viernes, 19 de marzo de 2010

METAMORFOSIS. Capítulo 16: Declaración.

Éste se ha hecho esperar. Muchas gracias a todos los que me habéis mando correos, por vuestra paciencia, os pido mil perdones de corazón. Ya he intentado explicarme y creo que la situación horribilis ha mejorado lo suficiente como para no tener que torturaros más con tan largas esperas. Eso sí, recordad que son capítulos largos y aunque sólo sea traducir, lleva su tiempo. Porque hay que hacer justicia a la historia.
Este capítulo mejora mucho hacia el final. Y el siguiente es uno de mis favoritos.
Por más tiempo que pase, esto no cambia: el autor de la historia es LivesAmongTheStars y si os animáis es infinitamente mejor en ingles, METAMORPHOSIS.




16. Declaración.

Nos estamos quedando sin tiempo.

Esta certeza es el catalizador de una renovada sensación de urgencia que impregna la atmósfera que envuelve nuestro pequeño rincón del mundo.

Cada vampiro se ve afectado de diferente manera. Los patrones de caza cambian conforme se incrementa la necesidad de aumentar la fuerza física.

Algunos de nuestros invitados, con Emmett como instigador, comienzan a instruirse unos a otros en técnicas de combate mano a mano para mejorar sus habilidades – y para liberar algo de la tensión que parece cubrirlo todo, tan real como la fina capa de lluvia helada que cae en una cortina plateada desde un cielo gris-violáceo.

Aquellos que tienen un don también hacen sus preparativos.

Benjamin redobla sus esfuerzos por controlar su habilidad creando una rutina diaria y se le puede ver fuera, un día sí y otro también, sentado en la hierba helada, con las manos apoyadas en el suelo mientras trata de localizar fallas en la tierra.

Kate comienza a minimizar el uso de su poder, explicándole a un Garrett siempre curioso que ella puede almacenar carga como una batería – preservando el pleno potencial de su talento para la llegada de los Volturi.

Y Zafrina, con su mirada alerta de color rubí y su imponente presencia, roba a Bella de mi lado cada mañana, tan pronto como llegamos a la casa, para entrenar, insistiendo en que debe desarrollar sus habilidades como escudo, a pesar de la actitud poco entusiasta de ella.

En la víspera del solsticio de invierno, Carlisle y yo convocamos a todo el mundo en la sala principal para diseñar nuestra estrategia.

En silencio, los demás van entrando, encontrando sitios en los que sentarse o permanecer de pie a lo largo de toda la enorme estancia, pero sus mentes suenan tan alto que tengo que concentrarme mucho para distinguir un pensamiento de otro.

Bella, la única persona que permanece en absoluto silencio en la habitación, se convierte en el contrapunto al caos mental que reina en mi cabeza. Durante varios segundos, centro mi atención en su conciencia en blanco y encuentro un respiro – pero no puedo permanecer ahí por mucho tiempo, ya que mi padre depende de mi capacidad para monitorizar los pensamientos de nuestros invitados.

Con voz pausada, Carlisle informa al grupo de que, ya que no tenemos un horario concreto para la llegada de los Volturi más allá del hecho de que el campo estaba cubierto por una espesa capa de nieve en la visión de Alice, hemos pensado permanecer en esa ubicación durante unos días.

Tiene la esperanza de que podamos evitar que cualquier vampiro se aventure demasiado cerca de Forks si conducimos a su rastreador hacia nosotros y, ya que él y yo hemos decidido que, con toda probabilidad, Demetri se ha pegado a mi firma mental – una vez que yo llegue al claro, permaneceré allí mientras el conflicto esté vigente.

Una vez más, Carlisle les ofrece la posibilidad de quedarse atrás, a pesar de que lo único que les pedimos es que testifiquen a nuestro favor, pero nadie dice nada.

Después, Benjamin me lleva aparte y me describe animadamente su idea de enterrar en el campo alrededor de veinte piedras – “trampas anti-vampiros tontos”, las llama él – que conseguirían distraer a un oponente durante el tiempo suficiente como para que alguien de los nuestros acabe con él.

Una mirada furiosa arde en la espalda de Benjamin y unos pensamientos igualmente airados me golpean mientras Amun observa nuestra conversación desde el hueco de la escalera. Tan sólo puedo distinguir fragmentos de lo que despotrica mentalmente; el vampiro árabe ha pasado a pensar en el dialecto que hablaban sus ancestros beduinos, para ocultar su mente a mi don, pero capto la idea general.

Nada le gustaría más que llevarse a su aquelarre de vuelta a casa. También sabe que Benjamin le ha cogido cariño a nuestra familia y nunca elegiría marcharse, así que creo que Amun no actuará según su voluntad…de momento.

La mañana siguiente, la luz del sol danza sobre la escarcha que decora el bosque haciendo que las hojas de los abetos brillen como pequeños prismas.

Zafrina y Bella están en la parte de atrás, una frente a otra a poca distancia. La oscura piel de la vampira del Amazonas se asemeja a las brillantes facetas del ónice mientras camina moviéndose sinuosamente por el claro y Bella resplandece más aún que el brillo cegador del paisaje cubierto de hielo, su cabello castaño de color chocolate en llamativo contraste con sus facciones de alabastro.

Me alejo del ventanal y doy la vuelta para mirar la habitación. Casi todo el suelo de madera ha quedado oculto bajo una réplica en miniatura de Forks, construida con pequeñas piezas de colores. Las carreteras serpentean alrededor del sofá y las sillas, bajo la escalera e incluso por debajo de mi piano. Pequeños árboles de un verde brillante rellenan los huecos entre los edificios y – se me dibuja una gran sonrisa en la cara – hay un pequeño coche patrulla blanco y negro aparcado fuera de la reprodución en miniatura de la casa de Charlie.

Junto a la ventana de cristal, Jacob y Renesmee están trabajando en la maqueta de la autopista. Él apoya en el suelo un pequeño bloque de color blanco; enseguida, Renesmee le toca el brazo desnudo, con un brillo fiero en su preciosa carita y exige que la carretera sea terminada utilizando sólo bloques negros. Él corrige su error de inmediato, colocando en su sitio un bloque del color apropiado y ella asiente satisfecha.

Seguro de que los dos estarán entretenidos durante algún tiempo, me dirijo hacia el ordenador y saco un pequeño paquete del bolsillo de la chaqueta.

Compré el reproductor de MP3 para Renesmee ayer, aunque a escondidas – Rosalie se ofreció a hacer el recado mientras ponía a prueba las mejoras que había hecho a su descapotable – y yo había estado esperando la oportunidad de grabar mi música favorita en el dispositivo.

Mientras la descarga está en proceso, peino internet en busca de un regalo de Navidad adecuado para Charlie. Bella no ha hablado de compararle un regalo a su padre, así que doy por hecho que no se le ha pasado la idea por la cabeza.

En vez de someterla a ella, y en última instancia a mí mismo, a la decepción de Charlie, escojo un sistema de pesca por sonar de alta gama en una acreditada página de actividades al aire libre y pago para que lo envíen durante la noche. Esme es un genio envolviendo regalos; podrá dar rienda suelta a su talento con el paquete cuando llegue.

Noche Buena va a ser una celebración relativamente sobria – aunque, para mí, va a ser una inmensa mejoría respecto a las Navidades pasadas – y, por la forma en que Bella permanece sin separarse de mi lado, supongo que ella siente lo mismo.

Un repartidor de aspecto agotado deja el regalo de Charlie en nuestra puerta a media tarde y el rostro de mi madre se ilumina cuando le pido que envuelva la caja. De inmediato, desaparece bajando las escaleras para regresar segundos más tarde con un montón de rollos de papel de regalo en los brazos y una caja de lazos y guirnaldas en las manos.

Mientras Esme se debate entre qué gama de colores utilizar, Bella se inclina para susurrarme al oído, “Para quién es el regalo que está envolviendo?”

La miro estudiando con sorpresa su mirada llena de curiosidad, “El de tu padre,” le digo en voz baja.

Por un momento, parece confundida y después una expresión avergonzada y absolutamente horrorizada contorsiona su perfecto rostro. Con un grito ahogado, exclama, “Me olvidé por completo de Charlie! Le habría molestado tanto…y después de todo por lo que le he hecho pasar los últimos meses…ha sido caro?”

Me río por lo bajo de sus frases inconexas. “Ya sé que se te olvidó, mi amor, por eso encargué un regalo. No te preocupes,” añado, besándola suavemente en la frente. “Y en cuanto a que dicho regalo sea caro…” me encojo de hombros despreocupadamente. “Dejémoslo en que es sólo un paso hacia la justa compensación por todo el estrés que ha tenido que soportar últimamente.”

Ella hace una mueca y farfulla en voz baja, “Así que entonces ha sido una pequeña fortuna.” De pronto, su expresión se despeja y esboza una leve sonrisa mientras su mirada gana algo de su brillo habitual. “Está bien. Confío en ti,” se limita a decir.

Algo así no puede dejarse sin contestar. Inclinándome hacia ella, le levanto la barbilla con un dedo y acaricio muy levemente sus labios con los míos. Un suspiro mutuo surge entre nosotros ante el breve contacto. “Y yo confío en ti,” le recuerdo en un susurro.

Edward, me llama Esme en tono distraído, le darías a tu madre el gusto de tocar unos villancicos, por favor? Creo que todos necesitamos algo que nos alegre el espíritu.

Suspiro y comienzo a separarme de Bella. Ella frunce el ceño sorprendida, así que le aclaro, “Esme quiere que toque algo.” Su expresión se suaviza y me anima con una sonrisa antes de tomar asiento, convertida en la viva imagen de la concentración.

