de la ligera fragancia de Alice, mezclado con el sólido aroma de Jasper. Mis ventanas nasales se dilatan cuando detecto su pista y cambio mi trayectoria a través del bosque sin esfuerzo mientras su camino gira hacia el este.

Porque estoy tan absorto en los olores que llenan el aire a mi alrededor, advierto enseguida el aroma a Fresia empapada en la lluvia que florece con asombrosa prominencia detrás de mi padre y de mí. Pero dejo a un lado cualquier pensamiento sobre Bella por el momento. Tenemos que encontrar a Alice y a Jasper. La imagen de pesadilla de mi hermana en las ávidas garras de Aro me obliga a incrementar mi ritmo pero me contengo lo suficiente para que los demás puedan seguirme.

El rastro cambia hacia el norte una vez que nuestro grupo cruza de un salto el río y Carlisle me mira de reojo, preguntando, “Habrían podido sorprenderla?”

“No entiendo cómo,” respondo, con la vista fija en el camino por delante. Siento una fría corazonada oprimiendo mi pecho, haciéndose más pesada con cada zancada, y admito en voz baja, “Pero Aro la conoce mejor que nadie. Mejor que yo,” lo que me asusta por razones que nunca le he revelado a nadie – ni a Bella, ni a la propia Alice.

“Es una trampa?” dice Emmett, la dirección de su voz indicando que me sigue como a una docena de pasos. Su mente está concentrada mientras inspecciona los alrededores buscando alguna señal de un posible ataque – siempre el protector.

“Tal vez,” concedo. Lógicamente, es un riesgo para todos nosotros estar aquí fuera, persiguiendo a Alice y a Jasper – una oportunidad perfecta para que los Volturi organicen una emboscada. Sin embargo, eso no detendrá a mi familia a la hora de atravesar de cabeza la enredada maleza mientras continuamos siguiendo el rastro de sus miembros desaparecidos. Si esto es una trampa, al menos nos atraparan juntos y tendremos más posibilidades de sobrevivir.

El familiar aroma cambia de dirección otra vez, virando al oeste. Me invade la confusión. “No hay más rastro que el de Alice y Jasper,” comento a nadie en particular. La idea de una trampa se hace más y más improbable en mi mente pero estoy desconcertado por la falta de rumbo aparente en la trayectoria, mientras suena el tranquilo murmullo de la corriente frente a nosotros. “Hacia dónde iban?”

Mientras atravesamos de un salto el río por segunda vez, de pronto mi madre me llama mentalmente, con la atención puesta en alguna otra cosa. Edward, espera – hay algo por aquí, hacia el sudeste. Descarto sus palabras negando rápidamente con la cabeza. Lo más probable, es que se trate de un rastro antiguo de Alice, nada relevante en este momento.

Al no detenerme ni hacer acuso de recibo de su silenciosa afirmación, Esme grita, “Has captado ese rastro?”

“Sigue el principal,” le digo bruscamente, mientras el grupo de ancianos abetos que surge ante nosotros despierta recuerdos en mi memoria, “casi hemos llegado a la frontera Quileute.” Sin darme cuenta, me muevo hacia la derecha, colocándome justo por delante de Bella, que está a sólo dos pasos de mí a juzgar por el susurro rítmico de sus pisadas en la tierra húmeda. “No os separéis. Veamos si giraron hacia el norte o el sur,” indico, comenzando a percibir el olor acre de los lobos, traído por el viento que sopla del oeste.

Carlisle y yo bajamos el ritmo de nuestra frenética carrera al advertir que estamos a menos de cien metros de la línea fronteriza y giro la cabeza de un lado a otro, probando el aire con la nariz. Sin duda, a estas alturas el rastro debería haber cambiado de dirección, a no ser…Alice, a dónde vas?

Un trío de mentes roza los límites de mi percepción y el olor a lobo se intensifica, procedente de las sombras de los enormes abetos plateados. Una línea de pensamiento destaca sobre las otras dos: es firme y serena.

Reconocería esa mente en cualquier lugar; la he oído muchas veces en los últimos siete meses.

Levanto bruscamente la cabeza, los músculos de mi cuerpo en tensión, y me detengo de golpe. Los demás lo hacen también, siguiendo mi ejemplo. Carlisle está junto a mí y Bella justo detrás de mi hombro derecho.

“Sam?” digo en voz baja y severa. “Qué es esto?”

Sam Uley, el primer hombre Quileute en transformarse en lobo tras cuatro generaciones y el igual de Jacob en la jerarquía de la manada, emerge de los árboles enérgicamente, los ojos oscuros fijos en Carlisle. Le acompañan dos miembros de su manada, uno a cada lado. La espesa cola del lobo situado a la izquierda de Sam se agita nerviosamente, con el pelo color carbón de la nuca erizado mientras mira a nuestra familia. El lobo de la derecha parece más cómodo que su hermano; el pelaje marrón y gris moteado elevándose bajo los músculos de hombros y espalda, la aguda mirada barriendo el área con atención.

Mientras marcha hacia nosotros, una vertiginosa espiral de recuerdos impregna la mente de Sam – vertiginosa por lo que puedo ver ahora con mis propios ojos.

Aparece una imagen de Alice, Jasper completamente inmóvil por detrás mientras ella mira a Sam, una mirada sombría y penetrante en sus ojos dorados, que apenas consiguen esconder un secreto dolor. Después, ambos corriendo a través del bosque azul-violáceo flanqueados por Sam, dirigiéndose hacia el sonido del romper de las olas y el olor a salitre. Él observa – un par de pálidos fantasmas – cómo se zambullen en el oscuro océano y desaparecen bajo las olas.

Se han ido. Ellos se han ido.

Se han marchado. Los dos. Alice…Jasper…

Alice

No consigo encontrar la voluntad para moverme, parpadear, respirar – estoy completamente helado, perdido en un tumulto de sentimientos contradictorios y recuerdos, sin esperanzas de volver a la superficie.

Carlisle aprieta la mandíbula cuando me mira de reojo. Edward. Ni siquiera reconozco mi propia cara cuando leo sus pensamientos; es un rostro desolado, vacío y sin vida. La expresión de un cadáver. Hijo, me llama otra vez, qué pasa?

Mi mejilla derecha arde bajo la intensidad de la mirada clavada en mí desde un par de enormes ojos escarlatas. Casi extiendo la mano hacia ella – casi – pero no consigo reunir la fuerza para mover lo más mínimo mis músculos petrificados.

Sam finalmente ha cruzado la distancia que separa a nuestros grupos. Deteniéndose frente a Carlisle, le informa decidido, “Justo después de la medianoche, Alice y Jasper vinieron a este lugar y pidieron permiso para cruzar nuestras tierras hasta el océano.”

La sorpresa despierta una breve cacofonía de pensamientos en la mentes de mi familia – excepto la única que no puedo oír, por supuesto – pero no les presto atención. Las imágenes que he recibido antes de la mente de Sam emergen con mayor claridad mientras habla y yo analizo cada detalle con atención, buscando cualquier motivo por el que mi hermana se habría ido.

