jueves, 26 de noviembre de 2009

METAMORFOSIS. Capítulo 5: La Sorpresa

Estos días con EL ESTRENO y toda la locura antes y después, hemos tardado un poco más de lo normal (contábamos con ello ;) pero seguimos traduciendo la obra de LivesAmongTheStars, Metamorphosis.
Este capítulo es fundamental, aunque he de reconocer que me he puesto roja traduciendo algunas partes (qué le voy a hacer si llevo una pánfila dentro).


5. La Sorpresa.

La expresión horrorizada, llena de incredulidad e indignación en el rostro de Bella me recuerda a la cara que puso cuando Tyler Crowley le dijo que iba a llevarla al baile.

“No!” exclama, negando vehementemente con la cabeza. “De ninguna manera!” protesta, mirándome con los ojos entrecerrados – a lo que yo respondo con una sonrisa petulante. “Esto no cuenta. Dejé de cumplir años hace tres días. Tengo dieciocho para siempre.”

Alice se encoge de hombros, imperturbable. “Lo que sea. Vamos a celebrarlo de todas formas, así que te aguantas.” dice con una sonrisa deslumbrante, su pequeño y delicado rostro radiante de excitación.

Bella estudia a su mejor amiga por una fracción de segundo y después suspira dándose por vencida. La sonrisa de Alice crece hasta que sus dientes perfectos y ultra-blancos brillan bajo la luz artificial de las bombillas en el techo abovedado. “Lista para abrir tu regalo?” le arrulla extasiada.

“Regalos,” la corrijo y meto la mano en el bolsillo de los vaqueros para coger la llave del “coche de después” de Bella. Cuando ella ve la alargada llave metálica, sé que está reprimiendo la necesidad de poner los ojos en blanco. Aparentemente, su tradicional falta de entusiasmo hacia los regalos no ha cambiado – no es que yo esperase lo contrario, por supuesto.

Alice arruga su nariz chata con irritación. “El mío primero,” se opone y su mirada se vuelve vidriosa mientras trata de ver el futuro para predecir mi respuesta.

Contengo la risa cuando lo veo a través de sus pensamientos y ella me saca la lengua.

Digo las palabras de todas formas – sólo por fastidiarla, “El mío está más cerca.”

“Pero mira cómo va vestida.” Alice levanta los diminutos brazos como si suplicara a una fuerza superior y gime, “Ha estado matándome todo el día. Ésa es claramente la prioridad.” Su mirada de topacio se agranda significativamente, retándome a contradecir su absurdo razonamiento y aprieta los labios en forma de corazón formando una línea obstinada.

Bella frunce el ceño confundida cuando escucha el comentario de Alice sobre su ropa. Lamentablemente, ella no tiene ni idea de lo que mi hermana le tiene reservado.

“Ya sé,” sonríe, extendiendo el dedo índice, “te lo echo a suertes. Piedra, papel o tijera.”

Jasper se ríe de las tonterías de su esposa, absorbiendo su espíritu vivaz mediante su don. Parece incapaz de apartar la mirada de ella y sé que, al menos por el momento, el estado emocional de Bella ya no es el centro de su atención.

Dejo escapar un fuerte suspiro y le digo con ironía, “Por qué no me dices quién gana y ya está?”

Su cara de duende se ilumina en una sonrisa que rivalizaría con el resplandor de una estrella. “Yo,” afirma Alice con seguridad, después de ver el resultado en su mente. “Excelente.”

En realidad, me da lo mismo, así que dejo que mi hermana saboree la victoria. Además, se me acaba de ocurrir una buena excusa para esperar antes de desvelarle mi regalo a Bella.

“De todas formas, probablemente sea mejor que espere a mañana.” Con una sonrisa torcida, señalo con la cabeza hacia los dos miembros de la manada dormidos profundamente en el sofá y le digo a mi mujer bromeando, “Creo que será más divertido si Jacob está despierto, no crees?” Para que alguien” – levanto las cejas – “exprese el nivel adecuado de entusiasmo”

Bella me devuelve la sonrisa, comprendiendo exactamente por qué creo que es mejor que ella vea cómo expresa Jacob la impresión por el coche que he comprado. Ella aún tiene que adquirir un aprecio saludable por el transporte de calidad – aquel oxidado artefacto que solía conducir es prueba suficiente de ello –pero tengo hasta el fin de los días para convencerla de eso.

Además, me muero por verla sentada en el asiento del conductor. Será algo espectacular, estoy seguro.

Alice, disfrutando del momento, no para de dar saltos como una niña. “Sí!” dice con su voz musical, aplaudiendo. “Bella dale Ness – Renesmee a Rosalie.”

Rose viene hacia nosotros como flotando en el aire, contenta de estar a cargo de Renesmee de nuevo, y espera en silencio a que Bella cumpla las instrucciones de Alice.

Bella parece reacia a soltar a la pequeña, cuya cara sonrosada está apoyada en el hueco de su cuello. “Dónde suele dormir?” pregunta con curiosidad.

Alice se encoge de hombros despreocupadamente. “En brazos de Rose. O de Jacob. O de Esme. Captas la idea. Nunca en toda su vida la hemos dejado en la cuna.” Se cruza de brazos y sacude la cabeza fingiendo menosprecio mientras dice con un suspiro, “Va a ser la medio-vampira más malcriada de la historia.”

Las carcajadas fluyen espontáneamente por mi boca mientras Bella se gira hacia Rosalie, que coge el cuerpo inerte de Renesmee con la naturalidad que concede la práctica. “También es la medio-vampira menos malcriada de la historia.” Añade en un susurro, “La belleza de ser única en su especie.”

Ella le sonríe a Bella y la expresión es impresionante, naturalmente…pero más importante aún, es auténtica. Rosalie por fin ha tomado una decisión en cuanto a su relación con Bella; son hermanas, primero y más importante – pero también son amigas.

La relación no es ni con mucho, tan fuerte como la que existe entre Bella y Alice, pero está ahí. Puedo escuchar la confirmación en los pensamientos de Rose: en su determinación incondicional por arriesgar su vida por nuestro bebé, Bella había hecho por fin una elección que Rosalie podía apoyar – la elección que ella misma habría hecho si la situación hubiera sido la contraria. Y eso es lo que ha convencido a mi narcisista hermana de preservar el vínculo de camaradería que se forjó durante el embarazo de Bella.

En respuesta a la sonrisa de Rosalie, los vivos ojos escarlata de Bella se encienden con una súbita llamarada de intuición y su rostro en forma de corazón se ilumina con alivio y alegría.

Impaciente como siempre, Alice le coge a Bella por el codo y tira de ella en dirección a la puerta trasera. “Vamos, vamos.” repite incesante con su voz cantarina.

“Está fuera?” pregunta Bella desconcertada, siguiéndola con paso lento y cauteloso.

Tirando de ella a través de la puerta, Alice contesta con evasivas, “Algo así.”

Las sigo a un paso más tranquilo; aunque la parte más impulsiva del hombre humano que hay en mí clama por saciar mi intensa necesidad lo antes posible, he decidido que, como siempre, dejaré que Bella dicte cómo irá progresando la noche.

Siento un peso que comprime mi silencioso pecho mientras considero la posibilidad de esperar si quiera una noche más sin sentido, sin estar plenamente con mi mujer…pero encuentro la voluntad para ignorarlo. Por ahora.

Cuando estoy traspasando el umbral, Rosalie le grita a Bella, “Disfruta de tu regalo.” Eso te incluye a ti, Edward, añade mentalmente. Puedo percibir la provocación en sus palabras, así que le lanzo una mirada amenazante por encima del hombro. Ella sonríe beatíficamente y concluye, “Es de parte de todos. En especial, de Esme.”

Bella se detiene de golpe justo fuera de la puerta, Alice tirando de su brazo en vano y mira fijamente al resto de la familia confusa, “Vosotros no vais a venir?”