Cruzo la habitación hacia el piano – pasando con cuidado sobre la ciudad en miniatura de Renesmee – y me siento en el banco, reuniendo una selección de villancicos tradicionales en mi memoria. La mayoría de las melodías son increíblemente simples, así que adorno cada canción con contrapuntos, añado acordes y varío los tempos.

Esme me envía su gratitud y entonces empieza a cantar, su suave voz de soprano más grave que la de Alice, pero llena de calidez y emoción.

Una canción en particular remueve una mezcla de sentimientos encontrados, mientras mi madre canturrea con su voz apacible, la letra rondando en cada esquina de la casa y en mi mente, cargada de doble sentido.

“Que Dios os guarde alegres señores y no permita que nada os aflija…”

Me descubro a mí mismo, si bien inútilmente, imaginando las Navidades que deberíamos estar pasando este año. La familia entera reunida en esta habitación, esta noche, decorando un enorme árbol de Navidad - el abeto más grande que Emmett consiguiera hacer pasar a través de la puerta principal.

Después, por la mañana, lo regalos rebosarían literalmente por debajo del árbol. La mayor parte sería para Renesmee, por supuesto, pero cada miembro de la familia habría comprado algún detalle para los demás.

Puedo imaginar la impaciencia infantil de mi hija, las sonrisas afectuosas de mis padres, las carcajadas de mis hermanos, a mis hermanas pidiendo que les saquemos fotos…y, por encima de todo, a mi Bella, radiante de alegría mientras finge desaprobación al recibir mi regalo…otra joya heredada de mi madre…

Me obligo a dejar de soñar despierto, porque no es más que eso, un sueño. Éste es un momento crítico para mi familia y perderme en visiones de lo que podría haber sido es una irresponsabilidad por mi parte.

Sin embargo, la voz de Esme sigue sonando melodiosa en mis oídos, tejiendo finos y brillantes hilos de recuerdos queridos y esperanzas de futuro.

“Oh, noticias de consuelo y alegría, consuelo y alegría…Oh, noticias de consuelo y alegría.”

Al amanecer, Bella y yo sacamos de la cuna a una Renesmee de ojos soñolientos y nos sentamos frente a la chimenea, sus dos pequeños regalos colocados sobre una manta.

Ella observa el medallón con reverencia, la diminuta esfera ocupa toda su manita y, en cuanto lo abre, su curiosidad se dispara. “Mami, qué quiere decir esto?” pregunta, señalando la elegante inscripción.

“Significa “Más que a mi propia vida”, cariño” le responde Bella en voz baja. Extiende la mano y pasa los dedos con cuidado por los desordenados rizos color bronce de la pequeña, susurrando, “Así es como te queremos.”

“Yo también os quiero así a ti y a papi,” insiste Renesmee, ofreciéndonos su sonrisa deslumbrante.

Bella traga con dificultad, apretando con fuerza los labios y después esboza una leve sonrisa. “Quieres que te ayude a ponértelo?”

Ella asiente entusiasmada y gatea hasta el regazo de su madre, sosteniendo la cadena. Bella le coloca los rizos a un lado y rodea suavemente con la cadena el delgado cuello de nuestra hija, apretando el cierre. El medallón acaricia el esternón de Renesmee – tan cerca del precioso aleteo de su corazón – y la brillante cadena de oro resalta el color rosado de su piel marfileña.

“Muy hermoso,” le digo con ternura. En respuesta, ella se lleva la mano al medallón y lo toca con las yemas de los dedos, con una expresión pensativa en su carita de ángel.

Bella deja escapar un silencioso suspiro, como un estremecimiento y rápidamente le paso un brazo por lo hombros, atrayéndola hacia mí. Antes de que Renesmee pueda captar la angustia de su madre, le recuerdo que le queda otro regalo.

Ella abre el regalo rompiendo alegremente el papel de color plata y saca el reproductor MP3, examinando el dispositivo desde todos los ángulos mientras le explico qué es y cómo utilizarlo. En menos de un minuto, Renesmee tiene puestos los auriculares, mientras la música se filtra en sus pensamientos, así como las imágenes que recuerda del medallón.

“Estás bien?” le digo a Bella en un rápido susurro mientras nuestra hija está completamente distraída.

Ella respira profundamente y después suspira, mirándome casi con expresión compungida, “Sí.”

Me gustaría desearle feliz Navidad, pero el espíritu jovial de las fiestas no me ha visitado este año y no me apetece ofrecerle un deseo artificial. Así que apoyo la cabeza en la curva de su cuello, acariciando su piel con los labios mientras le digo la única verdad que es relevante en mí mundo. “Te quiero.”

El sonido de alguien cantando alegre y absurdamente alto llena mi mente y me aparto bruscamente de ella con un gruñido. “Qué pasa?” pregunta con cautela.

“Jacob,” es todo lo que puedo decirle como respuesta.

Decorad las entradas con ramas de acebo, la-la-la-la-la-la-la-la-la,

Es la época de no sé cómo sigue, la-la-la-la-la-la-la-la-la,

Me río por lo bajo. El chucho ni siquiera puede recordar la letra de la canción más simple. “No debería cantar, en serio,” refunfuño, tratando en vano de bloquear sus pensamientos de mi mente. “Nunca.”

Bella me besa en la mejilla en solidaridad y después se pone en pie y camina hasta la puerta, abriéndola justo al mismo tiempo que Jacob levanta el puño para tocar. Una resplandeciente sonrisa ilumina su rostro cobrizo y la abraza enérgicamente, gritando, “Feliz Navidad, Bells!”

Un instante después, la suelta y entra a su aire en la cabaña, con la mirada fija en Renesmee incluso mientras me da un puñetazo suave en el hombro como saludo.

Encantada como siempre de verle, la pequeña le enseña sus regalos mientras Jacob se sienta en el suelo con las piernas cruzadas frente a ella. “Guau, son geniales, cariño,” comenta, pero sus pensamientos se van volviendo inconexos según crece el nerviosismo en su mente. No seas gallina, Jake – a ella le va a encantar…ellos lo entienden – no hay motivo para ponerse como loco

Entrecierro los ojos, mirándole con desconfianza. Él traga saliva visiblemente, pero por lo demás, ignora mi mirada fulminante mientras se mueve inquieto y se aclara la garganta. “Yo, uh…” saca una cajita blanca del bolsillo de sus desgastados vaqueros. “Tengo algo para ti.” Rápidamente, coloca la caja en el regazo de Renesmee, con una sonrisa torcida que contrasta con la tensión es su rostro. “Feliz Navidad, Nessie.”

Renesmee quita la tapa con sus deditos y sobre una capa de algodón blanco, aparece un aro de fibras multicolores trenzadas, adornado en el centro con una brillante esfera de una gema pulida de color blanco con vetas grises. Renesmee abre mucho los ojos castaños, impresionada, mientras Bella echa un vistazo dentro de la caja enarcando las cejas. “Es precioso, Jake,” le dice. “Lo has hecho tú?”

“Sip.” Observa impaciente mientras Renesmee saca la pulsera de la caja, sus ojos resplandecientes con una euforia que apenas consigue reprimir mientras ella pasa su manita con mucho cuidado a través del círculo entretejido. “Aunque Emily me ayudó a poner la piedra. Es de un pendiente que perteneció a mi madre,” nos dice en voz baja. Entonces, se encoge de hombros algo avergonzado y murmura, “Mi padre me contó que se llama howlita.” Unas tenues manchas rojas aparecen en sus mejillas.

“Por supuesto,” gruño con mordaz sarcasmo. Puedo ver con toda claridad hacia dónde va dirigido todo este intercambio y, aunque lo entiendo, no me gusta lo más mínimo.

Puede que la imprimación sea inevitable, pero ella sigue siendo sólo una niña – y lo que es más, es mi hija. El escenario ha cambiado pero la intención de Jacob de marcar como suya a Renesmee es la misma que cuando la regaló a Bella la pulsera con el colgante por su graduación.

Jacob se encoge un poco ante mi respuesta. Renesmee me mira parpadeando, sorprendida y los agudos ojos de Bella se mueven hacia los míos, cargados de una silenciosa advertencia. Aprieto los dientes y sujeto la lengua, reprimiendo el impulso de respirar por la nariz. El fuerte hedor a perro mojado sólo conseguiría provocarme aún más.

Tras esperar un instante, Renesmee apoya su manita en la barbilla de Jacob, visualizando la pulsera e impregnando la imagen de profunda gratitud.

Él sonríe aliviado, “De nada.” Los rítmicos latidos de su corazón se aceleran y su expresión se vuelve persuasiva y solemne mientras le promete, “Esta pulsera, Nessie, es mi promesa de que siempre estaré ahí cuando me necesites. Siempre.” Me lanza una breve mirada, midiendo la velada hostilidad en mis ojos, y después mira a Bella.

Ella parece completamente cómoda con las implicaciones de su regalo, lo cual es sorprendente. “Deberíamos ponernos en marcha,” comenta con voz despreocupada. “Charlie nos está esperando.”

En un cuarto de hora, los cuatro nos estamos apiñando en el Volvo, con el regalo de Charlie a buen recaudo en el maletero y emprendemos nuestro camino, junto con el resto del tráfico navideño, por la resbaladiza carretera hacia Forks.

A juzgar por el grupo de vehículos aparcados fuera de la residencia Swan y el súbito asalto de excitados pensamientos en mi cerebro, no es arriesgado pensar que hay un número considerable de lobos entusiastas embutidos en la pequeña casa.

“Parece que hemos hecho esperar a todo el mundo,” comento a nadie en particular mientras aparco el Volvo en un espacio estrecho junto al árbol de la entrada y un sedan azul maltratado por los elementos.

Bella se castiga el labio inferior nerviosa. “No pensaba que estarían aquí ya,” masculla, refiriéndose al resto de la manada de Jacob.