“Se lo concedí y les acompañé hasta la costa yo mismo,” continua Sam. “Se dirigieron al agua inmediatamente y no regresaron. De camino, Alice me dijo que era de la mayor importancia que no le contase nada a Jacob de que la había visto hasta que hablara con vosotros. Debía esperar aquí a que vinierais en su busca y entonces daros esta nota.” Sostiene un trozo de papel doblado, con la esquina de un lado rota y letras negras de imprenta en la parte de atrás. “Me dijo que la obedeciera como si las vidas de todos dependieran de ello,” termina y la imagen de Alice se consolida en sus pensamientos, como si estuviera de pie frente a nosotros ahora mismo. Sus diminutos puños apretados, sus facciones delicadas mostrando una férrea decisión y la pura angustia en sus ojos color topacio me atraviesan como un cuchillo.

Sam le entrega la nota a Carlisle y en el texto junto a su pulgar se lee “El mercader de Venecia.” Además, percibo un leve rastro del dulce aroma de Bella en el papel, así que debe haber sido arrancado de uno de sus libros. Pero no tiene sentido; por qué escribiría Alice una nota utilizando una página arrancada de uno de los libros de Shakespeare de mi mujer? Aunque debo confesar que ya queda muy poco que tenga sentido para mí.

Desplegando el papel, mi padre lee rápidamente – y su expresión se contrae con profunda pena. Las palabras llenan su cabeza, así como la mía, y la sensación de entumecimiento me invade una vez más. Recuerdos de mi amada hermana, mi mejor amiga y confidente durante casi cincuenta años, bailan en mis pupilas, provocándome con la pregunta que no ha recibido respuesta, Por qué? Alice, por qué?

“Alice ha decidido abandonarnos,” susurra Carlisle, afligido.

“Qué?” grita Rosalie. Emmett maldice mentalmente para combatir la brutal oleada de conmoción y Esme deja escapar un grito ahogado, tapándose la boca con la mano. Y Bella…permanece como una estatua de hielo. No creo que esté respirando si quiera – inmóvil por la incredulidad y el dolor.

Carlisle da la vuelta al papel y lo sostiene para que todo el mundo pueda leerlo.

No nos busquéis. No hay tiempo que perder.

Recordad: Tanya, Siobahn, Amun, Alistair, todos los nómadas que podáis encontrar. Nosotros buscaremos a Peter y a Charlotte. Sentimos muchísimo tener que dejaros de esta manera, sin despedidas ni explicaciones. No podemos hacerlo de otra forma.

Os queremos.

Esme reprime un sollozo, cerrando los ojos con fuerza y Rose le pasa un brazo por los hombros temblorosos, su propia expresión llena de tristeza. Emmett se encuentra en un estado de incredulidad, preguntándose qué ha podido ver Alice que le haya obligado a ella y a Jasper a abandonarnos y por qué no ha mencionado ese mismo peligro. Bella sigue sin respirar. Carlisle da la vuelta lentamente al papel y Sam puede leer las palabras que hay escritas por primera vez, ya que él no había querido leer un mensaje claramente no dirigido a él.

Considerando la despedida de Alice, el líder Quileute reflexiona, Así están las cosas, para que Alice y Jasper abandonen a su familia, dejándola en peligro, sin otra cosa que una nota para explicar sus intenciones?

Me obligo a concentrarme en su rostro severo, mirándole a los ojos. “Sí, así están las cosas,” contesto a su pensamiento no expresado en palabras, con voz baja y apagada.

“Como para abandonar a tu familia?” recrimina Sam, frunciendo el ceño con desaprobación. Es un acto cobarde de traición, censura mentalmente. Nunca debería haberla escuchado.

“No sabemos lo que vio,” Alice podría haber visto varios futuros posibles después de que ella y Jasper salieran de la casa. Cualquiera de ellos podría haberle mostrado que tenían que irse, bien para evitar o bien para desencadenar un resultado final. Si soy capaz de aferrarme a esa lógica, que mi hermana sigue trabajando por el interés de nuestra familia, entonces quizá pueda encontrar un resquicio de esperanza para sostenerme.

“Alice no es insensible ni cobarde,” le digo a Sam con firmeza, “tan sólo tiene más información que el resto de nosotros.”

Él entrecierra los ojos oscuros y condena a Alice en su mente, su lealtad innata hacia la familia haciendo que tilde a mi hermana de traidora de la más baja especie, por salir corriendo en nuestra hora de necesidad. Comienza a replicar, “Nosotros no…”

“Los vínculos que os unen son distintos a los nuestros,” le espeto, con la ira al rojo vivo abrasando mis nervios a flor de piel y mi corazón doliente, “nosotros conservamos el libre albedrío.”

Sam levanta la barbilla, su mirada dura como el ónice pulido y Alice reaparece en su mente, sus palabras sonando con certeza. “Esta lucha va a ser distinta a cualquier otra a la que os hayáis enfrentado,” el dolor en mi pecho aumenta terriblemente al oír su voz a través de los recuerdos de Sam, pero lo dejo a un lado, “no me andaré con rodeos contigo, Sam. Todos vosotros moriréis si elegís permanecer a nuestro lado. El futuro sigue borroso en muchos aspectos, pero ese hecho permanece inalterable. Por más que esté convencida y agradecida de que los lobos nos ayuden, creo justo advertiros. No debéis tomar esta decisión a la ligera.”

Bruscamente, él invalida la afirmación de ella en su memoria, insistiendo, Cómo pude confiar en sus palabras? nosotros no somos esclavos obligados a defender nuestra tierra y nuestra familia – elegimos hacer frente a cualquier enemigo que amenace lo que vivimos para proteger. Me mira ferozmente, como retándome a contradecir los pensamientos que él sabe que ya he captado en su mente.

“Pero deberíais hacer caso a la advertencia,” digo con más calma aunque con voz más dura. “Esto no es algo en lo que queráis implicaros. Todavía podéis evitar lo que vio Alice.” Aunque soy muy consciente de que Jacob nunca dejará a Renesmee, no hay razón para que toda la manada Quileute perezca con mi familia, aplastados como un insecto bajo el pie de los Volturi.

Una sonrisa lúgubre se extiende por el rostro de Sam, “Nosotros no salimos corriendo.”

El lobo gris que está a su lado suelta un bufido, sacudiendo su enorme cabeza, Condenadamente cierto, oigo en su mente – Paul – distingo su nombre en los pensamientos del lobo moteado, No vamos a dejar que una pandilla de sanguijuelas con superpoderes o lo que diablos sean se acerquen sin pelear. Y si morimos…bueno, al menos caeremos repartiendo.

Curiosamente, el tono mental de Paul me recuerda mucho a Emmett: descarado, audaz e impulsivo – por no mencionar la lealtad inquebrantable que parece estar profundamente arraigada en la psique de todo lobo.

No puedo soportar tener más muertes en mi conciencia. Carlisle comienza a hablar, advirtiendo “No dejes que tu familia sea masacrada por orgullo.” La mirada en sus ojos ocres está inquietantemente vacía, salvo por el dolor por sus dos hijos ausentes.

Sam mira a mi padre y su expresión dura se suaviza mientras comenta, “Como Edward ha señalado, nosotros no tenemos la misma clase de libertad que vosotros. Renesmee ahora forma parte de nuestra familia tanto como de la vuestra.” Imagina a la pequeña – su sonrisa deslumbrante y su rostro angelical – y después reflexiona sobre lo que ha cambiado Jacob desde que ella llegó a su vida, la absoluta paz que ha sustituido a la amargura en su comportamiento. “Jacob no puede abandonarla,” dice solemnemente, “y nosotros no podemos abandonarle a él.”