Un coro de risas resuena dentro de mi cabeza; exteriormente, la expresión de todos continúa siendo perfectamente educada, con sonrisas que reflejan el sincero afecto que sienten por su hermana e hija más reciente.

“Te daremos la oportunidad de apreciarlo a solas,” le responde Rosalie despreocupadamente, “Puedes contárnoslo…después.”

Emmett suelta una risotada, tapándose la boca con la mano para sofocar el sonido. Sus pensamientos son increíblemente vulgares, lanzándome sugerencias sobre cómo pasar un buen rato con Bella, y aprieto los dientes para resistir el impulso de tirarle de vuelta al río.

Bella mira a Emmett inquisitivamente y su cara se contrae fugazmente en una expresión avergonzada – excepto el habitual tinte de la sangre apresurándose a colorear sus mejillas.

Pero en el momento en que esa expresión aparece en su rostro, es reemplazada por una amplia sonrisa.

En qué está pensando?

Alice vuelve a tirarle del brazo y Bella la sigue adentrándose en la noche. Los tonos apagados de la tarde habían dado paso a matices de cobalto y púrpura y Bella mirada a su alrededor sobrecogida, absorbiendo cada detalle con la misma precisión que durante el día, la misma sonrisa inexplicable aún iluminando su pálido rostro.

Deteniéndose en la orilla, Alice echa una ojeada a su hermana favorita y resopla de aprobación ante la deslumbrante sonrisa de Bella. “Ahí está el entusiasmo que buscaba,” canturrea y suelta el brazo de Bella. Entonces, salta hacia delante y cruza el río con la gracia de una bailarina.

“Vamos, Bella.” le llama un instante después, esperándonos al otro lado.

Siento cómo se tensan los músculos de las piernas desnudas de mi mujer, preparándose para saltar y calculo mi propio salto de forma que ambos cruzamos volando al mismo tiempo. Por mi visión periférica capto cómo la sonrisa de Bella se transforma en un grito silencioso, la boca abierta, de puro placer. No puedo evitar sonreír.

Una vez hemos aterrizado en silencio sobre la tierra mojada, Alice sale disparada hacia el bosque, dirigiéndose hacia el norte. Bella se lanza tras ella mientras yo mantengo el ritmo, utilizando nuestro agudo oído y sentido del olfato para seguir el rastro de Alice entre la densa vegetación.

Por supuesto, tengo un sentido más que me ayuda y lo empleo mientras los tres corremos sin esfuerzo hacia nuestro destino.

Alice está buscando en el futuro inmediato para satisfacer su curiosidad sobre la reacción de Bella a su regalo de cumpleaños, pero el resultado está hecho un embrollo por varias conclusiones posibles – resultado de los impredecibles cambios de humor de un vampiro neófito.

De repente, una visión inunda mi mente: un suelo de madera de color claro, el aroma de la Fresia, piel sobre piel y una voz que es la música más dulce deslizándose aterciopelada hasta mi oído, susurrando mi nombre…

Las sensaciones se desvanecen bruscamente cuando Alice me bloquea el paso a su mente recitando pasajes al azar de “Alicia en el país de las maravillas” porque sabe que no tengo especial afición por esa obra literaria tan peculiar.

Pero mientras puede que mis pensamientos estén libres de las vívidas imágenes, mi cuerpo no lo está. La corriente eléctrica que recorre mi venas vacías ha alcanzado un pico de intensidad, multiplicándose por cien desde que compartiera esa visión con Alice. Ni siquiera confío en arriesgar una mirada hacia mi derecha en este estado – porque tan pronto como vea su rostro, sus extremidades expuestas brillando sutilmente bajo la luz azulada – estaré perdido.

Debo permanecer centrado. Voy a mantenerme centrado.

Ella es lo primero.

Buscando alguna distracción, examino los alrededores y me doy cuenta con sorpresa de que nos encontramos a menos de cien metros de nuestro objetivo. Es de esperar que mi hermana trame una forma más pretenciosa de desvelar el regalo a Bella.

Coincidiendo con esa idea, Alice gira en redondo hacia nosotros. Bella se detiene, confundida, cuando la diminuta vampira de pelo oscuro, aparece a su lado. “No me ataques.” le advierte, y después se abalanza sobre mi esposa.

Bella se retuerce, incómoda, mientras Alice se le sube a la espalda y le tapa los ojos con ambas manos. “Qué estás haciendo?” protesta, moviendo la cabeza de un lado a otro, incómoda.

“Asegurándome de que no ves nada.” replica Alice como si fuera perfectamente obvio.

Le lanzo una mirada exasperada. “Yo me podría haber encargado de eso sin tanto espectáculo.”

“Tú le dejarías hacer trampa.” Fulminándome con una mirada tan llena de frustración como la mía, mi hermana me reprende mentalmente, Y sé que lo harías, Edward, así que no te molestes en intentar negarlo. Después, ordena en voz alta, “Cógela de la mano y guíala hacia delante.”

“Alice, yo-“ empieza a protestar Bella.

“Ni lo intentes, Bella. Vamos a hacer esto a mi manera.” Rodea con sus piernas diminutas la cintura de Bella y me mira con las cejas enarcadas, esperando que siga su plan.

Yo suspiro suavemente y cojo la mano de Bella. Entrelazando sus finos dedos con los míos, la poderosa corriente eléctrica en mi interior se intensifica en el punto donde nuestra piel entra en contacto – y me recuerda a las esferas de electricidad que les gustan tanto a los humanos, maravillados cuando la energía contenida dentro se consolida en el punto donde su dedo toca el cristal.

Mi concentración se tambalea un poco; me obligo a hablar, centrándome en algo que no sea la necesidad que siento.

“Sólo unos segundos más, Bella.” Mis palabras están cargadas de significado, para Bella y para mí mismo y me alegro que mi tono de voz sea ligero y no traicione las emociones anormalmente intensas que fluyen en mi interior.

Céntrate, permanece bajo control.

Mirando de reojo a Alice, sonrío y añado en broma, “Después se irá a molestar a otra persona.”

Tiro suavemente de la mano de Bella hacia delante y continuamos al mismo ritmo a través del bosque teñido por la noche.

Siento lo de antes, piensa Alice, sus ojos dorados muy abiertos y llenos de arrepentimiento. No quería invadir vuestra intimidad – no si puedo evitarlo.

Sabe que yo aplico la misma cortesía con ella y Jasper, tanto como soy capaz, cada vez que ellos están juntos en la casa y también con el resto de nuestra familia. Puede que no tengamos secretos el uno para el otro pero tenemos moral suficiente como para permitirnos cierta discreción.

Vuelvo ligeramente la cabeza hacia ella y asiento una vez, utilizando el gesto para expresar que no tiene importancia.

Es más…El tono de sus pensamientos cambia; puedo sentir un severo reproche creciendo en su mente. Tienes suerte de que lo cortara en ese momento. Estuviste a punto de hacer que me enfadara mucho. Una imagen fugaz de mí cogiendo en brazos a Bella y desapareciendo juntos entre los árboles mientras Alice se queda estupefacta, cruza ante mis ojos y reprimo una risa.

“Podrías estar un poco más agradecido,” me reprende verbalmente mi hermana. “Esto es para ti tanto como para ella.”

“Es verdad,” reconozco, ofreciéndole una amplia y resplandeciente sonrisa. “Gracias otra vez, Alice.”

Ella pone los ojos en blanco, exagerando el movimiento. “Sí, sí, ya.” refunfuña Alice con indiferencia pero no puede disimular la gran sonrisa de satisfacción que se dibuja en sus labios.