“Es Navidad,” dice Jacob encogiéndose de hombros desde el asiento trasero. “El único día del año en el que, ni siquiera yo duermo hasta tarde.”

Tan pronto como apago el motor y las puertas del coche empiezan a abrirse, la puerta de la entrada se abre de par en par, seguida de un escandaloso, “Feliz Navidad, chicos!”

Bella está de espaldas a su padre y observo por encima del Volvo mientras recompone su expresión, justo antes de plantarse una sonrisa bastante convincente. “Hey, papá,” le saluda, girando la cabeza hacia él.

“Hey, papá?” le dice Charlie con voz incrédula mientras la atrae hacia él para abrazarla, “Vamos, Bells, tienes que mostrar más entusiasmo. Es Navidad!”

Se retira un poco y me estrecha la mano, fingiendo no sorprenderse por el hecho de que he rodeado el coche hasta llegar junto a Bella en menos de un segundo. “Espero que tengas más espíritu navideño que nuestra Scrooge, Edward,” me dice de buen humor mientras apunta con el pulgar en dirección a su hija.

En vez de esperar por una respuesta que no estoy preparado para darle, Charlie se inclina y coge en brazos a Renesmee, sofocando un gruñido al notar el cambio en su peso. “Feliz Navidad a ti también, Nessie,” le anuncia con una enorme sonrisa. “Dentro hay un montón de regalos que llevan tu nombre. Quieres ir a ver?”

Renesmee dice que sí con la cabeza y él cruza rápidamente el césped y la entrada con ella en brazos, mientras Jacob les sigue de cerca trotando. Se oye un coro de saludos cuando desaparecen en el interior.

Bella se queda conmigo mientras saco del maletero el paquete hermosamente envuelto y juntos nos dirigimos después hacia la casa.

Entrar en el salón de Charlie es casi como meterse en un horno. Los febriles cuerpos de seis lobos han saturado de calor cada rincón de la casa y su olor acre casi consigue imponerse sobre el apetecible y sutil aroma de los tres humanos entremezclados en esta reunión tan poco convencional de criaturas sobrenaturales.

Flotando sobre el denso almizcle de los lobos hay suaves notas de pino, polvo, la dulce fragancia de la menta y el nada apetitoso hedor a comida humana.

Apoyo el regalo de Charlie contra la pared, junto al árbol decorado a medias mientras Emily saluda a Bella tímidamente con la mano desde el desgastado sofá – el mayor gesto de buena voluntad por su parte en un tiempo – y Bella se dirige hacia ella, intercambiando breves palabras con Quil y Embry mientras tanto.

Una mano enorme y abrasadora me golpea con un ruido seco en el hombro, acompañada de la voz entusiasmada de Seth, “Cuánto tiempo sin verte, hombre! Qué tal va todo?”

Le miro con una débil sonrisa. “Como siempre.” Después, de broma, “Aunque estaba empezando a acostumbrarme a no tener que aguantar el olor a perro mojado contaminando el aire.”

“Mata cualquier olor corporal que haya por ahí,” se burla él a su vez, sacudiendo una mano por delante de su nariz.

“Al final te acostumbras,” replica Jacob al pasar a nuestro lado, con un gorro de Santa Claus de felpa cubriéndole la cabeza y se deja caer en el suelo junto al árbol, donde Renesmee contempla los paquetes de colores.

Hay un breve silencio y puedo oír el cambio en los pensamientos de todos, cómo su atención regresa al inminente advenimiento que se aproxima rápidamente. Quil mira por encima del hombro hacia la cocina y después se gira hacia la sala, mascullando en voz baja, “Sam nos dijo ayer que planeáis dirigiros hacia el campo en unos pocos días.”

Bella se queda rígida y deja de respirar – una reacción instintiva al estrés. Jacob asiente una vez en dirección al miembro de su manada, su actitud relajada decayendo ligeramente, y Quil mira impaciente a Embry, su ojos oscuros repentinamente fieros, con una especie de brillo salvaje. “Esta vez tenemos ventaja. Recuerdo a la perfección la disposición del terreno. Esos capos vampiros no van a enterarse de lo que se les viene encima.”

“No obstante, nosotros estamos tratando de evitar una batalla, Quil,” le recuerdo en un murmullo.

Él despacha la idea con un rápido movimiento de la cabeza, poniendo los ojos en blanco, “Lo sé. Pero nunca hace daño estar preparado, verdad?”

No puedo discutir esa lógica.

“Ya, pero…” Seth mira solemne a su compañero de manada. “Si acabamos luchando, será distinto que la última vez. Aquellos chupasangres eran recién nacidos. Objetivos fáciles. Tú no estabas ahí cuando Edward luchó contra la pelirroja,” dice, mientras los recuerdos de esa mañana en el claro afloran en su mente con vívida claridad. “Era letal, tío, y eso que ella no era capaz de hacer lo que hacen algunas de esas sanguijuelas.”

A la mención del nombre de Victoria, Bella se vuelve una estatua de hielo en el sofá de su padre. No creo que haya tomado aliento desde que ha comenzado la conversación. La mirada de Emily vuela hacia ella con aprehensión.

“Ellos tampoco han visto de lo que somos capaces nosotros,” señala Embry. “Ni siquiera saben que existimos, todavía. Eso tiene que contar para algo,” comenta. Quil asiente con la cabeza.

De reojo, veo a Leah apoyada contra la puerta de la cocina, con las afiladas facciones inexpresivas en una máscara de indiferencia, aunque interiormente, está preocupada por la seguridad de su pueblo, si algo hubiera de sucederles a los protectores de los Quileute.

“Basta.” Emily nos mira severamente a cada uno, con una autoridad maternal en su dulce voz que recuerda a Esme. “Ya vale de hablar de luchas. Es Navidad.”

Es la tercera persona que ofrece esa frase como explicación en la última hora. Por la razón que sea, funciona, y los tres lobos desvían la mirada, intimidados y en silencio.

Poco después, Emily se levanta de su asiento para ofrecer ayuda con la comida a su prima y yo ocupo rápidamente su lugar, rodeando con el brazo los hombros rígidos de Bella. “Respira, mi amor,” le susurro al oído. Su pecho se distiende al tomar aire profundamente, soltándolo después lentamente y yo le beso en la mejilla.

Jacob aparta su mirada de Renesmee el tiempo suficiente como para encontrarse con la mía, ofreciéndome sus disculpas mentalmente. Inclino apenas la cabeza en señal de que le he oído.

No mucho después se sirve la comida, y los lobos llenan sus platos a rebosar, comiendo casi con un entusiasmo obsceno. Renesmee tolera la pequeña ración que Charlie le pone delante – más por seguirle la corriente que por mantener la fachada humana – y como la comida está dispuesta en forma de buffett, nos resulta sencillo a Bella y a mí fingir cierto consumo, mientras Jacob deja limpios dos platos y hace como que son nuestros.

Cuando llega la hora de los regalos, todo el mundo observa a Renesmee desenvolver los suyos con la misma ávida fascinación que ella infunde en todos los que la conocen.

Cuando ha terminado y está embelesada con el piano vertical en miniatura que le ha comprado Charlie, Bella se pone en pie y coge su regalo de la esquina, entregándoselo con una débil sonrisa. “Feliz Navidad, papá.”

“Oh, Bells…” Acepta el paquete – hermosamente envuelto en papel de intenso color rojo con intrincadas espirales y adornado con un gran lazo dorado. “No tenías que hacerlo,” le reprende sin mucho entusiasmo.

“Ábrelo,” insiste.

Tirando del papel con impaciencia, aunque reacio a arruinar el trabajo de Esme, Charlie saca la caja despacio. Abre la caja de cartón con curiosidad y después sostiene el sistema de sonar, con la boca abierta por la sorpresa. “Esto es…es…guau.”

“Lo eligió Edward,” dice Bella tímidamente.

Su mirada llena de reverencia se vuelve hacia mí, así que añado en tono amistoso, “Sé cuánto disfrutas pescando. Esto debería ayudarte a coger una buena pieza.”

“Gracias,” dice con fervor, pasando su atención de Bella a mí. Después, saca de la caja el manual de instrucciones y empieza a leer, absorto en cada detalle.

Renesmee camina hacia él después de un instante y se coloca en su regazo, sosteniendo el cuadernillo de forma que ambos lo puedan leer – aunque, por supuesto, Charlie no sabe que ella puede comprender las palabras. “Ves esto, Nessie?” comenta, señalando algo en las páginas. “Tu abuelo va a batir su récord personal de capturas en cuanto vuelva a empezar la temporada. Y quizá,” mira con una media sonrisa a Bella, “puedas venir conmigo unas cuantas veces.”

Los labios de Bella se mueven, como si intentara sonreír, pero el dolor que distorsiona sus pálidas facciones resulta evidente para mí, así que sin duda Charlie lo ha advertido también.

Él frunce un poco el ceño, preocupado y pregunta, “Estás bien, Bells? Pareces un poco…deprimida hoy.”Automáticamente, su mirada vuela de reojo hacia mí. Por lo que puedo discernir en sus pensamientos, parece confundido porque su hija actúe con tanta tristeza y, en lugar de acusarme, espera que yo le pueda ofrecer una respuesta.

Ella suspira con fuerza, recomponiendo su expresión con algo de vida y dice como excusa, “Es sólo que tengo muchas cosas en la cabeza, papá. Estoy bien.”

“Estás segura?”

Ella asiente y rápidamente me coge de la mano, entrelazando nuestros dedos y apretándomelos una sola vez – un claro grito de ayuda. Me inclino hacia delante y hago un gesto hacia el manual que tiene en la mano, diciendo, “Has llegado a la parte en que habla de programar el sonar para poder detectar la composición del suelo y la profundidad?”