Su atención cambia al trozo de papel que Carlisle sostiene en la mano, apretando los labios en una dura línea. Nosotros comprendemos lo que significa mantenerse leal a la familia de uno, incluso ante la misma muerte. No puedo entender cómo alguien puede dejar atrás aquellos a los que dice amar en un momento como éste. Lamenta haber concedido permiso a Alice y a Jasper para cruzar su tierra, pensando que ha contribuido a su traición de algún modo, aunque involuntariamente.

Mi vivaz y atrevida hermana me sonríe en mi memoria, su delicado rostro iluminado con auténtica ternura y afecto. Nunca he cuestionado el amor de Alice por nuestra familia – siempre ha sido evidente, tanto en su mente como en su comportamiento. Ella fue la que me pinchó todos los días, lo que resultaba tremendamente irritante, para encontrar mi alma gemela en Bella. Y ella fue la primera que aceptó incondicionalmente a la chica que yo amaba como una hermana, antes incluso de que se hubieran conocido. Ella debe tener una razón legítima para desaparecer de esta manera. Alice no sería tan egoísta como para retirarse ella y Jasper de esta batalla una vez se ha hecho evidente para ella que no hay oportunidad de sobrevivir. O…sí lo haría?

Empujo a un lado esa idea enérgicamente, deseando que mis dudas desaparezcan. Quiero a Alice. No podría quererla más aunque fuera mi hermana biológica. No la deshonraré cuestionando su compromiso con nuestra familia.

Fijo la mirada en Sam y afirmo con convicción, “Tú no la conoces.”

Me lanza una aguda mirada y pregunta sin rodeos, “Y tú?”

La duda regresa, reforzada por las palabras de Sam y se retuerce en mi estómago como si estuviera viva, provocándome náuseas – pero no de la forma en que los humanos experimentan la sensación. La mía está en mi corazón, contaminando mis últimos momentos con Alice. Recuerdo cómo me dijo que lo sentía, justo antes de que ella y Jasper se fueran. Al principio, pensé que se estaba disculpando por salir tan precipitadamente, pero…y si se estaba refiriendo a algo más? Había intentado disculparse por esto, por lo que estaba sucediendo ahora?”

Una mano me toca con suavidad el hombro, sacándome de mis agónicas reflexiones. “Tenemos mucho que hacer, hijo,” murmura Carlisle. “Sea cual sea la decisión de Alice, seríamos estúpidos si no siguiéramos su consejo ahora. Vamos a casa y pongámonos a trabajar.”

Asiento con la cabeza, dándole la razón, y me vuelvo para mirar al resto de la familia. Esme está sollozando – rota, gimiendo sin lágrimas – y Rose rodea con los brazos el cuerpo tembloroso de nuestra madre, acariciando con ternura su cabello color miel.

“Gracias, Sam.” Carlisle le tiende la mano, que él estrecha enseguida.

“Lo siento,” responde con sinceridad, “no deberíamos haberle dejado pasar.”

Mi padre niega con la cabeza. “Hiciste lo correcto. Alice es libre de hacer lo que desee.” Sam y yo advertimos el leve estremecimiento cuando dice su nombre. “No le negaría esa libertad,” concluye con calma.

Emmett me llama mentalmente y miro hacia él. Parece encogerse ante la expresión de mi rostro, pensando en esos siete meses baldíos que sufrí sin Bella. No podemos rendirnos, prácticamente grita en mi cabeza. Tenemos que permanecer unidos, hermano. Alice tiene sus razones; ella nos ha dado lo que necesitamos para seguir con el plan. Así que adelante!

Gruñendo débilmente al no darle yo ninguna respuesta, Emmett proclama en voz alta, “No caeré sin luchar. Alice nos ha dicho lo que tenemos que hacer. Hagámoslo.”

Todo el mundo asiente en silencio, de acuerdo con las palabras de Emmett. Todo el mundo menos Bella. Su rostro es inexpresivo, como el de los demás, pero su mirada tiene esa cualidad como de niña perdida – como si parte de ella estuviera esperando despertar de esta pesadilla.

Carlisle empieza a correr de vuelta a casa a un ritmo tranquilo y el resto seguimos su ejemplo. Esme solloza muy débilmente, con la respiración irregular, y Carlisle le coge de la mano, sus zancadas perfectamente sincronizadas mientras corren juntos por delante. Yo permanezco junto a Bella, deseando estar cerca de ella, pero aún atrapado en esta sensación de entumecimiento, un vacío carente de emoción en mi propio cerebro.

La familiar corriente del río discurre cerca y Esme levanta la cabeza, inhalando. “Ese otro rastro. Era reciente.” Señala hacia la derecha con la barbilla, mirándome por encima de un hombro. Quizá deberíamos echar un vistazo, Edward, sugiere indecisa. Puede…puede que encontemos alguna otra cosa – algo que ayude a dar sentido a todo esto.

Ah, Esme. Tan compasiva, tan bondadosa. Tan näive.

“Tiene que ser de esta mañana,” le digo con toda la suavidad de la que soy capaz, dadas las circunstancias. “Es sólo de Alice, sin Jasper.” Eso era bastante fácil de distinguir incluso con la breve bocanada que he captado en la brisa.

Su adorable cara se derrumba y asiente a regañadientes. Tienes razón…lo sé. Pero esperaba

Esperanza. Existe algo así en este mundo nuevo y desolado en que nos encontramos ahora?

Los pasos de Bella se enlentecen y ella empieza a moverse hacia la derecha, la máscara ausente en su rostro rompiéndose un poco para mostrar una mezcla de curiosidad y resolución en sus vivos ojos.

“Bella?” la llamo con voz apagada.

Ella deja de correr y estudia mi expresión mientras señala en dirección al rastro antiguo con el matiz del delicado aroma a Jacinto y vainilla de Alice. “Quiero seguir el rastro,” declara. Los demás se detienen cuando la oyen hablar y se dan la vuelta rápidamente, observándonos a varios metros de distancia.

“Probablemente sólo conduzca a la casa,” comento sin vida. Como Esme, mi Bella puede ser tan increíblemente näive. A veces, me hace desear tener yo también esa clase de inocencia, esa clase de fe en las personas que afectan a mi vida.

“Entonces, me encontraré allí con vosotros,” se vuelve, su cabello oscuro girando como una nube en torno a sus hombros, y da unos cuantos pasos en su nueva dirección. Alejándose de mí.

De inmediato, mi corazón grita negándose, desesperado por permanecer lo más cerca de ella posible. “Iré contigo,” me ofrezco enseguida y respiro aliviando cuando ella de detiene y se da la vuelta para mirarme. “Nos reuniremos en la casa, Carlisle.” No aparto la mirada de ella mientras me dirijo a mi padre.

Muy bien. Asiento una vez y luego los cuatro desaparecen entre los árboles.

Bella levanta una ceja muy levemente, preguntándome sin decir nada. Acercándome a ella, le explico con dulzura en voz baja, “No podía dejar que te alejaras de mí.” Frunzo el ceño y me estremezco en respuesta a una punzada de dolor, al recordar el tiempo en que yo me alejé de ella – rodeándose el cuerpo con sus pequeños brazos, tan triste y desamparada, de pie, inmóvil en la verde espesura del bosque…

“Duele tan sólo imaginarlo,” susurro, venciendo el dolor al llenar mis pulmones de aire cargado de su rica fragancia.