De repente, un rayo de luz plateada contrasta con la oscuridad de color púrpura mientras nos acercamos al claro y Alice grita de alegría dentro de su cabeza. “Quieto ahí” me dice. Me detengo más allá de los helechos que rodean el pequeño espacio abierto, sintiendo mi propio nerviosismo crecer en respuesta a la excitación de Alice. “Gírala un poco hacia la derecha. Sí, así.” me felicita cuando guío a Bella en un giro de medio centímetro en la dirección señalada. “Bien. Estás lista?” le pregunta, con su voz aguda llena de alegría.

“Estoy lista.” Bella se inclina hacia delante, abriendo más las ventanas nasales sutilmente mientras inhala los nuevos aromas procedentes del claro.

Con una enorme sonrisa, Alice se baja de la espalda de Bella de un salto, destapándole los ojos.

Observo su cara mientas ella mira fijamente, con los ojos muy abiertos por la sorpresa, la cabaña de piedra. Verdaderamente, Esme se ha superado a sí misma con este proyecto; ella quería que fuera todo lo que Bella y yo pudiéramos soñar para nuestro hogar y empleó mucho tiempo y esfuerzo intentando hacer ese sueño realidad.

Aunque he visto la cabaña muchas veces – a través de mis propios ojos y las mentes de mi familia – parece mucho más especial ahora que estoy compartiendo el pintoresco escenario con Bella. Sonriendo ligeramente ante su expresión atemorizada, le aprieto la mano y me pregunto embelesado cómo habría llegado a merecer todo lo que siempre había deseado – la eternidad con mi Bella.

Aplaudiendo frente a ella, Alice dice suavemente, “Qué te parece?” Creo que le gusta. Tiene que gustarle – Esme ha trabajado tanto para terminarla…Crees que le gusta?

Bella cierra la mano en torno a la llave de latón y abre la boca como si fuera a contestar, pero no sale nada de sus labios.

Le explico en un susurro, “Esme pensó que podríamos querer un sitio para nosotros durante un tiempo, pero tampoco quería tenernos demasiado lejos.” Mi sonrisa crece, reflejando el profundo afecto que siento por la mujer que ha sido como una madre para mí durante más de medio siglo. “Y le encanta tener cualquier excusa para hacer reformas. Este sitio se ha estado derrumbando aquí fuera durante al menos cien años.”

Bella permanece en silencio, con la boca abierta como un pez fuera del agua. Está preciosa.

Por qué no dice nada? Alice mira fijamente a Bella con ansiedad y le pregunta, “No te gusta?” Su expresión impaciente se desmorona en una conmovedora mueca de aflicción. “Quiero decir, seguro que podemos arreglarla de otra manera, si tu quieres. Emmett decía que teníamos que añadir unos cuanto cientos de metros cuadrados, otro piso, columnas y una torre” – lo cual es completamente ridículo pero Emmett es así – “pero Esme pensó que a vosotros dos os gustaría más así.”

Mi hermana no parece darse cuenta de que sus frases se atropellan porque está hablando muy rápido y sube la voz debido al estrés, “Si se equivocaba, podemos volver al trabajo, no creo que lleve mucho tiempo –“

“Shh!” la silencia Bella. Alice aprieta los labios hasta que estos forman una delgada y pálida línea y espera, retorciéndose las manos con nerviosismo. Sin apartar los ojos de la cabaña, Bella murmura con asombro, “Me estáis regalando una casa por mi cumpleaños?”

“Nos,” le corrijo con ternura, mientras mi silencioso corazón canta dentro de mi pecho ante la sencilla verdad que encierra esa pequeña palabra. “Y no es más que una cabaña. Me parece que la palabra casa implica algo más de espacio.” digo esto último para provocarla; este momento es demasiado perfecto como para dejarlo pasar y tengo curiosidad por oír su ingeniosa respuesta.

Girando la cabeza una fracción de centímetro, me mira de reojo y susurra, “No te metas con mi casa.”

Sonrío, divertido y la sonrisa de Alice se extiende por su pequeño y delicado rostro mientras declara, “Te gusta.”

Bella niega con la cabeza. Alice se corrige, conteniendo la respiración, “Te encanta?” Ella asiente, con una tenue sonrisa asomándose a sus labios. “Me muero por contárselo a Esme!” exclama, aplaudiendo y dando saltitos llena de alegría.

Entonces, Bella la mira, con una mirada inquisitiva en sus vivos ojos escarlatas. “Por qué no ha venido?”

Umm…Alice se debate mentalmente por dar una respuesta con tacto, su brillante sonrisa desfalleciendo tan sólo un poco. “Oh, ya sabes…” contesta despreocupadamente, “todos se acuerdan de cómo eres para los regalos. No quieren presionarte demasiado para que te guste.”

Tengo que admitirlo, es bastante buena con los subterfugios.

“Pero por supuesto que me encanta.” Bella, inocente como siempre, es ajena a las maniobras verbales de su mejor amiga. Parece desconcertada por la razón que le ha dado Alice para que el resto de la familia se quede en casa. “Cómo no iba a hacerlo?”

“Les gustará saberlo.” Alice le da unas suaves palmaditas en el brazo a Bella como despedida. “De todas formas, tienes el armario bien abastecido. Úsalo con sabiduría. Y…supongo que eso es todo.” Lanza una breve mirada en mi dirección. Sé que no quieres que me entrometa. Entonces, añade suplicando, podrías al menos enseñarle el armario esta noche? por favor?

Levanto una ceja muy levemente mientras Bella mira a Alice desconcertada. “No vas a entrar?”

Guau, realmente no ha cambiado nada. Tan sorprendentemente näive. Alice da marcha atrás ágilmente y justifica su marcha comentando. “Edward ya se conoce el lugar. Me pasaré…más tarde.” De hecho, os veremos por la mañana, me informa. El nudo en mi estómago se tensa con renovado vigor; me muerdo el interior de la mejilla para evitar actuar de forma precipitada. “Llámame si no puedes combinar bien tu ropa,” le avisa Alice a Bella, mirándola indecisa. Nos lanza una sonrisa a cada uno y dice como despedida, “Jasper quiere ir de caza. Hasta luego.”

Después de eso, sale disparada hacia el bosque, dejando un grupo de helechos balanceándose por la brisa que mueve su estela invisible.

Cuando el sonido amortiguado de los rápidos pasos de Alice desaparece del claro, Bella comenta casi para sí misma, “Qué raro.” Mirándome con una expresión tímida, pregunta vacilante, “De verdad soy así? No tenían que mantenerse al margen.” lleva la vista al suelo antes de que yo pueda interrumpirla, mascullando, “Ahora me siento culpable. Ni siquiera le he dado las gracias debidamente.” Súbitamente, da un paso hacia delante, tirando de mi mano, “Deberíamos volver, decirle a Esme-“

Yo mantengo mi posición – afortunadamente, Bella no siempre recuerda que es más fuerte que yo – y corto su sugerencia con voz dulce. “Bella, no seas tonta. Nadie piensa que seas tan poco razonable.”

Me mira a los ojos inexpresiva. Sorprendentemente näive, ha dicho Alice. Sí, es así…e increíblemente adorable. Consigo reprimir una sonrisa cuando ella vuelve a hablar, “Entones, qué-“

“Su otro regalo es tiempo a solas.” Dejo que la sonrisa aparezca en mi rostro mientras sostengo su mirada, sin parpadear. “Alice intentaba ser sutil.”

Bella abre mucho los ojos cuando cae en la cuenta y entonces se inundan con una miríada de emociones, sólo algunas de las cuales soy capaz de identificar porque las estoy experimentando yo también. Placer, anticipación, impaciencia, deseo…

Sus labios carnosos forman un tentador círculo y murmura en voz baja, “Oh.”

Estoy a punto de rendirme a la necesidad que me atenaza porque puedo ver en su rostro en forma de corazón que ella también la siente. Pero es su cumpleaños, ésta es su noche especial y ella toma las decisiones.

Parece que se ha quedado congelada, mirándome con esos fieros estanques de líquido rubí – así que decido dirigir su atención en una dirección más segura. Conduciéndola hacia la cabaña, le propongo con calma, “Déjame enseñarte lo que han hecho.”