Su sospecha se desvanece enseguida al mismo tiempo que regresa a su estado previo de admiración. “Hace eso?” parpadea y baja la mirada hacia el dispositivo que descansa en sus piernas, junto a Renesmee, con los ojos muy abiertos.

Charlie pasa el resto de nuestra visita enfrascado en el manual de instrucciones mientras Sue le lleva tazas de humeante café. Su interacción amistosa aunque tímida deja entrever unos sentimientos que deben estar desarrollándose bajo la superficie y descubro que me alegra – como estoy seguro de que a Bella también. A ella le había preocupado tanto dejar a su padre solo después de nuestro matrimonio y su transformación; es reconfortante saber que, ya que existe la posibilidad de que no vuelva a vernos a ninguno de nosotros, él y Sue se tendrán el uno al otro.

Por la tarde, Sam y Emily son los primeros en marcharse, haciendo que los demás nos pongamos en movimiento.

La manada de Jacob sale después; Seth me golpea en el hombro al pasar, prometiéndome en silencio reunirse de nuevo con mi familia en el claro en cuanto Jacob de la señal.

Metemos los regalos de Renesmee en el maletero y decimos adiós a Charlie y a Sue, con una sensación palpable de alivio emanando de Bella, Jacob y yo mismo mientras conduzco el Volvo calle abajo y la casa va encogiendo en el espejo retrovisor.

El silencio llena el coche durante el viaje a casa. Jacob, al borde la inconsciencia en el asiento de atrás y Renesmee jugueteando con su medallón, abriendo y cerrando la diminuta tapa mientras canturrea en voz muy baja para sí misma.

Lanzo una breve mirada hacia Bella y veo que está mirando por la ventana, la luz de fondo de color lavanda haciendo que las gotas de lluvia en el cristal creen un suave dibujo en su piel.

El familiar fuego de la curiosidad abrasa mi mente, impulsándome a formular la eterna pregunta, pero recuerdo la promesa que le hice hace unas noches. En vez de eso, le cojo la mano y tiro de ella suavemente hasta que nuestro dedos entrelazados descansan sobre mi muslo.

Una fina capa de hielo comienza a formarse sobre el pavimento y la cantidad de coches en la carretera se ha reducido considerablemente. Por lo que puedo deducir a partir de los nerviosos pensamientos de un conductor vecino, el servicio meteorológico está advirtiendo a los residentes de la zona de que se queden en casa esta noche, ya que las precipitaciones pasarán de aguanieve a nieve en las primeras horas de la mañana.

Adelanto con facilidad a los pocos humanos que aún siguen circulando con cuidado por la carretera y giro hacia el camino de tierra, las familiares sombras del bosque dándonos la bienvenida.

Sin embargo, mientras nos acercamos a la casa, el rumor de voces resuena a través de las paredes, mezcladas con rugidos. Poniéndome en guardia al instante, abro mi mente…y la práctica explosión de pensamientos me abruma durante una fracción de segundo.

Aparco el Volvo frente a la casa apretando los dientes mientras me esfuerzo por suprimir la oleada de pensamientos y me encuentro con la mirada cautelosa de Bella antes de que salgamos del coche al mismo tiempo.

A estas alturas, Jacob ya ha captado el estrépito de dentro y se baja del asiento de atrás, asumiendo su papel inherente de líder de los guardianes de su pueblo. Qué está pasando aquí? me pregunta, con sus ojos oscuros alerta.

Bella y Renesmee contemplan mi rostro inexpresivo con la misma pregunta en sus delicadas facciones.

“Alistair se ha ido,” anuncio en voz apenas audible, mientras subimos corriendo la escalera del porche sin hacer ruido y entramos disparados en la casa.

La sala de estar tiene la atmósfera tensa del ruedo. Los vampiros, alineados contra la pared y su atención fija en el trío que se enfrenta en el centro de la multitud. Otro grupo de tres permanece cerca de éste; Esme, Kebi y Tia miran preocupadas – Tia se mueve inquieta un par de veces, como si quisiera acercarse, pero permanece en su sitio – mientras Carlisle y Benjamin se mantienen frente a Amun. Parece que la creciente inclinación del vampiro árabe por marcharse finalmente ha alcanzado un punto crítico.

Apretando la mandíbula, cojo a Bella de la mano y la posiciono detrás de mí mientras me muevo para flanquear a Esme. Una sensación de alivio corre por sus ansiosos pensamientos – pero al advertir a Renesmee firmemente agarrada en el brazo que le queda libre a Bella, mi madre se mueve sutilmente, colocándose entre Amun y su nieta.

Carlisle extiende las manos en un gesto de sinceridad, su voz tranquila mientras dice, “Amun, si deseas irte nadie te obliga a quedarte.”

No dejes que la puerta te golpee al salir, piensa Emmett ácidamente. Rápidamente, localizo su enorme y tensa figura a aproximadamente un metro de la confrontación. Por la forma en que la esbelta mano de Rosalie descansa sobre sus brazos cruzados, parece que está preparada para retenerle en caso de que Amun amenace físicamente a nuestro padre.

Aunque, dado el resentimiento que brilla en sus iris ocres, parece más probable que ella se una a la incursión en vez de intentar mantener la paz.

Cómo han comenzado a desatarse las cosas tan rápidamente en nuestra ausencia?

Gritando una retahíla de insultos del medio oriente en su cabeza, Amun le chilla a Carlisle, su boca retorcida y enseñando los dientes, “Me estás robando a la mitad de mi aquelarre, Carlisle!” Señala a Benjamin, que contempla inexpresivo a su creador, aunque sus ojos resplandecen llenos de irritación. “Para eso me llamaste?” continúa gritando Amun. Está prácticamente fuera de sí por la ira. “Para robarme?”

Mi padre suspira, cansado de esta pelea. Está viendo un engaño donde no lo hay, se lamenta mentalmente.

Esto es ridículo. Benjamin pone loso ojos en blanco y responde, con la voz cargada de sarcasmo. “Sí, Carlisle se metió con los Volturi, poniendo en peligro a toda su familia sólo para atraerme aquí hacia mi muerte.” Reprime un resoplido, “Sé razonable, Amun, me he comprometido a hacer lo correcto aquí – no voy a unirme a ningún otro aquelarre.” Encogiéndose de hombros con indiferencia, añade, “Puedes hacer lo que quieras, por supuesto, como Carlisle ha señalado.” Pero yo me quedo. No existe la más leve duda en su mente.

“Esto no va a terminar bien,” sisea Amun, considerándonos unos necios a todos. “Alistair era el único cuerdo aquí. Todos deberíamos salir corriendo.”

Frente a Esme, Tia masculla con ironía, “Mira a quién llamas cuerdo.”

Varios espectadores sonríen ante su comentario; Amun lanza una mirada fulminante en su dirección, pero grita a todos en la sala, “Todos vamos a ser masacrados!”

Eres un pequeño rayo de sol, verdad?, piensa Kate con desprecio. La energía crepita en la palma de su mano mientras se visualiza tirando a Amun al suelo de una descarga.

Tanya la mira severamente pero sabe tan bien como yo que la amenaza es infundada. Si Kate quisiera atacarle de verdad, lo habría hecho sin un instante de vacilación y él se estaría retorciendo ahora en el suelo de madera.

“No va a ser necesario luchar,” declara Carlisle con firme convicción.

“Eso lo dices tú!” replica Amun acaloradamente.

Siempre el pacificador, mi padre ofrece con voz serena, “Si llegamos a esa situación, siempre puedes cambiar de bando, Amun.” Las hermanas de Denali sisean ante esta respuesta y Maggie coge aire bruscamente, sorprendida por la sinceridad de Carlisle. “Estoy seguro de que los Voltui agradecerán tu ayuda,” dice, ignorando las exclamaciones a su alrededor.

El rostro de Amún adopta una evidente expresión de desdén. “Tal vez ésa sea la respuesta,” gruñe.

Emmett se adelanta bruscamente; la dedos de Rose se aferran a su antebrazo y él vuelve a su sitio, descubriendo los dientes en un rugido silencioso.

Les corresponde a ellos decidir si se quedan o no, se recuerda Carlisle a sí mismo y luego murmura en voz alta, “No te lo echaría en cara, Amun,” su sinceridad desconcierta al vampiro árabe y a la mayoría de la sala, también – excepto a quienes le conocemos mejor. “Hemos sido amigos desde hace mucho tiempo pero nunca te pediría que dieras la vida por mí.” No sería mejor que los Volturi si les pidiera sus vidas.

Los ojos de color topacio de Carlisle vuelan brevemente hacia mí y después hacia Esme, Bella, Renesmee y Rose y Em en el otro extremo de la habitación. Si pudiera, salvaría a mi familia de este conflicto también. Lentamente extiende el brazo hasta apoyar la mano en el hombro de Amun.

Amun se la sacude de encima, con una mirada hiriente en sus ojos de intenso color rojo y la voz afilada mientras dice, “Me quedaré, Carlisle, pero puede que sea en tu detrimento. Me uniré a ellos si ése es el camino a la supervivencia.” Su mirada fulminante no abandona a Carlisle mientras piensa mordazmente para mí, Puedes ver la verdad de mis palabras, lector de mentes. Después, continúa en voz alta, “Sois unos ineptos si pensáis que podéis desafiar a los Volturi.” Respira pesadamente, con el ceño fruncido y mira de reojo a Bella y a nuestra hija. “Testificaré que la niña ha crecido,” decide exasperado. “Es la pura verdad. Cualquiera podría haberlo visto.”

“Eso es lo que siempre hemos pedido,” dice mi padre con la misma voz serena.

Haciendo una mueca, Amun comenta enfadado, “Pero no todo lo que estáis recibiendo, según parece,” levanta la mirada hacia Benjamin, y alega, “Te di la vida y la estás malgastando.” Crío obstinado e ignorante.