Sus ojos son de fuego; calientan y reconfortan mi espíritu maltrecho al tiempo que reducen a cenizas la envoltura insensible que envuelve mi mente. Entonces extiende la mano, con la palma hacia arriba, ofreciéndome permanecer a mi lado durante el tiempo que nos quede. La cojo, entrelazando nuestros dedos y sugiero, “Démonos prisa. Renesmee estará despierta.”

Inclina la cabeza y juntos atravesamos volando el bosque, siguiendo el rastro de Alice que serpentea entre los árboles y los helechos. Enseguida puedo identificar olores familiares que se insinúan en el viento helado que acaricia mi cara – olores que equivalen a “casa” en lo más profundo de mi ser. Dando un rodeo, el rastro nos conduce de vuelta a la cabaña. Supongo que encaja, ya que la nota ha sido escrita en una página arrancada de uno de los libros de Bella pero aún así, hay algo mal en toda esta situación. No puedo decir qué es y eso me está volviendo loco.

Intento analizarlo en voz alta, preguntándome si la pieza que falta encontrará su sitio cuando lleguemos a la cabaña. “Dejó a Jasper esperándola y vino aquí?” miro de reojo a Bella. Ella se encoge ligeramente de hombros, pareciendo tan perpleja como yo…aunque hay un reflejo extraño en las profundidades de sus ojos – un matiz de inquietud que casi ha conseguido ocultarme.

Se va haciendo más intenso mientras nos dirigimos hacia el camino de piedra y entonces, Bella se detiene súbitamente a menos de treinta centímetros de la puerta. Soltándome la mano, me pide ensimismada, “Dame un minuto.”

Arrugo la frente confundido, “Bella?”

Sea lo que sea que la esté preocupando, ella lo ignora por un breve instante para dedicarme una mirada suplicante. “Por favor?” Extiende la mano hacia el pomo de latón, girándolo rápidamente pero sin abrir la puerta. Tiene los ojos muy abiertos clavados en mí mientras permanece en el umbral – debe encontrar el consentimiento en mi mirada, porque después me indica, “Treinta segundos,” y entonces ya se ha ido y la puerta se cierra suavemente tras ella.

Suspirando con fuerza, empiezo a contar, prestando atención al más mínimo sonido que llega de la cabaña.

Uno, dos, tres, cuatro

El suave sonido del cuero deslizándose contra la madera.

cinco, seis, siete, ocho, nueve

El susurro de hojas siendo pasadas rápidamente.

diez, once, doce

No puedo soportarlo más. Pasados trece segundos, me deslizo por la entrada para encontrar a Bella de pie frente a la chimenea, donde un libro con encuadernación de cuero arde lentamente sobre las brasas al rojo vivo.

“Qué sucede, Bella?” le pregunto con cautela.

Ella no aparta la mirada de las llamas de color azul verdoso mientras consumen ávidamente la desgastada cubierta. “Estuvo aquí,” murmura serena, “Arrancó una página de mi libro para escribir en ella.”

Ya lo sabía pero aún así le pregunto, “Por qué?”

“No sé por qué.” La luz oscilante de las llamas baila por los planos sinuosos de su rostro. De perfil, su expresión es enigmática y sus pensamientos quedan completamente ocultos, como siempre.

Me acerco a ella sigilosamente, mirando el trozo de cuero humeante en el fuego. La inscripción dorada en relieve del título del libro casi se ha quemado completamente; la única palabra descifrable en la cubierta es “Venecia.”

Desconcertado, levanto la vista de la chimenea hasta Bella, reanudando mi estudio embelesado de sus preciosos rasgos y, en un intento por descubrir qué está ocurriendo dentro de esa misteriosa y complicada mente suya, le pregunto, perplejo, “Por qué lo estás quemando?”

Sus exquisitos ojos se ensombrecen con angustia, su indescifrable rostro contorsionándose en un gesto de profunda frustración y dolor, “Yo…yo,” dice repentinamente. Un mechón de sedoso cabello color chocolate le cae sobre un hombro, ocultando su rostro parcialmente. Los dedos de mi mano derecha se mueven inquietos, deseando apartarlo y acariciar la suave curva de su mejilla. “Me pareció apropiado,” termina en voz baja.

Incapaz y en absoluto dispuesto a reprimir el deseo, levanto la mano y aparto con suavidad los caprichosos cabellos hasta detrás de su oreja y mis dedos permanecen con placer sobre su piel. La profunda tristeza que cubre las líneas de su rostro quema como un ácido en mi pecho, hiriéndome mucho más que mi propio dolor. “No sabemos lo que va a hacer,” susurro con calma en un débil intento por consolarla.

Bella sigue contemplando las ondulantes llamas, observando cómo los últimos trozos de papel carbonizado se desintegran en una espiral de ascuas amarillo-naranjas. Pasa un segundo y yo me esfuerzo por sofocar mi impaciencia, esperando a que comparta sus pensamientos conmigo.

Justo cuando estoy a punto de abrir la boca y hacer la pregunta de siempre, empieza a susurrar con voz ronca y sombría, “Cuando estábamos en el avión a Italia, de camino para rescatarte…” traga una vez, “...ella le mintió a Jasper para que no nos siguiera. Sabía que si él se enfrentaba a los Volturi, moriría. Estaba dispuesta a morir ella antes que ponerle a él en peligro. Dispuesta a que muriera yo, también.” Su voz se entrecorta y sus pestañas acarician sus pómulos mientras cierra los ojos brevemente. “Dispuesta a que murieras tú.”

Una parte de mí desea defender a mi hermana – decirle a Bella que Alice nunca nos pondría en peligro intencionadamente aunque eso les librara a Jasper y a ella – pero permanezco en silencio, pasando la mirada de Bella hacia el fuego, la luz casi hipnótica mientras crea sombras siempre cambiantes dentro de la chimenea.

“Ella tiene sus prioridades,” susurra Bella, en voz tan baja que las palabras parecen desaparecer en las espirales de humo que se elevan a través del hueco de la chimenea.

El recuerdo del que he sido testigo en la mente de Sam de dos gráciles figuras saltando al océano turbulento reaparece ante mis ojos, mientras las palabras de despedida escritas por Alice hilan una red de desconfianza y resentimiento en mi cabeza. “No nos busquéis…Sentimos tener que dejaros de esta manera…No podemos hacerlo de otra forma.”

“No lo creo,” gruño fieramente, reuniendo en mi mente la imagen de la hermana sonriente y traviesa de la que he llegado a depender. Discutiendo contra mis propias dudas interiores tanto como conversando con Bella, especulo en voz alta. “Tal vez estaba sólo Jasper en peligro. Su plan funcionaría para el resto de nosotros, pero él estaría perdido si se quedaba. Tal vez…”

Bella se da la vuelta lentamente, mirándome a los ojos por primera vez desde que he entrado en la cabaña. Sus iris escarlata brillan con amor, pero también tienen una expresión dulce de comprensión mientras responde con cuidado, “Ella podría habernos dicho eso. Mandarle lejos a él.”