Camina a mi lado sinuosamente, aunque sus ojos vuelan hacia mí cada tres segundos y medio y flexiona los dedos en torno a los míos periódicamente, como si se esforzara por contener una oleada excesiva de energía.

Conozco la sensación de sobra.

De repente, deja escapar una suave y melodiosa risa. El sonido baila en el aire al igual que su aroma a Fresia mojada por la lluvia se mezcla con el perfume floral del pequeño jardín, y la miro de lado para estudiar su expresión. En sus labios una sonrisa reservada, que me hace preguntar, “Puedo oír el chiste?”

“No es muy bueno,” admite, mientras paseamos juntos por el camino de piedra que conduce hasta la puerta. “Estaba pensando – hoy es el primer y el último día de la eternidad.” Mi pecho se expande con una felicidad tan intensa que me impide respirar. Quiero enterrarla en mis brazos pero me conformo con apretarle suavemente la mano, sin querer interrumpirla. “Es bastante difícil hacerse a la idea,” me dice Bella, todavía sonriendo, “Aún con todo este espacio extra para darle vueltas.”

Vuelve a reírse y yo me uno a ella, los sonidos musicales de nuestras voces armonizando más bellamente que la sinfonía de cualquier maestro.

En un acto de caballerosidad, le suelto la mano y hago un gesto hacia la puerta. Bella se desliza hacia delante, la cara iluminada por la impaciencia y mete la llave en la cerradura. Girándola en el sentido de las agujas del reloj, el cerrojo se separa del marco de la puerta con un pequeño clic y, en lugar de abrir inmediatamente la puerta, ella quita la llave y la mete en el bolsillo de la camisa que le he dejado.

Observo cada uno de sus movimientos con ávida fascinación. Verdaderamente es la más espléndida criatura que nunca haya pisado la faz de la tierra, y entre todos sus muchos admiradores, me ha elegido a mí. Ha elegido aceptar e incluso corresponder mi amor, tan poco digno de ella como es, ha elegido convertirse en mi esposa a pesar de su aversión por el concepto del matrimonio. Y el regalo más sagrado de todos: Bella ha elegido darse a sí misma – su corazón, su cuerpo, su alma – a mí.

Sintiéndome ligeramente abrumado por la mujer que sostiene mi existencia entera en sus manos, reflexiono en voz baja, “Te comportas con tanta naturalidad, Bella, que me olvido de lo extraño que todo esto debe ser para ti.” Su mirada es clara y profunda, rebosante de pensamientos que nunca llegaré a conocer y yo sonrío con pesar, “Desearía poder escucharlo.”

Destierro esa sensación y cualquier otra sombra acechando en mi mente un instante después; nada va a estropear esta noche perfecta, no si yo puedo evitarlo.

El mundo se vuelve borroso en una imagen de acuarela azul-violácea, mientras me agacho rápidamente y capturo a Bella en mis brazos – uno bajo sus rodillas, el otro sosteniéndole la espalda. “Ey!” grita sorprendida, rodeándome el cuello instintivamente con sus esbeltos brazos cuando me incorporo. Sus ojos brillan como piedras preciosas y mientras se esfuerza por tomar aire innecesariamente, reconozco la expresión en su rostro.

Está deslumbrada.

Sonriendo de puro placer, le señalo, “Los umbrales son parte de mi trabajo.”

Bella sonríe vacilante y su aliento corre a través de mis labios. Incluso el sabor diluido de su respiración mezclada con el aire es suficiente para que la corriente que corre por mis venas envíe una descarga incandescente por mi columna.

Me estoy quedando sin distracciones.

Mi mirada vaga por su rostro durante medio segundo, examinando los trazos de sus pensamientos en sus iris escarlatas y la siempre presente curiosidad se impone momentáneamente al ansia que siento.

“Pero tengo curiosidad,” comento en voz baja. “Dime lo que estás pensando en este momento.” Manteniéndola firmemente asegurada con un brazo, empujo la puerta de madera y traspaso el umbral sin apartar la mirada de sus grandes ojos.

“Todo,” afirma, una suave risa bullendo en su garganta, “todo al mismo tiempo, ya sabes.” Comienza a enumerar, “Cosas buenas y cosas de las que preocuparse y cosas que son nuevas. Cómo utilizo continuamente demasiados superlativos en mi cabeza. Ahora mismo,” Bella estira el cuello en todas las direcciones posibles para conseguir una visión completa del salón, su precioso rostro transformándose con una expresión fascinada y casi soñadora y susurra con la respiración entrecortada, “estoy pensando que Esme es una artista. Es perfecto!”

Tú lo haces perfecto, pienso para mí mismo, acariciando con la mirada las elegantes líneas de sus facciones. Estando de pie con ella en esta pequeña cabaña, nuestro hogar, siento que la imagen ahora está completa – la última pieza de un complicado puzle ha encajado en su sitio.

He visto esta habitación docenas de veces. Esme incluso me pidió mi aportación para seleccionar algunos de los clásicos de la literatura apilados en las estanterías y escoger varias de las pinturas que adornan las paredes. Una de las preferidas de Bella, un Monet desconocido, está colgada en un lugar de honor, en la pared de caoba justo frente a la chimenea.

Una pequeña parte de mi cerebro comprende que probablemente debería dejarla en el suelo, ahora que la he llevado oficialmente a través del umbral, cumpliendo con una tradición secular. Pero mientras su mirada que intenta abarcarlo todo completa el círculo hasta mis ojos, simplemente no puedo obligar a mis brazos a soltarla. Pero hay algo…apropiado…en la forma en que su pequeño cuerpo descansa confiado contra el mío, su largo cabello cubriendo los hombros de ambos. Su cara angelical está a escasos centímetros de la mía, las brasas ardiendo en las profundidades de su mirada, tentándome como una polilla es atraída hacia la luz – y vuelvo a la realidad al recordar que Bella todavía tiene que ver el resto de la cabaña.

Trato de mantener una charla intrascendente, comentando con desenfado, “Tenemos suerte de que Esme pensara en añadir una habitación más.” Y con mi falta de concentración cometo una grave transgresión, “nadie contaba con Ness – Renesme.”

Corrijo el error rápidamente pero ya es demasiado tarde. Bella me mira con el ceño fruncido y quita los brazos de mi cuello para cruzarlos delante de su pecho, enfurruñada. “Tú también, no.” se queja, haciendo una mueca como si probara un limón.

Sonriéndole arrepentido, me encojo ligeramente de hombros y pido perdón. “Lo siento, amor” trato de excusar mi error, ofreciendo una explicación – aunque floja – para mi desliz. “Lo escucho en sus pensamientos todo el tiempo, ya sabes. Se me ha pegado.”

Deja escapar un fuerte suspiro, el aire silbando a través de sus labios apretados. Su ceño se suaviza levemente, igual que sus brazos, ya no tan firmemente cruzados, pero levanta un poco la barbilla en señal de su obstinación habitual.

Estoy seguro, a juzgar por su aspecto, de que ha decidido no utilizar nunca ese apodo para nuestra hija. Y, si conozco en algo a Bella, se ceñirá a esa decisión con resuelta tozudez.

Rebusco en mi cabeza otro tema de conversación y entonces esbozo una sonrisa torcida. “Seguro que te mueres por ver el armario” comento con sarcasmo. “O,” levanto las cejas, fingiendo que se me acaba de ocurrir una buena idea, “al menos, le diré eso a Alice para que se sienta bien.”

Bella evalúa mi expresión y mis palabras durante un segundo antes de preguntar, con un rastro apenas perceptible de incomodidad en su voz, “Debería estar asustada?”

“Aterrorizada.”