El hielo parece cubrir las facciones de Benjamin, moldeándolas en una máscara dura e inflexible y un aire gélido impregna su voz juvenil, haciéndole aparentar su edad real en vez de la que aparenta físicamente. Levanta la barbilla en un gesto desafiante y le dice a Amun, “Es una pena que no pudieras reemplazar mi voluntad por la tuya en el proceso; entonces habrías estado satisfecho conmigo.”

Amun entrecierra los ojos, irritado y alterado por el desafío apenas velado en la afirmación de Benjamin.

Ambos se enfrentan el uno al otro en silencio durante un segundo – entonces, Amun hace un gesto bruscamente hacia su pareja y él y Kebi desaparecen por la puerta principal.

Bella me mira con los ojos muy abiertos. “No va a marcharse,” la tranquilizo en voz baja, “pero va a guardar aún más las distancias de ahora en adelante.” Mi mirada vuela hacia la entrada, el desasosiego revolviéndome el estómago. “No era ningún farol cuando hablaba de unirse a los Volturi.” Le aprieto la mano sin darme cuenta.

Ella se inclina hacia mí y yo agacho la cabeza para oírle susurrar, “Por qué se ha ido Alistair?”

“Nadie puede saberlo con certeza; no ha dejado ninguna nota,” le digo con una sonrisa torcida, esperando aliviar algo la tensión, y Bella levanta una ceja esperando a que continúe. “Por lo que farfullaba,” le digo, “era evidente que pensaba que la batalla era inevitable.” Ella asiente casi imperceptiblemente con la cabeza, recordando sin duda lo que le oímos decir aquel día en mi antigua habitación. “A pesar de su comportamiento, le tiene demasiado aprecio a Carlisle como para pasarse al lado de los Volturi. Supongo que decidió que el riesgo era excesivo,” concluyo, encogiéndome de hombros.

Eleazar, escuchando nuestra conversación al igual que la mayor parte de los presentes, opta por hablar. “Por sus palabras, era algo más que eso. No hemos hablado mucho de la agenda de los Volturi, pero a Alistair le preocupaba que, a pesar de lo rotundamente que consiguiéramos demostrar vuestra inocencia, los Volturi no escucharan.” Su mirada recorre la sala, mirando a los ojos de todos. “Él cree que encontrarán una excusa para conseguir su objetivo.”

Los demás intercambian miradas con aprehensión mientras fragmentos de sus pensamientos se filtran a través de mi mente - dándome a entender aquellos que empiezan a ver a los Volturi como lo que son: codiciosos y hambrientos de poder y aquellos que siguen reacios a involucrarse en una confrontación abierta con la jerarquía de los vampiros.

La única excepción son los rumanos. Con una tenue sonrisa irónica, Stefan y Vladimir emiten un aura de diversión con respecto a la situación en que nos encontramos.

En unos segundos, los vampiros se reúnen en grupos, hablando en susurros entre ellos.

Eleazar se vuelve hacia Carmen y Tanya y Garett sigue trotando a Kate mientras ella cruza la sala para situarse cerca de Rosalie y Emmett. Esme se desliza hacia Carlisle y el espacio que deja libre me permite ver a los rumanos, mientras se inclinan el uno hacia el otro para debatir, pero no antes de que Vladimir lance una mirada especulativa hacia Bella, reflexionando, la balanza está inclinada a nuestro favor…pero puede desequilibrarse fácilmente.

Perplejo con sus palabras y desconfiando de su atención hacia mi esposa, centro mi atención en la conversación que mantienen.

“Confío en que Alistair esté en lo cierto,” murmura Stefan a Vladimir con seriedad. Tiene los ojos color rubí brillantes por la excitación salvaje. “Independientemente del resultado, se correrá la voz. Es hora de que nuestro mundo vea en qué se han convertido los Volturi. Nunca caerán si todo el mundo cree esa tontería de que protegen nuestro estilo de vida,” dice con tono despectivo.

Vladimir asiente una vez. “Al menos, cuando nosotros gobernábamos éramos honestos.”

“Nunca nos pusimos medallas ni dijimos que fuésemos santos,” coindice Stefan, burlándose interiormente ante la idea.

Los ojos de Vladimir vuelan hacia Bella otra vez. Ella le sostiene la mirada, prestándole atención de forma deliberada, y un destello de aprobación ilumina los pensamientos de él. Es entonces cuando me doy cuenta de que los rumanos quieren que oigamos su conversación. Lo que aún no sé es por qué.

“Creo que ha llegado la hora de luchar,” comenta Vladimir con un intenso brillo en los ojos por la anticipación. “Cuándo podríamos encontrar una fuerza mejor con la que aliarnos? Otra oportunidad tan buena como ésta?” pregunta a su hermano.

“Nada es imposible,” dice Vladimir, paseando la vista por la habitación con mirada crítica. A estos jóvenes les falta resolución. Quizá…con el incentivo adecuado…Devuelve su atención a Vladimir y comienza a decir, “Quizá, algún día…”

El rumano de pelo rubio le interrumpe. “Hemos estado esperando durante quince siglos, Stefan. Y con los años sólo se han hecho más fuertes.” Sin embargo, no hay ira en su actitud. De hecho, la única descripción que encuentro adecuada para el tono de la mente de Vladimir es astuto.

Le lanza una mirada a Bella en la breve pausa que sigue, sin sorprenderse de que Bella y yo estemos observándoles descaradamente y la comisura de sus labios se curva formando el fantasma de una sonrisa. “Si los Volturi vencen en este conflicto,” dice lenta y deliberadamente, “se irán con más poder del que tenían cuando llegaron. Con cada conquista incrementan sus fuerzas. Piensa en lo que sólo esa neófita podría darles,” señala a Bella con un rápido gesto de la barbilla, “y apenas está descubriendo su don.” Rápidamente, desvía la mirada escarlata. “Y el sísmico,” añade, señalando con la cabeza hacia Benjamin. El joven vampiro se tensa, enderezando la columna como una vara de hierro y Tia le toca el brazo suavemente con las yemas de los dedos.

Hemos conseguido toda su atención, al menos, reflexiona Stefan satisfecho. Está en lo cierto; cada par de ojos que hay en la casa está clavado en los rumanos y todos los oídos están atentos a sus palabras.

Vladimir sigue con la cuenta de los vampiros dotados, mencionando desapasionadamente, “Con sus gemelos brujos no tienen necesidad de la ilusionista ni las descargas eléctricas,” mira por encima del hombro de Stefan a Zafrina, cuya figura tensa y sinuosa recuerda a una pantera al acecho, y después a Kate, con lo que ella se sacude la rubia melena de la cara, una ceja arqueada sarcásticamente.

“Tampoco el lector de mentes es estrictamente necesario,” observa Stefan, su mirada calculadora aterrizando en mí por un momento y después se vuelve hacia Vladimir. “Pero entiendo a qué te refieres. Ciertamente, obtendrán mucho si vencen.”

Su hermano arquea las rubias cejas, “Más de lo que podemos permitirnos,” señala expectante, “no te parece?”

Una oleada de preguntas inunda mi cabeza y no todas ellas son mías. Los rumanos tratan de conducirnos a algún lado con este intercambio aparentemente casual, pero están ocultando bien sus pensamientos y estoy teniendo dificultades para interpretar el significado tras cada expresión.

En mi visión periférica, veo a Bella fruncir el ceño en una expresión pensativa que cubre su rostro en forma de corazón mientras reflexiona sobre el significado de su conversación.

Un silencioso suspiro recorre la sala. “Creo que debo coincidir contigo,” asiente Stefan sombríamente. En su mente, está exultante. La confusión que siento debe reflejarse en mi rostro porque me mira con una débil sonrisa y cita un antiguo proverbio de su tierra natal. Nu mâsura pe altii cu palma ta, joven.

Mientras me esfuerzo por descifrar la traducción de su pensamiento, él me conduce, “Y eso significa…”

“Que debemos enfrentarnos a ellos mientras aún hay esperanzas,” concluye Vladimir con satisfacción.

Stefan comenta, “Si pudiéramos debilitarlos, si quiera, exponerlos…”

“Entonces, algún día,” afirma triunfal su hermano, “otros terminarán el trabajo.”

“Y nuestra tan esperada venganza será servida.” Sus ojos resplandecen ante la promesa de una victoria. “Al fin.”

Mirándose fijamente por un momento, sus pensamientos completamente en sincronía mientras se visualizan situados entre nuestro grupo de testigos es un campo anodino frente a los Volturi. Ideas de auto-preservación se entrelazan con sus nociones de venganza pero la fuerza de estos pensamientos palidece en comparación con la sed de violencia que sienten los rumanos contra Aro y su aquelarre. Al unísono, afirman con decisión, “Parece la única forma.”

“Así que lucharemos,” declara Stefan. Ahora veremos

La rueda se ha puesto en marcha, medita Vladimir mientras dice en voz alta, “Luchamos.”

Un sutil estremecimiento recorre el esbelto cuerpo de Bella en el silencio que sigue a la declaración de los rumanos y yo le aprieto la mano, atrayéndola hacia mí.

Prestando tanta atención a la oleada de pensamientos que llena la habitación como a cualquier diálogo hablado, me doy cuenta de que Vladimir tiene razón: realmente la rueda se ha puesto en movimiento. Cada aquelarre representado entre nosotros se está posicionando a favor de Carlisle y su familia frente a la amenaza de caer ante los Volturi, preguntándose si ha llegado la hora de que declaren sus intenciones.