“Pero se habría ido Jasper?” Estoy decidido a encontrar algún cabo suelto que ayude a desenredar el nudo de recelos y vanas esperanzas que rodean a la imposible situación en la que nos encontramos. “Quizá ella le ha vuelto a mentir esta vez,” sugiero, mi voz sonando poco convencida incluso a mis oídos.

“Quizá,” concede Bella – salvo que su mirada flaquea indecisa mientras habla. Entonces, levanta la barbilla y anuncia, “Deberíamos ir a casa. No hay tiempo.”

Obediente a sus deseos, cojo su mano y juntos salimos corriendo de la cabaña, de vuelta al manto verde del bosque.

El viaje es muy breve y una vez que hemos llegado a las proximidades de la casa, mi cabeza queda abarrotada al instante de pensamientos inconclusos y reflexiones privadas generadas por las seis mentes que están alerta en el interior.

Bella y yo nos deslizamos por la puerta principal. Carlisle, Esme, Rosalie y Emmett están todos reunidos en torno a una mesa auxiliar en la que un globo terráqueo grande y detallado sigue girando alocadamente, como si alguien acabara de hacerlo girar. Jacob – humano, de nuevo – está sentado con las piernas cruzadas en una esquina de la habitación con Renesmee en su regazo. Ella está completamente despierta, como esperaba, y en sus pensamientos y en sus ojos oscuros muy abiertos, detecto su reciente conocimiento de la situación actual.

Os hemos estado esperando, menciona Carlisle, pero no hay reprobación en su voz. Habéis encontrado algo? Niego con la cabeza infinitesimalmente. Él asiente muy despacio, ya lo sospechaba. Entonces su mente pasa a otra cosa, volviendo a la tarea que tienen entre manos mientras me informa, Hemos preparado todo mientras estabais fuera. Nos iremos dentro de poco. Rápidamente establece las bases de su plan – y yo enseguida me enervo cuando él revela lo que nos han asignado a Bella y a mí.

Aprieto un poco la mano de Bella involuntariamente y ella aparta la mirada del globo, que sigue rotando, para estudiar mi cara con curiosidad, su mirada llena de preguntas que probablemente nunca formulará. Me detengo medio segundo para reprimir mi temperamento explosivo y entonces hablo en voz alta por ella,”Nosotros nos quedamos aquí?” las palabras arañan mi lengua como fragmentos de cristal.

Mi padre levanta una ceja muy levemente en respuesta a la amargura de mi voz. Esto no es un castigo, Edward. Ahora, definitivamente sí hay reproche en sus pensamientos. Seguro que puedes entender la sabiduría de esta decisión. Sus ojos dorados vuelan hacia Bella mientras contesta plácidamente, “Alice dijo que deberíamos mostrar a la gente a Renesmee y que debemos hacerlo con cuidado. Enviaremos a todos los que podamos encontrar aquí, con vosotros.” Sin encontrar nada más que conformidad y un dolor latente en la mirada fija de su nuera, Carlisle se gira hacia mí. “Edward, tú eres el más indicado para manejar ese campo de minas en particular.”

Aparentemente, el destino ha ideado varias formas de poner a prueba mi supuesta paciencia infinita. Había estado deseando emprender el viaje a Sudamérica – que ahora resulta inútil – porque sería una forma de canalizar toda mi ansiedad reprimida de una forma productiva. Había estado protegiendo a Bella de todas mis emociones negativas durante tanto tiempo que Jasper, recientemente me había llevado aparte para contarme su preocupación. Según él, mis sentimientos necesitaban encontrar pronto una vía de escape o de los contrario todo iba a explotar. Y todos esos miedos que yo había reprimido se darían a conocer a la persona que había jurado nunca volver a herir otra vez.

En aquel momento prácticamente le rogué a mi hermano que me diera una solución. “Deberías hablar con Bella,” fue lo que dijo, completamente en serio. “Ya no tienes que protegerla de ti nunca más, Edward. Ella querría saber. Es exactamente igual que cuando tú le dijiste que no tuviera miedo de decirte cómo se sentía. Además…” Él se detuvo, probando mi estado emocional con su talento una vez más y después puso una mueca, “Creo que ella es probablemente la única que puede ayudarte.”

Jasper. Se ha ido – igual que Alice…

Apretando los dientes, centro firmemente mi atención en el presente y miro con dureza el rostro sereno de Carlisle. Está esperando a que yo le ofrezca una expresión de consentimiento hacia su estrategia. Hago un gesto brusco con la cabeza. En realidad, no puedo discutir su lógica, por más que me gustaría hacerlo, y no tengo ninguna otra alternativa que proponer. Pero el joven rebelde que permanece en la parte humana de mi ser no puede resistirse a decir, para provocar, “Queda mucho suelo que cubrir.”

“Nos dividiremos,” Emmett decide entrometerse – anunciando su propio papel en el gran esquema, al tiempo que disipa algo de la tensión entre mi padre y yo, “Rose y yo vamos a por los nómadas,” si te sirve de consuelo, envía con indiferencia, todos supusimos que preferirías quedarte aquí con Bella y con Nessie. Es más seguro…en cierta forma. Él se encoge de hombros ante mi fulminante mirada y se cruza de brazos.

“Vas a estar muy ocupado aquí,” comenta Carlisle tranquilamente mientras evalúa mi reacción, advirtiendo la tensión alrededor de mis ojos. “La familia de Tanya estará aquí por la mañana y no tienen ni idea de por qué.” Comienza a enumerar una lista de objetivos, “Primero, tenéis que persuadirles de que no reaccionen como lo hizo Irina. Segundo, tenéis que averiguar a qué se refería Alice sobre Eleazar. Y entonces, después de todo, se quedarán para servirnos de testigos?”

Adentrándose en mi severa mirada, añade mentalmente, estás increíblemente dotado en el arte de la persuasión, Edward – pero ésa no es la única razón por la que te estamos confiando esta responsabilidad. Tu mayor obligación es hacia tu mujer y tu hija y ellas te necesitan tanto como tú las necesitas a ellas. Continúa, casi con cansancio, “Volverá a empezar cada vez que vengan los demás – si conseguimos persuadir a alguien de que venga en primer lugar,” Dejando escapar un fuerte suspiro, mi padre comenta en voz baja. “Tú trabajo muy bien podría ser el más duro.” Y confiamos plenamente en ti, hijo. Harás todo lo que esté al alcance de tu mano para tener éxito.

Nos miramos el uno al otro en silencio por un momento, ambos reconociendo lo que ha quedado sin decir – que, incluso haciendo el mayor esfuerzo por razonar con Tanya y los demás no existen garantías de que ellos nos apoyen. Lo que sucedió con los lobos y el ejército de neófitos el verano pasado es buena prueba de ello.

Es la hora. Carlisle empieza a rodear la mesa, prometiendo, “Estaremos de vuelta para ayudar tan pronto como podamos.” Se detiene frente a mí y apoya una mano en mi hombro por un segundo. Cuida de tu familia, piensa, sus penetrantes ojos dorados llenos de afecto y amor paternal y en ese momento, mi hostilidad hacia el plan se disipa completamente. Suavizo mi mirada y en la expresión de mi padre se insinúa una sonrisa, justo antes de que baje la cabeza y se gire hacia Bella. Cuídate, cariño. Se inclina hacia ella y le besa suavemente la frente en señal de bendición.