Llevo en brazos a mi mujer por el estrecho pasillo de piedra. Ella inclina la cabeza hacia atrás para mirar el techo abovedado, exponiendo la suave columna blanca de su cuello a mi hambrienta mirada, y trago con dificultad para reprimir la urgencia creciente por besar su sedosa piel de aroma floral.

Deteniéndome en la entrada del dormitorio vacío en la esquina sudeste de la cabaña, señalo con la cabeza hacia el interior, anunciando, “Ésa será la habitación de Renesmee. No tuvieron tiempo de hacer demasiado en ella, y con los lobos furiosos…” termino en una risa entre dientes, mientras Bella también se ríe en voz baja, el sonido impregnado de alivio.

Finalmente, llegamos a la puerta cerrada al final del pasillo. Sé lo que hay tras la madera tallada – vagas imágenes de la habitación cruzan por mi mente – y, súbitamente, inexplicablemente, siento las gélidas punzadas del nerviosismo en la parte posterior del cuello. Es exactamente la misma sensación que tuve mientras Bella y yo permanecimos de pie en la habitación blanca de isla Esme la noche que llegamos. Nuestra primera noche juntos como marido y mujer.

“Nuestra habitación,” le digo en un susurro, con la esperanza de que el volumen bajo disimule el extraño temblor en mi voz. “Esme intentó traer algo de su isla aquí para nosotros.” Llevo la mano al antiguo pomo de latón y abro la puerta. “Supuso que le cogeríamos cariño.” La puerta se desliza en silencio y avanzo un paso, deteniéndome justo en la entrada.

La habitación orientada al este es una réplica en miniatura de la suite presidencial de la isla. Una enorme cama blanca con un dosel de gasa suave y trasparente, domina el centro de la estancia. La pintura blanca y azul de las paredes y el suelo claro, de color arena, recuerdan a un día despejado en la playa…y luego está la pared del fondo.

Unas puertas de cristal pulido dan paso a un exquisito jardincillo con una enredadera llena de rosas blancas y rojas bajo las cuales hay un pequeño estanque redondo revestido de piedras relucientes. Nuestro océano privado, había dicho mi madre con una sonrisa cargada de afecto.

Bella permanece quieta y en silencio en mis brazos durante un tiempo. Después oigo como coge aire, siento cómo se inclina en mi pecho y lo deja escapar en apenas un susurro, “Oh.”

Desearía poder decir tantas cosas, si fuera capaz de encontrar las palabras…pero todo lo que consigo articular es una respuesta en un susurro, “Lo sé.”

Una oleada de recuerdos – algunos de los más hermosos y queridos que poseo – ahoga cualquier otro pensamiento durante una breve eternidad.

La imagen de Bella, como un ángel bajo la luz plateada de la luna, de pie frente a mí, las olas del océano rompiendo suavemente contra nosotros. El calor que irradiaba su cuerpo, calentando mi pétrea y glacial envoltura mientras la tenía en mis brazos. Oírla diciendo mi nombre de mil formas distintas, una y otra vez, hasta que me convencí de que no había sonido más dulce en el mundo. Consumirme en puro éxtasis, como si al fin hubiera ganado acceso al cielo.

Hay otros recuerdos. Siguen atesorados porque son de Bella, pero mancillados por la oscuridad que hay en mi naturaleza – lo que debería haber evitado si hubiera sido lo bastante fuerte.

Observarla mientras dormía intentando sobrevivir a la extenuante oleada de angustia mientras la sangre emergía bajo su delicada piel, formando intensos hematomas causados por mi falta de cuidado. Cómo ella había intentado convencerme de que yo no había destruido la noche más mágica de nuestras vidas por mi monstruosa naturaleza. La forma en que se las ingenió para persuadirme de que le hiciera el amor otra vez, aunque yo estaba aterrorizado ante la idea de herirla aún más de lo que ya lo había hecho.

Dejo que ese recuerdo en particular surja plenamente, llenando mi mente con cristalina claridad. Bella tenía un aspecto muy seductor con aquella pieza de encaje negro, el color de crema y rosas de su piel casi brillando bajo la tenue luz…me tambaleé en el límite de mi cordura cuando ella giró en círculo para ofrecerme una visión completa.

Desgraciadamente, el frágil tejido terminó hecho jirones - una víctima de mi precipitación - y tanto Bella como yo lamentamos después su pérdida.

Pero ahora me pregunto: Alice eligió toda la ropa de Bella para la luna de miel y ella ha metido el contenido de doce roperos completos en el armario situado en el extremo más alejado de la habitación. Sería posible que mi casi omnisciente hermana hubiera previsto la necesidad de adquirir unas cuantas piezas comparables a la que se perdió?

Sus palabras saltan en mi cabeza, resonando en mis oídos con un nuevo significado, “Podrías ser un poco más agradecido. Esto es para ti tanto como para ella.

De repente siento mucha curiosidad por el contenido de ese armario.

Una carcajada va creciendo en mi pecho. Bella nota la vibración y levanta la vista hacia mí, sus ojos ligeramente velados por la nostalgia. Con una gran sonrisa, le digo riéndome, “El armario está tras esa puerta doble.” Inclino un poco la cabeza en esa dirección. “Tengo que advertirte – es mayor que esta habitación.”

Ella ni siquiera hace amago de mirar hacia las puertas. Un fuego ardiente abrasa en sus iris rojos y enciende su rostro con pasión, concentrando toda mi atención hasta que ella y yo somos las dos únicas personas en el mundo. “Vamos a decirle a Alice que corrí hacia la ropa,” susurra con voz ronca, enredando los dedos en mi pelo. Ella se mueve en mis brazos, ajustando su peso hasta que consigue que nuestras caras queden muy cerca. Puedo saborear en la lengua el perfume de su boca tentadora mientras su susurro flota en el aire.

Ella me tiene cautivado, mientras baja a medias los párpados, la punta de su nariz acariciando la mía mientras se acerca aún más. “Vamos a contarle que pasé horas allí probándome modelitos,” dice con voz apenas audible. La abrazo con más fuerza y la corriente eléctrica que sisea a través de mi cuerpo deja ardiendo cada terminación nerviosa. “Vamos a mentir.” Los labios llenos de Bella rozan los míos mientras susurra la última sílaba y, finalmente, sucumbo a la feroz necesidad que ruge con desesperación desde el centro de mi ser.

Mi mano abandona la curva de su pierna para enmarcar su rostro, atrayéndola hacia mí ese agónico milímetro final hasta que nuestros labios se unen en un beso voraz. Un suave gemido se escapa por mi garganta – y juntos volamos hacia la vorágine, la electricidad saltando entre nosotros como dos torres de alta tensión. Bella me arranca la ropa en un solo movimiento, los trozos de tela revolotean hasta el suelo mientras yo le quito con facilidad mi camisa y lo que queda del vestido de seda.

A ninguno de los dos parece preocuparnos el hecho de que no vamos a ser capaces de llegar hasta la cama. Prometo llevarla allí más tarde, guardando la idea en el fondo de mi mente antes de que se esfume por completo en el abrumador raudal de sensaciones que provocan las pequeñas manos de Bella al recorrer mi piel desnuda.

Nuestros labios no se separan cuando caemos al suelo de madera, entrelazando nuestras extremidades tan estrechamente que no puedo decir dónde empieza ella y termino yo. La felicidad, intensa y desenfrenada, estalla como fuegos artificiales dentro de mi cabeza cuando me doy completamente a Bella, sin que sean necesarios ya el miedo o la precaución por su fragilidad humana. Ella ya no está hecha de seda extendida sobre cristal moldeado. Mis manos se deslizan hacia abajo por el arco de su columna, impulsándola más cerca y ella suspira mi nombre en mi oído. Su piel sigue teniendo el tacto de la más fina seda, aunque ahora envuelve a una criatura tallada en acero más que en cristal, tan hermosa como letal para cualquier ser humano.