Benjamin y Tia comparten una mirada cargada de significado – haciéndose preguntas el uno al otro y recibiendo las respuestas a través de sus ojos – entonces, Tia habla en voz baja y solemne, “Nosotros también lucharemos. Creemos que los Volturi han sobrepasado su autoridad.” Su mirada pasiva aunque penetrante se clava en su pareja. “No tenemos ningún deseo de pertenecer a sus filas.”

Benjamin sonríe y el encanto juvenil que había abandonado su expresión durante su discusión con Amun regresa en toda su fuerza mientras le lanza una sonrisa traviesa a Tia y luego mira hacia los rumanos. “Al parecer, soy un bien codiciado,” comenta, “y debo ganar el derecho a ser libre.” Y no sólo contra los Volturi, añade mentalmente, recordando la forma posesiva con la que su creador esconde cada uno de sus movimientos.

Con un sobresalto que trata de disimular, Kate sigue a Garrett con la mirada mientras se aleja paseando de su lado y dice con voz seca y llena de humor, “No será la primera vez que he luchado para liberarme del dominio de un rey.” Se detiene frente a nuestro grupo y le da una palmada a Benjamin en la espalda con una sonrisa despreocupada. “Aquí se trata de la libertad frente a la opresión,” anuncia, levantando una copa imaginaria con la mano.

Tanya, con la misma lealtad obstinada que ha demostrado desde el día que llegó el clan de Denali, eleva su voz para ser tenida en cuenta entre nuestros aliados. “Nosotros estamos al lado de Carlisle. Y luchamos con él.”

Kate asiente en señal de conformidad, al igual que Eleazar y Carmen.

He prendido suficientes fuegos en los cuerpos de los de mi especie como para llenar cientos de vidas, reflexiona Peter con tristeza. Como mencionó Jasper la última vez que le vi, él sabía que su antiguo camarada se mostraría intensamente reacio a encomendarse a una batalla, sin importar la causa. “Nosotros no lo hemos decidido,” murmura el vampiro sureño.

La diminuta vampira rubia con aspecto de muñeca que tiene a su lado se pone rígida. Él la mira con una expresión suplicante en sus ojos de color burdeos pero Charlotte evita su mirada, con la vista al frente y los labios apretados en una línea tensa. Los Volturi han cruzado una línea, piensa. Quiénes son ellos para decirnos cómo debemos vivir, a quién debemos amar? Esa niña no merece pagar por un crimen que sus padres ni siquiera han cometido.

Ella continúa con esta línea particular de pensamiento durante varios segundos, incluso aunque los dos nómadas restantes hacen públicas sus intenciones.

“Yo digo lo mismo,” dice Randall sin ningún reparo. Yo estoy aquí como testigo, eso es todo, no para implicarme en una pelea con los Volturi.

Mary añade, “Y yo,” aunque parece estar más en contra de esta elección que el resto.

Jacob se mueve inquieto y se cruza de brazos, avanzando después en la habitación. Bien…como todo el mundo tiene claro de qué lado estamos…”Las manadas lucharán con los Cullen,” proclama con determinación y luego una sonrisa torcida ilumina su rostro. “No nos dan miedo los vampiros.” Pero ellos deberían temernos a nosotros, piensa, apenas reprimiendo una sonrisa de suficiencia. Se me escapa un resoplido.

Irritado por la forma despreocupada en que Jacob ha aludido a la carnicería de la guerra, Peter masculla airado, “Críos.”

“Bebés,” corrige Randall, mirando al único lobo entre los presentes con evidente condescendencia.

Jacob se burla de ellos con su comportamiento, exudando una jovial confianza en sí mismo mientras su sonrisa crece y me dice, asegúrate de que estos dos consiguen una buena vista del campo. No me gustaría que se perdieran nuestro rato de juego. Me guiña un ojo y yo pongo los míos en blanco.

Cerca del ventanal, Siobhan está manteniendo una especie de muda disputa con el miembro más joven de su aquelarre. Sus brazos marmóreos descansan sobre los estrechos hombros de Maggie, sus facciones aquilinas ensombrecidas con la advertencia, pero la pequeña pelirroja se escabulle de su abrazo y dice con valor, “Bueno, contad conmigo también. Sé que la verdad está del lado de Carlisle,” afirma, “no puedo ignorar eso.” Sonríe un poco en dirección a Bella y Renesmee.

Profundamente preocupada por este giro de los acontecimientos, Siobhan permanece por un momento con la mirada fija en la espalda de la joven vampira, su mente llena de ansiedad, indecisión y terror.

Poco después, mueve la mirada color rubí hacia mi padre. “Carlisle,” dice con un hilo de voz, el acento irlandés patente en sus palabras mientras se dirige a su viejo amigo como si ambos fueran las dos únicas personas en la habitación. “No quiero que esto desemboque en una batalla.”

Cogiendo las manos de Esme entre las suyas, Carlise le sostiene la mirada, llena de aprehensión, a Siobhan y en la suya se aprecia la simpatía que siente por ella, mientras le contesta, “Ni yo, Siobhan. Sabes que eso es lo último que quiero.” Sus labios se curvan en una leve sonrisa. “Quizá deberías concentrarte en que se mantenga la paz,” sugiere a la ligera.

“Sabes que eso no servirá de nada,” replica ella, con expresión algo arrepentida. Sigue aferrándose a la absurda idea de que poseo un don. Una risa entre dientes resuena en su cabeza. Es tan tozudo como cualquiera de los míos. El cariño y una leve exasperación tiñen la expresión de su rostro y brillan en las profundidades de sus iris escarlata.

Carlisle se encoge de hombros. “Mal no puede hacer.”

Su ingeniosa respuesta hace que Esme incline la cabeza para esconder la sonrisa y Siobhan pone los ojos en blanco sin dar crédito.

La sonrisa de mi padre crece y sus dientes brillan resplandecientes bajo la luz. “Si no te importa,” dice alegremente. Su don es sutil pero es real. Si tan sólo ella misma tuviera fe en él.

Siobhan responde – no bruscamente, sino con el aire de quien se siente victorioso – “Entonces no hay necesidad de que mi aquelarre se pronuncie, no?” Maggie se da la vuelta para mirarla, incrédula, por encima del hombro, “ya que no hay posibilidad de que lleguemos a luchar.” Siobhan avanza un paso y apoya la mano en el brazo de la joven, moviéndola para colocarla junto a Liam, que ha observado toda esta conversación guardando silencio estoicamente.

El desconcierto aparece en el rostro de casi todos los presentes pero ni Siobhan ni mi padre ofrecen una explicación, así que su conversación se olvida rápidamente.

Ahora que el dramatismo ha pasado, la multitud empieza a reducirse lentamente mientras algunos de nuestros invitados se dirigen al exterior y otros buscan algún entretenimiento dentro de la casa.

Emmett se desploma en la butaca frente al sofá y la enciende con el mando a distancia, encontrando rápidamente un partido de fútbol para gritar un rato. Rose se sienta en el reposabrazos , apoyándose contra él mientras le pasa los dedos distraídamente por los rizos oscuros.

Quedando tan poco tiempo hasta el momento que definirá lo que nos queda de existencia, nadie desea estar alejado de aquellos a quien ama.

Bella deja escapar un suspiro de alivio y traga por costumbre; inmediatamente percibo el estremecimiento apenas perceptible que ella intenta reprimir, dándome cuenta de que aunque puede que tenga el autocontrol de un vampiro maduro, en realidad está tan sedienta como cualquier neófito.

La pequeña en sus brazos también está incómoda. Renesmee no tiene problema en tomar comida humana pero su estómago empieza a incordiarla después de unas horas y necesita ingerir sangre para aplacar la parte inmortal de su naturaleza.

“Vamos a cazar,” susurro con dulzura a las dos. Sus rostros con idéntica forma de corazón se iluminan impacientes en respuesta y mantengo agarrada la mano de Bella mientras nos dirigimos hacia la puerta trasera. “Jacob,” le llamo por encima del hombro, invitándole a venir con nosotros.

Él deja de mirar a Peter, que había estado fulminándole con la mirada a su vez desde que él hablara antes y viene trotando hacia nosotros con la irritación creciendo en su mente mientras nos dirigimos al exterior. La lluvia helada ha cesado al fin y el aire es fresco, prometiendo una nevada – el heraldo de lo que está por llegar.

Una vez hemos llegado a la orilla helada del río, Jacob gruñe en voz baja, “Estúpidas sanguijuelas. Creen que son tan superiores,” resopla despectivamente.

Le miro con una ligera sonrisa y le comento, “Van a quedarse impactados cuando los críos les salven sus superiores vidas, verdad?” Yo mismo he sido culpable de subestimar a los lobos en numerosas ocasiones pero después de presenciar de lo que son capaces a través de la absoluta sincronización de sus mentes en la psique de la manada, me alegro de poder considerarles mis aliados…y amigos.

Con una sonrisa traviesa, Jacob me golpea en el hombro con el puño, “Diablos, sí,” se ríe, con un brillo malvado en los ojos oscuros y después desaparece entre los árboles para entrar en fase.

Renesmee se retuerce en brazos de Bella en cuanto el enorme lobo de color rojizo sale de la maleza, agachando la peluda cabeza para empujarla suavemente con el hocico y, ante una señal no pronunciada en voz alta, ambos se lanzan al bosque comenzando su juego de costumbre sobre quién conseguirá la primera presa.

Me vuelvo hacia Bella y en ese mismo instante ella me mira a mí, interrogándome. Hago un gesto con la mano hacia los árboles desnudos y helados, invitándola, “Después de ti, mi amor.”

Enseguida reacciona ante la ráfaga de aire que revuelve su oscuro cabello e inclina la cabeza, escuchando el ritmo distante de unas pezuñas, el tenue latido de unos corazones y entonces se lanza hacia delante de un salto, pasando entre los árboles como un espectro.