Esme me abraza fuerte mientras se despide. Te quiero, Edward. Sé que estás sufriendo por Alice y lo que ha hecho que se vaya – mis músculos se tensan, el vacío susurrando provocador en los límites de mi percepción – pero tenemos que confiar en que ella está haciendo lo correcto. Como siempre.

Mi madre me suelta y envuelve después a Bella en un tierno abrazo, manteniéndolo durante unos segundos más de lo normal.

El golpe sordo de un puño en mi hombro me saca de mi contemplación. Trata de pasártelo bien sin mí, bromea Emmett, con una sonrisa de suficiencia en su rostro. Aunque, por lo que he oído, vosotros dos os estáis divirtiendo bastante por vuestra cuenta. Esquiva mi intento de empujarle hacia atrás y golpea a Bella en el brazo también.

Rosalie nos honra con una débil sonrisa forzada, sin molestarse en ofrecer ninguna palabra de despedida – hasta que se da la vuelta y lanza un beso a Renesmee. Cuida de ella, Edward, o los Volturi serán la menor de tus preocupaciones.

Con los años, he aprendido a tomarme al pie de la letra las amenazas de Rose, aunque no tiene motivos para preocuparse por esa cuestión en particular. Puede que no siempre hayamos estado de acuerdo en cuanto a los detalles sobre el cuidado de Renesmee, especialmente cuando todavía estaba dentro de su madre, pero mantener el bienestar de mi hija ahora forma parte de mi naturaleza.

Y vigila al perro, añade mientras le dedica a Jacob una mueca de asco. Si alguien me dice que huelo como uno de esos molestos bichos descomunales, te juro que voy a

“Buena suerte,” digo un poco demasiado alto, ahogando los pensamientos de Rose, centrados en sí misma, como de costumbre, y miro sus caras antes de encontrarme con la mirada serena de mi padre.

“Y vosotros también,” responde. “Todos vamos a necesitarla.” Le hace un gesto a Esme y ambos salen los primeros de la casa a la carrera, girando hacia el sudeste. Emmett y Rosalie le siguen por la puerta y luego se dirigen al norte, sus pensamientos desvaneciéndose junto con sus silenciosas pisadas.

Bella mira a través de la puerta abierta durante varios segundos, pareciendo estar derrotada y pensativa al mismo tiempo. Camino un poco por la espaciosa habitación y, en cuanto la distancia entre nosotros aumenta, Bella cierra la puerta y se desliza a mi lado, con los ojos fijos en Renesmee.

La mente de la pequeña está en un dilema. Debido a que está pensando en tantas cosas al mismo tiempo, sus ideas se solapan y se contradicen unas a otras – tanto que me cuesta distinguir lo que está pensando en este momento.

Se gira en el regazo de Jacob, habiendo decidido lo que quiere preguntar y toca su mejilla marrón rojiza. Mostrando parte de las palabras de Carlisle, Renesmee se centra en lo que ha dicho de los “otros”, queriendo saber si esos amigos van a venir a ayudar.

Jacob se encoge ligeramente de hombros, sin que sus ojos oscuros abandonen nunca su rostro. “No sé si los amigos de Carlisle vendrán. Espero que sí.” Frunce el ceño mientras se esfuerza por reprimir un escalofrío. “Parece que nos superan un poco en número ahora mismo,” murmura muy suavemente, abrazando estrechamente su cuerpecito en actitud protectora.

La mirada atenta de Bella se estrecha en respuesta a sus palabras. Puedo entender su frustración; probablemente no quiera que Renesmee sepa de la destrucción que amenaza a nuestra familia por su existencia. Independientemente de lo que Irina creyó ver desde el acantilado aquel día, no dejaré que mi hija cargue con la culpa de traer a los Volturi a nuestra puerta.

Pero conozco a Jacob: él le habría ocultado esta dura realidad y, por lo que puedo leer en la mente de ella, aún no comprende su papel en las maquinaciones de Aro.

Un deseo casi desesperado por ayudar llena la mente de Renesmee, haciendo que su pequeño corazón lata aún más deprisa y proyecta un ruego a Jacob, sus profundos ojos marrones suplicantes.

Él inmediatamente niega con la cabeza. “No, no podemos ayudar; tenemos que quedarnos aquí,” le dice con ternura. “La gente va a venir a verte a ti, no al paisaje.”

Ella frunce el ceño, considerando un nuevo dilema. Visualizando su última despedida, cuando él se fue a La Push, ella se pregunta si tendrá que irse otra vez cuando nuestros amigos lleguen.

Eso no va a pasar nunca, promete incluso antes de que ella termine el pensamiento que está compartiendo con él. Una punzada de desazón se despierta en mi pecho cuando le dice a Renesmee con seguridad, “No, no me tengo que ir a ningún sitio.” Por su puesto, se da cuenta un instante después y me mira desconcertado, “No?” pregunta.

Vacilando, considero brevemente las posibles implicaciones de permitir que vean a Jacob con Renesmee. Algunos de nuestros potenciales aliados pueden considerar ofensiva nuestra estrecha alianza con los lobos y por tanto, influir en su decisión de ofrecer ayuda. Muchos verán a Renesmee como la perdición en cualquier caso; simplemente no deseo que nadie piense menos de ella y de lo que estamos pidiendo por nuestra amistad con los lobos.

Dudo un segundo demasiado largo. Los pensamientos de Jacob están en continuo cambio, señalando que el férreo control que mantiene sobre su ira se ha debilitado. Contiene el estremecimiento que se inicia en la base de su columna y ladra bruscamente, “Suéltalo.”

Exhalando muy lentamente, lleno después mis pulmones con el aire cargado de aromas a fresia, perro mojado, y jazmin y canela y le explico, “Los vampiros que van a venir a ayudar no son como nosotros. La familia de Tanya es la única, a parte de la nuestra, que siente reverencia por la vida humana e incluso ellos no tienen en gran consideración a los lobos.”

Vaya, primera noticia que tengo, resopla Jacob mentalmente.

Le ignoro y prosigo. “Creo que sería más seguro…”

Él me corta, afirmando, “Sé cuidar de mí mismo,” Tú lo sabes, yo lo sé y yo sé que tú lo sabes. Así que por qué sacar el tema si quiera?

“Más seguro para Renesmee,” le corrijo con suavidad, observando su expresión, “si la elección de creer nuestra historia sobre ella no está condicionada por una asociación con los lobos.” Si consigo que vea la situación desde mi perspectiva, quizá le convenza de seguir al menos mi consejo en vez de ignorarlo por completo.

“Menudos amigos,” gruñe, “Se volverían en vuestra contra sólo por vuestras compañías ahora?” Yo no querría que alguien así me cubriera las espaldas – no importa cuánto tiempo hace que les conocéis. Vuelve a resoplar, levantando el labio superior en un gesto de burla.

Parece que tengo que aclarar lo que quiero decir. Cruzándome de brazos, inclino un poco la cabeza a un lado y adopto una pose meditativa. “Creo que la mayoría serían tolerantes en circunstancias normales,” comento. Tanya y su familia habían mantenido un aura general de aceptación hacia los lobos en la boda, pero decir que todos los viejos amigos de mi padre van a comportarse de la misma manera es un enorme acto de fe. Y no nos podemos permitir invertir en fe ciega.