Aunque su cuerpo ya no emite el calor abrasador de la sangre corriendo acelerada por el esfuerzo, hay un nuevo y extraño calor creciendo en mi interior, desplegando una estela de energía incandescente hasta cada una de las células de mi cuerpo y una luz cegadora me quema los ojos. Bella se estremece de forma exquisita, abrazándome con tanta fuerza que debería ser doloroso pero lo único que percibo es la dicha que envuelve mi conciencia mientras Bella grita mi nombre arrobada y el suyo se escapa de mis labios en un gemido extasiado.

Las horas que siguen son el cielo en la tierra. Una vez hemos saciado el hambre que sentíamos el uno por el otro haciendo el amor febrilmente, queda mucho tiempo para continuar más lentamente.

Bella se aparta de mí lo suficiente para recorrer mi cuerpo con su mirada, con una admiración casi posesiva y después se muerde el labio y mira a un lado, avergonzada, cuando se da cuenta de que la estoy observando.

Me preparo para decirle que no hay razón para sentir vergüenza por apreciar algo que siempre le pertenecerá pero ella se inclina rápidamente para besarme y ahuyenta las palabras de consuelo de mi mente.

A su debido tiempo, me acuerdo de llevarla a la cama. En realidad, no hay mucha diferencia en cuanto a comodidad pero cuando ella apoya la cabeza en las mullidas almohadas de plumas con un suspiro y el cabello oscuro cae sobre sus hombros desnudos, me alegro de haberlo recordado.

Ella extiende la mano hacia mí y al instante estoy junto a ella en la cama. Cogiéndome de las manos, nuestros dedos entrelazados, se acurruca en mí pecho. Nuestros cuerpos encajan como las piezas de un puzle, hechas para coincidir exactamente una con otra.

Bella parece pensativa, así que supongo que está a punto de hablar sobre algo. Profundamente interesado en cualquier cosa que quiera decir, espero a que hable mientras le planto suaves y lánguidos besos a lo largo de la mandíbula, la sedosa extensión de su cuello y las elegantes líneas de su clavícula.

“Me gustaría volver algún día.” susurra unos minutos después. Cuando levanto la vista para mirarla con curiosidad, ella aclara, “A Isla Esme. Me gustaría volver allí.”

Estoy a punto de informarle de que podemos ir ahora si es lo que desea – pero dudo que quiera dejar a Renesmee, justo cuando ha vuelto a su vida. No estoy seguro de que yo pudiera dejar atrás a nuestra hija cuando la estabilidad de su futuro es tan incierta.

Así que, lentamente, trazo una línea con los labios desde el hueco en la base de su cuello hasta la barbilla, prometiendo en su piel, “Lo haremos en nuestro primer aniversario.”

“Bien…” murmura débilmente, sus párpados temblando en respuesta a mi tacto y no tengo otra elección que besarla de nuevo.

Cuando las sábanas están hechas un revoltijo en el suelo, Bella coloca los codos en mi pecho y apoya la barbilla en las manos, contemplándome con una mirada indescifrable y una tenue sonrisa dibujándose en las comisuras de los labios. Le devuelvo la mirada pacientemente, una mano apoyada en la curva de su cadera, mientras paso la otra por sus cabellos de color marrón chocolate, dejando que los espléndidos mechones se escapen entre mis dedos.

Afuera, en el bosque, una lechuza levanta el vuelo, con el suave susurro del aire que pasa bajo sus plumas como una brisa. Cuando el sonido se ha apagado casi por completo, Bella reflexiona en voz alta, “Me pregunto cuándo me quedé embarazada.”

Levanto las cejas sorprendido. Inclina la cabeza ligeramente a un lado, estudiando mi expresión y enarca un poco una ceja. Espera de mí una respuesta.

Me encojo de hombros levemente, moviendo mi peso en la cama. “Basándome en tus cambios de humor, el aumento en tu apetito y el extraordinario ritmo de crecimiento de Renesmee…” hago una pausa de apenas una fracción de segundo, esforzándome por identificar las extrañas emociones que crecen en mi interior, “pudo haber sucedido en nuestra primera noche.” Bajo mucho la voz hacia el final de la respuesta y Bella escudriña en mis ojos atentamente, a la caza de alguna clave que desvele en qué estoy pensando. Noto cómo se tensa la piel alrededor de mis párpados como en un intento de rechazar la penetrante intensidad de su mirada; no estoy muy seguro de dónde proceden estos sentimientos y me preocupa que ella pueda malinterpretar su origen.

Unas profundas líneas aparecen en su frente cuando me mira con el ceño fruncido. Gruñendo exasperada, me reprende, “Vas a volver a castigarte por eso otra vez?”

Piensa que estoy reviviendo la amarga repulsión que sentí hacia mí mismo cuando ví los hematomas que cubrían su cuerpo, como espantosas manchas violáceas. Y aunque ese pensamiento ha cruzado por mi mente antes, no es el origen de mis confusas emociones.

Niego con la cabeza y le ofrezco a Bella una leve sonrisa, “No.”

“Hmmm?” abre más los ojos, amenazándome con una mirada formidable que no consigue ocultar el amor en lo más profundo de sus ojos.

Me río entre dientes de su expresión, que es tan involuntariamente encantadora y me inclino hacia ella para borrar con un beso la mueca en sus labios. “Te lo prometo.” le susurro, volviendo a recostarme en las sábanas arrugadas.

“Entonces, qué pasa?” Bella se tiende sobre mi pecho, con la cabeza debajo de mi barbilla y los brazos delgados rodeándome con ternura, ambos compartiendo el bienestar sin necesidad de añadir nada.

Trazo dibujos lentamente con mis manos sobre su espalda mientras pienso en la mejor manera de expresar lo que necesito decir. Aún a riesgo de sonar repetitivo, apoyo la mejilla contra su pelo y le contesto, con palabras vacilantes “Te debo una disculpa.”

Bella se pone rígida, sólo un instante, porque ese sentimiento evoca un tiempo increíblemente doloroso para ambos. A pesar de lo mucho que desearía poder olvidar, puedo recordar cada detalle de aquellas primeras horas en su habitación por la mañana, agonizando al pensar que el próximo segundo sería el último para mí; Bella nunca podría perdonarme por haberla abandonado y cuando ella me dijera que ya no me quería, ya no habría razón para seguir existiendo.

La tensión desaparece de su tierno abrazo cuando percibe mi conflicto interior y gira la cabeza para besar el hueco sobre mi clavícula. Con un suspiro, rodeo su esbelto cuerpo con mis bazos, deseoso de que las sombras del pasado desaparezcan. “Por qué?” susurra Bella con dulzura.

“Siento mucho la forma en que me comporté cuando nos fuimos de la isla.” No se lo había dicho antes – no con estas palabras. Es muy difícil para mí recordar esos momentos, pero algo en lo más profundo de mi…alma…me impulsa a seguir. “Fue algo…completamente irracional, nunca había tenido tanto miedo en mi vida. No quería – no podía perderte.” Enterrando la nariz en sus fragrantes cabellos, me detengo unos segundos, restableciendo mi equilibrio en el presente. “Fui un desconsiderado al hacerme cargo de la situación sin hablar antes contigo. Entonces no lo ví.”

Ella interrumpe mi monólogo, comentando en voz baja. “No entendía por qué estabas tan enfadado. Creía – bueno, creía que era lo que querías.”

“Lo que yo quería?”

Bella asiente contra mi piel. “Por supuesto, no entendía el peligro en el que estaba como humana esperando un bebé medio vampiro pero pensaba que tú querías que tuviéramos un hijo. No te acuerdas? Me dijiste algo sobre eso la noche antes de la boda.”

La conversación irrumpe en mi mente, invocada por su explicación:

Hablé lentamente, reacio, obligándome a sostener su mirada sin apartar la mía avergonzado. “Recuerdas cuando le dijimos a Charlie que íbamos a casarnos? Y él pensó que estabas…embarazada?