Sigo su paso fácilmente, dejándome llevar por mis instintos y antes de que el depredador asuma completamente el control, detecto un indicio de preocupación en los gráciles movimientos de Bella, como si una parte de su cabeza estuviera en otra parte.

Antes de que pueda detenerme a examinar las posibles causas de su comportamiento distraído, nos encontramos con la pequeña manada de ciervos que habíamos rastreado. Incluso sin la habilidad de leer su mente, Bella y yo hemos aprendido a anticipar las acciones del otro casi a la perfección.

Inclinándose hasta quedarse en cuclillas, Bella ataca de frente mientras yo doy un rodeo para sorprender a los ciervos que tratan de huír. Bella derriba a una gran hembra con un fiero rugido y entierra el rostro en su cuello.

Satisfecho al ver que ella está atendiendo sus propias necesidades, agarro el musculoso cuerpo de un macho de gran cornamenta y rompo su columna, echándole hacia atrás la cabeza para dejar expuesta su garganta. Entonces, en un raro momento de lucidez, percibo un ruido sordo y levanto la vista enseñando los dientes.

El cuerpo sin vida de la presa que Bella ha drenado a medias yace a sus pies y ella mira fijamente sus manos teñidas de sangre, con los ojos muy abiertos y la mirada perdida, la boca medio abierta en una expresión horrorizada.

De inmediato, mi naturaleza protectora abate la sed y dejo caer el ciervo muerto, corriendo a su lado. “Qué pasa?” le pregunto, adoptando una posición defensiva mientras rastreo los alrededores con la mirada, en busca de alguna amenaza.

Unos diminutos copos flotan en el aire, derritiéndose al posarse en el suelo y sobre los cuerpos de los animales que hemos dejado. Expando mi conciencia para distinguir cualquier pensamiento cercano y percibo el pavoneo mental de Jacob y la intensa concentración de Renesmee a unos cincuenta metros hacia el este.

Al parecer, su repentino asalto sobre los ciervos ha hecho que la manada se divida en dos grupos. La sutileza, después de todo, no es el punto fuerte de Jacob.

Pero, aparte de eso, no descubro nada fuera de lo común.

Una respiración ahogada se escapa de los labios de Bella, los ojos de oscuro color ámbar muy abiertos por el miedo y dice con un hilo de voz, “Renesmee.”

Le acaricio suavemente los brazos, susurrándole para tranquilizarla, “Está justo al otro lado de esos árboles,” señalo hacia la derecha con la cabeza, desesperado por reconfortarla – por hacer lo que haga falta para hacer desaparecer el terror de su mirada. “Puedo oír sus pensamientos y los de Jacob,” continúo en voz baja y serena, “está bien.”

Bella niega con la cabeza frenéticamente. “No me refiero a eso,” dice, levantando la cabeza al fin para mirarme. Algunos copos se posan en sus largas pestañas mientras me habla, su tono de voz rayando en la histeria. “Estaba pensando en mi escudo – realmente piensas que vale para algo, que va a servir de ayuda.”

Por supuesto que sí, deseo decirle pero se han abierto las compuertas.

Ella continua, sus palabras cada vez más rápidas y teñidas de consternación. “Sé que los demás esperan que sea capaz de escudar a Zafrina y a Benjamin, incluso aunque sólo sea capaz de mantenerlo unos pocos segundos cada vez. Pero y si es un error?” pregunta con ansiedad, “Y si tu fe en mí es la razón por la que caemos?”

Al instante, envuelvo su delicado cuerpo en mis brazos, atrayéndola hacia mi pecho. Ella hunde la cara en los pliegues de mi chaqueta y se estremece y yo le froto la espalda con ternura, besándole la cabeza. “Bella,” susurro en sus sedosos cabellos, “a qué se debe esto? por supuesto que es maravilloso que puedas protegerte pero no es tu responsabilidad salvar a nadie.”

Apretando la mejilla contra su sien, inhalo su dulce y floral aroma. Mi Bella soportaría el peso del mundo entero si pudiera. Si yo le dejara. Pero la necesito demasiado como para permitir que prime su natural inclinación al martirio. “No te castigues innecesariamente,” le pido en voz baja, rozándole con los labios la frente.

Ella coge la tela de mi camisa entre sus pequeñas manos y se acurruca en mis brazos. “Pero y si no puedo proteger nada?” susurra con voz ronca y la respiración entrecortada. “Esto que hago es defectuoso, es errático! No tiene ningún sentido.” Se estremece de nuevo. Instintivamente, la abrazo con más fuerza cuando ella gime en señal de frustración. “Puede que no funcione en absoluto contra Alec.”

“Shhh.” Deseando con todo mi ser mitigar sus miedos, comprender por qué esos pensamientos están asolando su mente, la mezo en mis brazos – igual que ella hace para tranquilizar a nuestra hija – y le suplico. “Tranquila. Y no te preocupes por Alec. Lo que él hace no es distinto de lo que hacen Jane o Zafrina,” le aseguro. “Sólo es una ilusión – él no puede entrar en tú mente más de lo que lo hago yo.” No importa cuánto desearía lo contrario.

Bella levanta la cabeza de golpe, su expresión afligida y desconsolada. Mi silencioso corazón se encoge en respuesta, reflejando su dolor y cojo su rostro entre mis manos. “Pero Renesmee sí puede!” masculla con los dientes apretados, suplicándome con la mirada que comprenda el peligro que encierra esta revelación. “Parecía tan natural que nunca lo había cuestionado antes. Siempre ha sido una parte más de ella. Pero mete sus pensamientos directamente en mi cabeza exactamente igual que hace con el resto del mundo.”

Se interrumpe durante medio segundo, esforzándose por no levantar la voz y entonces me explico lo que se le ha debido ocurrir hace tan sólo unos minutos: por qué Renesmee es capaz de abrir una brecha en los muros que rodean su mente.

Como nunca he compartido mis teorías con Bella, ella ha dado por hecho la peor.

Siento una punzada de arrepentimiento mientras ella sisea violentamente, “Mi escudo tiene puntos débiles, Edward!”

Nos miramos fijamente durante una breve eternidad. Bella parece esperar que yo experimente el mismo horror que ha vivido ella y yo trato de formar una respuesta que acabe con todos sus temores.

Ella obviamente lee la expresión calculadora de mi rostro, porque su desesperación se desvanece repentinamente en una expresión sombría, frunciendo el ceño sobre su mirada encendida. “Hace mucho tiempo que pensaste en esto, verdad?” me acusa, indignada.

Absurdamente adorable, incluso cuando está enfadada, no puedo reunir la fuerza necesaria para esconder el deleite y la diversión que me producen sus reacciones. Esbozo una sonrisa torcida y le confieso, “La primera vez que te tocó.”

Ella deja escapar un largo suspiro con cara de decepción – recriminándose a sí misma no haber pensado en ello antes, diría yo – y relaja un poco la fuerza con la que aprieta la mandíbula bajo mis manos. “Y eso no te preocupa?” pregunta, estudiando mi cara con atención. “No crees que sea un problema?”

Encogiéndome de hombros, le respondo con naturalidad, “Tengo dos teorías, una más probable que la otra.” Acaricio con los pulgares el suave contorno de sus mejillas, plenamente feliz de poder pasar el mayor tiempo posible en contacto con su sedosa piel de alabastro.

Bella no pierde tiempo en ordenarme que le proporcione respuestas. “Dime la menos probable primero.”

“Bien,” comienzo hablando de forma pensativa y serena, “ella es tu hija. Genéticamente, la mitad es tuya,” una breve risa interrumpe mi explicación. “Solía tomarte el pelo sobre cómo tu mente estaba en una frecuencia distinta a la del resto. Quizá ella esté en la misma.”

Negando con la cabeza incluso antes de que haya terminado de hablar, Bella replica categóricamente, “Pero tú oyes lo que piensa perfectamente. Todo el mundo oye su mente. Y qué pasa si Alec también va en otra frecuencia?” se inquieta, “qué pasa si…?”

Apoyo mi dedo índice en sobre sus labios, silenciando su angustiado estallido, y ella me mira llena de ansiedad y frustración. “He pensado en eso,” le informo en voz baja. La tentadora textura de sus labios carnosos bajo la yema de mi dedo me distrae increíblemente, así que aparto la mano de su boca, posándola en su cuello. “Que es por lo que pienso que la siguiente teoría es mucho más probable.” Me interrumpo, esperando a ver si ella quiere que continúe.

Aprieta los dientes de forma audible, demostrando su impaciencia, pero permanece en silencio. Reprimiendo una sonrisa ante su expresión agraviada, le pregunto, “te acuerdas de lo que Carlisle me dijo de ella, justo después de que te enseñara aquél primer recuerdo?”

Sé que ella está resistiendo el impulso de poner los ojos en blanco cuando responde en tono de “por supuesto que sí”, “Dijo, “Es un giro interesante. Como si estuviera haciendo justo lo contrario de lo que puedes hacer tú.”

“Sí,” digo asintiendo con la cabeza. “Así que me pregunté, quizá ella heredó tu don también y le dio la vuelta.” Levanto las cejas mientras la miro expectante, aguardando que se encienda en su mirada ese brillo de intuición.

La expresión de Bella muestra confusión y luego frunce el ceño pensativa mientras inclina la cabeza a un lado, sopesando cuidadosamente mi afirmación.

Le doy aproximadamente cinco segundos – después la necesidad de saber lo que piensa se vuelve insoportable y le doy pie, señalando en voz muy baja, “Tú mantienes a todo el mundo fuera.”

“Y nadie la puede dejar fuera a ella?” concluye indecisa.

“Ésa es mi teoría,” digo sonriente. “Y si ella puede acceder a tu mente, dudo que haya un escudo en el mundo que pueda mantenerla a raya.” Unos mechones sueltos de color chocolate vuelan sobre su cara, ocultándome la vista, y los aparto con cuidado, disfrutando de la sensación – como de seda bajo mi piel.