“Pero tienes que entender que aceptar a Nessie no va a ser sencillo para ninguno de ellos,” le digo con seriedad, deseando que comprenda las probables consecuencias de de su implicación en esto. “Por qué ponerlo más difícil, aunque sea en lo más mínimo?”

Jacob se queda callado un minuto, dándole vueltas en la cabeza, Mientras él piensa, Bella camina lentamente hasta las ventanas, contemplando el bosque bajo la lluvia. Cuando empieza a deambular hacia el fondo de la habitación, Renesmee se mueve en los brazos de Jacob para seguir los movimientos de su madre con ojos atentos y sin parpadear. Yo también sigo su progresión, advirtiendo que sus pasos no tienen rumbo, parece distraída. Debe estar tratando de evitar atormentarse con todas las incertidumbres que rodean nuestras vidas, concentrándose en trivialidades, como poner su cuerpo en movimiento.

Entonces por qué, se pregunta una diminuta parcela de mi cerebro, parece como si se estuviera moviendo deliberadamente hacia otra parte de la casa? A Bella nunca se le han dado muy bien los subterfugios y yo tenía la esperanza de que eso no cambiara después de que se convirtiera en vampira. Sus patéticos y graciosos intentos de mentir me resultan increíblemente adorables.

Oh. Ya lo pillo. Algo apagado, Jacob se yergue y pregunta, sacándome de mis reflexiones, “Los niños inmortales eran tan malos?”

Apartando mi atención de Bella, le respondo en un tono sombrío, “No puedes imaginar la profundidad de las cicatrices que dejaron en la psique colectiva de los vampiros.”

Su expresión se contrae en una de angustia y tristeza. Así que comprende el impacto que su presencia podría tener en la opinión de nuestros aliados sobre Renesmee y nuestra inocencia en la sentencia pronunciada por los Volturi en un crimen que no hemos cometido. “Edward…” se interrumpe, sin llegar a expresar con palabras su ruego. Pero lo oigo de todas formas.

“Lo sé, Jake.” Tras el brillo atormentado en sus ojos oscuros, veo una débil sombra de mí mismo. “Sé lo duro que es estar lejos de ella.” Un recuerdo se agita en el fondo de mi mente y escucho mi propia voz, dura por la misma emoción que colorea los pensamientos de Jacob. “Es como si te hubieras llevado la mitad de mi ser contigo.”

Un débil golpeteo suena apagado desde el otro extremo de la casa y mis ojos vuelan hasta las ventanas traseras, buscando a Bella. La veo apoyada contra la pared próxima al comedor, la mayor parte de su cuerpo oculto a la vista. Todavía parece inquieta; el sonido de tamborileo deben ser sus dedos sobre el teclado de un ordenador.

El ordenador…

Está buscando algo? Por eso quemó el libro – para ocultarme algo?

Respuesta desproporcionada, susurra en mi cabeza una voz que suena sospechosamente parecida a la de Alice y siento la repentina necesidad de buscarla – asomándose por la esquina, con esa sonrisa pilla en su carita de duende.

Pero ella no está aquí.

Enterrando la imagen de la sonrisa deslumbrante y los cálidos ojos dorados de mi hermana, vuelvo a mirar a Jacob. Ha transcurrido menos de un segundo; él no habrá advertido mi conflicto interior. “Tocaremos de oído – según cómo reaccionen a ella,” digo en tono más ligero, “Nessie va a tener que estar de incógnito, entrando y saliendo de escena durante las próximas semanas. Tendrá que quedarse en la cabaña hasta el momento adecuado para que nosotros la presentemos. Mientras mantengas una distancia de seguridad con la casa principal…”

Jacob se aferra de inmediato a la concesión que acabo de hacerle, que es lo que yo esperaba, “Puedo hacer eso,” declara, pareciendo algo aliviado.

Renesmee se revuelve, impaciente, en sus brazos y apoya la mano en su cuello. El rostro de Bella junto con el recuerdo de ella alejándose hacia las ventanas, llenan su mente acompañados de una intensa sensación de necesidad. Jacob afloja su abrazo como respuesta y enseguida la pequeña se pone en pie y camina buscando a su madre.

“Compañía por la mañana, eh?” comenta Jacob, apoyando la cabeza contra la pared.

“Sí. Nuestros amigos más cercanos.” Como se trata de Tanya, no es necesario que se separe de nosotros todavía. “En este caso en particular, probablemente sea mejor si hablamos abiertamente con ellos lo antes posible. Puedes quedarte aquí.” Sus ojos se iluminan mientras el resto de su expresión se mantiene cuidadosamente neutral. “Tanya sabe de ti,” le digo. “Incluso ha conocido a Seth.”

“De acuerdo.” Desdobla las largas piernas y las estira, cruzando los tobillos. Por la naturalidad de la postura, parece que no tiene intención de marcharse pronto.

El golpeteo se ha detenido. Renesmee debe haber conseguido sacar a Bella de su ensimismamiento. Con mínimo esfuerzo, capto los pensamientos de mi hija. Una sucesión de imágenes parpadeantes – los rostros de nuestra familia y amigos – atraviesa su mente en una rápida repetición, coloreada por una corriente continua de preocupación.

Parpadeo una vez y vuelvo a centrarme en la figura encogida de Jacob, aunque me mantengo en la mente de Renesmee, monitorizándola con una parte de mi cerebro. Él me levanta una ceja con expresión interrogante. “Deberías contarle a Sam lo que sucede,” le sugiero tranquilamente. “Puede que pronto haya extraños en los bosques.”

“Bien pensado,” contesta, y entonces su expresión y su voz se endurecen y farfulla con amargura, “Aunque le debo un poco de silencio después de lo de la otra noche.”

“Escuchar a Alice suele ser lo correcto,” la habitual respuesta se escapa por mi boca sin pensarlo, incluso aunque ya no estoy seguro de si sigo creyendo es esas palabras.

Jacob aprieta los dientes, la ira estallando en su mente y replica mentalmente, Si tú lo dices.

De pronto, aparece el rostro de Alice – nítido e increíblemente vívido – emitido por la mente de Renesmee. Su anhelo infantil y la confusión que siente inundan sus pensamientos y, en su propio estilo, ella pregunta a dónde ha ido su tía.

“No lo sé,” le susurra Bella, con voz ronca por el dolor. Jacob y yo nos quedamos inmóviles en silencio, escuchando, “Pero es Alice. Está haciendo lo correcto, como siempre.”

Renesmee suspira, un pequeño soplido y su deseo de ver a Alice aumenta.

“Yo también la echo de menos,” las palabras flaquean en su boca y luego su respiración se agita.

Alarmado, giro la cabeza para mirar hacia el comedor, justo en el momento en que Renesmee alza la vista para estudiar el rostro de su madre. El profundo dolor y la angustia que distorsionan los exquisitos rasgos de Bella hacen que se me rompa el corazón y despierta mis propios sentimientos de pena y desesperación.

La mente de nuestra hija se ensombrece con tristeza mientras ve cómo Bella solloza, rota, sus ojos angustiados desprovistos de lágrimas y Renesmee trata de calmarla acariciando la fría mejilla de su madre con una manita.