Ella se río, su cálido aliento haciéndome cosquillas en la cara. “Y pensó en dispararte. Admítelo, - por un segundo, lo consideró de verdad.”

Yo permanecí en silencio, sintiéndome un poco cobarde al bajar la mirada para mirar mis dedos jugando con el anillo de su mano izquierda. “Qué, Edward?” Bella me animó a continuar después de un minuto más o menos, observando mi rostro como podía en la débil luz verdosa de su reloj de alarma.

“Es sólo que…” levanté la mirada hacia ella, hacia su hermosa alma iluminando esos ojos marrones y confesé, “bueno, desearía que tuviese razón.”

Se le escapó un jadeo, horrorizada.

“O mejor, que hubiera habido alguna forma de que la tuviera. Que nosotros tuviésemos esa clase de potencial,” me corregí, pensando que ella sería una madre maravillosa. Pero ella nunca podría tener eso. No conmigo. “Odio arrebatarte eso, también.”

Ella se quedó callada un momento, con la impresión aún presente en su rostro, aunque podía ver que estaba sumida en sus pensamientos. Finalmente, dijo con firme convicción, “Sé lo que hago.”

“Cómo puedes saberlo, Bella?” casi le rogué. En ese momento deseé desesperadamente poder tomar la respuesta de su mente – aún sabiendo que era imposible. “Mira a mi madre, mira a mi hermana. No es un sacrificio tan sencillo como imaginas.”

Pero ella se mantuvo firme en sus convicciones. “Esme y Rosalie se las arreglan muy bien,” contestó. “Y si se convierte en un problema más adelante, podemos hacer lo que hizo Esme – adoptaremos.”

Dejé escapar un suspiro. No lo entendía. No se trataba de nosotros criando un niño, sino de nosotros creando uno – una persona que fuera mitad yo y mitad ella.

Absurdamente, en mi cabeza comenzaron a conjurarse imágenes de un niño pequeño con el pelo color chocolate de Bella y ojos verdes – del color que había sido los míos como humano; o una niñita con rizos color bronce y ojos oscuros…

Sofoqué esas ideas violentamente. Tales pensamientos eran ridículos y perjudiciales además de no venir a cuento.

En realidad, mi frustración se debía a que la posibilidad del embarazo era algo más a lo que Bella renunciaría por mí, para que pudiéramos estar juntos para siempre.

Mi rostro se contorsionó, mostrando mi conflicto interno y hablé con fiereza, “No es justo! No quiero que tengas que hacer sacrificios por mí. Quiero darte cosas, no arrebatártelas.” Un rugido creció en mi pecho, cargando mis palabras de agitación. “No quiero robarte tu futuro. Si fuera humano – “

Ella me puso la mano en los labios, frenando en seco mi estallido de amargura. Después cogió mi cara entre sus pequeñas manos, sujetándola con sorprendente fuerza y me miró a los ojos, implacable, “Tú eres mi futuro.”

Centrándome en el rostro en forma de corazón de Bella, sus ojos brillantes muy abiertos mirándome con preocupación, esperando una respuesta, vuelvo al presente.

Le pregunto, incrédulo mientras pronuncio las palabras con lenta precisión, “Decidiste conservar a Renesmee porque pensabas que era lo que yo quería?”

“No exactamente.” Bella se remueve un poco bajo mi mirada y después vuelve a tenderse sobre mi cuerpo, hundiendo la cara en mi hombro. “Supongo que no me di cuenta de lo importante que era tener un bebé – tu bebé – hasta que sucedió. Aunque estaba muerta de miedo porque sabía que no era normal, y porque tú estabas tan alterado, seguía deseándola.” se encoge ligeramente de hombros, concluyendo “Creo que no fui muy racional, con todo eso del llanto y los sueños extraños. Probablemente por la locura hormonal del embarazo.”

La abrazo con más fuerza, preocupado por un fragmento de su respuesta. “Lo siento,“ le susurro con voz ronca, tocando su cabello con los labios, “nunca quise asustarte.”

“Fue más tu reacción que tú mismo.” Ella ajusta su posición, cruzando los brazos sobre mi pecho y apoyando la barbilla en ellos de forma que pueda mirarme a los ojos. Después, dice con dulzura pero con férrea determinación en su voz, “Hemos dejado todo eso atrás. No podemos cambiarlo. Lo que importa es que estamos aquí, ahora, juntos – y tenemos a Renesmee, también.” Ella apunta cada palabra presionando con un dedo en mi pecho y después ordena, “No quiero que se angustie más, señor Cullen. No está permitido en mi casa.”

Señor Cullen. Eso es nuevo. Levanto una ceja, una sonrisa traviesa se va dibujando en mi cara. “De veras, señora Cullen?” la desafío. La cojo por la cintura y ella grita sorprendida cuando nos doy la vuelta a los dos, cambiando nuestra posición de forma que ahora es ella la que está inmovilizada sobre la cama.

Un rugido juguetón se escapa por mis labios mientras acerco la cara a la base de su cuello, acariciando su piel con la nariz, llenándome de su dulce aroma, y Bella emite un sonido gutural, casi un ronroneo. Me doy cuenta de que ese sonido me gusta casi tanto como escucharla decir mi nombre.

Mientras empiezo a pensar en distintas formas de provocar de nuevo esa respuesta en ella, rozo con los labios el lóbulo de su oreja, informándole con un suave y cálido susurro, “Bien, supongo que tendré que recordarte lo que está permitido en nuestra casa.” Y me dispongo a llevar a cabo esa tarea.

En algún momento, comenzamos a darnos cuenta de que la noche está llegando a su fin, Puedo oler el amanecer en ciernes – un rasgo de cualquier criatura fundamentalmente nocturna – y la cristalina superficie del estanque del jardín pasa de negro al gris ceniciento. Una alondra, anunciando el amanecer, trina alegremente entre los rosales.

Cuando cesa su canto lleno de vida, Bella me pregunta, trazando con los dedos la forma de mis labios. “ Lo echas de menos?”

“El qué?” contesto en voz baja, disfrutando la sensación de sus caricias.

“Todo – el calor, la piel suave, el olor…” sus dedos se deslizan por mi mandíbula y se enredan en mi nuca. Se acerca aún más – lo cual parecería imposible, pero no es que vaya a quejarme – y dice, “yo no estoy perdiendo nada en absoluto y me preguntaba si te entristecía algo haberlo hecho.”

Me río en voz baja. Triste? No puedo ni concebir ese sentimiento dentro de la nube de pura felicidad que envuelve todo mi ser. “Sería difícil encontrar a alguien menos triste que yo ahora mismo. Imposible, diría yo.” le susurro, frotando mi nariz contra la suya. “No hay mucha gente que consiga todo lo que desea, más todo lo que no se les había ocurrido pedir, en el mismo día.”

Ella se aparta unos pocos centímetros, mirándome con mirada crítica y exige, “Estás evitando la pregunta?”

Quitando la mano de su cintura, la llevo hasta su mejilla. Bella se inclina hacia ella automáticamente, mientras yo declaro con voz ronca y tierna, “Eres cálida” Bella parece estar de acuerdo, asintiendo apenas con la cabeza. Dejo que mis dedos se muevan muy lentamente por su mandíbula, recorriendo la esbelta forma de su cuello hasta la curva de su pecho y la sedosa piel del abdomen hasta que vuelven a antigua su posición sobre su cintura. Sus párpados tiemblan mientras aspira una innecesaria y trémula bocanada de aire. “Eres suave.” le digo en el mismo tono, cerrando los ojos brevemente para preservar este momento en mi memoria para siempre.

“Y en cuanto al olor,” me río entre dientes una vez y abro los ojos. “Bueno, no puedo decir que eche de menos eso.”

En realidad, lo único que falta en el aroma único de Bella es el calor de su sangre, capaz de desatar mi instinto más básico de hundir los dientes en su garganta y beber hasta saciarme.