Atrapado en la costumbre que adquirí no mucho después de declararme a Bella en nuestro claro, observo cómo los mechones se deslizan entre mis dedos, pensando en voz alta, “Eso servirá de ayuda. Por lo que hemos visto, nadie duda de la verdad de sus pensamientos una vez que le han permitido a ella que se los muestre. Y creo que nadie puede evitar que se los muestre, si ella se acerca lo suficiente.”

Aunque preferiría mantener a Renesmee lo más alejada posible de las ávidas garras de Aro, concederle acceso a la mente de la pequeña es la mejor forma de defender nuestra causa. Renata estará junto a él, estoy seguro pero, como suponía, el talento de Renesmee puede atravesar el escudo más fuerte que conozco – y ése es el generado por mi mujer.

“Si Aro le deja explicarse…” Mis palabras se apagan cuando Bella se estremece, sin duda pensando en nuestra hija exponiéndose al tacto apergaminado y esquivo del vampiro italiano.

Deslizando mis manos de su cuello a los hombros, trato de liberar la tensión de sus músculos comentando, “Bueno, al menos no hay nada que pueda impedirle ver la verdad.”

Ella me mira a los ojos necesitando el mismo consuelo que yo he anhelado de ella hace unas semanas, y apoya las manos en mi pecho. “Pero será suficiente con la verdad para detenerle?” pregunta, con una leve nota de desolación ensombreciendo su voz.

La forma en que ella ha formulado la pregunta…parece casi retórica – como si supiese de antemano lo que va a suceder y parte de ella deseara haber permanecido en la ignorancia.

Alice a veces actuaba de esa manera después de haber tenido una visión particularmente desgarradora…

Basta. La orden auto-impuesta suena con severidad en mi cabeza, destruyendo el comienzo de la especulación que había surgido en mi mente. He prometido confiar en Bella y mantendré mi promesa, incluso aunque ella no lo haga.

Sintiendo que no puedo darle la respuesta que busca, Bella se refugia en mis brazos una vez más, escondiendo la cabeza bajo mi barbilla.

Permanecemos en esa postura hasta que el aroma de la sangre derramada de las presas de Jacob intensifica el deseo de cazar y nos separamos, siguiendo la trayectoria de los ciervos por el bosque.

Ahora cae una densa cortina de nieve, aunque los copos desaparecen en el suelo rocoso mientras Bella y yo pasamos entre los enormes árboles, alcanzando a los ciervos en unos minutos.

Juntos, acabamos enseguida con el resto de la manada. Una vez que su última presa cae inerte de sus brazos, ella se vuelve para mirarme. Tiene restos de sangre en la comisura de los labios, el cabello revuelto por el viento, cayéndole sobre la cara y hay aún una fiereza en sus vívidos ojos que la hacen parecer más un vampiro que mi Bella.

Sin embargo, a pesar del exterior salvaje, su actitud entera irradia amor y una pasión abrasadora que me cala hasta los huesos y me atrae como un imán.

Mi cuerpo se inclina, al acecho, con un rugido vibrando en mi pecho y Bella responde con el ronroneo gutural que he llegado a adorar, imitando mi postura.

Ninguno de los dos dice nada. No nos hacen falta las palabras. El instinto domina nuestras acciones, nos hemos convertido en depredadores perfectamente sincronizados y celebramos el vínculo que compartimos con nuestra pareja.

Volamos el uno hacia el otro y el sonido que hacen nuestros cuerpos al chocar resuena como un trueno en el aire gélido. Bella me hace caer al suelo como hiciera en su primera caza, sellando con su boca la mía, con fuerza, posesiva.

Con los dientes y las manos nos deshacemos de las pesadas ropas que separan su piel de la mía y comenzamos una lucha sensual entre las hojas heladas, fundiéndonos con una urgencia casi esencial, aunque la emoción que hay detrás de nuestra unión me deja sin aliento.

Durante este instante de la eternidad, único y fugaz, no existe nada más allá de nuestro abrazo. La sensación de su cuerpo contra el mío, el sabor de sus besos y la pura felicidad de recibir su amor se convierten en un faro de esperanza que resucita en mí un sentimiento de celebración casi olvidado.

Esto es lo que anhelaba, lo que buscaba, desde el momento en que desperté a esta vida como inmortal.

Bella es mi otra mitad y mi mundo, el sentido de mi propia existencia, le pertenecen.

“Ahora, tú eres mi vida” le dije la mañana después de la primera noche que durmió en mis brazos. Pero no creo que entonces comprendiera plenamente la verdad de esta afirmación hasta que entendí lo irrevocablemente unido que está mi espíritu al suyo.

Siempre fuimos uno – desde la misma creación del universo – y aunque nuestras almas fueron separadas después, era inevitable que nos volviéramos a encontrar.

En lo más profundo de la noche, yacemos sobre el suelo helado, cubierto de plata, nuestros cuerpos entrelazados mientras diminutos copos de nieve giran perezosamente a nuestro alrededor, creando la ilusión de estar dentro de una bola de nieve. La paz que llena este idílico fragmento del tiempo es indescriptiblemente hermosa.

Sin darme cuenta, comienzo a canturrear una canción muy antigua, perfecta para este momento. La letra me impacta por lo profundamente adecuada que resulta: noche de paz.

Entonces, Bella levanta la cabeza de de mi hombro y me besa en la mandíbula. “Feliz Navidad, Edward,” susurra dulcemente.

Inclino la barbilla para darle un casto beso y suspiro en sus labios, “Feliz Navidad, mi amor.”

Y ella y yo permanecemos en el tranquilo abrazo de esta silenciosa noche sagrada mientras la nieve continua cayendo.

15 comentarios:

  1. aiiiiins!!! LO AMO
    lo staBa speranDo dsDe aszze tiiempO grazziias por puBliicarlO =)
    sariita_lautner

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  2. el otro para cuando?? me el puedes enviar a mi correo mvianey1@hotmail.com

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  3. NO TENGO OTRA FORMA DE COMUNICARME CON VOSOTROS. De momento he dejado parada la traducción porque parece que, aunque contemos con la autorización y el visto bueno del autor podemos estar incurriendo en una infracción de los derechos de la historia o de FFN o no sé qué, no tengo ni idea de estas cosas. Sólo sé que en cuanto sepa seguro que puedo seguir, seguiré. Siento mucho dejar esto así, espero que no sea indefinidamente:/

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  4. que ha pasado con la traducción?? se ha podido arreglar algo??? que te han dicho..
    ATTE VIANEY

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  5. Sigo sin tener ninguna noticia. Llevo mails mandados como para empapelarles la casa a los de FFN. He pensado que si no recibo nada en un timepo, voy a seguir y mandarla por mail a los que estéis interesados. Eso no puede infringir nada...es para consumo propio! Siento mucho el parón, de verdad

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  6. Si tienes el permiso del Autor, no entiendo que estas infringiendo, pero bueno conozco nada de las reglas que tiene FFN.

    Lo que si te puedo decir es que la historia es realmente buena, el escritor no ha dejado detalle fuera, cada gesto, cada accion, cada escena va en paralelo con lo descrito por SM en BD y por supuesto que deseo terminar de leerla, as'i qu no dudes en enviarla a mi correo si definitivamente no puedes terminarla aqui.

    Por cierto deberias pedir permiso para la traduccion de las otras historias que tienes en el Blog, soy adicta de los Fics....una parte de mi se niega a dejar la historia de Edward y Bella en ese Feliz para siempre de BD, y aunque hay muchos en la Web, son muy pocos los que vale la pena leer, y creo que ya agote mi reserva....jejejeje

    Cambiando de tema, te felicito por el Blog, me rio muchisimo con tus comentarios y la mayoria soy muy acertados, continua con este gran trabajo.

    Besos y Abrazos...

    Ah...mi correo... ada_1918@hotmail.com

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  7. Muchas gracias Ada, voy a hacer lo que os dije, Si no obtengo respuesta a un par más de mails, sigo y os lo iré mandando. Del resto de historias, la MoTU no quiere traducciones (está pensando en publicarlo! qué increíble verdad?) y las demás...después del chasco de Metamorfosis se me han quitado un poco las ganas de seguir :/
    Gracias también por lo del blog, no veas qué ilusión me hace!! Un besazo

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  8. adoroo la pareja tia y benja ♥ sabes si hay una fanfic sobre ellos???? y para cuando el proximo????? ya tengo varios meses esperando xD!!! si puedes me envias los demas capitulos a este email ga_yoelyn15@hotmail.com(los trate de leer de traducir en español y no entendi nada u.u) por faa responde!!

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  9. Hola Yoe, siento decirte que el parón es definitivo. Fue algo ajeno a mí completamente, es lo que he puesto arriba y hemos comentado ya varias veces. Para mí ha sido un bajón todo esto. Perdona de verdad

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  10. u.u bueno esta bien ^^ se me olvidaba decirte muy bueno el blog me gusta!!! lo descubri un poquito tarde pero no habia comentado!!! y me podrias recomendar por favor otras fanfics?? (si aparecen ben y tia o son protagonistas me encantari xD hihihi :P me obsesione con esa pareja de vampiros ♥) de todas maneras gracias!!! :D

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  11. Muchas gracias Yoe; siento no poder ayudarte con lo de Ben y Tia, me centro en Edward y Bella ;) y de FF en castellano tampoco tengo mucha idea. Pero si vas a fanfiction.net y buscas en español te salen un montón. Una buena forma de guiarte es ver las que más comentarios tienen porque generalmente la gente no se equivoca en lo que les gusta más.

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  12. Vale gracias a ti por la informacion :D

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