Jacob se pone en pie de un salto, observando mi expresión atormentada. Voy a hablar con Sam ahora, menciona mientras se dirige hacia la puerta principal. Probablemente sea un buen momento para programar las guardias en el perímetro. Apoya una mano en el marco de la puerta, sosteniendo mi mirada de forma significativa. Creo que me dedicaré a eso durante un par de horas. No estaré lejos. Y cruza el umbral, comenzando a cerrar la puerta tras él.

“Gracias Jacob,” muevo los labios sin pronunciar las palabras, con ferviente gratitud.

El fantasma de su clásica sonrisa cruza por sus labios. No hay de qué.

Entonces se va, concediéndome un tiempo a solas con mi familia.

Un nuevo aroma cosquillea en mi nariz – salado y ligeramente dulce – y abro mucho los ojos al reconocer inmediatamente el origen de esa fragancia.

Sigilosamente, cruzo el suelo de madera pálida y me detengo junto a la pared de la esquina, sin ser advertido por mi mujer y mi hija. La mejilla rolliza y sonrosada de Renesmee brilla con una veta de humedad. Levanta una mano hasta su propia mejilla sorprendida, quitándose el líquido de la piel y lo sostiene en la yema de un dedo frente a ella.

“No llores,” le susurra Bella con voz ronca y se inclina para besar la nariz de la pequeña. “Todo va a salir bien. Vas a estar bien.” Sorbiendo por la nariz, Renesmee apoya la mejilla húmeda en la curva del cuello de Bella, unas cuantas lágrimas más escapándose por sus ojos oscuros. Bella empieza a acunarla hacia delante y atrás suavemente, descansando la cabeza sobre los rizos color bronce de nuestra hija, y le promete en voz baja y decidida, “Encontraré la forma de que salgas de esto.”

Con un movimiento vacilante, doblo la esquina. Dos pares de grandes ojos, escarlata y chocolate, vuelan hacia un lado para ver mi entrada. El labio inferior de Renesmee empieza a temblar cuando me acerco; ella vislumbra en mi expresión la misma angustia que en la de su madre y eso le duele.

“Shh…” la calmo con ternura, acariciando con los nudillos su sien y su mejilla. “Todo va a salir bien.” Miro a Bella a los ojos cuando digo la última palabra y en ese instante estoy perdido. A pesar de todo lo que ha sucedido en las últimas ocho horas – conocer el destino inminente de nuestra familia y la inexplicable desaparición de Alice y Jasper – ella sigue siendo capaz de mirarme con profunda pasión, como si yo fuera su pilar en medio de este caos de destrucción.

Cerrando los ojos para protegerme del calor de su mirada, consigo aferrarme a lo que queda de mi control emocional hecho jirones – aunque soy plenamente consciente de que no durará mucho tiempo - y apoyo la frente en la de Bella, inhalando profundamente.

Después de unos cuantos minutos…o tal vez horas…le digo muy suavemente, “Te he oído llorar, estás bien?” Abro apenas los ojos, mirándola por debajo de las pestañas.

Sus párpados tiemblan y sus ojos de color rubí hacen que mis fibras nerviosas ardan en llamas, enviando una corriente de calor a través de mi espíritu, gélido y muerto. Levanto una mano para enmarcar su rostro en forma de corazón, acariciando con el pulgar la curva de su mejilla. “Estoy bien,” me asegura, enviando con su aliento una bocanada de perfume floral a través de mis labios. “Y tú?” pregunta, una pequeña arruga de preocupación apareciendo entre sus cejas, “Estás bien?”

El consejo de mi hermano acecha en los límites de mi conciencia, “Ella querría saber.”

Más tarde, me opongo, dejando a un lado el recuerdo. Pero no puedo mentir cuando me enfrento a su expresión hermosa, preocupada y llena de amor. Así que admito con calma, bajando la mirada, “De momento.”

Es la verdad; soy capaz de reafirmar mis dañados sentimientos y afianzar mi débil agarre a la cordura tan sólo estando cerca de ella. Aunque pronto no me quedarán fuerzas para soportar la tormenta que va formándose en mi interior – he pasado demasiado tiempo reprimiéndola y puedo sentir cómo las paredes que contienen mis inestables emociones empiezan a ceder bajo la intensa presión. La explosión sobre la que me advirtió Jasper se aproxima y no hay nada que pueda hacer para evitar que se desate sobre mi Bella.

Creo que ella es probablemente la única que puede ayudarte,” el Jasper de mi memoria susurra en el fondo de mi cabeza. Suspirando, me doy cuenta de que no tengo elección. Tengo que contárselo. Como señaló mi hermano, a ella le gustaría saber.

Pero aún no. Me controlaré el mayor tiempo posible antes de exponerla a la brutal fuerza que agita mi corazón.

Los dedos de la mano que tengo libre empiezan a temblarme y aprieto la mano en un puño, deseando que se detenga el movimiento involuntario.

Perspicaz como siempre, Bella apoya su mano sobre la mía inclinando su cara contra mi otra mano, y mi respiración se agita en mi pecho. Con su tacto y sus ojos me consuela, como hizo mientras estuvo tendida medio muerta en el sofá de la otra habitación, marchitándose como una delicada rosa en las rigurosas garras del invierno.

Finalmente, cesa el temblor en mis dedos y, como si ése hubiera sido su objetivo todo el tiempo, Bella suelta mi mano y se separa de mí. Camina hacia la ventana para observar los dibujos que crea el agua de lluvia sobre el cristal y orienta su cuerpo para que Renesmee pueda ver también.

Me levanto tras ella. Con la espalda de Bella apretada contra mi pecho, las abrazo a las dos y apoyo la barbilla sobre su cabeza. Me encuentro a mí mismo deseando que el futuro nunca llegue – que los tres podamos permanecer aquí para siempre, sin que nos alcancen las despiadadas consecuencias de la realidad. Pero insistir en esas tontas fantasías es irresponsable y egoísta.

Egoísta…siempre me he permitido ser egoísta en lo referente a Bella. Me gustaría creer que no he compartido mis miedos con ella por altruismo – pero, honestamente, es sólo una muestra más de mi egocentrismo.

No quiero parecer débil a sus ojos. No quiero que cambie su opinión de mí. Ella siempre ha acudido a mí buscando protección, fuerza, respuestas a las imposibles situaciones a las que nos hemos enfrentado estos años y yo siempre le he dado lo que fuera que necesitara.

Pero no puedo darle nada de eso ahora. Todo lo que puedo ofrecerle soy yo mismo, que es lo que ella ha afirmado en numerosas ocasiones que es más de lo que merece.

Inclinando la barbilla hacia abajo, escondo mi rostro en el cabello de Bella, respirando su dulce aroma y se abre una grieta en la prisión que encierra mis emociones. La desesperación crea un nudo en mi garganta, impidiéndome respirar.

La necesito. Necesito a Bella – su piel sobre la mía, el sabor de su aliento, sus brazos rodeándome – o no sobreviviré a otro día. Si la eternidad queda ahora fuera de nuestro alcance, entonces todo lo que quiero es estar con ella y amarla el tiempo que nos quede. Y cuando llegue el fin, lo afrontaremos juntos.

Me consuelo con esa promesa mientras las horas continúan pasando, inexorables, acercándonos cada vez más a la confrontación que marcará nuestro destino para siempre.


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