Sé que Bella ha sentido el fuego abrasador de la sed en su garganta cuando olió a los humanos en el bosque. Quizá esté preparada para comprender plenamente lo costoso que fue estar con ella mientras representaba una poderosa tentación para el vampiro que soy – y lo masoquista que soy en realidad.

“Recuerdas el olor de los excursionistas mientras estábamos de caza?” le pregunto, aún sonriendo al tiempo que soy completamente sincero.

Arruga la nariz con cara de asco. “He intentado con todas mis fuerzas no hacerlo.” añade refunfuñando.

Frunzo los labios, inclinando la cabeza a un lado mientras recuerdo a lo que me sometí yo mismo voluntariamente, aunque no lo habría cambiado por nada del mundo, “Imagina besar eso.”

Bella abre mucho los ojos por la impresión al darse cuenta. Traga con dificultad, como si aún pudiera sentir en la garganta el ardiente dolor y suspira fuertemente, “Oh.

“Precisamente” asiento. Levanto la mano y paso los dedos por su enredado cabello. “Así que la respuesta es no.” Suelto su cintura para dejar la otra mano sobre su mejilla, acariciando con el pulgar la línea de su mandíbula. “Estoy completamente lleno de felicidad, porque no he perdido nada.” le aseguro con ternura, atrayendo su cara hacia la mía. Sus iris escarlatas brillan con ardiente anticipación mientras murmuro, “Nadie puede tener más que yo.”

Nuestros labios se encuentran en un beso suave y prolongado y nos fundimos el uno en el otro mientras la alondra reanuda su canción.

El cielo se ha vuelto de un pálido y brillante color perlado con el amanecer, cuando Bella, que yace perpendicular a mí, gira la cabeza sobre mi estómago para mirarme. “Cuánto tiempo es así?” pregunta asombrada. “Quiero decir, Carlisle y Esme, Em y Rose, Alice y Jasper – ellos no se pasan todo el día encerrados en su habitación.” Sonrío, seguro de poder predecir hacia dónde se dirige con su pregunta. “Están en público,” continúa, casi incrédula, “completamente vestidos, todo el tiempo.” Removiéndose en el pequeño espacio que nos separa, Bella se recoloca sobre mi cuerpo y yo extiendo los brazos, dándole la bienvenida. “Este…” se acurruca contra mí, enredando sus esbeltas piernas con las mías, “ansia, llega a desaparecer alguna vez?”

Reflexiono sobre su pregunta unos segundos, apartando un mechón de brillante cabello castaño de su mejilla, y después comento pensativo, “Es difícil de saber. Cada uno es diferente y, bueno, hasta ahora tú eres la más distinta de todos.” Sonriendo, le planto un suave beso en la frente. “El vampiro joven medio está demasiado obsesionado con la sed para percibir otra cosa durante un tiempo. Eso no parece aplicarse a ti.”

Por un instante, mientras pronuncio esas palabras, cruza por mi mente la hipótesis de mi padre sobre el don de Bella.

En realidad, me inclino más a creer que su extraordinaria habilidad para controlar sus impulsos naturales nace del conocimiento previo que ha obtenido de mi familia y de mí mismo. Es más, ya que sus pensamientos siguen estando velados a mi don, me aventuraría a decir que si Bella presenta alguna capacidad fuera de lo normal en un vampiro corriente, ésta procederá de su misteriosa mente.

Retomando mi respuesta donde la había dejado, le digo, “Con el vampiro medio, sin embargo, después de ese primer año, otras necesidades hacen su aparición. Ni la sed ni, en realidad, cualquier otro deseo desaparecen realmente nunca. Es simplemente una cuestión de aprender a equilibrarlos, aprender a priorizarlos y dirigirlos…” me interrumpo, completamente distraído por el adorable ceño de Bella, del que capto una imagen fugaz justo antes de que ella se incline para besarme, con la suavidad de una pluma, en la punta de la nariz, las mejillas y los párpados.

Se detiene en la comisura de mis labios y súbitamente se retira varios centímetros, con una tentadora sonrisa en el rostro. Reprimo un suspiro y hago un tibio intento de reprenderla con mi expresión. Supongo que me merezco soportar un poco de injusta tentación después de todas las veces que he conseguido con éxito desviar su atención con una mirada, un beso o una caricia.

“Cuánto tiempo?” pregunta de nuevo, levantando las cejas con expectación.

Le ofrezco una sonrisa torcida, arrugando un poco la nariz al recordar, “Rosalie y Emmet fueron los peores.” Lo cual es quedarse muy corto, en mi opinión. Poniendo los ojos en blanco, le explico, “Pasó una década entera antes de que yo pudiera tolerar estar en un radio de diez kilómetros a su alrededor. Incluso Carlisle y Esme tuvieron dificultades para aguantarlo.” Sin embargo, aún tengo que soportar sus pensamientos – y no se ha hecho más fácil después de siete décadas y media. Sobre todo Emmett; puede tener una mente menos complicada que el resto, directa y digna de confianza, pero tiene una imaginación extremadamente vívida.

“Al final, echaron a la feliz pareja. Esme les construyó una casa, también” hago un gesto con la mano distraídamente, abarcando las cuatro paredes que nos rodean a Bella y a mí en este pequeño paraíso. “Era más grandiosa que ésta pero, también, Esme sabe lo que le gusta a Rosalie y sabe lo que te gusta a ti.”

“Después de diez años, entonces?” Bella vuelve a acurrucarse contra mí, rodeándome el cuello con los brazos. Siento un agradable cosquilleo en la piel en respuesta a la sensación de su cuerpo contra el mío, pero al mismo tiempo, estoy pensando sobre la inflexión en su tono de voz. Parece casi escéptica. Sobre qué, no estoy seguro. “Todos vuelven a ser normales? Como son ahora?”

En mi rostro se dibuja una amplia sonrisa. “Bueno, no estoy seguro de lo que entiendes por normal,” contesto maliciosamente, “has visto a mi familia llevando una vida bastante humana, pero también has pasado las noches durmiendo,” le guiño el ojo con picardía y sus hombros se agitan en un risa silenciosa. “Te queda una tremenda cantidad de tiempo libre cuando no tienes que dormir. Te permite equilibrar tus…intereses con bastante facilidad. Hay una razón por la que soy el mejor músico de la familia, por la que – aparte de Carlisle – soy el que ha leído más libros, estudiado la mayoría de las ciencias, llegado a dominar casi todos los idiomas…”

Solía pensar que mi inmortalidad estaría destinada únicamente a llenar mi ilimitado intelecto con conocimientos aparentemente inútiles, más allá de librarme de la infernal monotonía de mi existencia.

Y, sin embargo, aquellos años interminables de tormento finalmente condujeron a mi familia a una pequeña ciudad siempre cubierta por las nubes en la península de Olympia, con lo cual, mi destino quedó permanentemente unido a la única chica cuya mente quedaba oculta para mí, cuya sangre cantaba para mí con seductora dulzura y que un día llegaría a poseer mi corazón para toda la eternidad.

Sonriendo, menciono despreocupadamente, “Puede que Emmett te haya hecho creer que soy un sabelotodo por lo de leer la mente, pero la verdad es que he tenido un montón de tiempo libre.”

Nos reímos juntos – un coro de campanas sonando en la habitación – hasta que ambos percibimos la leve fricción entre nuestros cuerpos entrelazados, iniciada por la vibración de nuestras risas.

Los primeros rayos de sol se despliegan por el horizonte, encendiendo el cielo gris perla con reflejos de brillante topacio, mientras Bella y yo continuamos celebrando su cumpleaños, nuestro amor y nuestra vida juntos, de la forma más espectacular posible.

Ella me había dicho antes que hoy es el primer y último día de la eternidad.

Y es el mejor día de mi vida.

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